17 de Abril de 2002
Por Greg Palast
The Guardian UK
"A pesar de los reportes de la servil prensa occidental, Hugo Chávez no había perdido popularidad no había renunciado", dice Greg Palast
Esto es lo que leímos esta semana: El viernes, Hugo Chávez, el impopular monarca dictador de Venezuela, renunció. Al tener que confrontar sus órdenes de disparar contra los protestantes anti-gobierno, transfirió la presidencia a fuerzas democráticas y progresistas, en este caso, la fuerza militar y el jefe de la cámara de comercio venezolana.
De esta historia, dos aspectos capturaron mi atención: primero, ambas cosas son completamente falsas. Y segundo, la prensa, en todo el hemisferio dominante, desde el New York Times al Independent y el Guardian, utilizaron, en sus reportes, idénticas palabras: "dictatorial", "impopular", "renuncia".
Comencemos con la metida de pata de la "renuncia" que hizo que los gobiernos de Bush y Blair se cayeran por propios pies al apresurarse por reconocer a los líderes del golpe. Nunca ví un pronunciamiento de esta alegada renuncia, tampoco oí ni recibí ningún reporte de algún testigo confiable. Estaba fascinado. En enero, había dicho por la radio norteamericana que Chávez enfrentaría un golpe a finales de Abril. Pero … ¿renunciar? Ese no es el estilo de Chávez.
Solicité respuestas ante la embajada de Venezuela en Londres y, desde allí, a las 2 am del sábado en la mañana, me comuniqué con Miguel Madriz Bustamante, un miembro del gabinete que había hablado con Chávez por teléfono después del secuestro del presidente por las fuerzas rebeldes. Chávez, dijo, se dejó "arrestar" para evitar un baño de sangre, pero añadió: "Aún soy el presidente."
El mito de la renuncia fue la gota que derramó el vaso en una campaña de desinformación, durante un largo año, contra el populista ex-militar que tomó el cargo con el 60% del voto. La Casa Blanca de Bush ha dicho que, habiendo sido Chávez elegido por "una mayoría de votos", no le confería "legitimidad" al gobierno de Venezuela. Esta afirmación no es inesperada en una administración seleccionada sobre la oposición de la mayoría de votos norteamericanos.
Lo que no te dijo Bush ni la prensa es que el verdadero crimen de Chávez fue pasar dos leyes por la Asamblea Nacional venezolana. La primera ordenó a los grandes dueños de plantaciones a traspasar las tierras sin títulos a los sin tierra. La segunda por poco duplica, de apenas el 16% al 30%, las regalías a pagar por extraer el petróleo Venezolano. Venezuela llegó a ser el mas grande exportador de petróleo a los Estados Unidos, mayor aún que Arabia Saudita. Esto explica la impopularidad de Chávez - al menos dentro de un importante sector de la población, la industria petrolera norteamericana.
Allí queda la acusación según la cual, en palabras del New York Times, "Chávez ordenó a los soldados disparar contra la multitud [de protestantes]." Esta infamia sangrienta, sin evidencia, quedó plasmada en cada periódico occidental, incluyendo al recién abierto británico de izquierda "The Mirror". Aun así, pude fácilmente verificar, sin ningún lazo a cualquier facción, a quien dijo que el tiroteo comenzó desde un puente controlado por las fuerzas anti-chavistas de la Policía Metropolitana, y que los primeros en caer fueron manifestantes pro-Chávez.
Obtuve un cable de la CIA al jefe de su estación en el Capitolio "Re: Coup. Actividades incluyen propaganda, operaciones encubiertas, desinformación, o cualquier otra cosa que su imaginación pueda conjurar…"
Es verdad que esto es algo viejo: escrito justo antes del golpe contra Salvador Allende. Los tiempos cambian. Treinta años antes, cuando las corporaciones norteamericanas exigieron la remoción del problemático presidente, la CIA lo consideró de la mayor importancia para apuntalar la propaganda en las localidades latinoamericanas. Ahora, parecería que, en el vibrar de la desinformación y chismes sobre Chávez - "dictador", "impopular", "renuncia" - los propagandistas han aprendido a apuntar hacia ese grupo de crédulos pichones: la prensa norteamericana y Europea.
Greg Palast es el autor de "La mejor Democracia que el dinero puede comprar" recién editada por Pluto Press.
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Tomado de Red Bolivariana