13 de Abril de 2002
Por Augusto Zamora R.
Del Sur
Es clónica la secuencia. EEUU crítica a Hugo Chávez. Por insubordinado. Díscolo. Luego salta el automático. Un militar venezolano pide renunciar a Chávez. Dizque por dictador.
Otro automático: diarios pro-usa ensalzan al militar. Difunden notas. «Venezolanos le apoyan». «Multitud le protege». Fotos en primer plano. Siete rostros. La «multitud».
Los chavistas se manifiestan. No hay fotos. Relegados a la sección ninguneo. Pasó cuando la huelga empresarial clasista. Corearon su éxito. Saturaron de información. Reportajes.
500.000 salieron apoyando a Chávez. Medios minúsculos difundieron la noticia. 500.000 personas no eran multitud. Tercer automático. Transmitir idea. Chávez está solo. Aislado.
Así preparan la cama. A la desestabilización. La caída de Chávez. No por mal gobierno. Que rara vez preocupa. Por desafiar al imperio. Desplazar la oligarquía. Querer hacer.
Pasó con Arbenz, en 1954. Elegido democráticamente, tocó al imperio. Primero, descrédito. Luego, boicot. Al final, derrocamiento. Juan Bosch, en 1965. Allende en 1973. Granada.
El sandinismo. La fuerza de la revolución obligó. A combinarlo todo. Descrédito. Boicot. Bloqueo. Guerra. Destrucción. Poner al pueblo de rodillas. Nicaragua se rindió en 1990.
Pautas adquiridas. La opresión como sistema. Democracias manos arriba. Manos vacías.
Tomado de Del Sur