17 de marzo

27 de Abril de 2002

¿Dónde quedaron los principios?

Por Mary Pili Hernández
El Universal

LO QUE PASO EN VENEZUELA entre el 10 y el 14 de abril ha sido un episodio vergonzoso para la historia patria. Primero, obviamente, por la gran cantidad de personas que murieron o quedaron heridas durante estos hechos, la mayoría de ellas de manera inocente, simplemente por estar en la calle defendiendo sus ideas. Pero más allá de esto, que sin duda es lo más doloroso, dio pena ver cómo en tan solo unas horas, los 'adalides' de la democracia, los derechos humanos y la libertad de expresión, fueron capaces de traicionar su propio discurso de manera impúdica y ante la mirada estupefacta de la inmensa mayoría de los venezolanos.

Quienes acusaban a Chávez ante la OEA y lo tildaban de dictador, hoy en día se deben lavar la boca antes de pronunciar la palabra democracia, luego de apoyar flagrantemente el secuestro de un presidente electo constitucionalmente con los votos populares, para colocar en su lugar a un aprendiz de Napoleón, que en menos de 48 horas y en tan solo un decreto, pretendió acaparar para sí todos los poderes públicos, sin una votación, ni siquiera en la Asamblea Nacional, y con el único apoyo de los fusiles de los militares disidentes. ¿Quién decidió que Carmona Estanga fuera el presidente? ¿Dónde quedaba Diosdado Cabello, a quien le correspondóa, según la Constitución, sustituir a Chávez? Preguntas tan obvias como éstas no pasaban por las mentes de quienes celebraban el nuevo gobierno de Carmona de manera adulante a través de los medios de comunicación. En el acto de instalación de dicho gobierno, 'importantes personalidades de la sociedad civil' hasta se atrevieron a refrendar con su firma el decreto más antidemocrático de la historia nacional.

Pero eso no fue todo. Hubo quienes embriagados con la euforia de una victoria, más efímera que real, salieron a las calles a allanar casas sin orden judicial, a meter presas a personas sin ninguna intervención de la Fiscalía o de alguno de los tribunales competentes. Y no me refiero solo a los casos emblemáticos del ministro Rodríguez Chacín o del diputado Tarek Williams, sino especialmente a los terribles desmanes que sufrieron una inmensa cantidad de ciudadanos anónimos cuando 'respetables' autoridades públicas saqueaban sus hogares, llevándose incluso hasta la ropa de sus hijos, tal y como lo vivió el diputado Reinaldo García. Este tipo de gente debería también lavarse la boca antes de pronunciar la palabra justicia.

Ahora bien, el lazo de este regalo fascista lo pusieron algunos de los que se han atrevido a viajar a los organismos internacionales para decir que en Venezuela no existe libertad de expresión. Podrán engañar a algún representante de la Comisión Interamericana, pero ¿cómo van a hacer para volver a engañar a todo un país que fue testigo del ocultamiento intencional de información? ¿Cómo piensan convencer a toda una nación que no entendóa cómo, mientras la historia corría por las calles, por las emisoras de radio populares y por los medios internacionales, muchos de los medios nacionales estaban transmitiendo desfiles de modas, música o programas de concurso? Por favor, no vuelvan más nunca a hablar de libertad de expresión.

mapi-h@yahoo.com

Tomado de Red Bolivariana


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