8 de Junio de 2003
Manuel C. Martínez M.
Red Bolivariana
Sigue siendo en los adentros y afueras del mundo todo un enigmático y curioso fenómeno político, esta denominada REVOLUCIÓN PACÍFICA VENEZOLANA, emprendida, inspirada, guiada, sostenida y ejecutada por el ahora legítimo y democrático Presidente de la República, Teniente Coronel Hugo R. Chávez F., y debidamente apuntalada por nuestro glorioso Ejército Patriótico, verdadero sucesor de los insignes e inmortales próceres de nuestra Independencia Colonial del siglo XIX.
La eminente y afamada Socióloga y escritora, así como diletante amiga de los procesos revolucionarios del mundo neolatino, Marta Harnecker, quiso sondearlo directamente de los labios y pensamiento del propio líder de esta revolución sui géneris. De allí su magnífica obra literaria: Hugo Chávez Frías, Un Hombre, un Pueblo.
Pude observar muy ligeramente que esta interesante mujer revolucionaria terminó caminando los senderos investigativos de la metodología usual, es decir: Identificar revolución, en país burgués, con tentativas más o menos eficaces, más o menos fallidas o exitosas de corte socializante. Nuestra apreciada Cuba, precedida de los ex países soviéticos y afines, marcó huellas marxista y leniniana y althuseriana, hoy por hoy, de difícil superación ideológica.
Los proyectos e intentonas antiburguesas se han estrellado estrepitosamente contra las férreas murallas del poder mercantil. Cuba es la excepción de la regla, debido, tal vez, a su reducido poder económico, salvo como enclave geopolítico, pero hasta allí.
A Venezuela podemos sintetizadamente caracterizar como una sociedad practicante de relaciones firmemente aburguesadas, de estilo consumista rayano en la frivolidad, cual país industrialmente ultra desarrollado. Sólo que con unos actores minoritarios que han venido usurpando la mejor y más jugosa parte de la torta presupuestaria estadal, regional y estatal.
Esas características de consumo, despilfarrador y sectariamente distribuido, han estado afirmadas en las disposiciones legales que vienen desde la misma primera Constitución guayanesa y angosturana. Me refiero a la propiedad estatal e inendosable del subsuelo patrio.
Debido a esa peculiar propiedad privada de los ingentes recursos no renovables de nuestro piso minero e hidrocarburante, y propiedad pública al mismo tiempo, nuestra sociedad ha podido sobrevivir y arribar al Tercer Milenio Cristiano, con todas las imperfecciones de las sociedades capitalistas; con todas sus injusticias, aberraciones, ventajismos, opresiones, persecuciones políticas, vejámenes a ciudadanos y hambreamiento de los estratos más humildes y mayoritarios, debido a que su Presupuesto Nacional durante las 4/5 partes del Siglo pasado contabilizó, con todas sus triquiñuelas omisoras e insinceras, una de las fortunas << * per capita>> más cuantiosas que ciudadanos del mundo hayan podido potencialmente disponer durante tantas décadas en línea.
Se trata de la Renta Petrolera, un lírico artilugio, muy estridentemente vocalizado por connotados de la Economía, pero que jamás lo han cuestionado a fondo, salvo para mejorar el status quo de sus sempiternos y minoritarios beneficiarios. Y este el es punto, es el intríngulis de la Revolución Chavista, pacífica, aunque aburguesada hasta los tuétanos.
Efectivamente, la R. P. ha sido el maná que ha sostenido esa caterva de pseudo empresarios ora criollos, ora extranjeros, cuyas nóminas obreriles han llenado con asalariados que no son tales, con inversores que no han pasado de ser otros tantos subvencionados y subsidiados del Fisco Nacional, y con unos pesados aparatajes aproductivos, sólo justificativos de las permanentes erogaciones que nuestro paternalista Estado ha generosamente dispuesto para ellos cada año fiscal, y para honrar sus compromisos con una carga burocrática por demás supernumeraria y estéril, gracias a aquellas maniobras seudorreinvindicativas del sindicalismo artificial (hoy, a la desbandada) , con una plantilla empresarial, estatal y paraestatal que sólo ha servido para desangrar en dólares y en dolce vita los oleaginosos derrames de nuestros fértiles e < Por eso, y aproximadamente, cuando Chávez decide respetar y dejar incólumes las relaciones burguesas de nuestra sociedad; respetar y dejar incólume el derecho de propiedad privada sobre la producción y sus medios ad hoc; cuando opta exclusivamente por atacar el reparto presupuestario; y cuando pedagógicamente y con excelentes resultados trabaja a sus colegas del Ejército Nacional para que estos se gradúen como defensores del pueblo y no como sus pisoteadotes, entonces, razonablemente toda la sociedad derechista e izquierdista del mundo, de adentro y de afuera, no termina de salir de su asombro.
Y es que nos acostumbramos tanto y todos a monopensar que las injusticias de la sociedad burguesa, con su estrategia de punta denominada neoliberal, para el hombre y la mujer revolucionarios, sólo se eliminarían mediante el uso de la fuerza bruta, y con la supresión de esos derechos y el sacrificio sangriento de sus detentadores.
Por eso es cómo toda revolución en país burgués se convirtió durante todos los tiempos de su existencia posfeudal, en sinónimo de Socialismo, al más puro estilo soviético o cubano de los años cincuentas del pasado siglo.
Tal es, pues, una primera aproximación tendente al despejo del enigma de nuestra curiosa y misteriosa revolución: Chavista, y burguesa al mismo tiempo.
Tomado de Red Bolivariana