17 de marzo

9 de Septiembre de 2002

Venezuela, un país en proceso

Econ. Manuel C. Martínez M.
Red Bolivariana

Vamos a aclarar algo que estaba por señalarles desde hace tiempo, a mis conciudadanos y al resto del mundo:

Señores, nosotros, realmente no tenemos nada que nos una, patriótica y nacionalistamente hablando. Es con el presidente Chávez con quien surge por primera vez un sentido de vida común, un amor por esta tierra aún sin fronteras definitivas.

Somos ricos en petróleo, en otros recursos y en un honroso abolengo libertario, pero huérfanos de patridad.

Por eso debemos ser tolerantes con quienes hemos llamado "vendepatrias", habida cuenta que " no se le puede pedir peras al olmo"

Nosotros, los ciclobolivarianos, tenemos muchos ideales, hemos sido tocados con la varita de los buenos sentimientos para con nuestros semejantes. Se trata de megaideales, de un gran corazón que más que al servicio de Venezuela, lo está al servicio de toda esa parte de la humanidad que confronta problemas en el mundo. Por eso, desde jovencitos se nos sembró el espíritu del Comunismo, pero no éste, como antónimo económico del Capitalismo, sino como una manera de vivir y convivir respetándonos los unos a los otros.

Podemos reconocer que no tenemos mucho por qué luchar, como venezolanos o como nacionalistas venezolanos, porque esa Venezuela, constitucional y escrituralmente recogida, todavía no ha sido coadmitida ni sentida ni defendida por todo aquel que nazca en su seno

Efectivamente, hasta no hace mucho fuimos una colonia común de las que tanto abundaron con paternidad ibérica, anglosajona, holandesa, persa, y grecorromana.

Las repúblicas 1 y 2 y 3 han sido meras tentativas para crear sentimientos comunes, valores patrios comunes y el espíritu de una nacionalidad aún inexistente en nosotros: Somos sólo una mezcla informe de razas sin personalidad propia.

Eso explica nuestras tendencias xenófilas y esa apertura que siempre hemos tenido hacia todo inmigrante, hacia todo tipo de "espejitos". Hasta alemanes han venido a sembrar aquí unas papas que son autóctonas de América.

Con la recién creada "república de Venezuela", parte intrínseca de la Gran Colombia, surgieron los cacicazgos, los montoneros y los quiebrapatria de toda uña, con José Antonio Páez a la cabeza, un ex libertador colonial que pasó rápidamente a la condición de pionero en materia de vendepatridad. También queda excusado con estas elucubraciones. .

Fue no hace muchito cuando Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez les dio por estructurar unas fronteras (aún no definitivas: Esequibo, Colombia) y les dio por crear un ejército único nacional. Se trazaron las primeras carreteras y avenidas nacionales a cambio de los rastrojos y trochas y caminos del siglo XIX.

Luego de recién uniformado este país, le cayeron los populistas de toda uña, comunistoides, inclusive, con banderas comunistas. Dividieron el país en pedazos políticos, cual colcha de mil multicolores retazos. Ahora, llega Chávez y crea por primera vez una Constitución para una república verdadera, con valores patrios y con tintes de nacionalidad.

La explicación es que jamás hemos tenido valores comunes de patria ni de nación, sino que algunos de nosotros hemos sido tocados por ese sentimiento humanitario que nos muestra proclives a la concepción de una Venezuela con valores propios que aún no se ha desarrollado institucionalmente. Nuestro patriotismo y venezolanismo es más bien comunismo y ajusticianismo

Toda esta amarga verdad explicaría por qué hay tantos conciudadanos que suspiran por USA, por Europa, y que están prestos a la usanza de vestidos y calzados y hasta de fiestas exóticas. Que ayer aprendíamos con avidez el francés, y ahora, el inglés, mientras el grueso de nosotros ignora no sólo el Castellano que nos fue impuesto desde hace siglos, sino el de nuestras lenguas autóctonas.

Luego de estas inferencias, termino admitiendo y admirando cada vez más a esos indígenas nuestros que sí saben lo son los valores patrios, los valores culturales; que tienen abolengo y ancestros y propiedades, y tecnología propia y hábitos propios y valores propios, a diferencia de nosotros, los citadinos, perfumados y enfatuados que estamos huérfanos de todo. De allí que seamos presa fácil de cuanto Diablillo quiera comprarnos el alma porque no la tenemos. Porque sólo tenemos una Venezuela en proceso.

Tomado de Red Bolivariana


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