17 de marzo

7 de Abril de 2003

Introducción al último libro de Marta Harnecker. Militares venezolanos:

Peculiaridades que determinan su compromiso junto al pueblo

Marta Harnecker
Rebelión

En unos días más muchos iremos a celebrar junto al pueblo de Venezuela el primer aniversario de la epopeya de abril de 2002, que en menos de 48 horas hizo fracasar el intento golpista y devolvió al presidente Hugo Chávez Frías a la Presidencia de la República .Los militares venezolanos junto a su pueblo y muchas veces impulsados por este mismo pueblo, han sabido estar a la altura de los enormes desafíos que el proceso bolivariano revolucionario debe enfrentar. A ellos dedico este libro esperando que otros militares latinoamericanos sigan su ejemplo.

Introducción

Hay quienes rechazan el proceso revolucionario bolivariano por tener a un líder militar y por el destacado papel de los militares en muchas instituciones del Estado y planes del gobierno y esto ocurre porque suelen entender que los militares forman parte del cuerpo represivo del Estado burgués, que están permeados por la ideología burguesa, que no tienen salvación. ¿No será esta una visión muy mecanicista? ¿No habrá que evitar generalizaciones y tratar, por el contrario, de analizar a cada ejército en la situación concreta en la que está inserto?

La historia parece avalar esto último. En los algo más de 4 años que han estado en la primera plana del escenario político, los militares venezolanos han desempeñado un relevante papel en defensa de las decisiones democráticamente adoptadas por el pueblo venezolano, siendo los principales artífices del retorno de Chávez al gobierno cuando un grupo de altos oficiales, la mayoría de ellos sin mando de tropa,(1) hicieron el triste papel de peones de los grandes intereses empresariales en un frustrado intento de golpe de Estado en abril del 2002.

Pero, no sólo eso, han estado también a la cabeza de los grandes proyectos sociales del gobierno. Han puesto su fuerza de trabajo, sus conocimientos técnicos y su capacidad organizativa al servicio de los sectores sociales más desvalidos. El ejemplo más destacado es el Plan Bolívar 2000, consistente en un programa de mejoramiento de las condiciones de vida de los sectores populares; de limpieza de calles, escuelas; de saneamiento ambiental para combatir enfermedades endémicas; de recuperación de la infraestructura social en zonas urbanas y rurales. Al mismo tiempo que se buscaba solucionar problemas sociales, se pretendía generar empleo en los sectores más necesitados e incorporar a las organizaciones comunitarias a las tareas de reconstrucción y limpieza.

Es importante tener en cuenta que este plan empieza a aplicarse en el primer año del gobierno de Chávez(2) cuando, por un lado, la correlación de fuerzas a nivel de la instituciones le es muy desfavorable: en ese momento la mayor parte de las gobernaciones y de las alcaldías están en manos de la oposición; lo mismo ocurre con el Congreso y el Tribunal Supremo de Justicia(3) y, por otro, la mayoría de los cuadros políticos están dedicados al proceso constituyente y luego, a la relegitimación de mandatos. A esto se agregan las enormes expectativas que este triunfo genera en los sectores populares. Era imprescindible que el nuevo gobierno demostrara ser consecuente con su programa y comenzara a satisfacer las expectativas de la gente, y el único aparato presente en todo el territorio nacional con una estructura central (4) capacitado para cumplir esta misión era la Institución Militar.

La Fuerza Armada asumió con mucho entusiasmo estas tareas y el contacto directo con la problemática social que vive la población más pobre contribuyó a crear conciencia y compromiso social en la oficialidad joven que las llevó adelante. Estos jóvenes militares se sitúan hoy entre los sectores más radicalizados del proceso.

¿Qué hace a estos militares diferentes? ¿Por qué la gran mayoría de ellos apoya un proceso de transformaciones profundas en su país orientado a resolver los problemas de los más desposeídos?

Veamos algunos elementos que podrían responder a estas preguntas:

En primer lugar, hay que tener en cuenta que es un cuerpo armado marcado por Simón Bolívar, la más destacada figura de la lucha independentista de América Latina contra España. Este prócer no habla de lucha de clases, pero sí de la necesidad de abolir la esclavitud y en todo su pensamiento están muy presentes los sectores populares. Quizá su mayor aporte fue su comprensión de la necesidad de la integración latinoamericana. Vio tempranamente que nuestros países no tenían futuro si no se articulaban para enfrentar unidos a los países de Europa y a los Estados Unidos.Ya en la segunda década del Siglo XIX fue capaz de prever que los "Estados Unidos de Norteamérica parecían destinados por la providencia a plagar a América de miserias en nombre de la libertad". Por otra parte, en su filosofía política concebía la democracia como el sistema político que debía dar la máxima felicidad al pueblo. Además, consideraba que un militar nunca debía dirigir sus armas contra la población.

En segundo lugar, a partir de la generación de Hugo Chávez, la mayoría de sus oficiales no se formaron en la Escuela de las Américas sino en la Academia Militar venezolana, que había entonces [1971] sufrido una profunda transformación. El llamado Plan Andrés Bello elevó la docencia a grado universitario. Los cuadros del Ejército comenzaron a estudiar ciencias políticas, a conocer a pensadores de la democracia, a analistas de la realidad venezolana. En estrategia militar se estudiaba a Clausewitz, a estrategas asiáticos, a Mao Tse Tung. Muchos de esos militares terminaron por especializarse en determinadas materias en las universidades y comenzaron a intercambiar con otros estudiantes universitarios. Y si algunos llegaron a ir a estudiar a la academia estadounidense, ya iban con su mochila cargada de ideas progresistas.

En tercer lugar, hay que tener en cuenta también que esta generación de oficiales no tuvo que enfrentarse a una guerrilla en auge como otros militares latinoamericanos. Se forma, por el contrario en los setenta, cuando ya el país estaba casi pacificado, y eran muy pocos los núcleos guerrilleros que persistían. Al recorrer zonas campesinas en sus patrullajes fronterizos no encontraban guerrilleros sino pobreza. Mientras la ideología burguesa dominante en nuestros países nos trata de hacer creer que los pobres son pobres porque son borrachos, porque no tienen espíritu de trabajo ni iniciativa, porque son poco inteligentes, y esa es la ideología que impregna generalmente a nuestros cuerpos armados, los militares venezolanos ven detrás de la pobreza a la oligarquía venezolana que acapara las riquezas y a los Estados Unidos vocacionado para sembrarla.

En cuarto lugar, en la Fuerza Armada venezolana no existe discriminación para acceder a los grados más altos dentro de la Fuerza Armada. No existe una casta militar como en otros países. La mayoría de los oficiales de alta graduación son hijos de familias de escasos recursos, sea del campo o de la ciudad, y conocen, por experiencia propia, las dificultades que el pueblo venezolano debe enfrentar en su diario vivir. Por supuesto que este origen popular no implica que ?una vez que hayan logrado ascender a los grados más altos y empiecen, por lo mismo, a relacionarse tanto familiar como económicamente con sectores de la oligarquía? estos oficiales sean inmunes a las hábiles maniobras de cooptación que estos sectores suelen desplegar. Algunos de ellos olvidan su origen social y pasan a servir a los intereses de las clases dominantes.

En quinto lugar, hay que tener en cuenta la conmoción que causó en la generación de Chávez la explosión social que se produjo el 27 de febrero de 1989, en rechazo al paquete de medidas económicas neoliberales impuesto por el gobierno de Carlos Andrés Pérez que implicaba, entre otras cosas: la reducción del gasto público, la liberalización de los precios, la liberalización del comercio, la promoción de la inversión extranjera, la privatización de las empresas del Estado.

La causa inmediata de la rebelión popular fue el aumento del precio del transporte como consecuencia del alza del precio de la gasolina. La gente de los barrios más pobres salió masivamente a las calles y comenzó a quemar autobuses, a saquear comercios, a destruir tiendas y supermercados. Los militares salieron a poner "orden". El "Caracazo" -denominado así por haber tenido como epicentro la capital de Venezuela, aunque fenómenos similares ocurrieron en varios otros Estados del país- terminó con una masacre de grandes proporciones(5) y fue un acontecimiento determinante en la maduración política de muchos jóvenes oficiales.

En sexto lugar, el enorme contraste en la distribución de la riqueza en un país que había vivido un boom petrolero y hubiese podido resolver con esos ingresos los problemas sociales de la población más pobre, y la corrupción reinante a todos los niveles, fueron elementos claves en la gestación de una corriente de repudio a la situación existente dentro de la propia institución militar. Esta corriente terminó constituyéndose en un movimiento clandestino que fue creciendo internamente y expandiéndose hacia sectores civiles: el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200.

Tres son las fuentes de inspiración de dicho movimiento: Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora. Al primero ya nos referimos. Simón Rodríguez fue maestro y amigo de Bolívar, un gran educador y reformador social que defendió con mucha fuerza la originalidad de nuestra realidad latinoamericana, su composición pluriétnica y la necesidad de integrar a los pueblos indígenas y a los esclavos negros en las futuras sociedades latinoamericanas. Y planteaba con gran fuerza la necesidad de crear instituciones originales adaptadas a nuestra realidad, rechazando copiar soluciones provenientes de Europa. "O inventamos o erramos" era uno de sus lemas. Ezequiel Zamora fue un general liberal que, en la guerra federal de 1850, luchó contra los conservadores y que impulsó la lucha a muerte contra la oligarquía y la entrega de tierras a los campesinos

En séptimo lugar, el Caracazo aceleró los planes de la joven organización, la que tres años después, el 4 de febrero de 1992, organizó una sublevación militar contra el presidente Pérez que fracasó en sus objetivos inmediatos, pero que permitió catapultar a la escena nacional al máximo líder del Movimiento, el teniente coronel Hugo Chávez Frías. Al carismático militar le bastaron dos minutos en la televisión para que su imagen quedase grabada en la memoria de su pueblo. En ese escaso tiempo asume públicamente su responsabilidad ante los hechos, en un país donde ningún político era capaz de este tipo de gestos; llama a la rendición a las unidades que todavía estaban alzadas; y lanza su famosa frase: "¡Por ahora!", claro mensaje a su pueblo de que no había renunciado a seguir en la lucha.

Ese gesto le permitió construir una opinión pública favorable a su persona y al proyecto que encarnaba, en un país donde el escepticismo por la política y los políticos dominaba en amplios sectores de la sociedad, entre ellos las capas medias. Fue con ese saldo inicial favorable que logra acumular la suficiente fuerza como para ganar ampliamente las elecciones presidenciales de 1998.

En octavo lugar, ese triunfo electoral fue muy bien recibido por muchos de sus compañeros de armas predisponiéndolos favorablemente a realizar cualquier tarea que el nuevo gobierno se propusiera. Era necesario que la institución militar se reivindicara y dejara atrás la negativa imagen del Caracazo. Pero, al mismo tiempo, era un gobierno que había ganado democráticamente las elecciones y los militares debían ser fieles a su misión de defensores del sistema democrático. ¿Acaso su respeto a la Constitución y las leyes no había sido uno de los principios más inculcados en su formación y lo que hizo que varios de los oficiales que hoy simpatizan con Chávez y su proyecto hayan tenido una actitud bastante crítica frente al Golpe de 1992 que él encabezó?

En noveno lugar, en la mayor parte de los países latinoamericanos los procesos socio? políticos que han pretendido emprender cambios profundos han tenido que enfrentar una complicada camisa de fuerza: la legalidad existente, cuyo objetivo último no es otro que la protección del anterior sistema de cualquier cambio que pueda afectar los intereses de las clases dominantes. En el caso de Venezuela, el primer gesto del gobierno recién electo fue impulsar un proceso constituyente para cambiar las reglas del juego heredadas y refundar el Estado, creando una nueva institucionalidad más adecuada a los cambios que se pretende llevar adelante. Una Asamblea Constituyente dio paso a una nueva Constitución.(6) Hay que entender entonces que la nueva Constitución se transforma en el gran aliado del proceso, porque la defensa de la Constitución no significa otra cosa que la defensa de los cambios iniciado por Chávez. Fue esa Constitución la que permitió que general Baduel, un celoso abogado de la necesidad de que los militares respeten la Carta Magna, se declarase en rebeldía y no obedeciese las órdenes de sus superiores golpistas; fue esa misma Constitución de la que se valieron muchos jóvenes oficiales y soldados para organizar la resistencia desde abajo presionando a sus comandantes a que rechazaran el golpe.

En décimo lugar, el programa económico del gobierno de Chávez, que pretende ser una alternativa a la globalización neoliberal extranjerizante y que se plantea la promoción de la inversión nacional, la búsqueda de un desarrollo endógeno, rechaza la privatización del petróleo, y pretende resolver prioritariamente la situación de los sectores más desfavorecidos de la población, es un programa que calza muy bien con la vocación de defensa de la soberanía y del patrimonio nacional de la institución militar.

Esto permite entender por qué las últimas acciones de la oposición relacionadas con el paro empresarial y el sabotaje al petróleo, que han tenido como consecuencia un enorme daño a la economía del país, han recibido un repudio masivo dentro de la Fuerza Armada venezolana consolidando las posiciones de defensa del proceso encabezado por Chávez.

En onceavo lugar, se trata de un ejército que tiene un líder extraordinariamente carismático, con una auténtica vocación popular. Chávez ha despertado en la inmensa mayoría de los soldados una gran admiración y cariño. Por encima de cualquier comandante está él, su comandante en jefe. Durante el golpe de abril del 2002, es a esos soldados rasos ?que fue encontrando en su peregrinaje de prisión en prisión desde el Fuerte Tiuna(7) hasta la isla Orchila, su último lugar de reclusión? a los que debe la vida.

Las ideas expuestas hasta aquí no han sido el fruto de estudios académicos, sino que han sido extraídas de las experiencias y reflexiones de las entrevistas que sostuve con nueve oficiales de la Fuerza Armada venezolana.

No fue fácil seleccionar a quienes entrevistar. Son muchos los protagonistas anónimos de esa epopeya, única en el mundo. Algún día deberán reconstruirse los pormenores de esa apasionante historia donde, muchas veces, fueron los soldados rasos los primeros en negarse a aceptar a los suplantadores y reclamar el retorno al poder de su presidente.

Los nueve oficiales fueron escogidos por haber desempeñado un papel relevante en aquellos días turbulentos de mediados de abril, en los tres escenarios más destacados: el Fuerte Tiuna, el Palacio de Miraflores(8) y Maracay. El general Raúl Baduel, primer alto oficial en desacatar a los impostores y el principal estratega del retorno de Chávez a la Presidencia de la República, en ese momento general de Brigada, comandante de la 42 Brigada de Infantería Paracaidista en Maracay y actualmente general de División, comandante de la Cuarta División Blindada y Guarnición militar en dicha localidad. El general Jorge Luis García Carneiro, comandante de la Tercera División de Infantería del Ejército situada en el Fuerte Tiuna(9), que encabezó la resistencia en esa unidad militar y que fuera ascendido a comandante general del Ejército en febrero de 2003. El coronel Jesús del Valle Morao Cardona que, ante la traición del jefe de la Casa Militar(10), es quien dirige la reconquista del Palacio de Miraflores(11). El general de Brigada Wilfredo Ramón Silva, recientemente nombrado comandante de la Tercera División de Infantería y Guarnición de Caracas y el general Virgilio Lameda, jefe del Estado Mayor de García Carneiro en el momento del golpe y ahora comandante de la 31 Brigada de Infantería acantonada en el Fuerte Tiuna, que operan junto a García Carneiro desde el Fuerte Tiuna. El general de Brigada de la Guardia Nacional Luis Felipe Acosta Carlez, subdirector de la Escuela de Formación de Oficiales de la Guardia Nacional en el momento del golpe, quien comienza a organizar la resistencia coordinando acciones con el subdirector de la Escuela Militar y segundos comandantes de varios comandos regionales de la Guardia Nacional y algunos comandantes de la Policía de los Estados. Los tenientes coroneles Jesús Manuel Zambrano Mata y Francisco Espinosa Guyón, más conocidos como Chema y Chicho respectivamente, ambos alumnos de la Escuela Superior del Ejército, el primero organiza la retoma del Canal 8 y el segundo se dedica a promover el pronunciamiento contra el golpe de varios de los comandantes del Fuerte Tiuna. Y Manuel Gregorio Bernal, capitán de la Compañía de Honor 24 de Junio en Carabobo, ascendido a mayor luego de los acontecimiento, quien se sale del rango regular apoyándose en la actitud del general Baduel y empieza a hacer contactos entre capitanes y tenientes en distintas unidades militares del país a favor del contragolpe.

A todos ellos les pregunto acerca de su origen social; su formación intelectual y académica; cómo nació su sensibilidad social; su relación con el MBR 200 y con Chávez; el significado que para ellos tuvo primero el Caracazo y luego el Plan Bolívar 2000; su participación en el Golpe frustrado de 1992 y en el contragolpe de abril del 2002. La mayoría de ellos proviene de familias muy humildes; todos fueron marcados por el Caracazo, no todos estuvieron de acuerdo con el golpe militar de 1992; unos pertenecieron al Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, otros no; a todos los marcó muy positivamente el Plan bolívar 2000; todos sienten una gran admiración por Chávez, pero no todos comparten su exceso de flexibilidad frente a los responsables del golpe.

Realicé la mayor parte de las entrevistas en julio de 2002. En febrero del 2003 entrevisté a los generales Wilfredo Silva y Acosta Carlez. Revisé el trabajo con cada uno de mis entrevistados en marzo del 2003. Amplié algunos temas en ese momento con los generales Baduel y Lameda. A todos ellos agradezco el interés demostrado y su colaboración para hacer posible este trabajo.

Mis agradecimientos también a mi equipo de MEPLA: Bertha Menendez, Iliana Fariñas, Beatriz Muñoz, Héctor Dueñas, Vivian Tabares; a Hilda Betancourt por el trabajo de transcripción y a Michael Lebowitz, mi compañero, por sus valiosas sugerencias y el constante apoyo.

Espero que este libro contribuya a comprender mejor a los militares venezolanos. Ellos junto a su pueblo y muchas veces impulsados por este mismo pueblo, han sabido estar a la altura de los enormes desafíos que el proceso bolivariano revolucionario debe enfrentar.

1 de abril 2003
Marta Harnecker

Notas

  1. Poco se conoce que los únicos oficiales golpistas de alta graduación que realmente tenían posición de mando fueron: el jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Armada: Ramírez Pérez y el comandante del Ejército, general Vásquez Velasco. Adhirieron al golpe varios generales retirados y alrededor de 200 mandos entre generales, almirantes, coroneles, teniente coroneles y oficiales subalternos. La cifra de oficiales con que cuenta la Fuerza Armada es de 8 mil. De los mandos operacionales el 80 por ciento se plegó al Plan de rescate de Chávez y el número tal vez sea mayor, porque las comunicaciones en aquel momento eran muy difíciles.

  2. Este se anuncia al país el 27 de febrero de 1999, al cumplirse 10 años del llamado "Caracazo".

  3. Las elecciones de gobernadores y alcaldes habían tenido lugar un año antes que las presidenciales.

  4. Además de la Iglesia Católica.

  5. Nunca se supo exactamente la cifra de muertos. El gobierno reconoció oficialmente de 372 muertos, pero algunos organismos de derechos humanos han calculado la cifra de 5 mil.

  6. Se convocó en 1999 a una Asamblea Constituyente, compuesta por 131 miembros. Esta sesionó alrededor de 6 meses y finalmente presentó un proyecto de nueva Constitución, el que fue aprobado por la abrumadora mayoría (129 votos de 131) y luego sometido a votación, obteniendo el apoyo del 70% del electorado venezolano.

  7. Instalación militar ubicada a una media hora del Palacio de Miraflores.

  8. Edificio donde está instalada la Presidencia de la República y algunas otras dependencias del Estado.

  9. Instalación militar ubicada a una media hora del Palacio de Miraflores.

  10. Sector de la Fuerza Armada que cuida de la seguridad del presidente de la República.

  11. Edificio donde funciona el presidente Chávez

    Tomado de Rebelión


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