20 de agosto del 2002
Alianza Popular Bolivariana - Estado Zulia
No se trata de tomar el poder de este estado y transformarlo, sino de destruirlo, de mandarlo al basurero de la historia...
Malime
En estudios realizados por la ONU y recogidos en las propuestas del PNUD se reconoce que en la actualidad con el grado de avance del conocimiento científico, de la tecnología y de la formación del capital se podría liberar al mundo del hambre en menos de una generación y lo que realmente hace falta es la voluntad política.
Pero esa voluntad, necesita evidentemente una orientación que permita la liberación del hombre de todo un sistema opresivo, origen de la injusticia y el hambre, que limita y cerca sus posibilidades de desarrollo integral. No se trata de reorientar esfuerzos en un sentido o en otro, no es un problema cuantitativo y de elección de oportunidades, se trata de construir un modelo, un sistema que al paso de su formación va destruyendo el actual sistema capitalista y el Estado (la forma) que lo perpetúa.
La actual constitución del Estado, el tipo de relaciones que se desarrollan en su seno y su correspondiente sistema de relaciones con la sociedad impiden, obstaculizan un avance hacia una democracia participativa. La revolución bolivariana tiene y debe plantearse el impulso de los poderes creadores del pueblo para la constitución del Estado para la democracia participativa. Se trata por un lado de abrir espacios, tirar puentes; pero por otro lado se trata de "reconocer" las instancias de poder popular que el pueblo viene construyendo, de darles institucionalidad y que sus manifestaciones deriven en decisiones que transformen la sociedad.
"...no se trata de perfeccionar el estado actual, sino que el nuevo estado tiene que ser otro, que por su esencia, estructura y forma permita participar directa-mente al conjunto de la sociedad en la administración del poder socializado. Una estructura organizativa basada en la democracia directa del pueblo, en vez de la democracia delegada burguesa, representada por la clase política, instrumentalizada por diferentes partidos. El pueblo participará de abajo hacia arriba de una forma natural, desde los lugares donde realmente le es posible participar." (Malime).
¿Cómo se come eso que denominamos el Poder Popular?. En principio la cristalización del poder popular es el producto de un proceso y no puede ser decretado, un proceso de abajo hacia arriba. Una vez creado el marco normativo actual, insuficiente en sí mismo pero suficiente para permitir el desarrollo de la participación protagónica, este marco normativo (forma de un proceso real) debe ser transformado nuevamente hacia estadios superiores, correlativos al grado de profundización de la revolución, es decir, de la democracia participativa o lo que llama Heinz Dieterich "el socialismo del siglo XXI". Las iniciativas del poder deben partir del pueblo y la dirigencia que ejerce el poder formal (especialmente el poder ejecutivo y legislativo) deben aceptarlas, compartir con estas formas del poder popular el poder del Estado, que en definitiva es la concreción de influir de manera determinante en decisiones trascendentales como el gasto público, las relaciones exteriores, el control de las instituciones. Así nace y se construye el nuevo Estado.
Esto es lo que se denomina la socialización de la política.
"No puede crearse una forma (organización) mientras no haya un contenido; el principio formal no puede existir sin el principio material que (dialécticamente) es su razón de ser y le da vida."(Heinz Dieterich Steffan).
El proceso bolivariano ha significado un avance importante en términos de las relaciones sociales, políticas y económicas. Hasta ahora, con ciertas dificulta-des, se han podido crear escenarios formales y normativos para propiciar la participación directa en las decisiones (aún no cristalizada del todo), la democra- tización del capital y la revalorización del factor trabajo, el reconocimiento de la pluriculturalidad existente, los derechos de los indígenas y los derechos ambientales; pero esta fase evidencia cierta fatiga que amerita una reoxigenación y pa-sar por ende a una fase nueva. Existen todavía demasiados intermediarios entre el pueblo y el poder, lo cual permite al viejo modelo pretender sobrevivir. El Estado y sus estructuras tienen mucha materia vieja, mucho tejido senil, y la posibili-dad de superarlo está en la socialización de la política.
No se trata de negar los avances, lo que importa es darles el valor correspondiente al grado de desarrollo que la revolución ha alcanzado y no pretender cerrar el círculo y llegar a un momento estático, lo cual negaría el carácter revolucionario del proceso. En ese orden de ideas no pretendemos desestimar las instancias planteadas hasta ahora: mesas de diálogo, consejos regionales y locales de planificación, comités de tierra urbana, saraos, saraítos y otras. De lo que se trata es de confiar más en el poder popular, minimizar las intermediaciones y aceptar el co-gobierno con la gente.
Es importante aceptar la condición revolucionaria del gobierno, o de los conductores fundamentales del gobierno (aún con los errores que se hayan cometido), porque caso contrario podríamos derivar en posiciones como las de Bandera Rosa u otras parecidas, de esos extremos que se tocan. Este es un presupuesto básico a considerar en un análisis que apunte a buscar salidas a la insuficiencia del desarrollo y reconocimiento del poder popular.
Las fórmulas que se han intentado para optimizar la participación popular han sido de corte ejecutivo, direccionadas de arriba hacia abajo, apuntan a favorecer (aunque no sea esa su intención) estructuras de partidos, llámense MVR, PPT, PCV, MBR-200, Comando Político de la Revolución, Polo Patriótico, Partido único y así por el estilo. La única experiencia distinta, y por eso la más exitosa, la constituyen los Círculos Bolivarianos, sobre los cuales no existe un control de mediación, aunque todavía no han pasado a un estadio mayor de coordinación y generación de políticas de orden macro.
Por otro lado, las organizaciones populares debaten mucho sobre cómo resolver la coordinación de acciones sin perder autonomía y sin caer en los vicios que se le critican a los partidos, la burocratización de sus cuadros, el secuestro de los poderes y el uso utilitarista de sus proyectos y esfuerzos comunitarios. La organización popular busca formas de eliminar las mediaciones y generar respuestas políticas democráticas, de la nueva democracia. Las asambleas populares discuten situaciones locales, pero poco a poco han derivado el debate a cuestiones de poder, cuestiones de Estado. En este ejercicio reconocen sus a aliados y a sus enemigos y se validan los liderazgos que sirven mejor a esta política, a la socialización de la política.
De esta experiencia asamblearia han nacido propuestas de gobierno popular, de las cuales recogemos algunas, tratando de hacer una síntesis que nos permita elaborar un plan, una agenda y las acciones correspondientes al desarrollo de estas propuestas.
Ahora hay un proceso comprensivo por parte de las organizaciones populares del rol que deben jugar, de los espacios que deben conquistar para convertirse (como pueblo activo) en sujetos histórico de transformación social. Se trata de la formación de una conciencia para asistir desde allí a modelos y propuestas organizativas y a la construcción de un nuevo Estado que sirva a sus intereses de clase, por ende a la destrucción del Estado actual.
El nuevo Estado que se viene construyendo de abajo hacia arriba parte de las asambleas populares, que tienen reconocimiento en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (concepto que se debate en el Proyecto de Ley de Participación Ciudadana) es el poder constituyente que no se delega, que se mantiene vivo como llama liberadora.
Las asambleas de ciudadanos se multiplican en todo el país y van especializándose en función de la agenda política que estructuran, que tocan elementos locales, pero además sectoriales, regionales, nacionales y de política de Estado, se analiza el aspecto global de la lucha que nos une y nos funde con un proceso mundial que se gesta como respuesta y propuesta contra el neoliberalismo globalizador y se realizan amagos de concretar mayores niveles que transformen esta experiencia política en un verdadero Poder Popular. Este nuevo Estado, pasa por definir las funciones del Poder Popular para el ejercicio del poder emergente: funciones de control social sobre la gestión formal de los poderes consti-tuidos, funciones de planificación que obliguen a los actores formales del proceso a estimar áreas de acción social, política y económica vista desde la perspectiva popular. Funciones en el orden de la iniciativa legislativa que actualice el marco normativo en función de profundizar el proceso e impida a la reacción retrotraer los avances alcanzados en materia de leyes.
Esta propuesta tiene como principal antecedente la reunión efectuada recientemente entre el Presidente Hugo Chávez Frías y los factores firmantes del documento político dirigido a su persona, publicado en el periódico PROCESO.
Del seno de esta confluencia de factores, expresión unitaria del movimiento popular y grupos comunitarios, se conformaron cuatro comisiones de trabajo para impulsar la realización de este primer encuentro (de finales del mes de septiembre) y se publicó un papel de trabajo para la discusión en todo el país que estimulara el debate y la generación de respuesta para articular el movimiento popular y darle una agenda de contenido revolucionario que oriente su accionar. En el espíritu de esta iniciativa planteamos la creación del Consejo Consultivo Popular y del Parlamento Popular Revolucionario.
Para hacer vinculantes las decisiones del Poder Popular estamos planteando en el movimiento popular (en el marco de las reuniones preparatorias y del Primer Encuentro Nacional de Organizaciones Populares, a realizarse a finales del mes de septiembre en Caracas y de los encuentros regionales) la creación del Consejo Consultivo Popular, visto como un espacio construido desde el pueblo que tenga reconocimiento ante la mayor instancia del Poder Ejecutivo Nacional y que establezca una relación dialéctica entre pueblo y Poder Ejecutivo que direccione el sentido estratégico del proceso.
Este Consejo Consultivo Popular sería una instancia cercana al Presidente y al tren ministerial que formule políticas sectoriales e intercambie visiones y experiencias entre gobierno del poder popular y gobierno ejecutivo de la República, en aras de fortalecer ambos y lograr la transformación necesaria al proceso. Este Consejo estaría conformado por una representación de cada uno de los estados y regiones del país y sería validado en el Primer Encuentro Nacional de Organizaciones Populares. Su conformación y organización interna obedecería a criterios de aportar visiones y soluciones sectoriales: modelo económico (cooperativismo, asociaciones económicas colectivistas y otras), participación ciudadana, ecología, planificación y control social (Contraloría social por áreas y sectores), diseño de políticas de gasto público, política exterior y otras. Se propone la formación de comisiones internas de trabajo. Todo este esfuerzo estaría orientado por una agenda programática diseñada en este encuentro ya mencionado de organizaciones populares. Se trata del co-gobierno ejecutivo.
Esta instancia tendría el mismo origen en su formación que el Consejo Cónsul-tivo Popular, a partir de encuentros parroquiales, locales, regionales y nacional. Sería un equipo que estudiaría la actualización del marco normativo en la idea de transformarlo y adecuarlo a las necesidades del proceso revolucionario. Analizaría las leyes actuales y los proyectos fundamentales que definen la direccionalidad de la revolución. Tendría además una función de orientar las iniciativas legislativas populares y ejercería una función pedagógica en el sentido de profundizar el conocimiento de los avances legislativos y las rémoras que existen, de tal forma que todo el pueblo a través del poder asambleario que debe estar activo permanentemente pueda participar activamente.
La representación formal ante la Asamblea Nacional que apoya el proceso y lo mismo respecto a los Consejos Legislativos Estadales afectos a la revolución deben darle beligerancia a este espacio del poder popular. No se trata de refrendar una representación (que en estrictu senso no es tal) sino que co-legislar con esta expresión organizativa del pueblo.
Ambas instancias propuestas son revocables y refrendables en todo momento. Su conformación en número y de quienes asumen este compromiso es modificable según decisión de las asambleas recorriendo el mismo procedimiento que les dio origen. Esta propuesta tiene carácter de papel o borrador de trabajo para ser considerado por el movimiento popular venezolano.
Tomado de Rebelión