17 de marzo

18 de abril de 2003

Venezuela y los desaciertos de Petras*

José Cademártori(1)
MUNDO OBRERO DIGITAL

En un texto publicado por diversos medios de comunicación, James Petras emite una serie de juicios sobre la situación actual de América Latina, varios de los cuales caen en el esquematismo y la simplificación. Al tratar el caso de Venezuela, estos defectos se hacen más notorios, pues para apoyar sus opiniones, se refiere a materias concretas, donde se revela su desconocimiento de las políticas gubernamentales, de la realidad y el contexto histórico venezolano. Petras califica al Presidente Chávez de "nacionalista liberal de rasgos populistas". Desde luego, "populista" es un término usado por los politólogos del sistema para descalificar las reformas que se oponen a la ortodoxia neoliberal, por lo que resulta extraño en el lenguaje de Petras, a menos que se interprete populista como "demagogo", lo cual sería un juicio injusto y ofensivo. Petras invoca un argumento de autoridad. ("porque tuve la oportunidad de conocerlo personalmente en Paris y hablar extensamente con él") Para definir a un líder político, es muy pretencioso creer que basta una conversación personal, sin referirse al medio en que se formó, la política que está llevando a cabo, quienes lo apoyan y quienes lo combaten. Y aún así, uno se puede equivocar, por lo que hay que cuidarse de las calificaciones rotundas, pues los políticos cambian y sólo se les puede juzgar definitivamente cuando ya están muertos. Desde luego, la definición de Petras de "nacionalista liberal" es absurda y lógicamente contradictoria. El nacionalismo progresivo, en nuestra época es incompatible con el neoliberalismo, puesto que éste favorece la globalización transnacional que pretende arrasar con los estados nacionales del Tercer Mundo.

No es efectivo, como afirma Petras, que Chávez impulse una "apertura económica de Venezuela de corte liberal." Muy por el contrario. Venezuela ha desahuciado las recetas neoliberales del Fondo Monetario Internacional; está favoreciendo a la industria, la producción nacional y el mercado interno, con medidas proteccionistas contrarias a la libre importación; ha afianzado en la Constitución y en la nueva ley de hidrocarburos, la soberanía nacional y la hegemonía estatal sobre sus riquezas naturales. Chávez puso fin a la desnacionalización y privatización del petróleo, seguida por los gobiernos anteriores de Pérez y Caldera. Mientras estos mandatarios apartaron a Venezuela de la OPEP y la debilitaron, Chávez la ha reforzado y ha logrado precios justos para su principal fuente exportadora, dando un ejemplo al mundo subdesarrollado de cómo se puede defender sus riquezas naturales. Además de los cuatro aspectos de la política internacional de Chávez que Petras reconoce que se enfrentan al imperialismo norteamericano, hay muchos otros. Entre ellos, sus críticas al ALCA, su prédica bolivariana y sus gestiones a favor de la integración latinoamericana, sus esfuerzos por restablecer un frente común con el Grupo de los 77, y su política de amistad, cooperación multilateral y fraternal relación con la Revolución Cubana.

Sostener, como lo hace Petras, "que en tres años, Chávez no ha realizado ninguna reforma profunda" es desconocer la nueva y avanzada Constitución venezolana que ha significado instaurar por primera vez, los más caros derechos reclamados por los pueblos indígenas; limitar el derecho de propiedad privada, conforme a las necesidades sociales; instituir un sistema unicameral, sin parlamentarios vitalicios; afianzar los derechos humanos, sociales y políticos; establecer un espacio para la democracia participativa; fijar la revocabilidad de los mandatos; y consagrar la iniciativa popular en plebiscitos y proyectos de ley. Petras afirma que la nueva Ley de Tierras, a pesar de que ha desencadenado la furia de los terratenientes, "es más conservadora que la reforma agraria del 61", lo cual es desconocer la historia social del país, pues tal "reforma" jamás se hizo efectiva, ni modificó un ápice la estructura latifundiaria.

También Petras muestra ignorancia cuando asegura que el gobierno bolivariano "no ha invertido ni siquiera en programas sociales de envergadura, no ha hecho obras para atender a las necesidades de las masas gastando grandes sumas de dinero en ello, como sí lo hicieron, los reformistas populistas de hace décadas". Petras olvida que las grandes inversiones de los años setenta correspondieron a los inmensos ingresos del primer shock del petróleo y a la nacionalización de los yacimientos, los que se desvanecieron o se malgastaron en los quince años siguientes, por culpa de esos mismos reformistas populistas que se entregaron a los mandatos del FMI y dejaron en la pobreza al 70% de la población. En tales difíciles condiciones, el gobierno de Chávez duplicó del 3% al 6% del PGB el presupuesto educacional, eliminó el pago de matrículas en las escuelas públicas, estableció tres meriendas gratuitas al día para los alumnos, aumentó en un millón el número de matriculados, dispuso la gratuidad en los servicios de salud de urgencia, consiguió bajar la mortalidad infantil, ha logrado una reducción, aunque modesta del desempleo, ha reducido la inflación, ha mejorado las jubilaciones y las rentas de sectores rezagados; defiende la pesca artesanal, fomenta las cooperativas, se desarrolla la construcción masiva de viviendas populares; ha introducido organismos de crédito popular para trabajadores independientes; aumentó así el poder adquisitivo de las masas y la economía salió de la postración en que se encontraba. El PNUD ha confirmado el mejoramiento del Índice de Desarrollo Humano de Venezuela. Ciertamente, el proceso está en sus comienzos. Hay errores y mucho por rectificar y hacer.

Es comprensible que Petras como otros desde fuera, abrumados por la campaña mediática, por el desnivel informativo y la ofensiva golpista de los últimos meses, haya pensado que los días de Chávez estaban contados. Pasadas las semanas críticas, el régimen se ha fortalecido con movilizaciones masivas contundentes, elevación de la conciencia política, mayor organización y reajustes internos. Petras dice que es "una tragedia" que Chávez cuente con un gran apoyo popular, pero le exige "radicalizar en forma inmediata su política social interna". Consignas y acciones similares en el Chile de Allende que no tomaban en cuenta la verdadera correlación de las fuerzas en pugna, no sirvieron más que para alejar apoyos necesarios para la defensa de la democracia.

Dejemos que Chávez y sus compañeros de lucha determinen la táctica, los ritmos de la estrategia y corrijan las deficiencias que ellos muy bien conocen. En Venezuela hay signos inequívocos de una revolución en marcha. Pero ella no está ya pautada de antemano en ningún manual ni menos en la mente de ningún teórico. Los latinoamericanos, limitémonos a aprender y a solidarizar, porque el éxito de la revolución venezolana abre perspectivas que van a favorecer el destino de nuestros pueblos.

(1) Economista, miembro del PC chileno, ex ministro de Allende.

(*) El presente texto fue escrito antes del intento del golpe de Estado en Venezuela.

Tomado de MUNDO OBRERO DIGITAL


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