Desde las elecciones presidenciales de 1998 hasta las últimas encuestas conocidas, los partidos que gobernaron durante 40 años y que en ese lapso dilapidaron las riquezas nacionales, le negaron al país cualquier posibilidad de progreso y lo condujeron al lamentable estado en que lo encontró la revolución, tienen un 5% AD y un 2% COPEI, con pequeñas variaciones, más para abajo que para arriba (recuérdese la aparatosa derrota en la elección de la Asamblea Nacional Constituyente). La suma de la popularidad de los dos partidos está entre 7 y 8 por ciento.
Que casualidad que el porcentaje de venezolanos que aspiran a una opción golpista esté también entre 7 y 8 por ciento. ¿No serán los mismos? No se necesita mucho análisis para saber que AD y COPEI aspiran retomar el poder para seguir gozando de la rapiña a la cual quedaron acostumbrados. Y si desean retomar el poder con estos tristes porcentajes es obvio que no pueden hacerlo a la manera democrática. Imposible. Solo pueden hacerlo mediante una pesca en río revuelto, haciendo gala del oportunismo que siempre los ha caracterizado. Tienen que promover un golpe.
Es nuestra creencia, casi una certeza, que ese 7% que aspira a un golpe está constituido por aquellos que gozan o creen gozar de privilegios que de imperar un Estado de Justicia se pueden acabar, o los que aspiran a usurpar un cargo en un gobierno ilegítimo. Creemos que en esa minoría hay muy pocas personas que no estén motivadas por un interés netamente personal.
El pueblo venezolano no puede resistir mucho tiempo esta situación. Si lo que estamos planteando es verdad, aunque sea en parte, no podemos estar esperando que un diálogo nos conduzca a la solución del problema. Es un problema de fondo, mucho más grave porque para esta gente simplemente no hay otra solución que la salida violenta que los favorezca a ellos y por tanto cualquier esfuerzo en otra dirección es inútil. No se puede dialogar con delincuentes.
Es por este motivo que hacemos un llamado a todos los venezolanos de bien, quienes afortunadamente somos gran mayoría, a aislar a los violentos golpistas que no tienen razón y que no conocen el respeto a los derechos de los demás ni de sus vidas. Los verdaderos venezolanos debemos ponernos de acuerdo en hermandad, bajar el nivel de confrontación para que podamos entendernos, buscar los puntos de convergencia que son muchos y aferrados a ellos como si de un tesoro se tratase, buscar el entendimiento, la equidad, el razonamiento basados en nuestros valores éticos y morales, los cuales no tienen equívoco. De seguro que nuestra ganancia compensará con creces lo que tengamos que ceder. Pero primero debemos deshacernos de esa manzana podrida de nuestra sociedad.
Es en esta línea de pensamiento que asumimos como un triunfo los insultos que algunos medios de comunicación, al servicio de aquellas minorías, nos han hecho: mientras ellos se empequeñecen nosotros crecemos. Si nos insultan es porque se sienten perdidos pero nos dan argumentos irrebatibles de que tenemos razón, que a ellos los inspiran sentimientos innobles, el odio, el racismo, el prejuicio y el desprecio de las clases sociales desfavorecidas. Esas clases sociales que siempre han sido víctimas del atropello, de la explotación, del abandono, del menosprecio de los depredadores que esos mismos medios representan y defienden.
Finalmente anotamos otra casualidad: el porcentaje de aceptación que tiene en su pueblo hoy en día el presidente de Perú, el cholo Toledo, también está entre 7 y 8 por ciento.