27 de Enero de 2002
El escándalo salpica a la Casa Blanca
Jorge Rosales
LA NACION
Demandarán al gobierno si no entrega información clave
WASHINGTON.- Los cañones están apuntados ahora contra el vicepresidente Dick Cheney, y la investigación de la aparente influencia que Enron tuvo en las decisiones del gobierno de George W. Bush en materia energética podría terminar en una batalla judicial entre el Congreso y la Casa Blanca.
David M. Walker, auditor general de Estados Unidos y titular de la Contaduría General -la oficina de investigación del Congreso-, advirtió ayer que si la Casa Blanca no reconsidera su oposición a remitir los archivos y documentos confidenciales del equipo de trabajo que elaboró la política energética no tendrá más remedio que iniciar una demanda judicial.
El equipo que diseñó la política energética de Bush estuvo dirigido por el vicepresidente Cheney y tuvo por lo menos seis encuentros con representantes de Enron antes de enviar el proyecto al Congreso. Hacia allí apuntan en el Capitolio cuando escarban para encontrar rastros de la influencia de Enron.
Enron se declaró en bancarrota a principios de este año, cuando se hizo insostenible la farsa sobre la que se apoyaba su fulgurante éxito, sin que ninguno de los organismos oficiales de control hubieran advertido sobre ello.
Fue la empresa que más aportó para la campaña presidencial de Bush, con unos 500.000 dólares, aunque también repartió fondos en los otros partidos. Los principales directivos de Enron, con base en Houston, Texas, han tenido y tienen una estrecha relación con los Bush. Tal el caso del ex jefe máximo de la compañía Kenneth Lay, amigo personal del presidente.
La quiebra de Enron, que en la Argentina tuvo intereses en Asurix -la empresa de agua y cloacas en la provincia de Buenos Aires cuyo contrato fue rescindido en 2001-, es una historia de balances fraguados y ganancias falsas que arruinó a decenas de inversores, empleados y ciudadanos que confiaron sus ahorros en sus acciones.
Henry Waxman, un representante demócrata por California, advirtió que hay sospechas de que la Casa Blanca incluyó a último minuto en la política energética una provisión que ayudó a Enron.
El legislador demócrata señaló que encontró agregados en el proyecto que ponían énfasis en políticas para favorecer el desarrollo de energía en la India, donde Enron tenía una planta que daba pérdidas.
En una carta a Cheney, Waxman le preguntó si los cambios de último minuto fueron introducidos "bajo la dirección de la Casa Blanca".
Según Waxman, esa recomendación beneficiaba directamente a Enron en su pelea con el gobierno indio.
En ese contexto, el auditor general Walker lanzó un ultimátum a la Casa Blanca para que remita sus archivos. "Espero que la gente de la Casa Blanca haya entendido cuál es nuestra posición ahora y cuán seriamente estamos hablando", dijo. Sin embargo, la respuesta de la administración fue la misma que hasta ahora: "Nada ha cambiado", afirmó la vocero de la Casa Blanca Claire Buchan.
Hasta ahora no hay nada que pueda afectar directamente a Bush, aunque las sospechas llegan hasta sus colaboradores más estrechos.
Ex ejecutivos de Enron han revelado que Edward Gillespie, uno de los principales asesores de campaña de Bush, trabajó luego del triunfo republicano para la empresa de energía como el nexo con la nueva administración.
En ese rol la firma de Gillespie recibió 525.000 dólares durante nueve meses para hacer lobby ante el equipo que redactaba la política energética de Bush, encabezado por Cheney, para que se introdujeran estímulos legislativos que pudieran ayudar a Enron.
Por Jorge Rosales
Corresponsal en EE.UU.
Tomado de LA NACION