Domingo, 22 de diciembre de 2002
Walter Martínez
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¿A qué vino a Washington este caballero? Años de confianza mutua me permitían una pregunta así de directa al Sub-Secretario de Estado para América Latina. Me respondió de una manera igualmente directa: "Vino a pedir permiso para dar un golpe de estado en Venezuela." ¿Con un gobierno Demócrata en la Casa Blanca?, agregué. Estábamos fuera de cámaras, pero no off the record. Yo me refería a la visita de un alto oficial naval venezolano. Mi amigo había honrado una añeja relación de mutuo respeto abriendo su agenda y concediéndome una entrevista exclusiva justo el día en que la re-elección de Clinton estaban aún en juego. Mi apoyo estadounidense, veterano periodista de una gran cadena durante la Guerra del Golfo y ahora, en la prestigiosa empresa que levantaba a diario mi señal satelital desde Washington, me había prevenido: "Hoy no encontrarás un sólo oficial en todo el Gobierno que le declare a nadie antes de conocer los resultados de la elección. Ni CNN tiene cámaras allí." Como yo insistí en el lugar y la hora, él me dijo: "Bueno, son tus dólares... Allí estaremos con las cámaras y todo el equipo. Pero te aseguro que seremos los únicos en todo el Departamento de Estado." Así fue. ¿Y ustedes qué hicieron? Le volví a preguntar al Sub-Secretario cuando apagamos luces y cámaras "Bueno -me respondió con una sonrisa-, sonaron todas las alarmas; se encendieron todas las luces rojas... Se cerraron todas las puertas; y un oficial de menor jerarquía , lo cual era en sí mismo todo un mensaje, le dio el tour "turístico" acostumbrado en estos casos..." ¿Y luego qué hizo? Esta vez fue más lacónico: "Se pasó varias semanas en Miami en casa de fulano y contactando gente... Tú sabes." Eran tiempos previos al "Todo está chéverrre en Carrracas". ¿Si aquellos tiempos eran "chéverrres", cómo llamar a los de ahora, con semejante ruido de cavitación como el que producen las hélices de nuestros buques petroleros? Especialmente si llevan el nombre de una ex-reina de belleza.
Antes con el Imperio Británico, y ahora con su heredero hegemónico, los Estados Unidos, cada generación de latinoamericanos ha encontrado entre sus jóvenes más ilustrados, aquellos que por lógica deberían ser los más patriotas, una extraña columna de seguidores a ultranza de los dictámenes de los centros geopolíticos del poder de turno. Algunos hasta son recordados con estatuas. El 28 de noviembre de 1842 en el Diario "El Progreso" de Santiago de Chile, el exiliado político Domingo Faustino Sarmiento, escribe en referencia a la ocupación inglesa de las Islas Malvinas: "La Inglaterra se estaciona en Las Malvinas para ventilar después el derecho que para ello tenga... Seamos francos: Esta invasión es útil a la civilización y al progreso." Respiren hondo, y pregúntense: ¿Qué tiene de raro, entonces, que un ex-presidente de PDVSA se haya pasado con armas y bagajes a las grandes transnacionales de la competencia para terminar siendo Asesor de Energía de la propia Casa Blanca? Los mensajes de la Mansión, de asiduidad desconcertante, lucen aparentemente contradictorios. Se fue de bruces el 11 de abril. Según su vocero Ari Fleischer, el Presidente Chávez se había buscado lo que le pasaba. Al retorno de Chávez en olor de multitud, "Ari" tuvo que aceptar resignado el bombardeo de los periodistas. Digamos que esos nuevos exabruptos se los pudiéramos atribuir a la brillante gestión de Otto Reich... a quien al parecer ni los propios Republicanos del Congreso lo querrían hoy de vuelta. Pero "la cabra tira al monte". Cuando recibíamos la visita del Sub-Secretario Adjunto para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de Estados Unidos, Thomas Shannon, el mismo portavoz de la Presidencia recién llegadito de su luna de miel, afirmaba en una declaración escrita: "Estados Unidos está convencido de que el único camino pacífico y políticamente viable para salir de la crisis es por medio de elecciones anticipadas." Esto no sólo significaba un descarado espaldarazo al sector opositor, sino que también promovía una clara violación de nuestra Constitución y una nueva y no menos flagrante intervención en nuestros asuntos internos. Eso fue el viernes 13 de diciembre. El lunes 16, es decir, 72 horas después, Washington daba otro golpe de timón respecto de Venezuela. Ari Fleischer declaraba: "Nunca hemos pedido que se enmiende la Constitución de la República de Venezuela", y afirmó que Washington apoya un referéndum "para que se escuche la voluntad del pueblo." Washington se distanciaba nuevamente de los opositores venezolanos que exigen la renuncia inmediata de Chávez y la convocatoria a elecciones anticipadas, lo que viola la Constitución del país (CNN). "Ari" sacaba el capote y respondía con esta verónica a sus colegas en la Sala de Prensa: "Todo lo que hemos dicho está en el marco de la Constitución de Venezuela (...) elecciones adelantadas en el sentido de que, por supuesto, existe la posibilidad de un referéndum que se puede realizar antes, como reflejo de la manifestación de la voluntad popular, y esos procesos están contemplados en la Constitución de Venezuela." ¡Olé!
El discurso de Bush, con sus simplificaciones minimalistas, se ha vuelto un gigantesco y peligroso lugar común. Por enésima vez: No importa la ONU ni Bagdad. Gobiernan los Republicanos petroleros y militaristas. Irán a la guerra por el control del petróleo de Irak y con las solidaridades automáticas del Reino Unido e Israel. Desplegarán la hasta ahora ineficiente "Guerra de las Galaxias" violando los acuerdos con Rusia. Ya se verá qué le dan, a cambio del petróleo del Caspio. Ya se verá cómo el proyecto " Flecha" de Israel se engarza en la guerra de las Galaxias. Si de diez misiles balísticos con cabezas nucleares múltiples, son destruidos nueve y logra pasar uno solo, los Estados Unidos se pueden ir despidiendo de sus ocho principales ciudades. El proyecto en su estado actual ni siquiera puede garantizar nueve intercepciones correctas. Pese a sus fallas, supone un contratico de 60.000.000 millones de dólares ya aprobados. Los palestinos pueden seguir esperando y muriendo. Por ahora no parecen tener ni petróleo ni armas de destrucción masiva. Corea del Norte, que a diferencia de Irak desafía abiertamente a Washington con su programa nuclear y sus misiles balísticos de largo alcance, puede ser tratada "diplomáticamente", a diferencia de Irak. Tiene un ejército en pie de guerra de un millón de hombres y una población hambrienta. Todo ello pese a que en Corea del Sur ha sido electo un presidente menos pro-Washington. Pero hay un inesperado problema en el patio trasero. Se llama Venezuela. No pueden ir a la guerra sin tener garantizado el tradicional papel de proveedor seguro y confiable de petróleo" que ha jugado Venezuela durante todas las crisis anteriores, así se tratara de una Guerra Mundial o dos. Aquí es donde los promotores golpistas del paro petrolero se pasan de maraca. Al pretender paralizar Venezuela y no lograr tumbar al Gobierno de Chávez, han comenzado a afectar las reservas estratégicas de Washington. Es decir, se han atravesado en el esfuerzo de guerra. Mientras que Chávez siempre les garantizó el suministro. El New York Times editorializó este miércoles: "Aquellos líderes que estén dispuestos a arruinar el país por no esperar unos pocos meses, no merecen la confianza de los venezolanos". ¿Se entiende ahora el golpe de timón del Tío Sam?
WM
Tomado de Últimas Noticias