13 de enero del 2003
Una prioridad geoestratégica
Jean-Christophe Servant
LE MONDE Diplomatique, Edición Cono Sur
Mientras prepara su guerra contra Irak, la administración Bush redefine el mapa de su abastecimiento petrolero. De aquí al 2020, el continente negro podría proveer el 25% del crudo estadounidense. En los principales países petroleros -Nigeria, Angola...- Washington multiplica los gestos, implanta consejeros militares y compañías petroleras
Servicio Info-Dipló
10/01/2003
Traducción: Marta Vassallo
Mientras prepara sus armas contra Iraq, Washington inicia otra batalla, menos militar pero igualmente estratégica, a unos miles de kilómetros del Golfo. Esta "tranquila ofensiva", de acuerdo con la expresión del diario nigeriano The Vanguard (1), se lleva a cabo "en parte para no violentar a los aliados de Medio Oriente, en parte para evitar la percepción general según la cual Estados Unidos sólo se interesa por los recursos de África" (2) y apunta al petróleo subsahariano. Según Walter Kansteiner, subsecretario de Estado estadounidense a cargo de los asuntos africanos, el petróleo del continente negro "se ha convertido en un interés estratégico nacional para Estados Unidos" (3). Por su parte, el influyente senador republicano del Estado de California Ed Royce, presidente del subcomité África en el seno del Comité de relaciones exteriores de la Cámara de Representantes, declara que "el petróleo africano debiera ser tratado como una prioridad para la seguridad nacional después del 11 de septiembre" (4).
Al Congreso y a la Casa Blanca les falta todavía oficializar esta estrategia. Mientras tanto, esta evolución parece corroborada por varias intervenciones discretas pero significativas en países productores, especialmente el apoyo dado a los negociadores de paz en Sudán, a comienzos del 2002, y los llamamientos indirectos a Nigeria para que abandone la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Además, Colin Powell hizo en 2002 una visita histórica a Gabón -la primera de un secretario de Estado estadounidense- mientras que el presidente George W Bush ofreció un desayuno igualmente emblemático el 13 de septiembre de 2002 a diez jefes de Estado de África central. Por último, un alto responsable del comando militar de Estados Unidos en Europa, el general Carlton Fulford, viajó a Santo Tomé y Principe en julio de 2002 para estudiar la cuestión de la seguridad de las operaciones petroleras en el Golfo de Guinea como, asimismo, la eventualidad de instalar allí un nuevo subcomando regional militar estadounidense inspirado en el ya existente en Corea del Sur.
Este renovado interés por África, de la que sin embargo el candidato Bush explicaba en 2000 que no era "una prioridad estratégica nacional", se explica por atrayentes proyecciones cifradas. La Conferencia de Naciones Unidas para el comercio y el desarrollo (CNUCED) calcula las reservas totales del continente en 80 mil millones de barriles de petróleo, es decir, el 8% de la reservas mundiales de crudo (5), y de acuerdo con las prospectivas del National Intelligence Council estadounidense, Estados Unidos podría importar el 25% de su petróleo de África subsahariana de aquí a 2015 contra el 16% de hoy.
Ya hoy el África negra, con más de 4 millones de barriles de petróleo diarios, produce tanto como Irán, Venezuela y México juntos. Su producción aumentó en un 36% en diez años contra el 16% correspondiente a los otros continentes. Sudán, que empezó a exportar su petróleo hace tres años, hoy extrae 186.000 barriles por día. Nigeria, primer exportador africano de crudo, debiera aumentar su producción cotidiana de 2,2 millones de barriles a 3 millones de aquí a 2007, antes de pasar a 4,42 millones en 2020. Angola, segundo gran productor continental que en la primavera de 2002 salió de quince años de guerra civil, debiera multiplicar por dos su producción y alcanzar los 3,28 millones de barriles para la misma fecha. En el mismo lapso, las aguas de Guinea Ecuatorial que tienen actualmente el récord mundial -junto con Angola- en cantidad de licencias de búsqueda de petróleo en curso, podrían permitir a este país convertirse de aquí a 2020 en el tercer productor africano de crudo (antes que el Congo y Gabón) produciendo 740.000 barriles diarios.
Promisorios, los yacimientos africanos presentan también ventajas políticas seguras: por una parte todos los países, salvo Nigeria, están afuera de la OPEP, organismo al que "Estados Unidos, comprometido en una estrategia a largo plazo, trata de debilitar excluyéndolo de algunos países emergentes" (6). Por otra parte, tal como subraya Robert Murphy, asesor del departamento de Estado para África, esas reservas petroleras están esencialmente "offshore... al abrigo de eventuales perturbaciones políticas y sociales. Las tensiones políticas y otros motivos de discordia en los países africanos productores de petróleo tienen pocas posibilidades de cobrar un cariz regional o ideológico que pudiera desembocar en un nuevo embargo".
El golfo de Guinea, que tiene 24 mil millones de barriles de petróleo de reserva, debiera convertirse en cierto tiempo en el primer polo mundial de producción en offshore muy profundo. Por último, las reservas del continente ya dan directamente sobre la costa este de Estados Unidos, con excepción de lo campos sudaneses, a la espera del oleoducto Chad-Camerún que drenará 250.000 barriles de petróleo por día hacia el Atlántico.
Para las petroleras estadounidenses (tanto las dos gigantes Exxon-Mobil Corporation y Chevron-Texaco Corporation como las más discretas Amerada Hess, Marathon u Ocean Energy) que debieran invertir en 2003 más de 10 mil millones de dólares, el África petrolera se había convertido ostensiblemente en prioridad geopolítica mucho antes del 11 de septiembre de 2001. Desde marzo de 2000 lo hicieron saber al subcomité África de la Cámara de Representantes en ocasión de una reunión dedicada al potencial energético de África. Se hizo notar especialmente el Institute for Advances Estrategic and Political Studies (IASPS) (7). Creado en 1984 en Jerusalén, este think tank está tan cerca del Likud, tradicional partidario de una estrategia de prescindencia del petróleo saudita, como de los neoconservadores estadounidenses.
El triunfo de George W. Bush fue también el de las petroleras texanas, y después del 11 de septiembre las ideas del IASPS empezaron a abrirse camino entre los asesores de energía de la administración y más globalemnte entre los "halcones" de la Casa Blanca. El 25 de enero de 2002 el IASPS organiza un seminario al que asiste Walter Kansteiner, y que reúne a varios miembros de la administración Bush (como Barry Schutz, especialista en África, o el teniente coronel Karen Kwiatkowski, oficial del ejército de aire dependiente del secretario de Defensa), miembros del Congreso, asesores internacionales, responsables de la industria petrolera y de sociedades de inversión. De esta sesión nace el African Oil Policy Initiative Group (AOPIG), interfase entre la esfera pública y la privada, así como un libro blanco titulado African Oil, A Priority For US National Security and African Development (8).
El mensaje que los petroleros dirigen allí a la administración Bush es particularmente claro: "If you lead, we'll follow" ("Si usted conduce, nosotros lo seguimos"). A partir de ese seminario, la política energética del gobierno estadounidense muestra evidentes señales de la influencia de ese lobby. Dada a conocer en el último mes de mayo por Richard Cheney, la política nacional de energía conserva sus huellas. Para el vicepresidente de Estados Unidos, "el petróleo africano por su alta calidad y su baja tasa de azufre representa un mercado en crecimiento para las refinerías de la costa Este". Más recientemente, el AOPIG desempeñó la función de mediador en Nigeria, donde perturbaciones políticas y sociales agitan la parte norte del país, en el marco de una misión realizada por el evangelista petrolero Michael Wihbey a mediados de julio en Lagos. Oficialmente, se habría tratado de crear una Comisión del Golfo de Guinea que reuniera a los Estados petroleros de la subregión. Oficiosamente, se habría abordado una salida de la OPEP, rumor que finalmente Abuja desmintió.
"Para evitar los errores cometidos en el Golfo", el libro blanco del AOPIG preconiza entre otras cosas acordar una mayor atención a la transparencia en la declaración de los ingresos derivados del petróleo y ampliar las facilidades aduaneras ya ofrecidas por Estados Unidos a África. También propone un compromiso prudente y controlado por parte de Estados Unidos a favor de una anulación de la deuda. Si esas intenciones se "metamorfosearan un día en una verdadera política estadounidense" (10) habrá mucho que hacer. En efecto, petróleo y gobernanza siguen siendo antinómicos. En un texto publicado en julio de 2002, la Asociación de Conferencias Episcopales de la región de África central (ACERAC) recuerda "la complicidad que existe entre las empresas petroleras y los políticos en la región", así como el modo en que "los ingresos petroleros se utilizan para mantener regímenes en el poder" (11).
En Angola, país donde la sociedad Chevron supervisa el 75% de la producción petrolera, los futungo (pandilla compradora cercana al poder) habrían desviado más del 30% de las ganancias extraídas del petróleo en 2001, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero es Guinea Ecuatorial, uno de los países productores más pequeño, el que más crudamente condensa el modo en que Estados Unidos está redistribuyendo sus mapas petroleros. En este "Kuwait africano" cuyo Producto Bruto Interno (PBI) creció en un 70% en 2001, y que dispondría de reservas calculadas en 2 mil millones de barriles de petróleo, Estados Unidos se dispone a reabrir un consulado (cerrado por razones presupuestarias bajo la administración Clinton), y a excluir a Malabo de la lista de 14 países africanos con malas calificaciones en materia de derechos personales.
Es cierto que este país, descrito en el informe anual de la CIA como una nación administrada "por dirigentes sin ley que saquearon la economía nacional", dispone de un embajador en Estados Unidos (cuñado del presidente Teodoro Obiang), que asistió al foro del IASPS. También es cierto, según recuerda una notable investigación de The Nation (12), que dos tercios de las concesiones petroleras en Guinea Ecuatorial fueron otorgados a operadores estadounidenses que tienen "vínculos cercanos con la administración Bush". Patrón de la petrolera CMS Energy, William McCormick contribuyó con 100.000 dólares a la ceremonia de investidura presidencial de George W. Bush. Por su parte Ocean Energy, otra empresa petrolera activa en el Golfo de Guinea, tiene como consultor en Malabo a Chester Norris, que fue embajador de Estados Unidos bajo el gobierno de Bush padre. Para completar este cuadro digno de una república bananera, los yacimientos offshore de Guinea Ecuatorial debieran ser defendidos próximamente por guardacostas formados por la Military Professional Ressources, una empresa privada administrada por altos funcionarios retirados del Pentágono (presente también en América Latina, en tanto subcontratista, en el Plan Colombia). Como resumen en la embajada de Guinea Ecuatorial en Washington, "en nuestro país son las empresas petroleras las que informan al Departamento de Estado de Estados Unidos". La visita que piensa hacer George W. Bush en la primavera de 2003 a África, y en primer lugar a Nigeria, podría resultar histórica en más de un sentido.
Tomado de Rebelión