¡La cacería a comenzado!
Al empezar la noche de plenilunio
el lejano aullido salvaje navegando por el viento,
produce un desapego a la tranquilidad, enchina la
piel
y eriza el cabello.
El caminar presuroso de otros llevando cascada
de horrores sobre sus hombros se diferencia del
lento andar de la bestia nocturna, de su cansancio
a la vida.
El fuego de sus horripilantes ojos reflejan el odio
hacia la raza humana, sus babeantes y poderosas
fauces buscan la frescura de la carne y la tibieza
de la sangre; sabe
que es uno de ellos,
y que el débil ser que lleva dentro es el único
capaz de destruirle.
Lo sabe, y se lo reprocha con fuerza al disco
plateado en el cielo,
un potente aullido de muerte
se escucha en el poblado, enchinando la piel y erizando
el cabello de sus asustados habitantes, pues saben que:
¡La cacería a comenzado!
Autor: Bernardino Anguiano García (Nino)