CARLOS PEZOA VÉLIZ


(Santiago 1879-Santiago 1908).

Carlos Pezoa Véliz fue el poeta más importante de la época. Su verdadero nombre era Carlos Enrique Moyano Jaña . De origen humilde, su padre parece haber sido un inmigrante español y su madre una costurera. Durante la mayor parte de su vida, mantuvo una fuerte inclinación a la bohemia y al mismo tiempo sufrió dificultades económicas. Estudió primero en el Liceo San Agustín y más tarde en el Instituto Superior de Comercio. Luego trabajó como aprendiz de zapatero y estuvo en la Guardia Nacional en l898 obteniendo más tarde un modesto empleo en el ejército. Se estableció en Viña del Mar, donde hizo clases y ejerció el periodismo. En 1904, leyó su poema "Pancho y Tomás" en el Ateneo de Santiago. El terremoto de 1906 lo dejó malherido y posteriormente tuvo que usar muletas. En esa época se descubrió que tenía tuberculosis y más tarde murió en un hospital de Santiago antes de cumplir los 30 años de edad.

Pezoa Véliz cantó a la vida de la provincia triste y desnuda, de invierno y miseria y también a la vida popular de Santiago. Muestra en sus obras, un modernismo intenso mezclado con influencia del Naturalismo de Zolá en donde se desarrolla el contraste y la tensión entre el refinamiento modernista y la experiencia de la realidad social. Por un lado se identificó con los sufrimientos del pueblo, mientras que por otro, ejerció innovaciones verbales y rimas de cierta complejidad ("El pintor Pereza"). Rasgos relevantes de sus textos son los temas del fatalismo, la resignación y la abulia, propios del pueblo chileno. Tiene influencia del poeta Gutiérrez Nájera en la composición de una escritura novedosa. Su tema predilecto son los vagabundos, la bohemia santiaguina, el campesino sumiso, el minero del salitre, la madre querendona. Sus escritos se publicaron en Instantáneas, La Lira Chilena, Chile Ilustrado, Zig Zag. Entre los seudónimos que utilizó para escribir en periódicos y revistas, están los de Juan Pereza, Pedro Gringoire, Juan Chambergo, Véliz Nilis, Juan Cachimba, El Acriminao, Morucho, Juan Mauro Bío Bío.

Las obras de Pezoa Véliz son Poesías líricas, poemas, prosas escogidas (Alma chilena) (publicado en forma póstuma por Ernesto Montenegro, 1912), Campanas de oro (1921) y Poesías y prosas completas (1927).

Se han escrito numerosos estudios sobre la vida y obra del poeta. Antonio de Undurraga, encuentra en sus textos la huella de Tolstoi, Zola, Daudet, Gutiérrez Nájera, Salvador Díaz Mirón y los teorizantes del anarquismo. Y añade que es "una gran poesía popular, que ocupa un sitio cimero en el movimiento poético de habla española y cuyo eje es un retablo de hombres (?) del pueblo: Teodorinda, Lucas, el capataz, el vecino Pérez, el vecino Pinto, Manuel Rodríguez...gran poesía que dibuja un hosco horizonte de pesimismo, de desventura y que encarna la vida desesperanzada y el soterrado dolor de todos los desposeídos".

Para Nicomedes Guzmán, este poeta representa el sentimiento colectivo del pueblo y no nada en las aguas del modernismo. Señala que no fue un arribista, sino lo que somos nosotros mismos. Encuentra en él una primera época romántica y otra modernista, con influencia de Darío y de Pedro Antonio González. De paso, aprovecha de criticar a Manuel Magallanes Moure por su suavidad y aire de paz. Dice que Pezoa Véliz no es un lírico de estilo fácil o de forma elegante. Su vocabulario es pobre y rudo y su imaginación de corto vuelo, pero se identifica con la emoción puramente material que le brinda el momento. En eso se parece a Baldomero Lillo. Guzmán, además, indica que Pezoa tiene una sensibilidad amarga, pero comprensiva hacia el humilde y que su protesta y redención son trascendentes. Le critica su verso exiguo, los pocos recursos lingüísticos y su descarnado realismo.

Domingo Melfi, por su parte, ha señalado que el poeta se identifica con el alma popular. Se han preocupado también de su obra Alone, Montes y Orlandi, Paulius Stelingis, Latcham. Este último lo integra a un modernismo autóctono. Humberto Díaz Casanueva señala que puede ser un poeta impuro e imperfecto, pero que une el ímpetu a la substancia. Para Carlos René Correa, "su poesía significó una auténtica renovación, si bien no tanto por la profundidad como por el acento popular, criollo, que ella representa. Interpretó la vida y costumbres del pueblo chileno con acento de artista".

Según Fernando Alegría, no hubo un movimiento modernista estructurado en Chile. Carlos Pezoa Véliz tendría un eco dariano, aunque su mejor poesía convoca un aparato retórico ligado a una belleza decadente junto con una bella fealdad preñada de sugerencias sicológicas. Hay un tipo de humorismo chusco como en Darío y Gutiérrez Nájera, pero que en Pezoa Véliz se hace central y se convierte en antipoesía. Por eso, a juicio de Alegría, se desvía del artificio modernista. Su raíz criolla y su instinto popular rompen con la elegancia decadente y muestran una pasión casi torpe, pero verdadera. Es un sensualismo que se continua en Neruda y Parra (también en Mistral y de Rokha). Agrega, que al comienzo hay una oposición entre lo sensual, lo grosero y lo retóricamente exquisito, pero luego permanece su carga de dulzura en descomposición con sus semillas y gusanos. Así su universo se hace despiadado: borrachos, vagabundos, pintores que vegetan, pájaros de circo, tísicos, peones con odio y hambrientos. El mundo de Pezoa Véliz es feo, pero no es el feísmo de biblioteca sino el de la realidad, como ocurre después en Manuel Rojas, González Vera, Nicomedes Guzmán y Juan Godoy. Termina señalando que la obra de Pezoa Véliz cala hondo en la psicología de un pueblo premunido de una chilenidad falsa, símbolo de una irresponsabilidad colectiva, del cinismo, la vileza y el desprecio de los valores humanos.

Ernesto Montenegro, por su parte, indicó que del libro de Pezoa Véliz, Alma chilena de 1912, se publicaron 500 ejemplares. Añade que era uno de los poetas más originales de Chile, porque expresó nuestra chilenidad literaria y temperamental. El poema "Pancho y Tomás" está escrito en versos sardónicos y agresivos, "La última lluvia" y "De vuelta de la Pampa", son cuadros expansivos. Lo personal del estilo de Pezoa Véliz hace perdonar su verso rudo, sus rimas forzadas y sus caídas bruscas. No es sensiblero, no es místico ni dulzarrón. Es como un fruto del romanticismo y del naturalismo y aunque tiene reminiscencias de Musset, anuncia a Neruda y a Mistral. Las preferencias de Pezoa Véliz se inclinaban hacia Dublé Urrutia y criticaba a Víctor Domingo Silva por palabrero.

Para Juan Villegas, Pezoa Véliz es el precursor de la poesía de orientación social. Venía de una familia de clase media en ascenso y esto se refleja en muchos de sus poemas donde hay una actitud conmiserativa del hablante. La vida campesina que describe no es algo propio, sino el pretexto de una reflexión personal. Se usa el motivo del viaje para desplazar a un personaje de su grupo social y ponerlo en contacto con otros. También existe en su poesía la visión del campesino feliz, aspecto en el cual se asemeja a los poetas populares. En poemas como "Pancho y Tomás" o "Teodorinda, hay estereotipos sociales y por eso sus temas más reales están en el mundo urbano marginal: "El perro vagabundo" o "El organillo", que dan cuenta del desplazamiento del peón campesino a la ciudad.

El presbítero Bernardo Cruz, con todas sus limitaciones, resume cabalmente la importancia del poeta: "Pezoa Véliz es un poeta elemental. El sagrado no se qué, esa aura delicada que tiembla en sus estrofas, es algo más que retórica, algo más que anécdota. Pese a todas sus incorrecciones, a su escasa cultura, a su ningún humanismo, a lo disparejo de su creación, a las influencias o semi-plagios, ya velados, ya patentes, nos ha dado no menos de diez poemas, altísimos y perdurables". Y termina diciendo que "ha sido un reformador instintivo; enriqueció el temario poético con la ironía leve, la tristeza interior, la pasión sensual ahincada y llanamente: remozó y reforzó el estilo con la polimetría, las rimas célibes (en apariencia inmaridables), la adjetivación precisa, la asepsia de relativos e hipérbaton. Tornó fáciles y dúctiles los versos tradicionales, dando al octo y endecasílabo, a veces un balbuceo asordinado, cual si quisiera hacerse perdonar el ser en exceso brillante".

Los juicios críticos son innumerables y pasan además por Augusto D'Halmar, Hernán del Solar, Eduardo Solar Correa, Luis Alberto Sánchez, Roque Esteban Scarpa, Hugo Montes, Francisco Santana, Manuel Rojas, etc. etc. Ellos no agotan ni con mucho la cantera de formas y desarrollos temáticos, que aportó Pezoa Véliz a la poesía chilena moderna y contemporánea. Hemos incluído aquellos textos fundamentales, como los que representan ciertos paradigmas del verso popular ("El perro vagabundo, Pancho y Tomás", "Entierro en el campo" y "El organillo") y otros en que se aprecian las incrustaciones modernistas ("El pintor Pereza", "A una morena", "Tarde en el hospital"); como también aquellos en que prima un cierto naturalismo zolaciano ("Teodorinda", "Fecundidad") junto a los impregnados de coloquialismo criollo ("Al amor de la lumbre") y alguno que representa la poesía de crítica social de carácter casi narrativo, que va a permear buena parte de la literatura chilena posterior ("Nada").

© Naín Nómez: Antología Crítica de la Poesía Chilena. Tomo I, 1996. Editorial LOM