Sin presidente, sin secretario, sin tesorero, sin directores, sin sede social, sin membrete y, finalmente, sin labor "útil" a la sociedad de consumo, el día 12 de diciembre de 1934, en un lugar sin características apropiadas, se acordó fundar un grupo que sería la fiel expresión del común de la gente: Los inútiles. Una comida "bucólica", en el restaurante del Tío Cuadra, tres días después, iba a servir de confirmación a la criatura bautizada.
La identificación del grupo "Los inútiles" está ligada al ilustre nombre de Oscar Castro. Sin embargo, fueron varios los escritores bisoños y periodistas que participaron en las actividades de esa entidad que es recordada con mucha frecuencia en las letras nacionales. Luis Anibal Fernández, uno de los redactores de El Rancagüino, tomó parte entre los pioneros. Oscar Vila Labra, redactor de La Semana de Rancagua, Gonzalo Drago, Miguel González Navarro y algunos más asistieron a la mencionada comida, donde se confeccionó la siguiente tabla:
No obstante la tendencia a los principios de la antiburocracia, el grupo tuvo una nutrida labor organizativa durante su existencia: una revista radial, permanentes publicaciones en la prensa local y nacional, semanas del libro, invitación periódica de escritores, conferencias, encuentros y promoción de valores de la provincia.
Oficialmente, el grupo de Los Inútiles no ha desaparecido, pero su actividad no es notable en estos años.