Carmen Margarita Carrasco Barrios, mejor conocida en el mundo literario como Carmen de Alonso, nació en La Serena en la calle Cantournet con Manuel Rodríguez, en 1909. Sensible y talentosa, publicó sus primeros textos en revistas infantiles como "El Peneca" y "Don Fausto", y en las páginas para niños del diario La Nación.
A los 15 años escribió "Recuerdos de un carnaval", relato de tono romántico con el que obtuvo el primer premio en los Juegos Florales del Teatro Providencia.
Los reconocimientos no se detendrían allí. Más tarde obtendría el premio "Cuento Histórico" convocado por el diario "El Mercurio" con "La Criolla María Beatriz" ; en 1949, su narración "…Y había Luz de Estrellas" ganó el "Concurso Internacional Hernández Catá" de La Habana y, en 1957, su relato "La Puebla" se adjudicó el "Concurso de Cuento Mariano Latorre".
El crítico Vicente Mengod, en su Historia de la Literatura Chilena, afirmaba que Carmen de Alonso "escribe de manera precisa. La manera de enfocar y resolver los temas tiene los acentos de María Luisa Bombal, si bien más concretos, de mayor vertebración novelesca".
La producción literaria más destacada de la escritora serenense se encuentra en dos libros ambientados en un entorno campesino, "Gleba" (1936) y "Provena" (1938). En estas obras su estilo narrativo sigue la técnica estilística de Mariano Latorre y Luis Durand pero, como dicen los profesores Montes y Orlandi, "no se deja vencer por la dictadura del paisaje".
En el cuento "La Parábola del Peregrino", por ejemplo, su prosa marca intensos tonos descriptivos así como un subjetivo conocimiento de los personajes:
"…La risa rubricó bulliciosa la historia simple, sin reversos. Por los balcones abiertos, entraba el serpenteo de luz de los barcos anclados en la poza y los guiños enrojecidos del molo. Intermitentemente, ponían también sabor de sal y de vino en la charla, el ronquido de las sirenas y la desarticulada música de los cabarets cercanos. Y el hombre de la voz gentil pagó la confidencia, evocando a su vez la vida, libre de montañas y cumbres que la cercasen y le hablaran de imposibles. Su niñez, en un cuarto que como ése, se abría en dos ventanas hacia el mar. Por ellas habíasele ido el alma ; soñadora gaviota en un absorto vuelo hacia todos los mástiles, en una loca embriaguez de vagancias; y luego la juventud en tremante fogarada que pedía siempre un nuevo océano para su sed inextinguible…"
Marta Brunet agregó que "trae ella un estilo personal, vibrante, temas viejos enfocados desde nuevos ángulos y una especie de proyección más allá del cuento mismo, hecha de sugerencias, de imágenes, de palabras inesperadas, de sensaciones vigorosas, de valentías, todo ello revelador de una fuerte individualidad"
Eduardo Barrios, sopesando toda su obra, no trepidó en declarar que "el gran sentido que hace maestros en los hombres y se niega por lo general a las escritoras, se manifiesta en esta mujer de excepción".
Juana de Ibarbourou, en el mismo sentido, opinaba que "ella tiene grandes calidades. La vida esta bien observada y las obras bien adivinadas".
Los dos puntos anteriores se plasman a cabalidad en el cuento "Tierra", un relato que destaca por el análisis de los problemas humanos auténticos:
"…Un ramalazo de celos y rencor pasó por sus nervios y se le subió a los ojos, cegándole. Imaginó que el cuerpo de la mujer se convulsionaba por la risa y que los ojos –bellas desgarraduras de sombra y de pecado- le gritaban: ¡Cobarde¡ Sus manos cayeron pesadamente sobre los hombros de la mujer y la alzaron del suelo. Quedaron frente a frente, mirándose a los ojos. La voz silbante del hombre desgranó, rencorosa:
- ¿Por qué…..me…dejaste?
- Sin duda estuve loca...¡yo te amo!
- Mentiras….¡Canalla!…¡Perdida!
Y las manos varoniles se cerraron como tenazas hambrientas sobre la fina garganta de la mujer y apretaron…apretaron."
Gabriela Mistral, con quien tuvo una cierta amistad, llegó a decirle a manera de estímulo: "Me gusta mucho esa bonita soltura con que cuentas. Se nace con eso. Es un noble donel de novelar, alto y válido. Me gusta leerte como si te oyese. Tus americanismos los regusto y repito para no olvidarlos".
El 10 de diciembre de 1987 recibe el Premio Regional de Literatura.
Carmen de Alonso falleció en 1993.
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