Enloquezco,
no se puede continuar cuando
mi mente se esfuma y no encuentro paz.
Por qué
rayos me hundo en esta barahúnda
de confusiones.
¿Será
que estoy perdiendo solemnidad?
¡Ah!
Solemnidad, torpe, desde cuándo...
Qué
fastidio ser formal.
Cumplir con todas las miradas curiosas,
superficiales y sus bocas,
que se mueven cuchicheando,
serpenteantes lenguas ¡insoportables!
Estamos todos frente al mismo espejo,
disfrazados, la vida es un carnaval.
Hace años
estaba sumergida en los colores,
la música y la conspiración mundana
de parecer una diosa, elegante, maquillada,
sensual, deseada.
-¡Cuánta
frivolidad!- decía mi espejo, sonriente.
Hombres
que me adoraron y yo deseché,
después de hartarme de sus vanidades,
celos, autosuficiencia y esmero por lo
carnal.
Casi
todos sus nombres recuerdo ¡por qué no!
Después de todo los disfruté al antojo.
Una cita
con tres y el horario acomodado,
tan bien fijado que no recordaba quién
era,
ni cómo se llamaba el primero...
Todo era
muy normal, con semejantes
niñatos virtuosos,
narcisistas ahogados en su propia
fatuidad.
Sí, era imán
para los más jóvenes y yo,
ingenua...mejor dicho, confiada,
pensaba que eran libres, tan libres
como águilas,
de acuerdo a sus bocas mentirosas,
que besé con ansias hasta llegar a
amarlos.
Necesitaba
esas noches de hartura pasional,
mientras la luna en el mar se
extasiaba,
enamorada.
Amanecer
en sus pechos perfumados
con mi aroma, acariciando sus formas
viriles,
recostarme para volver al encuentro,
revolcar premuras hasta la saciedad
y creerme bella, imprescindible, infiel,
para olvidar,
necia, la marca de la infidelidad...
Marcharme
presurosa y sola,
quería disfrutar el amanecer caminando
por la playa, sintiéndome ola arrolladora,
sol abrasador, espuma acariciante.
Mi corazón
caía en cascada y, de pronto,
un vacío me llenaba..
Pasiones
efímeras, trasnochadas alegres...
Pura risa falsa.
Dejé de
ser, un día, para convertirme en jamás.
Ahora...ni
el espejo me sonríe.
No dice
nada, lastima su mirada, envejece,
se esconde y llora.
Envía
sus señales al ver mi ruinoso disfraz,
desorientado espejo.
Un día
una música estruendosa lo hará estallar,
frágil cristal, ya no sufrirás, ya no me
dolerás.
Matilde
Maisonnave
© Derechos Reservados
Oprime sobre la imagen para visitar
la pagina de Matilde Maisonnave,
"Lady Poemas"