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Sola, ni mi sombra me acompaña.

Tan sola, que ni la brisa me canta,

ni el árbol me da sombra,

ni la rosa me dan rosas.

La soledad enfermedad

que acaba el alma

y envenena mi garganta.

Y mi canto me deja sola

ni mi poema se asoma

y mis lagrimas corren 

para no volver a ver mi cara.

Mi corazón se parte en pedazos,

mi orgullo se va hacia abajo.

Mi lamento seguirá flotando,

ya mi rostro parase flor marchita,

ya mi corazón está hecho pedazos,

ya mi garganta no suena,

ya mi herida está hecha

y es que nadie sabe,

que la soledad no es pasajera

mata el alma y la envenena

en recuerdos y pasados

y presentes no anhelados

donde el alma está en pedazos.

 

Dios, no me dejes

sé que la soledad duele,

la siento dentro de mi piel

la veo en mi sangre correr.

Ayúdame, oh mi Dios

ha poder decir perdón,

ha poder creer en Ti,

ha poder borrar mi error,

ha poder conseguir sanación,

ha poder llegar hasta Ti,

para así terminar de sufrir.

 

 

Por: Nelia T. Rivera

1997 Copyright

 

 

 

 

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