EL PRIMER MOTOR DE ARISTÓTELES*
Eduardo Villegas
UNAM**
como decir que la costa es el "fin" del mar. Tampoco es un término temporal, como cuando afirmamos que el siglo XV marca el "fin" de la Edad Media. "Fin" es la completud. "Fin" es también hacia lo cual se tiende. Exv es tener. Y "tener" se dice diversamente:Lo designado con ¤xv abarca no sólo nuestro "tener" sino también sus derivados: contener, retener, sostener, etc. La ¤ntel¡xeia es de tal forma un "conteniendo lo acabado". La entelequia es "contener la completud", "tener la realización".
Dos potencias contrarias entre sí, no pueden ser actualmente: "En efecto, una facultad que es idéntica a sí misma e indivisible, podrá ser ambos contrarios en potencia, pero no en acto. Por el contrario, dejará de ser uno al actualizarse." [De Anima. G. 427 a 6] Por lo dicho sobre las elecciones aparece esto como claro. Si se tienen, por ejemplo, dos "posibilidades" de decisión, al elegir una y llevarla hasta sus últimas consecuencias, la actualizamos. Realizamos, damos existencia a esa posibilidad. Y si la otra era un contrario de la posibilidad elegida, dejará de ser tal. Pues en acto no pueden darse los contrarios.
Las diferencias entre la potencia, el acto y la entelequia quedan así marcadas. Como Miguel Ángel en relación con el David. Cierto mármol tiene la potencia "en otro", el escultor en este caso, de ser esculpido de cierta forma. Mientras esculpe, Miguel Ángel actúa esa potencia, tendiente a la entelequia de la obra. Llevar a cabo el David y no la Piedad es actualizar su potencia en tanto que David, la que sigue siendo potenciada por el potenciador. Cuando se ha dado el último cincelazo, una vez terminada la estatua, el David está en entelequia.
Conviene ahora elucidar del Primer Motor la actividad.
III
El Primer Motor intelige. Bien sea que inteliga todo lo que mueve. Pero su intelección no puede ser de lo que se corrompe y perece, pues lo tangible es corruptible. Proponiendo esto, requeriríamos suponer que intelige algo. Sin embargo, cualquier cosa que digamos intelige, por muy excelsa, sería cualitativamente menor a su condición. Su entendimiento se entiende sólo a sí mismo. Por ello dice Aristóteles: "se entiende a sí mismo, puesto que es lo más excelso, y [su] intelección [es] intelección de intelección": nñhsiw no®sevw nñhsiw [Met. L. 1074 b 34]. La traducción de nñhsiw por intelección no parece evidente. Nñhsiw es un compuesto de noèw con la terminación -siw. Pero el noèw es más que un simple inteligir. Incluye al juicio; al pensar como posibilidad de ocultar-se o no, ex-presar o no; a la mente como deber que establece lo acertado y lo aceptable; a la atención como similar a la percepción sensible que para ser eficiente requiere estar despierta y dirigida. Precisamente por su vasta significación, es difícil encontrar una palabra en nuestro idioma que satisfaga mínimamente. Recordemos cuando menos, la diversidad conceptual al enunciar su traducción.
La intelección es de sí mismo para el Primer Motor. Nuestra condición de sujetos no nos permite tal. Pues "la ciencia, la sensación, la opinión y el pensamiento parecer ser siempre de otra cosa." [Met. L. 1074 b 35] Y esto porque, sin duda, lo más difícil es pensar el pensamiento mismo o "sentir" la sensación misma. Se presenta como necesario prescindir de una referencia a otra cosa que no sea ello mismo. Esto es en extremo complicado si tomamos en consideración nuestra nula posibilidad de separarnos del pensamiento para pensar al pensar mismo. Y es nula la posibilidad ya que somos sujetos, yectos en ciertas condiciones específicas. Ahora bien, podemos partir del supuesto de que lo que pensemos sobre el pensar estará ya marcado con el estigma de una interpretación propia, determinada, de la manera del pensar3.
El inteligir que se intelige a sí mismo del Primer Motor es propiamente la yevrÛa. Quizás la traducción más acertada sea como especulación, que conserva un poco la ambigüedad del término4. Y no es coincidencia que la palabra sea aplicada en dos casos. Uno, como contemplación de un espectáculo, por ejemplo: "A Hipócrates, siendo un particular y contemplando los juegos olímpicos, le sucedió un gran prodigio" [Heródoto. Historias. A.59]. Dos, como investigación, teoría. Bien podría ser una analogía. Así como el Primer Motor intelige del inteligir el inteligir y por tanto está sumergido en la yevrÛa (contemplación); así el hombre, quien a pesar de carecer de las herramientas necesarias para lograr una sublimación tal, sí puede teorizar, investigar acerca de la verdad5. El estado de contemplación del hombre nunca será completo, pero eso no impide ciertas posibilidades. La teoría es una de ellas. Tampoco puede ser casualidad el emparentamiento fonético entre yevrÛa y yeñw; entre theoría y Dios. Pues precisamente Dios es quien realiza la actividad "más agradable y más noble: la contemplación" [Met. L. 1072 b 22].
La contemplación vincula6 de alguna manera a Dios con el hombre7 al mostrarse como característica compartida. La delectación del placer está presente en la contemplación. Del Primer Motor se dice, en consecuencia, que "su acto es también placer. Y por ello la vigilia, la percepción sensible y la intelección son lo más agradable" [Met. L. 1072 b 16]. Puesto que Dios es placentero, resulta que el placer divino de algún modo se esparce en la percepción sensible y en la intelección para convertirlos en lo más agradable. Por otro lado, la importancia del placer de los sentidos con respecto al conocimiento, quedó establecida por Aristóteles desde la primera línea de su tratado sobre la Metafísica: "Todos los hombres desean por naturaleza el saber. Señal [de lo cual es] la delectación de los sentidos." El placer se convierte así en uno de los alicientes centrales del conocimiento.
El Primer Motor es lo que mueve todo lo demás; es el principio del movimiento. Este principio no debe ser entendido como meramente temporal. No es un principio ya pasado, sino siendo. Lo deseable y lo inteligible incluidos en él, provocan: "mueven lo deseable y lo inteligible." [Met. L. 1072 a 26]. Se tornan en el hacia del movimiento autor. Lo deseable y lo inteligible son el por qué del movimiento así entendido. No es un movimiento por coerción, sino por tendencia. Nuevamente entra aquí la elección. Al pro-yectar las posibilidades, los sujetos pueden atender o no lo deseable y lo inteligible. En vista de lo cual, requiere cuidado, atención.
Sobre este punto, Aristóteles dice: "mueve en cuanto amado y todas las demás cosas se mueven al ser movidas" [Met. L. 1072 b3]. ErÅmenon es el amado, no el amante, como lo atestigua el siguiente pasaje: "y ya entonces, Cambises desposó a su amada ..." [Heródoto. Historias. 3.31]. El amado es el receptor del amor. Pero el amor planteado aquí no es un simple sentimiento. Es un amor ontológico, del orden más alto. Ontológico pues de él pende toda la ontología hasta este momento desarrollada. Pende de él, ya que es su fundamento último. En esto descansa el lugar del hombre. Además, "el ente verdadero es combinación de pensamiento" [Met. K. 1065 a 21]. De aquí la necesidad de amarle. Esta necesidad puede ser entendida en el segundo modo. Es lo que hace falta para que algo salga bien. Y para salir bien librados, como hombres, debemos reflexionar: "es indigno de un varón no buscar el conocimiento" [Met. A. 982 b 31]. Debemos salir al encuentro del conocimiento. Recordemos que la verdad es l®yeia, des-cubrimiento. Es de-velar lo que se oculta8, inventar. Esta necesidad, Platón la veía también. Pone en boca de Sócrates las siguientes palabras: "la vida sin examen no es vida para [un] hombre" [Apología. 38 a 5].
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La búsqueda del fundamento recorre toda la obra aristotélica y el Primer Motor es la entidad propuesta como tal. Su característica: la provocación del movimiento autor. Ya que lo preponderante a considerar no es si históricamente somos o no, fuimos o no creados por un Dios "fuera" de nosotros. Lo central es que "todas las cosas están coordinadas hacia una" [Met. L. 1075 a18]. Tendencia ésta, para el hombre, basada en la libertad y mesurada por el amor. El amor ontológico avala nuestro crecimiento. La pro-yección de posiblidades permite la elección, con los riesgos de errar que esto conlleva. Pero es que, finalmente, "el acto del entendimiento es vida" [Met. L. 1072 b 26]. Es decir, en la medida que nos dedicamos al entendimiento de nosotros mismos y de lo que nos rodea, en esa proporción hemos vivido.
* Ponencia presentada en el Encuentro Regional de Estudiantes de Filosofía "El Problema del Fundamento", celebrado en la ciudad de Santiago de Querétaro, Qro., en abril de 1998.
** Universidad Nacional Autónoma de México.
1 "Pero el hombre puede quedarse, cuando es preciso, sólo frente a Dios. Su candor lo protege.
Y no necesita armas ni argucias, hasta el momento en que la ausencia de Dios lo ayude" [IV. 39. Dichterberuf. Vv. 62 64 (trad. Federico Gorbea)]
2 Cfr. Por ejemplo el siguiente pasaje de Plauto: "neque domi neque in urbe inuenio quemquam qui illum uiderit" (Ni en casa ni en la ciudad encuentro quien haya visto a aquél) [Amphitruo. IV, 1,2].
3 Cfr. El "círculo hermenéutico" esbozado en Sein und Zeit por M. Heidegger (§5 y §32)
4 En el habla cotidiana especular significa principalmente investigar, hacaer hipótesis. Etimológicamente quiere decir ver, observar, vigilar. (Del verbo deponente latino speculari).
5 Cfr. Met. G . 1003 a 221, L . 1069 a 18, B. 1001 b 14.
6 Apuntemos de manera de nota, que una relación entre el hombre y Dios no puede ser de tipo material, puesto que Dios no tiene materia. Si la tuviera, tendría que ser infinito. Y no es concebible una materia con extensión infinita, ya que por definición es determinada y determinadora.
7 La teoría platónica de la participación no es satisfactoria ya que no explica el porqué ni el cómo.
8 Cfr. Heráclito: j u s i V k r i p t e s q a i j i l e i . [la "naturaleza" prefiere ocultarse].