por Tite Curet Alonso |
Los
pilares, los fundamentos, suelen pasar desapercibidos. No obstante,
son el sostén de las obras monumentales. En el caso
de la musica popular puertorriqueña hubo un gran sostén,
una piedra angular, un compositor compatriota que abrió puertas
a sus compañeros de oficio para que pudiesen pasar adelante, luego
de generar interés por lo musical de Puerto Rico.
Rafael Hernández. Ese fue el hombre. Desde que fundó para los años 20 el Trio Borinquen, allá en la cuidad de Nueva York con Manuel Jiménez 'Canario', Salvador Ithier y el primera voz suplente Antonio Mesa, manifestó sus dotes de buen autor... Las canciones 'Siciliana' y 'Quisqueya' fueron muestras excelentes de ello. Después de probar suerte con orquestas en el rol de director, formó el Grupo Hernández que posteriormente se llamó Cuarteto Victoria, en honor a su hermana. Los cantantes eran Pedro Dávila y Rafael Rodríguez; guitarristas, Paquito López Cruz y también Mengol. Fue derante la época del Victoria que Rafael Hernández acabó de marcar su clase como autor acosado por un compatriota suyo de muy buena calidad en la composición llamado Pedro Flores, a la sazón también en la 'Ciudad de los rascacielos' haciendo vida musical con enormes logros. Si bien era Rafael Hernández un tipo de amoríos, bohemia, tragos con amigos humildes y gente de alta alcurnia, no por ello descuidaba su carrera. Sabía que toda la música aprendida con sus maestros allá en su Aguadilla natal y que le valió un puesto de músico en el Ejército de los Estados Unidos, no era suficiente. Y el desconocimiento "de lo profundo" del arte musical podía ser un obstáculo en su futuro. Por ello un buen día hizo las maletas y partió rumbo a México, donde estudió por 4 años en el Conservatorio. Y se codeó con la crema de aquel gran mundo musical, llegando a ser compositor para grandes estrellas y hasta el cine mismo, cuando escribió el danzón "Romance" para la película "Aguila o sol", en el que aparecio y protagonizaba Mario Moreno "Cantiflas". Cuba también le llamó cierta vez y hacia aquella república se trasladó, viviendo allí unos cinco años durante los cuales fue director de orquesta en los teatros Fausto y Payret. La rumba estaba de moda entonces y en aquel país escribió tres temas famosos de ese ritmo... 'Cachita", 'El cumbanchero' y 'Rumbatambah', dos de ellas grabadas por la célebre orquesta Leucona Cuban Boys, que dirigía Armando Orefiche. Allá en la Habana llegaron a pensar que nuestro aguadillano era cubano, puesto que poseía un vigoroso instinto para lo tropical. ¡Un instinto casi ilimitado! Tampoco dejaba de pensar en Puerto Rico. Con su Cuarteto Victoria, solía venir a Puerto Rico a interpretar sus más famosos temas musicales, especialmente en la radio en aquellos famosos programas de Sal de Uvas Picot, que todo el público insular solía escuchar. No había entonces televisión y el propio mundo del disco era mayoritario como hoy en día. Y aquí vino a parar al fin y al cabo, después de acumular triunfos dando a la isla renombre mundial. En Puerto Rico trató de revivir al Cuarteto Victoria a mediados de la década del 40... Recordamos que por residir Don Rafael entonces en el sector de Barrio Obrero, los ensayos se llevaban a cabo durante las tardes en la residencia del veterano jinete de nuestro hipismo, Alejandro Fort "Machuca", primo de la excelsa bailarina cubana Alicia Alonso. Un par de elepés con el sello Ansonia fue lo último que grabó el grupo. Davilita se convirtió en solista y luego formó con Felipe Rodríguez. Rafael Rodríguez consiguió trabajo en la Policía Insular. Paquito López Cruz entró en la docencia universitaria. Rafael Hernández pasó a dirigir la Orquesta Sinfonieta y fungió de consejero consultor en la radiotelevisión gubernamental, entiéndase WIPR-Radio y Canal 6. Entró en programas socio-deportivos para niños. Y vivió sus últimos años como "elder stateman" de nuestra cultura musical. Su obra musical entretanto no se detuvo. Cuando el gran Trío Los Panchos estuvo en Puerto Rico en una de sus primeras giras insulares Rafael Hernández le produjo al famoso tríptico un bolero "Amor, ya no me quieras tanto", que a Gil, Navarro y Avilés les vino de perilla. Fue un éxito rotundo que toda la gente cantaba y repetía en la calle, en la oficina, en el baño y en los bares y que la radio ventiló a voluntad. Imposible resultaría confeccionar un listado de los intérpretes suyos sin caer en omisiones tan involuntarias como injustas, de la que no se podría al antiguo y "bone fide" Big Ben de Londres. Difícil también resultaría recopilarse los títulos de sus obras de éxito, que en momentos de creación abarcaron dos generaciones y media. Y que forman parte activa de nuestra historia musical, pues siguen grabándose por artistas de esta generación y nutren las presentaciones de los talentosos de hoy. Son parte de los repertorios "de la hora de ahora". Esa presencia actual brinda a la juventud contemporánea una entrada franca al conocimiento de una de las más importantes raíces de la buena puertorriqueñidad. ¡Tesoro nuestro! Si hoy en día los que nos dedicamos a fomentar la composición musical en el género popular hemos hallado oportunidades, aquí y en el extranjero, para exponer las facturas "de la casa", es porque antes, desde hace tantísimos años, más de 50, comenzó un desarrollo artístico debidoa l interés que despertó Rafael Hernández. Ahora estamos entrando en el centenario de su nacimiento, acontecido en la población de Aguadilla que tanto amó. Nuestro pueblo está obligado, si es de veras agradecido, a planificar y realizar actos conmemorativos en su memoria y honor. Porque este boricua se los ganó. Y se lo debemos todos. Ténganlo por sabido en nuestra vida oficial, nuestras asociaciones, clubes, cantantes, orquestas, poetas, periódicos, revistas, la radio, televisión... Nos costará tan poco decir: "¡Presente!" |
Información tomada de: El Mundo. |
Dr.
Cirilo Toro Vargas
Publicado en el Internet: 26 de septiembre de 2000. Información actualizada: 23 de octubre de 2000. |