(…) La igualdad de los sexos es una realidad política. La igualdad amorosa es una ilusión y una visión de la mente. No hay igualdad posible porque el amor va más allá de las normas y cifras cuantificables. Además, al considerar que las mujeres aman más de lo que son amadas, demuestran que son las primeras en no creer en esta igualdad. Manejan la convicción de que el amor es un territorio del cual ellas son las dueñas. Las que deciden alejarse en beneficio de actividades "más razonables", no pueden reprochar al hombre su
propia deserción.
Lo que la mujer quiere, ya ni Dios lo sabe actualmente. Lo ganado por el feminismo se cuantifica por la estadística, pero el precio emocional no puede ser contabilizado. Siempre existe la tentación de que la mujer se arrope con la vestimenta de la víctima clamando una superioridad moral y emocional, pero muchas sucumben. Como si estuviera en la naturaleza de los hombres el hacer sufrir a las mujeres. El sufrimiento y la frustración no tienen sexo. Las emociones de los hombres deben de tomarse en cuenta por todas aquellas mujeres que consideren la posibilidad de amarlos. Aceptémoslo, los hemos obligado a cumplir con sus deberes a lo largo de las últimas décadas. Han tenido que cambiar su vocabulario, responder a nuestras nuevas exigencias, interrogarse acerca de su identidad, escuchar en ocasiones comentarios nada halagadores en los medios, ser reprendidos como miembros del sexo "fuerte" y culpabilizados por faltas cometidas por sus antepasados. Además, los que han podido escapar de ello, se encuentran atrapados por sus propias hijas quienes los
Confrontan y cuestionan.
Muchos hombres y mujeres piensan con nostalgia en las historias de amor que terminan bien. El feminismo ha fragilizado la relación amorosa introduciendo una nueva relación de fuerzas y es falso pretender que, si los hombres viven mal, a las mujeres esto no les afecta. Presenciamos actualmente la derrota no de un sexo, sino de dos sexos. ¿Es posible aceptar el escuchar que en el amor es un imbécil potencial y la mujer una víctima inevitable? El amor es un riesgo para todos los enamorados sin distinción de sexo. En el plan político y social, las mujeres se han llevado victorias necesarias e irreversibles, y eso va a continuar. Pero este combate no debe desarrollarse en un espacio que abandonen los hombres. Una tregua es necesaria. La vida amorosa está conformada por ternura compartida, secretos adivinados, desánimos superados, esperanzas comunicadas, inquietudes tranquilizadas. El amor no es un reto social. Surge de una emoción misteriosa que nos atrae al otro y a través de la cual creemos que la felicidad se perfila. Ante el amor, hombres y mujeres se encuentran actualmente desprotegidos y desarmados. Están destinados a vivir juntos y no condenados, como muchos estarían dispuestos a creer. ¿Y no es prueba de ceguera el creer que una mujer es libre si se libera de los hombres? El tiempo de la sumisión está cumplido, nuestro futuro común reposa en una reconciliación de los sexos. Actualmente, es necesario
Tener esto presente (…)
(Fragmento)
"La déroute des sexes"
Por Dénise Bombardier
Editions du Seuil, 1993