Estuve pensando en mamá, y en papá, en cómo se marchó y no había volvido.
Pensé que él me odiaba, que lo molestaba con mi presencia.
Poco más tarde, llegó papá. Estaba con siempre, con su pose de orgullo y aquellos ojos llenos de odio que heredé. Pensé que me había visto con mamá y que me iba a acusar de débil.
Sin embargo, se sentó junto a mí. Su ki, tantas veces agresivo, ahora reflejaba la paz que llevaba por dentro, su sonrisa no era fría, llena de burla y desprecio, era más bien una sonrisa cálida, de amor, e incluso su mirada no estaba llena de odio, orgullo y desprecio.
-Así que... mañana te vas -dijo papá.
Me tomó por sorpresa.
-Sí... -me dí cuenta de que hablaba pausadamente.
-¿Sabes? Luchas mejor que antes.
No podía ser, justo cuando pensé que se rompería el hielo y me abriría su corazón, tantas veces oculto, empezaba a hablar de esas peleas y del dolor que tanto quería olvidar, ese dolor que no solo me había hecho sufrir a mí, sino también a mamá... y mi maestro Son Gohan.
-Quería decirte... que estoy... orgulloso de tí.
Me sentí... perdido. No sabía qué responder. Fue tan repentino.
-También que... aunque, bueno, después de todos los momentos que hemos compartido... yo... eh... quiero decirte... que... siempre contarás conmigo... hijo.
Mi padre pronunció aquella palabra, por la cual había tratado de suprimir mis lágrimas, esa palabra tan especial para mí... hijo, que expresa amor, comprensión, compañía, lo que siempre había necesitado y querido, aquello que me había faltado por parte de mi padre.
Al notar que me sentía perdido en un inmenso mar de confusión, papá tomó la iniciativa... y me abrazó. Fue un abrazo cálido, como los de mamá, pero había algo más, una unión especial, algo que los hacía diferentes. Me abrazó con tanta fuerza que me lastimó un poco, aún así no se lo dije, ambos necesitábamos demostrarnos nuestro afecto.
Entonces, lloré.
Y, por increíble que parezca, papá también.
Permanecimos unidos bastante tiempo.
Al amanecer se despidió de mí.
-Buena suerte, hijo. Cuida a tu madre por mí.
-Cnfía en mí. Te quiero, papá.
Y se fue, salió por la ventana como la brisa del amanecer.
Volvía al futuro con una idea clara de mi padre. Y supe que Vegeta siempre sería mi padre, así como Vegeta supo que yo siempre sería su hijo...
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