ARMADA ESPAÑOLA De 1.939 a 1.953
(Los años de la postguerra)
Balance desolador
El final de la guerra civil española terminaba para la Armada Española el día 5 de Abril de 1.939 cuando arribaron al puerto de Cádiz los 3 cruceros, 9 destructores y un submarico procedentes de Bizerta (Túnez).Afectos a la República, habían quedado internados en aquel lugar el 7 de marzo anterior, tras abandonar la base de Cartagena en pleno deterioro de la situación interna en la zona republicana, preludio del final oficial de la Guerra Civil el día 1 de abril de 1.939.Si la Armada representaba en 1.936, pese a sus limitaciones, un cierto factor de peso en el Mediterráneo occidental, tres años más tarde esta posición se había devaluado notablemente.
Durante la contienda, se perdieron totalmente 2 acorazados, el crucero Baleares (la unidad de mayor valor militar), 1 destructor, 7 submarinos, 1 cañonero, 2 torpederos, 4 lanchas rápidas, 2 guardacostas, 2 guerdapescas, 1 remolcador y 1 auxiliar hidrógrafo utilizado como rastreador de minas.
Estas pérdidas no fueron compensadas por los buques de procedencia extranjera incorporados por ambos bandos como unidades regulares, y que representaron la aportación de 4 destructores, 2 submarinos, 1 cañonero y 13 lanchas rápidas torpederas. Todas ellas, excepto 4 lanchas, sirvieron en el bando nacional.
A la disminución de efectivos-se perdieron los últimos acorazados y la fuerza submarina no era más que un recuerdo-debían añadirse la falta de personal, los daños en bases y astilleros (especialmente en Cartagena y Mahón, seriamente dañados por los ataques aéreos) y, sobre todo, el estado de deterioro de la mayor parte de los buques, muy castigados por casi 3 años de lucha, con un mantenimiento apresurado e insuficiente dictado por las circunstancias bélicas, y que afectaba principalmente a los cruceros y destructores que formaron el núcleo de la Escuadra republicana.
Las pérdidas humanas no fueron menos importantes. Tan sólo el Cuerpo General de la Armada tuvo una disminución de efectivos del 59%, considerando tanto los fallecidos como los retirados por edad y los depurados por servir en el bando republicano. Porcentajes parecidos podían aplicarse al resto de los Cuerpos y escalas de oficiales. Pero aún resultó peor lo sucedido en el Cuerpo de Auxiliares, todos ellos aficiales técnicos ascendidos desde suboficiales por la República y que sirvió a ésta en su mayor parte, al igual que la marinería.
La situación de partida para la recontrucción de la Armada no era la mejor, por no hablar de los daños sufridos por la base económica e industrial del país, arruinada por la guerra y sin la que toda Marina militar que se precie no puede sobrevivir. Los años venideros serían tan duros para la Armada como para el resto del país.
La era del almirante Moreno
La persona encargada de acometer la reconstrucción de la Armada durante la postguerra fue el almirante Salvador Moreno Fernández (1.886-1.966). Marino enérgico y competente, ocuparía el Ministerio de Marina durante casi 12 años (del 9-8-39 al 20-7-45 y del 20-7-51 al 24-2-57), desempeñando además, entre agosto de 1.939 y septiembre de 1.942, el cargo de Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada (AJEMA)uniendo así las funciones de tipo político y administrativo con las operativas y de planteamiento.
El problema prioritario a resolver era la falta de oficiales, sin los cuales no podría encuadrarse a los numerosos suboficiales necesarios para dotar buques cada vez más complicados. Siguiendo con la línea iniciada en 1.938 por el bando nacional, se unificaron las escuelas de oficiales en la Escuela Naval Militar, además, para compensar las pérdidas de guerra, se desarrolló un gran esfuerzo que permitió formar a cerca de 1.000 oficiales hasta 1.946. En esta labor destaca el traslado, en 1.943, de la Escuela Naval Militar desde San Fernando (Cádiz) a su nuevo emplazamiento en Marín (Pontevedra).
También reinició sus actividades en 1.945 la Escuela de Guerra Naval, creada 20 años antes y dedicada a la preparación del personal con destinos a puestos de mando superior y estados mayores.
Gracias a la formación de oficiales, en 1.944 se pudo poner en marcha la Escuela de Suboficiales de San Fernando, aprovechando la sede de la antigua Escuela Naval Militar, complementada con la Escuela de Mecánicos y diversas escuelas de especialidades, destinadas a formar un personal especialista procedente en su mayoría de marineros voluntarios.
El Programa Naval de 1.939
Una de las primeras medidas del ministro Moreno fue conseguir la aprobación por el Gobierno para un nuevo y ambicioso Programa Naval, convertido en Ley el 8 de septiembre de 1.939, y que, en el lenguaje oficial de la época, debía situar a España en el lugar internacional que por derecho e historia le correspondía. El año anterior, se planteó la construcción de 4 acorazados, 4 cruceros protegidos, 12 cruceros ligeros, 48 destructores, 48 torpederos, 50 submarinos y un número indeterminado de minadores, lanchas rápidas y buques auxiliares. También se incluían dos portaaviones de tonelaje aún no definido.
El futuro Programa Naval debía ser, un facor básico en el resurgimiento de la industria nacional, al actuar como un elemento multiplicador, creando una fuerte demanda de productos industriales y contribuyendo a la mejora de las técnicas existentes y la introducción de otras nuevas. Una política plasmada en una abundante legislación al respecto que culminaría, en septiembre de 1.941, con la creación del Instituto Nacional de la Industria (INI).
El Programa Naval definitivamente aprobado en septiembre de 1.939 disponía la ejecución de 4 acorazados, 2 cruceros protegidos, 12 cruceros ligeros, 54 destructores, 36 torpederos, 50 submarinos, 100 lanchas torpederas, buques auxiliares en número impreciso, pertrechos y repuestos, la reforma y construcción de bases navales y escuelas y, finalmente, la ampliación de talleres y elementos de trabajo en las factorías propiedad del Estado. Para realizar este programa se autorizaba un gasto de 5.500 millones de pesetas, a invertir durante 11 años a razón de 500 millones de media por año, con flexibilidad para distribuir las cantidades no invertidas en algún año durante los siguientes.
Cabe reseñar que esta Ley fue considerada por el Gobierno como materia reservada, motivo por el cual no apareció en el BOE ni se dio información alguna a la prensa, quedando sólo en conocimiento de un grupo reducido de personas.
El cambio más significativo en el programa, con respecto al estudiado en 1.938, residía en la eliminación de los dos portaaviones, consecuencia directa de la creación en agosto de 1.939 del Ministerio del Aire.Así pues la Armada hubo de renunciar a la posesión de su propia aviación, desapareciendo el histórico Servicio de Aeronáutica Naval fundado en 1.917, cuyos restos pasaron a formar parte del recién nacido Ejército del Aire.
En teoría, las fuerzas navales programadas debían situar al país dentro del reducido grupo de las grandes potencias de la época, con la correspondiente proyección internacional. En la práctica, la prioridad dada a la reconstrucción de los daños ocasionados por la guerra iba a absorber la mayor parte de los recursos financieros disponibles en los años venideros, por no mencionar la importante devolución que sufriría la peseta y que pronto privó de contenido a los 5.500 millones previstos inicialmente.Fallida la financiación propia, quedaba sólo el recurso a la ayuda masiva de alemanes e italianos, pero ésta se desvanecería rápidamente ante la evolución de los acontecimientos internacionales. Y es que una semana antes de promulgarse el Programa Naval, el 1 de septiembre, las tropas alemanas invadían Polonia, entrando en juego el sistema de alianzas militares que unía a ese país con el Reino Unido y Francia. Empezaba una guerra, al principio europea, que en 1.941 se haría mundial.