Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!


LA BATALLA DEL ATLANTICO


Mientras Hitler realizaba sus campañas en los Balcanes y Rusia, nada era tan importante para Gran Bretaña como mantener abiertas las comunicaciones marítimas y tener libre acceso a los propios puertos. Tenían que entrar víveres y materias primas procedentes del Imperio y de los EEUU y expedir armas, soldados y municiones hacia los focos de guerra: Grecia, Creta, Africa del Norte y Africa Oriental. Los submarinos y bombarderos de largo alcance alemanes eran los enemigos más temidos por los buques británicos y aliados que, a fin de poder protegerse lo mejor posible, navegaban en grandes convoyes, siguiendo el procedimiento establecido ya en la Primera Guerra Mundial. Las fuerzas navales y aéreas alemanas intentaron estrangular los accesos a las Islas Británicas mediante la colocación de un campo de minas magnéticas que debería convertirse en un campo mortal para cualquier buque que navegara por dichas latitudes. Pero los ingleses estropearon este plan a base de un tenaz y minucioso trabajo. Cruceros y acorazados alemanes, como el Scharnhorst y el Gneisenau, hundieron buques mercantes aliados; pero en cambio eludieron hábilmente entablar combate con los cruceros de batalla británicos.

En enero de 1.941, las pérdidas británicas ascendieron a 320.000 toneladas de registro bruto; en febrero, a 401.000; en marzo a 537.000 Churchill El Primer Ministro, Churchill, en una “Instrucción del Ministro de Defensa“, dijo el 6 de marzo de 1.941: “Según se desprende de las manifestaciones alemanas, ha comenzado la batalla del Atlántico. En los cuatro próximos meses hemos de lograr que fracase el intento alemán de estrangular el acceso de víveres a nuestra patria e interrumpir nuestras comunicaciones con los EEUU“. Mientras, en virtud de la “Ley de Préstamo y Arriendo”, llegaban a Gran Bretaña destructores norteamericanos, el presidente de los EEUU, Roosvelt, participó a Churchill, el 4 de abril de 1.941, haber dispuesto los medios para construir 58 nuevos astilleros y 200 nuevos buques. Quince días más tarde, el gobierno norteamericano dio un nuevo paso: declaró zona suya de influencia en el Atlántico la comprendida hasta los 26º de longitud, lo que significaba, que a partir de ese momento, buques americanos patrullaron en el Atlántico Oeste e informaron a su aliado británico de los movimientos de buques alemanes en esas zonas. Pero como los EEUU continuaban siendo “no beligerantes“, no podían ofrecer la debida protección a los convoyes que partían de los puertos americanos. La persecución del acorazado Bismarck, que se hizo posible por el perfeccionamiento de los aparatos de radar, y la destrucción de dicho buque el 27 de mayo de 1.941, fue el anuncio de que Alemania, victoriosa todavía en tierra firme, tenía que abandonar cada vez más la iniciativa a los aliados en el campo marítimo.

PUNTO CULMINANTE Y FINAL DE LA GUERRA SUBMARINA

StalinA comienzos de 1.943, desde el 14 al 26 de enero, Churchill y Roosvelt se reunieron en Casablanca (Marruecos); Stalin “no se hallaba en situación de abandonar la Unión Soviética, ni tan siquiera por un día”. Así, pues, los presidentes británico y norteamericano planearon solos el desembarco de Sicilia para el verano de 1.943 y en la costa del norte de Francia para el verano de 1.944. Pero al mismo tiempo establecieron que la invasión en Europa occidental no podría tener consecuencias decisivas en tanto no se ganara definitivamente la batalla del Atlántico. En la misma época, los jefes de los Estados Mayores aliados decidieron que la primera tarea habría de ser la eliminación de los submarinos alemanes. Esto indujo a Hitler a destituir, una semana después de la Conferencia de Casablanca, al “almirante de acorazados” Raeder, anticuado según su modo de ver. El 30 de enero de 1.943 nombró comandante en jefe de la Marina de Guerra al “almirante de submarinos” Doenitz, más joven, consecuente y sumiso. Albert Speer, ya nombrado por Hitler ministro de Armamento y Municionamiento, dio preferencia absoluta a la construcción de submarinos. Se instalaron refugios de submarinos de proporciones gigantescas. El arma submarina alcanzó su punto culminante de victorias en la batalla del Atlántico durante marzo de 1.943: según datos británicos, hundió 627.000 toneladas de arqueo bruto; según datos alemanes, 926.000.

Sin embargo, en esa época se inició un cambio, debido, ante todo, al empleo, por los ingleses, de un nuevo aparato de localización. Los submarinos, triunfantes al principio, se vieron ahora por doquier descubiertos, perseguidos y alcanzados con bombas de aviación y cargas de profundidad. De los 1.160 submarinos empleados durante la guerra, 651 resultaron destruidos. En mayo de 1.943, Doenitz manifestó: “ Nos hallamos ante la mayor crisis de la guerra submarina”. Pero Hitler no quería escuchar una sola palabra en contra de proseguir con el mismo vigor la guerra en el Atlántico. Prefería combatir a la defensiva en el Atlántico que defenderse en las costas de Europa. Pero esto no le sirvió de nada, ya que en junio de 1.943, Doenitz hubo de retirar sus submarinos del Atlántico Norte.