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RESCATE EN VIETNAM


En Vietnam no había una línea del frente. Todo el país era una zona de guerra. Los helicópteros de rescate se convirtieron en parte integrante del conflicto y la visión de un Bell UH–1 pasó a ser un sinónimo de salvación para cualquier soldado herido.

Desafortunadamente, el rescate de los pilotos derribados sobre Vietnam del Norte presentaba problemas más serios. Sacar a un hombre del territorio enemigo requería una combinación de habilidad, intuición y valor. Tales misiones implicaban una amplia gama de aeronaves, pero sobre los aviones de ataque Skyraider y los grandes helicópteros HH–3, los “Jolly Green Giant” recayó el peso de la tarea.

Skyraider


Los salvadores

El viejo Skyraider, familiarmente conocido como “Sandy” por el código de radio que utilizaban, estaba siempre a la busca de pilotos derribados en la jungla, incluso muy al interior del territorio nordvietnamita. Los Skyraider atacaban a las fuerzas enemigas que se acercaban a sus compañeros derribados en tierra. Escoltaban a los helicópteros de rescate hasta el momento de la recuperación del piloto y, permaneciendo sobre el lugar para cubrir la retirada, eran los últimos en alejarse del peligro. Además, durante toda la misión atraían sobre sí el fuego del enemigo.

Aunque no hubo un solo rescate idéntico a otro, siempre habían de realizarse algunos pasos claves ya preestablecidos. Tan pronto era derribado un avión, las unidades de rescate eran inmediatamente alertadas por sus compañeros o por un avión de mando y control que vigilaba la misión. Una misión de rescate típica comenzaba con el briefing recibido por el piloto del Skyraider que mandaba la misión; su código de radio era Sandy 1. Las instrucciones se daban rápidamente ya que el tiempo contaba, y, entretanto, los aviones eran armados para que los pilotos pudieran despegar inmediatamente.

Helicóptero en plena acción


Aproximación

Delante volaba un helicóptero acompañado de dos Skyraider, mientras otros les seguían. Sandy 1 recurría al aparato de búsqueda direccional para orientarse hacia las señales emitidas por la radio de supervivencia del piloto derribado. Volando en línea recta hacia la radio, bastaba al piloto señalar cuando el Skyraider le pasaba por encima para ser localizado.

Portaskyraider



El siguiente objetivo era situar al enemigo. Para ello se precisaba mucha sangre fría, ya que significaba volar a baja cota y a baja velocidad en torno al área interesada para atraer el fuego enemigo. El controlador aéreo avanzado (FAC) vigilaba la situación desde arriba, misión realizada por los O-1 “Bird Dog”, dirigiendo a uno de los A–1 al ataque tan pronto el enemigo se descubría.

El rescate

Entretanto el helicóptero de rescate se aproximaba. Hasta este momento de la misión, el equipo de rescate hacía todo lo posible para no llamar la atención del enemigo sobre el piloto en tierra. Especialmente procuraba no sobrevolar su posición una vez descubierto, ya que el enemigo podría localizarlo más fácilmente. En el momento que el helicóptero se acercaba, Sandy 1 lanzaba hacia tierra un cohete de fósforo blanco para indicarle la ruta a seguir. Cuando el helicóptero estaba lo suficientemente cerca del aviador derribado, se le avisaba para que lanzara su bengala de supervivencia. El helicóptero dejaba entonces descender a la jungla un penetrador, es decir, un gran peso sujeto a la extremidad del cable del cabrestante.

Helicóptero descargando soldados


El piloto socorrido se enganchaba a él y era “repescado” e izado a salvo. Un piloto herido, sin embargo, no se encontraba en condiciones de realizar esta operación por sí mismo; un especialista se dejaba, en ese caso, descender a tierra para ayudar al herido. Una vez completada la operación de recuperación, el “Jolly” se dirigía inmediatamente hacia la seguridad, dejando detrás de sí como retaguardia a los Skyraider. Sandy 1 era el último en abandonar la zona, después de haber sido el primero en llegar.

En medio del peligro

Skyraider en vuelo

El A-1 Skyraider era un avión lento y pesado que apenas alcanzaba a superar la velocidad de 320 km/h. A pesar de ser capaz de soportar duros castigos, era tan lento que podía ser fácilmente alcanzado. Además, las misiones de rescate se realizaban la mayoría de las veces en medio de la antiaérea enemiga y siempre a plena luz del día. Sin embargo, la visión de un Skyraider, cargado hasta los topes de bombas y cohetes, rumbo a su posición, debía ser una aparición verdaderamente milagrosa para cualquier piloto derribado, solo y abandonado en pleno territorio enemigo.