Cada vez que pienso en lo que verdaderamente comen los carnívoros, llego a la conclusión de que lo hacen por costumbre, porque verdaderamente disfrutan de lo que comen o por ignorancia. Atrás quedaron los tiempos cuando los productos derivados de los animales eran considerados la única fuente de nutrición. A pesar de que los argumentos de ciertos carnívoros empedernidos son tan pintorescos como carentes de valor, hay hechos irrefutables que nadie puede negar: la innata y establecida vileza y crueldad que encontramos en los camales o rastros. Sin tener que recurrir a justificaciones de tipo emotivo o puramente ético, el negocio de la carne esconde verdades que no pueden negarse. La mayoría de los activistas por los derechos de los animales se consideran carnívoros redimidos. La mayoría de nosotros recibió el mensaje de liberación en algún momento determinado de nuestras vidas y fué entonces, cuando consideramos estos hechos tan palpantes que escaparon a nuestro criterio. ¿Nos encontrábamos pasando por momentos de estupor mental? ¿Nuestra sensibilidad y moralidad se detuvo en el tiempo? ¿Nuestra conciencia se tomó unas vacaciones? ¿O llegamos a perfeccionar al máximo tácticas de negación y escapismo? Todos sabíamos que los platillos que disfrutábamos provenían de aquellos animales que muchas veces vimos en los mercados abiertos o en camino a los mataderos. Tal vez verdaderamente fuimos indoctrinados para creer que ese tipo de animales solo tenía una finalidad en este mundo: convertirse en nuestra comida. Incluso el idioma apoyaba esta creencia. Después de todo esos animales eran denominados animales de abasto o de consumo. No existía poder en la tierra que pudiera compararlos con el perro o gato que teníamos en casa. Ellos eran animales domésticos (nótese aquí también la tendencia especicista de dominación) a los que podíamos querer, besar, cuidar y llorar después de muertos. Los otros, eran animales que Dios había puesto en el mundo para servir de alimento al hombre. Al recordar estas afirmaciones que se nos impartían en el hogar, la escuela, la iglesia, y los medios masivos de comunicación como la única norma de vida, reconozco vergonzosamente mi pasado primitivismo. Nadie
nunca discutía la forma en la que estos productos
llegaban a nuestra mesa. Lo importante era felicitar al
chef y pedir la receta. Nadie nunca osaba cuestionar todo
lo que había ocurrido para que el
ingrediente principal de la deliciosa receta
llegara a nuestro plato. Esta complicidad milenaria,
cruel, corrupta y dañina nos protegíó hasta el día en
que despertamos a la realidad de una dieta
vegetariana/vegana basada en productos vivos, frescos,
sanos y libres de sangre inocente. Si Ud.
es vegetariano o vegano sabe perfectamente bien de qué
hablo. Pero si no lo es, le sugiero que por solo un
momento, considere la siguiente información la cual
puede ser fácilmente corroborada.
Los
animales destinados al consumo humano viven vidas
miserables en las que no se respetan sus necesidades más
básicas ni sus derechos como seres vivos. Sufren
mutilaciones, deprivaciones, y malos tratos en medio de
condiciones deplorables de hacinamiento total para
obtener de ellos el máximo rendimiento posible. Cuando el maltrato, la ansiedad, la tensión y la crueldad involucradas en su transporte a los mataderos los convierte en animales inválidos, son arrastrados hacia el matadero o simplemente abandonados en pilas vivientes hasta que la muerte llegue a poner fin a sus sufrimientos. Los animales son comúnmente golpeados con bastones que descargan toques eléctricos de elevado voltaje para forzarlos a moverse. Las aves son colgadas vivas para proceder a la mutilación de sus picos sin ningún tipo de anestesia. Los pollos, que no servirán para la producción de huevos, son descartados en grandes depósitos metálicos en los que mueren de asfixia al caer uno encima del otro. Vivas, luchando por sus vidas y aún conscientes, las aves son decapitadas en serie. No hay espacio suficiente en este boletín para mencionar las innumerables torturas y crueldades infligidas a los animales destinados al consumo humano. Si cada persona tuviera que ir a los mataderos a conseguir su propia carne o si las paredes de los mataderos estuvieran hechas de vidrio, tal vez un gran porcentaje de la población mundial sería eminentemente vegetariana/vegana. Muchas personas no quieren creer o no quieren enfrentar la realidad de los mataderos y prefieren seguir viviendo en una ignorancia que los convierte en cómplices de una de las torturas organizadas más crueles del mundo. En los supermercados, con el propósito de distraer la atención del público, la carne se vende en convenientes paquetes plastificados que no guardan ya ninguna relación con un animal vivo, sufriente y capaz de sentir dolor. Por otro lado, es moralmente irresponsable tratar de justificar el consumo de carne con el pretexto que los animales fueron sacrificados humanamente ya que es imposible matar de una manera humanitaria a grandes cantidades de animales. DESTRUCCION DEL MEDIO AMBIENTE Los problemas medioambientales y sociales que afronta la humanidad están relacionados con la cría de 1.300millones de animales en explotaciones ganaderas que ocupan casi el 25% de toda la masa terrestre del planeta. La destrucción de millones de hectáreas de bosque virgen tropical en América Central y Sudamérica para aumentar el área de pastizales, está provocando la desaparición de especies enteras de plantas, animales y aborígenes. Los métodos de ganadería intensiva que permiten que el ganado paste en exceso causan la irreparable pérdida de la capa fértil del suelo. El hambre mata a millones de personas en el mundo por carecer de los granos y cereales que se destinan para alimentar al ganado. Asimismo, miles de personas en el mundo carecen de agua pues este recurso es usado principalmente en la producción masiva de carne. PERDIDA DE SALUD El consumo de grasas y proteína animal sobrecarga la función renal y es muy perjudicial para el aparato circulatorio. El asesino número uno en los Estados Unidos de Norteamérica son las enfermedades cardíacas, las cuales están íntimamente ligadas al consumo de carne. Una alimentación a base de todo tipo de carne, huevos, y leche incide negativamente sobre nuestra salud, favoreciendo el desarrollo de enfermedades de orígen nutricional como la arteriosclerosis, la hipertensión, el cáncer, la osteoporosis, la diabetes y las enfermedades del corazón. Una
dieta basada en el consumo de frutas, vegetales, cereales
y legumbres, rica en fibra y elementos nutritivos, es
ideal para mantener limpio nuestro organismo y nuestras
arterias, pudiendo obtener así la cantidad adecuada de
grasas y proteínas sin preocuparnos por el colesterol,
que sólo se encuentra en los productos de origen animal.
Los niños no tienen el poder de elección para determinar lo que consumen. Mucho menos están preparados para realizar sus propias investigaciones sobre todos los problemas creados por el consumo de carne. A los niños nunca se les informa sobre las inimaginables crueldades cometidas contra los animales destinados al consumo. Más bien, se les engaña o se les convence de que éstos animales fueron puestos en la tierra tan sólo para satisfacer nuestro apetito. Pocos son los padres que responsablemente deciden brindarle a sus hijos una dieta sangre y libre de crueldad desde la infancia. Ejerciendo el nefasto poder de la hipocresía, la indiferencia y el egoísmo, se les hace creer que sería inconcebible comerse al perro o al gato de la casa; pero sí a un pollo, vaca o cerdo. Desde la infancia, los niños aprenden a establecer y desarrollar cómodos estándares dobles en los que la ética y la lógica dejan mucho que desear. A todo esto se une la contínua propaganda ejercida por los medios de difusión social que a toda voz promueven productos de origen animal. Imitando los pobres y deficientes hábitos alimenticios de países desarrollados, nuestros países Latinoamericanos abren sus puertas a corporaciones internacionales que alegremente intercambian juguetes, premios y regalos a cambio de la compra de los cuerpos mutilados de miles de animales hábilmente sazonados en salsas y jugos de todos los colores y sabores que paulatinamente pasarán a engrosar sus arterias. La mayoría de los niños sienten una adversión natural al comer algún pedazo de un animal muerto. Al ser dependientes de sus padres, no tienen otra opción y por lo tanto aprenden a desconfiar de sus propios sentimientos o suprimirlos.
Asimismo,
se tendría que anticipar un cambio radical en el estilo
de vida de la gente. Todos tendrían que cambiar sus
hábitos alimenticios inmediatamente hasta que alguien
inventara un método verdaderamente humanitario de
matanza. Todos sabemos que esto es una falacia carente de
viabilidad. Para cualquiera con verdadera compasión por
los animales atormentados en los mataderos, preocupado
por el hambre a nivel mundial, la protección al medio
ambiente, nuestros recursos naturales y su propia salud,
sólo existe una verdadera manera de ayudar concreta y
personalmente: dejar de comer productos de origen animal. Los
vegetarianos y veganos (personas que no utilizan ningún
producto de origen animal, incluyendo cuero, miel y seda)
estamos convencidos de que el ser humano debe tener una
relación diferente con los animales. Nosotros creemos
fervientemente que el matar animales para satisfacer el
paladar humano no es justificable bajo ningún punto de
vista. Nuestros
países Latinoamericanos ofrecen una enorme variedad de
legumbres, cereales, granos, vegetales y frutas que son
la base de una dieta vegetariana/vegana. A diferencia de
los países industrializados, en los que casi todos los
alimentos se encuentran envasados o enlatados, tenemos la
facilidad de encontrarlos frescos y suculentos. ¿Por
qué no aprovecharlos? ¿Por
qué no intentar cambiar una dieta carnívora basada en
el sufrimiento y la miseria de otros seres por una dieta
sana, ética y superior?
Los
hervíboros y los seres humanos:
Si Ud. no tenía conocimiento de esta realidad, lo invito a investigar más profundamente sobre las enormes ventajas de una dieta vegetariana o vegana. En todas las ciudades del mundo existen restaurantes vegetarianos en los que Ud. podrá degustar una infinidad de platillos que alimentarán su cuerpo y su alma. Asimismo, todo tipo de arte culinario a nivel mundial ofrece selecciones vegetarianas que satisfacerán al paladar más exigente. Edúquese y eduque a su familia y amigos respecto a una dieta vegetariana o vegana. Ponga especial interés en la dieta que Ud. comparte con sus hijos y ofrézcales una dieta sana desde sus primeros años de vida. Los resultados lo sorprenderán agradablemente pues ellos no solamente crecerán sanos y fuertes sinó que también aprenderán la importante lección de considerar y respetar a todos los seres que comparten el planeta con nosotros. ¡SEA VEGETARIANO! No engañe a sus hijos con aquellos libros de cuentos que muestran a los animales en amplias granjas disfrutando del sol y abundantes pastizales. La realidad de sus vidas es totalmente diferente. La ignorancia o la negación de la immoralidad o la crueldad nunca constituyen buenos ejemplos para las generaciones futuras. ESTAMOS EN BUENA COMPAÑIA
Un proyecto de largo alcance fundado conjuntamente por IVU y el Vegetarian Resource Group encontró un número razonable de restaurantes vegetarianos y un gran interés en el vegetarianismo en LatinoAmérica. Sin embargo, la escena Latinoamericana en general muestra una carencia de grupos vegetarianos, ambientales o de defensa de los derechos de los animales similares a los que se encuentran en Estados Unidos o Europa. No obstante, existen algunos grupos y en vista del actual clima social y económico y el aumento de la velocidad en las comunicaciones, puede ser que pronto veamos el establecimiento de asociaciones vegetarianas fuertes en toda LatinoAmérica. |
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