Benjamín Valdivia
Versiones de Los oscuros jinetes
de Stephen Crane
Presentamos los primeros diez textos del libro de Crane, con versiones en castellano por Benjamín Valdivia
1
Oscuros jinetes vinieron del mar.
Era el sonar y repicar lanza y escudo,
y chocar y chocar de pezuña y talón,
gritos feroces y la onda del cabello
precipitada sobre el viento:
de tal modo la cabalgata del Pecado.
2
Tres pajaritos en una fila
se sentaron a meditar.
Un hombre pasó cerca de aquel sitio.
Entonces los pajaritos se dieron leves codazos.
Dijeron: "Este piensa que puede cantar".
Echaron atrás las cabezas de tanto que reían.
Con semblantes extrañados
lo miraron.
Eran muy curiosos,
aquellos tres pajaritos en una fila.
3
En el desierto
vi una creatura, desnudo, bestial,
quien, agazapado sobre el suelo,
sostenía su corazón en las manos,
y comía de él.
Dije: "¿Está bueno, amigo?"
"Está amargo-amargo, " contestó;
"pero me gusta
porque es amargo
y porque es mi corazón."
4
Sí, tengo un millar de lenguas,
y novecientas noventa y nueve mienten.
Aunque me esfuerzo por usar la una,
no cantará la melodía que yo quiero,
porque está muerta en mi boca.
5
Una vez llegó un hombre
que dijo:
"Fórmenme en filas a todos los hombres del mundo."
Y al instante
hubo estupendo clamor entre la gente
contra de ser formada en filas.
Hubo una ruidosa querella, del tamaño del mundo.
Permaneció edades enteras;
y se derramó sangre
por quienes no se pararían en las filas,
y por aquellos que languidecieron en las filas.
Eventualmente, el hombre llegó a morir, en llanto.
Y aquellos que estuvieron en sangriento combate
no conocieron la tremenda simpleza.
6
Dios figuró el barco del mundo cuidadosamente.
Con la infinita habilidad de ser total maestro
construyó el costillar y los velámenes,
apuntaló el timón
listo para ser gobernado.
Se irguió, orgullosamente repasando su obra.
Entonces —al tiempo destinado— algo falló,
y Dios volteó, atento.
Y sí, el barco esta vez, resbaló maliciosamente,
bajando en sagaz viaje silencioso el botadero.
Así, por siempre a la deriva, fue por los mares
efectuando travesías ridículas,
haciendo extrañas evoluciones,
girando como con serios propósitos
ante estúpidos vientos.
Y en el cielo hubo muchos
que se rieron de todo esto.
7
Mística sombra, inclinada junto a mí,
¿quién eres?
¿de dónde vienes?
Y —dime— ¿es amable
o amarga la verdad como comer lumbre?
¡Dímelo!
No temas que yo pueda temblar,
pues soy valientes —Me atrevo.
Así que, ¡dímelo!
8
Miré aquí;
miré allá;
en ninguna parte pude ver a mi amor.
Y —esta vez—
estaba en mi corazón.
En verdad, entonces, no tengo queja,
pues aunque ella sea hermosa y más hermosa,
no es tan hermosa como lo es
en mi corazón.
9
Me paré sobre un lugar alto,
y vi, abajo, muchos demonios
corriendo, brincando,
y parrandeando en pecado.
Uno miró para arriba, carcajeó
y dijo: "¡Camarada! ¡Hermano!"
10
Podría el mundo completo rodar vacío,
Dejando terror negro,
noche ilimitada,
ni Dios, ni persona, ni lugar donde estar
serían para mí esenciales,
si tú y tus blancos brazos estuvieran allí,
y la caída al desastre fuese un largo camino.
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