<
Por sentirme despierta en la cautiva morada oscura de su sangre, llevo este amargo laurel de gajo nuevo y esta miel de cilicio rediviva. Y no quiero saberme fugitiva de la celda de amor en que me muevo; porque el ángel te encuentre, yo renuevo mis llamadas de intacta sensitiva. Extenderás tu mano que --impasible-- quiere lograr la flor indivisible; su cauto aroma velará tu frente. Como cierva te huí. ¡ Qué te encadena más ese afán de hallarme en la colmena, carcelera celosa de tu mente!