PRESENTAN:

Caracoles                           Introducción

Sufrir una derrota es menos peligroso que temer reconocerla. Además, si pensara siquiera que la divulgación y análisis de un hecho en el cual no obtuvimos inmediatamente la victoria pudiera provocar la desmoralización o el debilitamiento de la lucha, no me atrevería a publicarlo. Estoy convencido que de todo hecho deben sacarse las experiencias y enseñanzas que él contenga, y "Playa Caracoles" no es un hecho cualquiera.

El pueblo dominicano tiene derecho a conocer en detalle lo que ocurrió en aquellos acontecimientos de 1973 para que saque sus propias conclusiones sobre otro episodio de lucha por la emancipación del país. En los problemas del pasado es donde se gestan las soluciones del futuro y es una tarea urgente la de explorar hacia adelante para prever los acontecimientos. El futuro hace sus cuentas en el pasado, el porvenir no es más que el producto de los hechos sucedidos multiplicados por el esfuerzo y el sacrif icio de hombres y organizaciones.

Podría parecer algo matemático ese planteamiento pero la historia nos enseña cómo avanzan los procesos sociales, indetenibles, a pesar de los aparentes estancamientos y retrocesos.

Creo fervientemente que la misión de un revolucionario no acaba con la acción misma en que participa. Transcurrida ésta, debe poner sus experiencias a la disposición de quienes sigan transitando en el camino hacia la liberación definitiva. Cuando se actúa en cualquier aspecto de la vida, y los sucesos no se analizan ni se difunden; se está monopolizando una in- formación que bajo ningún concepto pertenece exclusivamente a los actores.

Para que un proceso de transformación social tenga un porvenir definido es preciso que incorpore su pasado a su presente; que se comprenda que lo que hoy sucede es consecuencia de esfuerzos anteriores. Callar experiencias es negar la oportunidad de lograr nuevos éxitos y la única manera de repetir errores ya cometidos.

En nuestro medio la transmisión de experiencias se realiza con mucha dificultad. Las explicaciones son muy diversas.

tores sociales del país, quienes se sensibilizarían con sus objetivos y medios y posteriormente intentarían reeditar esas gloriosas acciones.

Obligados muchos de los mejores dominicanos a exilarse por la brutal represión de la tiranía bajo Trujillo, fueron reuniéndoscen los países dela zona del caribe, esperando una oportunidad para enfrentar de nuevo al gobierno oprobioso de República Dominicana.

Merced a la unidad que pudo forjarse entre los dirigentes políticos dominicanos en el exilio y a la solidaridad de algunos gobiernos del área, se inició en 1947 la organización de una expedición militar para derrocar al régimen de Trujillo. Fue posible utilizar a Cuba como sede para la organización y reclutamiento de los participantes y más de un millar de latinoamericanos que se dieron cita allí. Los entrenamientos para la lucha armada contra el tirano se llevaban a cabo; el optimismo reinaba entre los antitrujillistas, quienes superaban contradicciones políticas y penurias físicas por el deseo ferviente de derrocar al régimen que azotaba República Dominicana. Pero Trujillo no se cruzaba de brazos; tan pronto como se enteró de los primeros preparativos de los futuros ex- pedicionarios, empezó a fortalecerse militarmente. Manipulaba además los mecanismos políticos internacionales que le permitieran impedir la puesta en marcha de la expedición. Eran los tiempos de la "guerra fría", de la histeria antidemocrática que sirvió de excusa para la implantación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). El ominoso TIAR que sólo ha servido para sujetar a los gobiernos latinoamericanos al carro de la guerra del capital monopolista de Estados Unidos. Eran también los tiempos de la fundación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), mecanismo fundamental de los gobernantes norteamericanos para las intervenciones clandestinas en los asuntos de otros Estados y para la guerra secreta contra los paises socialistas.

Con la colaboración e influencia del gobierno norteamericano y merced al soborno de los principales dirigentes políticos y militares del gobierno cubano de Ramón Grau San Martín, los expedicionarios antitrujillistas fueron conducidos a un cayo aislado al Norte de Camaguey para ser "entrenados". Posteriormente serían conminados a deponer las armas bajo la amenaza del Ejército y la Marina cubanos. Con el encarcelamiento de los participantes en la frustrada expedición terminó lo que se conoció como "Cayo Confites". Un bien intencionado esfuerzo que adoleció de falta de independencia en las decisiones fundamentales para su desarrollo. Dependieron del corrupto gobierno de Grau y fueron neutralizados cuando lo consideró conveniente "el Norte revuelto y brutal", el cual defendía sin reservas al líder anticomunista y defensor de la democracia occidental y el panamericanismo: Rafael Trujillo.

El hecho de que "Cayo Confites" fuera organizado lejos del territorio dominicano y nunca llegara a sus costas podría llevar a pensar que no ejerció influencia alguna sobre la situación política nacional. Más, en realidad, la frustrada expedición constituyó una presión enorme sobre la tiranía; Trujillo se vió obligado entonces a modificar sus planes estratégicos bajo la influencia de sus opositores. En aquel absolutismo eso era algo inconcebible; que "El Jefe" se adecuara a la voluntad de otros. La economía dominicana tuvo que ser reorientada para realizar grandes compras de equipo y material bélico; el aparato represivo del régimen tuvo que dedicarse a combatir las esperanzas que había dejado sembradas aquel intento. La ofensiva permanente mantenida por el tirano durante más de de tres lustros se convertía repentinarnente en defensiva. A partir de Cayo Confites se gesto un nuevo intento antitruililista que se organizaría entonces en Guatemala. Allí, en 1949, varias decenas de hombres se prepararon y equiparon para desembarcar en República Dominicana e iniciar otra etapa de lucha contra el tirano. Las experiencias anteriores trataban de aprovecharse; los asun- tos militares de esta nueva expedición se manejaban con mayor rigor y secreto que en Cayo Confites. A pesar de que Trujillo logró penetrar la organización patriótica con un espía, el secreto de la operación final pudo mantenerse.

Aquel valeroso intento se vio afectado sensiblemente al momento de la partida por las deserciones de des de los pilotos con sus respectivos aviones; luego, dos de los grupos de expedicionarios fueron apresados en México por las autoridades de ese país cuando se dirigían a combatir a República Dominicana. La fuerza de combate planeada se vio disminuída en un 80% y sólo llegaron doce hombres a tierra quisqueyana el 19 de junio de 1949. 1 nfortunios y desaciertos pr edominar on en el ambiente del desembarco por Luperán y los expedicionarios fueron neutralizados por las Fuerzas Armadas trujillistas en un par de días.

Para ese intento se había logrado crear un Frente Interno que coordinaría las acciones de los expedicionarios con las de los antitrujillistas que se encontraban residiendo en el país.

La mera existencia del Frente Interno evidenciaba cómo había crecido el movimiento antitrujillista dentro del país y el progreso logrado en materia organizativa por los opositores al régimen. Desgraciadamente, la organización interna no pudo sobrevivir a las embestidas de la tiranía luego del desembarco, víctima de la delación y la traición. A partir del desembarco por Luperón en junio de 1949 se produjo una pausa aparente en los enf rentamientos contra el régimen; la gran pausa se extendería por diez años.

Esos diez años de reflujo en las acciones de los antitrujillistas le permitieron al tirano consolidarse. La bonanza económica le permitió a Trujillo emprender operaciones punitivas contra sus opositores más destacados en el exterior. Así, ordenó " asesinatos de Mauricio Báez, Jesús de Galíndez, "Pipí" Hernández y Andrés Requena, entre otros, y mantuvo una amenaza constante contra las organizaciones de exillados contrarios a su régimen.

Más, el primero de enero de 1959ocurrió un hecho que vino a modificar los patrones de lucha del continente americano. La victoria del Ejército Rebelde en Cuba, hecho que impulsó el desarrollo de la Revolución Cubana, hizo trizas los esquemas hasta entonces sostenidos sobre la liberación de los pueblos latinoamericanos. Se alteraba el equilibrio objetivo.y subjetivo de la política continental ante la increíble victoria de los barbudos guerrilleros.

La victoria popular cubana hizo posible que desde ese te- rritorio liberadose organizara otra expedición contratrujillo. Lograda la unidad de la mayoría de las fuerzas políticas en el exilio y bajo la jefatura del dominicano Enrique Jiménez Moya zarpó por aire y mar una invasión de más de doscientos latinoamericanos, dispuestos a modificar el estado de cosas en República Dominicana.

En esa oportunidad, tanto por el número de hombres involucrados, como por la experiencia combativo con que contaban algunos de sus componentes se preveía un verdadero enfrentamiento militar entre patriotas y trujillistas. La vulnerabilidad de las Fuerzas Armadas trujillistas, demostrada por los expedicionarios, provocó nuevas esperanzas entre los dominicanos deseosos de derrocar la tiranía. Los enfrentamientos militares también despertaron temores entre los seguidores del régimen, quienes vieron en aquellos combates una imagen clara de lo precario del futuro inmediato del "eterno" Trujillo. Las abundantes bajas de parte del ejército regular que defendía a la tiranía eran una medida concreta de esa preocupación.

A pesar del aplastamiento militar de la expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo, en junio de 1959, dentro del pueblo dominicano se desataron fuerzas hastas entonces escondidas o disimuladas, premonitorias de la caída del régimen.

Con esa jornada heroica se cerraba una etapa de lucha liberadora del pueblo dominicano, la cual se había caracterizado hasta entonces por las acciones organizadas desde fuera del país, sin gran participación de quienes se encontraban en el territorio nacional.

Se abría otra etapa; novedosa, popular, acelerada y sobre bases más firmes. En lo futuro el pueblo tendría mayor y más activa participación, relegando la influencia de los exilados a un plano secundario.

MAYOR GENERAL RAMIRO MATOS GONZALEZ

VICE ALMIRANTE RAMON EMILIO JIMNEZ HIJO (MILO)

MAYOR GENERAL ENIQUE PEREZ Y PEREZ

Los nuevos vientos de transformación social que soplaban en América Latina batían con inusitada violencia contra Trujillo y sus tradicionales patrocinadores, los gobernantes norteamericanos.

Al mismo tiempo la situación particular de¡ tirano se hacía más difícil porque, con su actitud prepotente y obstinada, estorbaba los planes imperiales para derrocar el poder surgiente en Cuba.

Trujillo fue víctima de sus propios patrocinadores; víctima también de una acomodaticio y oportunista política "contra todas las dictaduras". Repentinamente, el gobierno de Estados Unidos se convertía en paladín de la lucha antidictatorial, repudiando formalmente tanto a las "dictaduras de derecha" como a la "dictadura de izquierda" de Cuba.

Simulaban medir con la misma vara a sus creaciones, corno Somoza, Strocssner, Pérez Jiménez y Batista, y a los que habían surgido a pesar de la oposición de Estados Unidos. Lejos estaban los grupos norteamericanos de querer liberar a los pueblos de la explotación de sus capitales. Evidentemente, sólo perseguían frustrar el intento revolucionario de los cu- banos, el cual podía convertirse en arquetipo para el resto del continente.

En este criterio se apoyó el plan norteamericano de eliminación física de Trujillo. Esta acción debia garantizar la continuidad del régimen y la permanencia de las estructuras económicas y sociales; modificar un poco las cosas para que sigan iguales.

Trujillo fue eliminado con la eficiente colaboración y pa- trocinio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos el 30 de mayo de 1961. Para garantizar el secreto de la operación los participantes directos en ella fueron abandonados a lo triste de su muerte. La persecución más despiadada fue desatada por el hijo del tirano contra todo aquel que pudiera haber estado relacionado con quienes ejecutaron el plan de la CIA.

Pero, la "continuidad" en la situación dominicana no fue nada fácil, en contraposición con lo estimado por el presidente norteamericano Kennedy y sus asesores. El "dócil" pueblo dominicano empezó a despertar definitivamente de su letargo y a conocer de las cosas que le estuvieron vedadas durante más de tres décadas. Bellas y heróicas gestas populares empezaron a realizarse en medio de un general sentimiento de unidad contra los remanentes de la tiranía que trabaja de sobrevivir.

El fiel discípulo de Trujillo, Joaquín Balaguer, trataba de evitar que la nave despótico zozobrara, forjando un trujillismo sin Trujillo.

La juventud dominicana empezaba a transitar caminos hasta entonces desconocidos. Labraba su propia historia a golpes de heroísmo, empapada en su propia sangre. La historia se forjaba por días, por horas, por minutos y se avanzaba impetuosamente para colocar a todo un pueblo de acuerdocon el momento que vivía la humanidad.

Las inagotables energías del pueblo fueron orientadas hacia una campaña electoral que culminaría en diciembre de 1962. Los candidatos del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) alcanzarían la presidencia de la República y la mayoría en las Cámaras legislativas. Las tímidas medidas del gobierno perredeísta, a la usanza democrático-representativa de los años de la postguerra, provocaron la ira de los tradicionalmente beneficiados por el absolutismo de Trujillo. Los partidarios del truililismo sin Trujillo consumaron un golpe de Estado apenas siete meses después de la toma de posesión del gobierno. Pretendían retornar al período del enriquecimiento instantáneo y el entreguismo ilimitado hacia los capitales norteamericanos, auspiciado por el Consejo de Estado.

El derrocamiento del gobierno perredeísta fue una fuente de frustraciones para el pueblo dominicano, el cual creía haber llegado a la democracia y a la libertad con las elecciones. Quienes fueron despojados de la representación en el gobierno se replegaron sin cuestionar seriamente a los usurpadores. Lo más ardiente y valeroso de la juventud dominicana, representada dignamente por la "Agrupación Política 14 de Junio", asumió las responsabilidades de enfrentar a los militares golpistas y su fachada civil, el Triunvirato. Las movilizaciones en las ciudades, primero,y la insurrección armada en las montañas, después, fueron neutralizadas violentamente. En la loma de las Manaclas perdió la vida uno de los más grandes de su época: el Dr. Manuel Tavarez Justo, principal dirigente de la "14 de Junio".

El sacrificio"catorcista" prendió en el pueblo como el de la Raza Inmortal del 1959 y, como aquél, empezó a generar acon- tecimientos cada día mayores.

A pesar de la pasividad con que algunos sectores políticos querían combatir al Triunvirato, jóvenes civiles y militares se dieron a la tarea de organizar un movimiento para derrocar a los usurpadores. Su obj etivo fundamental sería el de restituir en el gobierno a quienes correspondía de acuerdo con los resultados de las elecciones de diciembre de 1962. Sectores obreros y estudiantiles se movilizaron activamente durante el año de 1964. se generaron acciones huelguisticas contra el gobierno "de facto", las que constituyeron verdaderos ensayos de enfrentamientos futuros. El pueblo se entrenaba en aquellas huelgas y cada una engrosaba nuevos v más decididos hombres a la lucha por la "constitucionalidad sn elecciones". La culminación de ese esfuerzo popular tuvo ,lugar el 24 de abril de 1965.

La explosión popular que provocara el derrocamiento del Triunvirato cobró fuerzas no previstas por los sectores envueltos en la conspiración o víctimas de ella. Surgió en las calles de Santo Domingo una interacción entre militares patriotas y pueblo que demostró una vez más cómo el hacer partido con el pueblo ofrece victorias y transforma conciencias.

El pueblo dominicano no conocía sus propias fuerzas y, al encontrarse consigo mismo, ignoró por completo las agresiones cometidas en su contra por los militares de San Isidro, para seguir combatiendo.

El papel glorioso y decisivo en aquella gesta herólea fue el desempeñado por uno de los grandes hijos de la patria dominicana: el coronel Francisco Caamaño. Este se elevó por encima de su pasado y de su extracción social para ponerse a la cabeza de las fuerzas populares, hasta llevarlas a escribir una de las páginas más brillantes de la historia nacional. Formado en los recintos cuartelarios dominicanos y de Estados Unidos, Caamaño tomó oportunamente las armas donde lás dejaron Enrique Jiménez Moya y ManoloTavárez Justo, cumpliendo con creces los ideales de esos ilustres patriotas.

La aplastante derrota del aparato militar tradicional fue la señal esperada por los gobernantes norteamericanos para ordenar la tercera invasión militar de esa nación contra el territorio dominicanoen lo que va del siglo.

La lucha armada contra los militares golpistas y el Triunvirato hizo su aparición como expresión directa de la lucha política y económica desarrollada desde el golpe de Estadode 1963. De ahí que la violencia popular se conectara íntimamente con el desarrollo de la lucha social en todo el país, se afirmara y obtuviera la victoria contra el ejército regular. La masiva invasión militar norteamericana impidió que se lograran los objetivos planteados por el movimiento constitucionalista.

Pero lo que no pudo evitar la flagrante violación a la soberanía nacional fue que el pueblo tomara conciencia sobre quiénes son sus verdaderos enemigos y alcanzara una elevada madurez política.

La "Guerra de Abril" trazó una clara demarcatoria entre aliados y adversarios de la emancipación dominicana. Evidenció a las fuerzas motrices de la liberación y a las fuerzas enemigas de la liberación.

El ‘Black Jack’ se ahoga

REDACCIÓN DIARIO@DIARIO

Al terminar las hostilidades abiertas entre el pueblo dominicano y los agresores norteamericanos, el coronel Francisco Caamaño comprendió el papel que le corresponda desempeñar en el futuro político de República Dominicana. Se dedicó a capacitarse políticamente, al mismo tiempo que buscaba una explicación científica a los acontecimientos dominicanos para poder influir adecuadamente sobre éstos. Vio un ejemplo luminoso en la Revolución Cubana y un instrumento formidable en el materialismo histórico; esto debía nutrirlo para emprender la tarea que había comenzado junto al pueblo en medio de los combates del puente Duarte y en cada enfrentamiento contra el invasor extranjero.

La gran experiencia de Caamaño había sido la "Guerra de Abril" donde un vasto frente popular logró unir y consolidar fuerzas que frenaron el poderoso avance de las tropas invasoras norteamericanas.

De ahí que los primeros esfuerzos políticos fueran dirigidos a la formación de un Frente Patriótico donde las fuerzas políticas que tuvieron participación destacada en la lucha de 1965 estuvieran representadas. Caamaño fracasó en sus intentos para formar desde el exterior el Frente Patriótico. Su falta de experiencia política partidaria y una honestidad personal extrema, lo ponían en gran desventaja ante quienes habían hecho una profesión del doble juego de palabras y la evasión de responsabilidad ante el peligro. El Héroe de Abril aumentaba su inconformidad a medida que iba comprendiendo que no todos los dirigentes políticos dominicanos tenían por el pueblo el mismo interés que reflejaban en sus palabras.

Lo que era para Caamaño era una cuestión inmediata a fines de los ´60 por el auge de masas y el nivel de conciencia popular, resultaba ser para otrosuna cuestión aplazableque podía alterar las cómodas y seguras posiciones que ocupaban.Era acosado constantemente por algunos de sus "aliados" sobre lo adecuado de la pasividad, de la espera indefinida y del aprovechamiento de su prestigio para vivir una vida "tranquila". Tambien era hostigado constantemente por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, la cual mantenía sobre él una vigilancia estrecha.

Caamaño persistió en su intento de formar un Frente Pa- triótico en el cual participarían el Partido Revolucionario Dominicano, el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, el Partido Comunista Dominicano y el Movimiento Popular Dominicano.

El Partido Revolucionario Dominicano, aunque víctima política principal de las elecciones bajo la supervisión de las bayonetas yanquis, se recluía conforme en su representación congresional.

El equipo dirigente dt PRD era liberal, en el sentido genérico de la palabra, pero anticomunista; era demócrata, pero burgués y no estaba dispuesto a ayudar a mover el mecanismo de una revolución nacional liberadora porque de seguro ésta llevarla en uno de sus costados el gérmen del socialismo.

Caamaño, en su nueva modalidad de pensamiento quería ir mucho más lejos de lo que convenía entonces a los intereses de los dirigentes del Partido Revolucionario Do iminicano.

Los otros partidos relacionados con Caamaño, los tres de izquierda, fueron arrastrados por la vorágine confusionista de la Revolución Cultural China. Unos a favor y otros en contra, pero todos preferían discutir el problema de la "pureza del marxismo leninismo" a enfrentar seriamente la cuestión inaplazable de la soberanía nacional y el entronizamiento de la dictadura de Joaquín Balaguer.

¿A quién podría recriminarse entonces por desvincularse de las masas? ¿A quién propugnara por el aprovechamiento del auge patriótico del pueblo o quién prefiriera adoptar una actitud pasiva que permitiera la recuperación del aparato represivo destrozado por el pueblo en los combates de 1965?

Ignorar la situación favorable a los intereses populares que se vivió inmediatamente después de la Guerra de Abril es de ingenuos o de malvados. No era momento para permitir que los gobernantes norteamericanos reconstruyeran el destruido y desmoralizado aparato defensor de sus intereses económicos en República Dominicana, sino para hacer uso de las mejores fuerzas del pueblo para impedirlo y lograr los objetivos buscados por el movimiento constitucionalista.

Caamaño no se amilanó por no haber logrado la unidad buscada en esos momentos. Su deber patriótico era seguir adelante en el duro bregar de la lucha emancipadora, a pesar de los inconvenientes del exilio, el distanciamiento de su pueblo y el hostigamiento constante de la inteligencia norteamericana. Caamaño sabía que el éxito relativo de la Guerra de Abril había estado en la conjunción de fuerzas políticas y militares. Más, ante la ausencia de la fuerza política consideró que un elevado nivel militar podría compensar la falta de aquélla. Ante la imposibilidad de avanzar por el camino del Frente Patriótico, de la organización política, se movería por "el ejemplo". La acción directa trataría de rescatar la ausencia de la organización. Dado lo desfavorable de la situación revolucionaria en el país y la falta de concurso de los partidos políticos, se hacían necesarios los actos ejemplares. Muy a pesar suyo, Caamaño tendría que desempeñar otro papel preeminente, para sustituir la falta de decisión y madurez de sus supuestos aliados.

El héroe de Abril trató de organizar una fuerza militar que impidiera que el pueblo dominicano continuara siendo víctima de la mayor represión y entreguisrno que haya sufrido la nación desde su fundación. Ni Santana ni Trujillo pusieron en manos extranjeras las riquezas naturales como lo hizo el gobierno de Joaquin Balaguer. Nadie como Balaguer pudo oprimir tan asidua y cruelmente, ejerciendo la violencia física y la violencia económica en forma constante. Aplicó, bajo el asesoramiento y dirección de la Oficina de Seguridad Pública de la Agencia Internacional para el Desarrollo (AID), la guerra preventiva con "los incontrolables" y "La Banda" como instrumentos visibles. Bajo el mismopatrocinio entregó gran parte de las riquezas naturales y financieras del país a la Nebraska, la G&W, la Falconbr idge, la Rosario, etc...

Iniciar una guerra revolucionaria no depende fundamentalmente de la voluntad de las organizaciones de vanguardia ni de sus líderes. Es la violencia dominante la que acosa al patriota, al revolucionario hasta no dejarle otra alternativa que la rebelión armada. Tiene que optar entre dejarse matar o defenderse; entre venderse al enemigo o luchar; entre humillarse o ser digno.

Caamaño comprendía plenamente el alcance de su decisión de continuar luchando; la gravedad de ella exigia que se analizara sin frivolidades y sin falsos rneilanismos. La guerra contra el régimen imperante prometía ser muy larga para que se decidiera a través de un entusiasmo breve y espontáneo. L a guerra defensiva que se vislumbraba modificaría por com- pleto tanto la vida de todos los que en ella participaran como el pueblo que se representaba.

PLAYA CARACOLES,PROVINCIA AZUA,REPUBLICA DOMINICANA

DEDICADA A: DOÑA MELBA SEGURA DE GRULLON.

Fue en el sector más decidido del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, encabezado por Amaury Germán, donde Caarnaño encontró el tipo de apoyo para desarrollar sus planes.

Un movimiento urbano encabezado por Amaury y uno rural por Caamaño comprenderían el núcleo central del motor que debía acelerar la rebeldía dominicana contra la dictadura de Balaguer. La persecución implacable contra todo aquel vinculado a Caamaño hacía materialmente imposible el entrenamiento de la fuerza militar necesaria en territorio dominicano. Además, debía ser el propio jefe quien la preparara y organizara de acuerdo con los conceptos elaborados por él. Se procedió entonces a entrenar fuera del país a jóvenes patriotas, escogidos de las organizaciones que participaron en la Guerra de Abril y que habían mantenido relaciones con Caamaño. Se obviaba así la represión del enemigo durante el entrenamiento, pero al mismo tiempo se introducían inadvertidamente elementos disociadores. El aislamiento del pueblo que informa, que estimula y sostiene al revolucionario es inevitable cuando se está fuera de la patria. La vinculación a la patria tenía que ser mantenida con un intenso trabajo político. Influía negativamente también el hecho de que algunos de los elementos reclutados carecieran de motivaciones ideológicas profundas. Esto constittíta una bomba de tiempo cuyo detonante se activaría en función del desarrollo de la preparación.

Era tal nuestro entusiasmo que llegamos a concebir la organización como algo estable indefinidamente y no como un proceso. Vetamos la unidad como un principio adquirido en tor no a la figura de nuestro jef e y no como el resultado de un trabajo prolongado. Idealizábamos la organización y la unidad. Pretendíamos alcanzar la homogeneidad ideológica y la cohesión política sin pagar un alto precio en discusiones y divisiones, subestimando en alguna medida la ley universal de la contradicción y la de la unidad de los contrarios. El cordón umbilical que mantenía el flujo de ideas y decisiones entre nuestros grupos urbano y rural, vale decir, entre Amaury y Caamaño, fue siempre precario y deficiente y hacia ese punto débil concentró el enemigo sus mejores esfuerzos.

Las comunicaciones se vieron interrumpidas definitivamente en 1971, dando origen a las inconformidades dentro de la or- ganización; no se le encontraba una explicación satisfactoria a la reiterada demora en la partida hacia el país. El detonador lo constituiría entonces ese fracaso transitorio, o una frus- tración, o una rivalidad personal, o simplemente la envidia.

La subversión contra el movimiento organizado por Caa- maño vino desde dentro, los criterios sostenidos por él fueron tergiversados y una campaña de descrédito fue desarrollada contra nuestrojefe. A esto contribuyó la integración en forma vertical que le dimos a la organización, donde el centralismo predominaba sobre la democracia. La ausencia de mecanismos organizativos que permitieran, en determinados momentos, la discusión amplia y abierta, fue aprovechada por los conspiradores para difundir mentiras e infundios contra nuestro dirigente.

La muerte en combate de Amaury Germán el 12 de enero de 1972 dio nuevas armas a la insidia, se recrudeció la conspi- ración y la mentira prevaleció por encima de la confianza que merecía el coronel Caamaño.

La centralización organizativa, tan necesaria en tiempos de represión intensa, mostró ser inadecuada en la etapa de preparación. Las ideas y opiniones no circulaban rápidamente y los sentimientos de los combatientes no eran oportunamente recogidos por la Dirección. La disposición anímica de los hombres no era detectada por el mando en sus momentos de mayor variación. La línea política original se mantuvo sin tomar en cuenta las modificaciones de las condiciones, producto de que no era el resultado de un intercambio entre la base y la Dirección. La desintegración era cuestión de tiempo.

La caída de Amaury en combate, rudo golpe para todo el movimiento revolucionario dominicano, desarticuló prácticamente toda la organización. Aquel momento fue aprovechado por los oportunistas para encabezar una deserción masiva a la que arrastraron a muchos hombres de gran calidad, pero en ese momento confundidos. La calidad revolucionaria de Arnaury, su capacidad organizativa, su valor político, se lucieron más evidentes para la organización cuando éste faltó.

La estampida provocada por el oportunismo, aunque depuradora en calidad, reducía notablemente la cantidad. La armonía entre cantidad y calidad, imprescindible para cualquier tarea, se desbalanceaba, dejando al coronel Caamaño prácticamente solo en el exterior.

Si de algo se puede culpar a Caamaño es de haber confiado en determinados hombres no calificados ni política ni ideológicamente; elementos desclasados que habían ascendido dentro de los rangos de la organización, ocultando sus vicios y depravaciones, gracias al manto de la compartimentación exigida. Caamaño prefirió ignorar determinadas actitudes y rumores o dejar su solución para el día siguiente, con la esperanza de que el problema en cuestión desapareciera mientras tanto. Subestimó el tipo de mal que aquejaba a la organización y cuando quiso tomar medidas era tarde; el daño ya estaba hecho. Se alegó que la inactividad era la que había provocado la disgregación, pero no fue así. La ausencia de una verdadera cohesión política e ideológica, indispensable en una organización de cuadros, en un grupo de vanguardia, fue la que paralizó y casi destruyó lo organizado por Caamaño.

La falta de educación política de los combatientes no se hace sentir cuando todo sale bien; la euforia colectiva de las acciones victoriosas la esconde de nuestros ojos. Más, cuando el enemigo golpea rudamente, cuando los fracasos se suceden, entonces se empieza a inquirir por qué y para quién se lucha.

La organización, aparentemente unida en forma monolítica, comprende de repente que se ha estado de acuerdo mucho tiempo porque nadie ha discutido verdaderamente las cuestiones fundamentales.

La historia nos enseña que ninguna organización revolucionaria ha escapado a estas situaciones; a este tipo de de- rrotas. Es más, el movimiento revolucionario no triunfaría definitivamentesinopasarapor estetipodeexperienciasdon- deseforjanlasorganizacionesdelfuturo. A los que vivimos ese y otros momentos difíciles bajo el mando de Caamaño nos recordaba situaciones semejantes vividas por él y las decisiones tomadas en cada caso. Cuando conoció del desembarco militar yanqui en 1965 había tenido sólo dos alternativas: combatir o claudicar. Dio entonces la orden de disparar contraí los invasores norteamericanos, interpretando el sentir de un pueblo, y dirigió una de las más grandes gestas del pueblo dominicano.

Ese momento qtre vivíamos en 1972 era también de grandes decisiones y él supo tomarlas.

Continuaríamos nuestro adiestramiento militar y aceleraríamos los preparativos, teniendo en cuenta que enfren- taríamos la maquinaria represiva halaguerista con un número menor de hombres. Tampoco contábamos con el vínculo orgánico de los Comandos de la Resistencia que permitiera reconstruir lo que levantara Amaury, pero aún así persistiríamos y trataríamos de restablecerlo. Tendríamos que tomar muy en cuenta las características de la dominación de los gobernantes norteamericanos sobre República Do- minicana a través de Balaguer.

En nuestro país el esquema de participación militar de Estados Unidos se había tenido que invertir completamente en relación con la aplicada en otros países, debido fundamentalmente al levantamiento popular de 1965. En nuestro país el gobierno de Estados Unidos se vio obligado, para ser coherente con su política imperialista, a desembarcar un ejército ex- pedicionario y a asumir todas las responsabilidades relacionadas con el conflicto. Tuvo que iniciar su acción militar por el último paso, por la guerra limitada.

Luego pasaron a la guerra especial contra el pueblo dominicano con la participación de consejeros militares en la práctica represiva y la supervisión directa de las operaciones.

Coincidiendo con una y otra aplicaron a partir de 1966 la guerra preventiva en la que predominaba la instrucción técnica del personal militar y policial, el asesinato selectivo y el espionaje y penetración de los grupos revolucionarios.

Para 1972, ya estaba vigente la "doctrina Nixon", la cual se aplicaba al pie de la letra en República Dominicana. Ante el descrédito provocado por la invasión de las tropas expedicionarias norteamericanas en 1965 era preciso que se desarrollaran estrategias alternativas que no implicaran la participación directa de soldados de Estados Unidos. Lo que se lúzo fue reforzar la capacidad militar de las Fuerzas Armadas dominicanas para que, por su cuenta, resolvieran los pro- blemas iniciales de cualquier insurrección.

Caamaño decidió acelerar los preparativos para una infil- tración marítima en el país con los ocho hombres con que contaba incondicionalmente y el avance inmediato del grupo hacia las montañas. Comprendía que la supervivencia de un grupo tan pequeño estaba en función directa con su capacidad para movilizar a más personas; que ese grupo de vanguardia podría sobrevivir sólo si se negaba a sí mismo como tal y se ampliaba en número. Sabía que en esa operación el factor tiempo sería fundamental; se desarrollaría una carrera entre nuestra capacidad insurrecional y la capacidad de represión del gobierno de Balaguer. Evidentemente los intereses entre nosotros y las Fuerzas Armadas que apoyaban a Balaguer serían inversos; nosotros evitaríamos la campaña de decisión rápida que trataría de imponernos; mientras, lucharíamos por convertir el hecho militar de la guerrilla en un hecho político que alcanzara todo el país.

Nuestros planes comprendían, primero, el conocimiento físico y directo de una amplia zona montañosa donde pu- diéramos desarrollar encuentros esporádicos a nuestra con- venciencia. Contábamos con que nuestra permanencia prolongada en las montañas nos permitiría lograr el apoyo que necesitábamos para subsistir en la etapa inicial. De la supervivencia precaria pasaríamos a la estabilización y arraigo en una zona determinada de las montañas.

Un representante directo de Caamaño y varios colabora- dores, sin conocimiento unos de la existencia de los otros, llegarían al país antes que nosotros con la tarea de organizar y alertar a los posibles aliados y amigos. Serían el soporte fun- damental de los primeros momentos; de los más difíciles.

Así se origina lo que nuestro pueblo ha dado en llamar: Playa Caracoles". Sus antecedentes están en las huelgas azucareras de 1946, en las manifestaciones del Partido Socialista Popular y de Juventud Democrática, pasando por Cayo Confites, Luperón y Constanza, y renovándose en Manaclas, Abril y el 12 de enero. Nutridos, con el ejemplo de aquellos héroes y mártires que, a pesar de los reveses momentáneos siempre supieron convertirlos en victorias del pueblo por las inquietudes que despertaron y las conciencias que formaron. Estimulados por la combatividad histórica de nuestro pueblo y su deseo de modificar la situación de opresión en que vivía el país; así desembarcamos.

Reitero que mi relato trata de ser lo más detallado posible dentro de los límites que me impone el mantenimiento de la seguridad de personas y organizaciones que colaboraron entonces con nosotros. Seré veraz, pero esto no quiere decir que denunciaré a quienes, por fervor patriótico o admiración al coronel Francisco Caamaño, se expusieron con el sencillo actuar del pueblo ó con formas decisivas de apoyo. Ellos pueden y deben tener una nueva oportunidad en el futuro próximo a participar en las nuevas jornadas de lucha, por la liberación definitiva del pueblo dominicano. No tengo derecho alguno a troncharles esa oportunidad por la simple figuración de un nombre en este trabajo. A ellos vaya mi reconocimiento y respeto.

En el relato usaré los nombres de guerra de cada uno de los compañeros que participaron en "Playa Caracoles"; con esos nombres fue que conocí a la mayoría de ellos. A los que conocia con anterioridad aprendí a llamarlos con sus nuevas designaciones porque se habían convertido en otros hombres, políticamente más avanzados y enteramente dedicados al constante bregar por la emancipación dominicana. Difícil- mente podría voiver a llamar Caamaño o Lalane a quienes se elevaron por encima de sus personalidades originales hasta convertirseenRomán y Eugenio. Usando su seudónimos creo actuar acorde con los sentimientos de compañerismo y her- mandad que nos unieron durante varios años en que convi- vimos y compartimos todas las penurias de la lucha política y las satisfacciones del deber cumplido.

No es mi intención lamentar la muerte de mis compañeros caídos en el cumplimiento de su misión patriótica.Estoy con- vencido de que nuestra tarea fundamental es la de continuar sus esfuerzos para completar lo que juntos tratamos de lograr. Trataré de comunicar nuestras experiencias para que de ellas se nutran los jóvenes que constituirán el relevo del militar Román, del estudiante Eugenio, del maestro Juan, del cam- pesino Braulio, del marinero Armando, del deportista lsmael y de los que, como ellos, han caído a través de la historia en el camino hacia la liberación definitiva.

Es mi deseo que este humilde aporte sirva también en algo para los latinoamericanos que coinciden con nuestro ideal de liberación. Ellos padecen, al igual que nosotros, al mismo enemigo fundamental: el capital monopolista norteamericano. Ese capital internacional que se deja sentir entre nosotros en sus d diferentes facetas de aparato policial, militar, diplomático o cultura¡; todos como expresión del modelo de dominación que nos quieren imponer para esquilmarnos impunente.

El mundo vive actualmente, en la antesala de la década de los años '80, una etapa de convulsiones que van en detrimento del poder imperial de Estados Unidos.

En el mundo capitalista se vislumbra una transferencia del liderazgo desde América hacia Europa y Japón; el desplome del dólar no es más que una expresión material del lúgubre y cercano futuro que le espera al "american way of life".

Los países socialistas, a pesar de los intentos de camarillas de poder, avanzan indeteniblemente mostrando las bondades de un sistema social donde no existe la explotación ni la opresión contra los trabajadores.

El movimiento de los países no alineados se refuerza en sus posiciones y se convierte en reserva lógica de la liberación de los pueblos oprimidos.

Ante el desarrollo de tantas situaciones favorables a los pueblos no podemos menos que alegrarnos porque el momento de la liberación definitiva se acerca. Con el optismimo de esa proximidad reafirmamos nuestra convicción de que todo hombre caído en el camino hacia la liberación es un árbol que dará sombra y abrigo a las generaciones revolucionarias del futuro.

Habrá Patria.