Karl Polanyi |
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Papel de la moneda |
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Gradualmente los burgueses fueron tomando
el poder en diversas naciones. Arrojaban las semillas para el
capitalismo y no les importaba el desarraigo, el hambre y la degradación
que sufrían millones de personas. Las ganancias parecían justificarlo
todo. Los capitalistas condenaban los subsidios y otras limosnas. De
hecho, una nueva idea de la pobreza tomó forma: el hambriento trabaja
mejor y una vez que sacia su hambre se vuelve perezoso. De aquí que las
naciones que confiaban en el progreso impusieran leyes que prohibían
pagar demasiado a los obreros. Para el funcionamiento de este nuevo sistema de mercado estatal surgió la moneda nacional que pronto se convirtió en un factor de cohesión al interior de los Estados. De hecho “el sistema monetario era objetivamente la más vigorosa de las fuerzas económicas integradoras de la nación”. El nuevo dinero, también llamado por Polanyi “dinero-símbolo”, estaba controlado por las bancas centrales de cada nación y, ya desde el siglo XVII, se hablaba de su escasez. Muchas personas se habían vuelto dependientes de él para adquirir aún lo más elemental para sobrevivir. No obstante, el mercado se mantuvo controlado por factores no económicos hasta el siglo XIX, cuando los proteccionismos no resistieron más y la nueva organización productiva salió de sus fronteras. La pax británica se imponía más frecuentemente por el estirón oportuno a un hilo de la red monetaria internacional, que por las cañoneras. Un presupuesto sano y la estabilidad de las condiciones crediticias internas presuponían la estabilidad de las tasas de cambio; y esta permanencia sólo podría lograrse si el crédito interno era seguro y las finanzas estatales estaban en equilibrio. (...) La responsabilidad del banquero comprendía la salud de las finanzas internas y la estabilidad externa de la moneda. |
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