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La gesta de Rufina Alfaro

El inicio de la independencia panameña se sitúa en el 10 de noviembre de 1821 cuando en la villa de Los Santos se levantó la población contra el dominio español. Cuenta la tradición que al frente de esta revuelta por la libertad estuvo Rufina Alfaro, una joven del pueblo, que se convirtió en el símbolo de la independencia nacional.

Aunque se discute su existencia, forma parte ya de la memoria popular e incluso oficial del país y se ha erigido en la villa de Los Santos un monumento en su recuerdo. De hecho, en la conmemoraciones del día de la Independencia en el 2002, la presidenta del país, Mireya Moscoso, depositó una ofrenda floral ante el busto de la heroína, durante unos actos en los que participaba la banda de música Rufina Alfaro.

En su memoria existe también en la provincia de Panamá, distrito de San Miguelito, el Corregimiento Rufina Alfaro.

Algunos diccionarios biográficos panameños se aventuran incluso a detallar qué hizo y cómo era esta joven:

Rufina Alfaro, de unos 22 años fue quien ingenió la estrategia que se empleó en la destrucción de la fortaleza cuartelaria, único sostén del Gobierno Colonial Español. De unos ojos negros rasgados, cabellera del mismo color, trigueña, alta y delgada. Nació en Las Peñas, distrito de Los Santos. Se desconoce la fecha de su nacimiento, pero se sabe que vivía con sus padres, donde se dedicaban a la crianza de gallinas para la venta y a labores agrícolas. Sabía leer y escribir y ordinariamente vestía de basquiña. El pueblo quedaba a dos millas de distancia y ella trabajaba el comercio de huevos y verduras en el pueblo. Conquistaba la simpatía de los soldados españoles porque además de su hermosa presencia se distinguía por sus finos modales y alegre charla que le permitía su ingreso a los elegantes salones de la sociedad. Ella conocía el profundo resentimiento popular que existía contra la Corona lo que la convenció de que debía actuar rápidamente para apoyar la gesta independentista. Para esa época se iniciaron las persecuciones, se amordazó a la prensa y se amenazó a los istmeños que hablaban de libertad. Muchos se escondieron y otros guardaron silencio. El jefe del Cuartel, que creyó encontrar en Rufina su amor, le permitía la entrada al recinto para conversar, pero ella aprovechaba estos encuentros para obtener información. Ella sentía simpatía por el soldado, relata Horacio Moreno, en la Revista Lotería, sin embargo, ahogó sus sentimientos en busca de la libertad de su pueblo. Siguiendo instrucciones de los que preparaban la gesta, les advirtió que los soldados españoles estaban limpiando las armas y Rufina en vez de salir a vender como era su costumbre, se unió con los improvisados soldados de su pueblo, encabezando una marcha en la que gritaba "Viva la Libertad". Se tomaron el Cuartel con piedra y palos; las armas quedaron en manos del pueblo y al amanecer del día 10 de noviembre de 1821, ya habían conseguido la ansiada libertad, sin derramar ni una sola gota de sangre. (Fuente: El Panamá América. 10 de nov. de 1996.)

Hay quienes defienden que existió y quienes hablan de que fue producto de la imaginación popular. Incorporamos dos artículos periodísticos en uno y otro sentido. El debate ha llegado incluso al parlamento de este país, pero lo cierto es que forma parte ya de la historia de Panamá.