Jesús, Disculpame que golpee a la puerta de tu morada y la de los Ángeles,

pero sucede que hace tiempo ya,

se me piantó un pibe al que adoro sin pasaje de regreso.

Tal vez lo reconozcas.

Debe estar junto a Puccini tratando de

convencerlo de que retorne a escribir óperas o junto a Vicente Pádula

tratando de convencerlo de que retorne a Buenos

Aires, en la cubierta

de aquel barco que trataba de cambiar la "cuesta abajo"

de su cinematográfica existencia"

El muchacho de quién me refiero es Jay,

bueno, bohemio, ojos

nobles y sonrisa encendida.

Parecida a la tuya.

Una tragedia terminó con el recorrido vivífico de su joven vida

que era alegría de la mía.

Mientras el bronce que ríe observaba más

frío que nunca el sentido de la ausencia.

Si puedes, dele una mano al pibe. Debe estar

extrañando mucho esta

vida terrenal que lo elevó, en escaso tiempo,

a márgenes angelicales

insospechadas. Y sé que tu. algo de esto conoces.

Haz de cuenta que es tu hijo y que murió en tus brazos,

ingresando a la ígnea dimensión del eviterno

Olimpo para enaltecer la patética imagen

de lo indestructible.

Perdoname Jesús que te haya distraído de tu ensayo celestial.

Si lo ves a Jay, nuestro ángel adorado,

al igual que tú. sigue permaneciendo

latente en el espíritu de todos nosotros.

Angie Flores

Abril 15, 2006

RECORDANDO A NUESTRO JAY