Como una gacela
graciosamente herida,
camina con el incansable vaivén de una nuez
doncella ensimismada en el oxigeno,
hasta el atronamiento de las azaleas.
El secreto incipiente...
Dibuja el planisferio de su piel multiplicada
océanos, abismos, cúspides soleadas,
ciruelos florecido y jazmines.
Perfume de génesis...
Es el milagro nunca antes repetido
los estambres del pubis,
que esconden dulcemente celosos la caléndula
como una flor carnívora,
como un pétalo cautivo en libertad.
No existe azogue
mágico que augure
cadencia audible alguna,
solo un movimiento de crónicas desconocidas
para el hipocampo dorado...
que juega a descubrir su océano,
rasguñando un vientre de seda enternecido.
Certezas de génesis...
Hasta el atronamiento de las azaleas
espera con incansable paciencia ...
de lluvia madura
como una gacela...
graciosamente herida.