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CURA MÉDICA DE ALMAS ( C. M. A )
 I Encuentro Internacional de Análisis Existencial - Cartagena, 30-11-2.000
(Texto para fines exclusivos de Estudio. Círculos de Estudio Existencial CEE. Biblioteca Anthropos de
 Psicología Existencial & Psicoanálisis. Asociación Colombiana de Análisis Existencial ACDAE.)
 
Ancizar Restrepo Toro
Psicoterapeuta y Logoterapeuta
Universidad Pontificia Bolivariana
Medellín - Colombia
 

INTRODUCCIÓN

“Hay dias en que me levanto con una esperanza demencial, momentos en los que siento que las posibilidades de una vida humana están al alcance de nuestras manos” (E. Sábato, La resistencia).

Asumo la afirmación porque la he vivido y tiro adelante.  Creo que a mí, como a muchos de ustedes, en esta martirizada patria y en este mundo tan desbordado en asqueante violencia, nunca nos ha tocado gozar de un dia de paz y armonía humanas pero siempre hemos mantenido la esperanza contra toda esperanza.  Tal vez por mi origen campesino y por mi amor a la naturaleza siempre me he visto como un sembrador y siempre he leido mi vida a la luz de la palabra de Jesús : “Un dia salió un sembrador a sembrar”..... y siempre he definido la Psicología como una vocación para sembrar esperanzas pues qué más es la vida?, qué más es una vida sana como propósito de la psicología?

 Hoy llego a ustedes con una invitación : Detengamonos a pensar en la grandeza a la que todavía podemos aspirar si nos atrevemos a valorar la vida humana de otra manera, si nos atrevemos a mirar al hombre como algo más que un objeto de atención o estudio. Hoy vengo a decirles que todos nosotros, como agentes de salud, estamos comprometidos con la CURA MÉDICA DE ALMAS.

DESARROLLO

 “El supremo actuar del médico y su capacidad más sublime comienzan ahí donde la curabilidad del enfermo termina” (Klaisi) (1).   A la luz de esta máxima de Klaisi podemos iniciar diciendo que la temática de la “Cura médica de almas” apunta a señalar otra zona de aplicación de la Logoterapia, el acercamiento al hombre que sufre, al homo patiens pero no ya a su sufrimiento en si mismo sino a su humanidad.  Si la logoterapia, en su sentido más estricto, es la terapia indicada para las neurosis noógenas o en otros casos es complementaria de las psicoterapias, en el caso de la cura médica de almas ya no es intervención terapéutica sino, específicamente, ejercicio de la humanidad del terapeuta en contacto con la humanidad de su paciente. De hecho, “la psicoterapia es, sin poderlo evitar, y aunque no quiera darse cuenta de ello, siempre y de algún modo pastoral..... Con frecuencia tiene que desempeñar explícitamente funciones pastorales” (2)  En su pensamiento antropológico como terapeuta Frankl siempre tuvo como ideal el “Humanizar la psicoterapia, humanizar la relación terapeuta-paciente”. Frankl tuvo entre sus paradigmas de vida dos sabias directrices que en todo momento iluminaron su vivir y quehacer profesional : “Deseé ser médico y lo logré; busqué ser un buen médico y espero no haber defraudado a nadie; pero, finalmente, decidí permanecer hombre”; ....... y, “No soy psiquiatra para atender lo enfermo del hombre. Soy psiquiatra para atender lo humano del enfermo y lo espiritual del hombre”.

Desde su filosofía y antropología, Viktor Frankl nos conduce paulatinamente hasta el magnánimo colofón de su teoría, la cura médica de almas. Rescatando la espiritualidad del hombre para la psicología, nos presenta al hombre como un ser tridimensional; sin negar la realidad y validez de lo psicofísico se centra en la dimensión espiritual donde explícita el sentido de vida (S.V.), la voluntad de sentido (V.S.) y la libertad de voluntad (L.V.), elementos intrínsecos y fundamentales de la existencia humana; desde allí mismo, señala tres caminos para llegar al sentido de vida : Los valores de creación (el trabajo, la acción), los valores de experiencia (las experiencias vivenciales y el encuentro con el otro) y los valores de actitud (el sufrimiento); y, en éste último, explícita la triada trágica del dolor, la culpa y la muerte. En otras palabras, arranca diciendo que la vida del hombre tiene sentido y jamás lo pierde, ni siquiera cuando este pasa por la experiencia del sufrimiento. Viktor Frankl incorporando la espiritualidad a la terapéutica sienta las bases de la Logoterapia pero, yendo más allá, con la “Cura médica de almas” o “Pastoral médica” la cuestión que plantea es de si el médico (o el psicoterapeuta o el terapeuta en general) tiene el derecho o deber de dar un poco más (3).

En su expresa voluntad humanizadora, Frankl lo que pretende es no solo cuidar el ejercicio ético de las profesiones de la salud, vigilar sobre lo que no se debe hacer, es decir, lo antiético, inmoral o iatrogénico sino que apunta directa y abiertamente a estimular lo que se debe hacer : Urgir una terapia apropiada para las alteraciones que presenta la humanidad como patología del tiempo, bajo la forma de frustración existencial, vacío existencial o neurosis noógena; estimular el “proyecto de vida” que está expreso o latente en cada hombre; acompañar en el dolor por la cura médica de almas como “medicus humanus” para el “homo patiens”, es decir, como terapeuta capaz de ver en la enfermedad al hombre que sufre, que sabe que no está al lado de máquinas insensibles sino de seres humanos que sufren, gozan, sienten, creen, etc.; acompañar en el dolor recordando que la “lucha por el sentido”, la voluntad de sentido, no se detiene ni siquiera ante el sufrimiento (4).

DESCRIPCIÓN Y PRECISIONES SOBRE LA C.M.A.:

 Intentando precisar el contenido de la expresión “Pastoral médica” o “Cura médica de almas” habrá que decir que, así como no es una terapéutica más para almacenar en el arsenal de técnicas de intervención, tampoco habrá que confundirla con la “Cura de almas” , que corresponde al sacerdote. La cura médica de almas es más bien “una especie de apostolado que (el terapeuta) ha de ejercer a diario y en cada consulta y, entonces, es misión que cae de lleno dentro del oficio y práctica de la medicina”.  El médico o terapeuta se enfrenta dia a dia en sus consultas con esta auténtica oportunidad de pastoral laica profesional cuando le corresponde acompañar aquellos casos en los que ya no hay espacio para la curación o, tal vez, para el alivio y solo queda el recurso de “infundir consuelo”. El médico a diario es testigo de excepción del cambio de actitud a que está abocado el hombre en su búsqueda del sentido de vida; el médico presencia “desde la posibilidad, al alcance de toda existencia media, de dar un sentido a la vida mediante una actividad creadora, a la   necesidad de dar un sentido a la existencia mediante el sufrimiento, mediante la aceptación de un destino doloroso” (5).

Pero, antes de seguir adelante profundizando en la temática, vale la pena preguntarnos si la cura médica de almas se refiere sólo y exclusivamente al médico. Acerca del alcance de su propuesta, Frankl asevera que “ no solo el médico psiquiatra, sino todos los médicos, deben realizar una cura médica de almas siempre que tengan delante a un paciente que se ve enfrentado con un sufrimiento impuesto por el destino” (6). Tal como suena el texto, acá se abre el compás a todo médico pero, creo que, en una definición amplia del término, abarca a todo psicoterapeuta pues en el psiquiatra se deben encontrar, por ideal, el médico y el psicoterapeuta; y, aún más, creo que en el espíritu frankliano, el maestro se dirige a todo agente de salud. Y así lo entiendo a través de todo el texto.  Ahora, en cuanto a la puesta en acción de la cura médica de almas previene Frankl: “Con golpear cariñosamente al enfermo o decirle unas cuantas frases bien intencionadas de consuelo no se consigue nada. Lo importante es saber pronunciar la palabra adecuada en el momento adecuado. Esta palabra no tiene por qué responder, ni debe responder, a una hábil fraseología, ni degenerar en un debate filosófico de gran envergadura; pero sí debe saber llegar al alma del enfermo” (7).

Me parece que, en espíritu frankliano, la primera apreciación es categórica pero no necesariamente descalificadora; creo que existen ocasiones en las que ese gesto de cercanía humana o esa palabra alentadora pueden bastar para romper el esquema mecanicista que, a veces, parece apoderarse de la práctica terapéutica y que termina por establecer relaciones simplemente funcionales frustrando el encuentro humano paciente-terapeuta.

La segunda parte de la afirmación frankliana parece favorecer lo que acabo de presentar pues, más que a descalificar, apunta a resaltar la fuerza estimulativa y la direccionalidad del diálogo logoterapéutico para despertar la conciencia hacia el sentido de vida tal como aparece en el ejemplo que presenta en alguno de sus libros : “Un eminente jurista a quien fue necesario amputar una pierna para atajar un proceso de gangrena arterioesclerótica, rompió a llorar al dejar la cama por primera vez para dar los primeros pasos con una sola pierna. El médico, para ayudarle a vencer la crisis, le preguntó si aspiraba, de viejo, a convertirse en corredor, pues sólo así podía explicar su desesperación. La pregunta hizo que las lágrimas se cambiasen inmediatamente en una débil sonrisa.

Y es que paciente se había dado cuenta de un hecho tan simple como el de que el sentido de la vida, para el hombre, aunque fuese un corredor profesional, no consiste exclusivamente en poder desplazarse rápidamente de un sitio a otro, y de que la vida no es tan pobre en posibilidades de valor que pierda todo sentido y toda razón porque el cuerpo humano cuente con una extremidad menos” (8).

RAZÓN DE SER DE LA C. M. A.

Aunque son múltiples las razones que se podrían aducir para urgir a cada terapeuta el ejercicio de la cura médica de almas, en este texto sólo me referiré a aquellas que son más cercanas al pensamiento de Frankl cuando habla de ella.

 A. El médico en su ejercicio profesional se ve forzado, sin buscarlo, a ejercer esa pastoral médica.  En su labor profesional diaria ha de vérselas siempre con enfermos que sufren desde asuntos menos graves hasta los que deberán ser intervenidos quirúrgicamente, que sufrirán amputaciones graves, que presentan deformaciones físicas o padecen enfermedades incurables o un destino que no pueden cambiar (inevitable) y, entonces, encara el deber de crear en ellos la aptitud para el sufrimiento buscando despertar actitudes sanas ante la enfermedad (9).

B. Además, al médico de hoy le ha correspondido vivir la “emigración del hombre actual del sacerdote al médico” como fenómeno que no se puede ignorar y exigencia que no se puede rehusar.  Es muy frecuente encontrar hoy que los pacientes presenten al terapeuta sus problemas filosófico-existenciales, sus angustias personales o familiares, sus preocupaciones éticas y hasta de contenido moral. El enfermo habla, en estos casos, de su ser integral alertando, tal vez, a quien solo quisiera reducirlo a una sola dimensión o reclamando a quien corresponde más específicamente acompañarlo en estos casos a no descuidarlo, a darle más oportunidades para este encuentro humano, a estar más cercano.

C. La Logoterapia pretende que el hombre logre, no una vida exenta de tensiones (un equilibrio homeostático al más alto nivel) sino que :  ? Acepte las tensiones sanas mediante el ejercicio cotidiano de la energía espiritual (noodinámica ).  ? Acepte aquellas tensiones en las que está clara la conciencia de que existen alternativas de elección, por limitadas que estas sean.  ? Prevenga las tensiones nocivas frecuentemente creadas por huida o escape.  ? Enfrente la tensiones inevitables que le impone el pasado, donde nada se puede cambiar sino que solo cabe como actitud el dejarse arrastrar por lo que tiene de negativo o aprender las lecciones que ha dejado, o las impuestas por el sufrimiento inevitable (físico, psíquico o espiritual) donde solo se presentan como opciones la resignación o preguntarse “qué más puedo aún ?”.

CUÁNDO APLICAR LA C. M. A. ?

En su más estricto sentido   La cura médica de almas, en su sentido más exacto, no se aplica indiscriminadamente. Se hace necesaria sólo donde la psicoterapia, en sentido estricto, no es aplicable, o sea, cuando el paciente tiene que enfrentarse a tensiones inevitables, es el principio que plantea Frankl.  Existen casos en los que el terapeuta, desde su formación profesional, técnica y científica, ya no tiene algo que ofrecer a su paciente; ahora, el único puente que le queda con el paciente es su humanidad y está en la obligación de actuarla : “Si puedes curar, cura; si no puedes curar, alivia; y si no puedes aliviar, consuela”, es la indicación frankliana. Pensemos en los casos “terminales”, en los limitados por causa de la violencia y de la guerra, en quienes sufren necesarias amputaciones clínicas, en quienes se encuentran a las puertas de un quirófano, en quienes padecen limitaciones congénitas, en quienes enfrentan el dolor por la pérdida de un ser querido, en quienes son víctimas inermes de una catástrofe natural, etc. etc.

Hay casos para el terapeuta en los que ya no cabe aplicar farmacoterapia o psicoterapia; pero es allí, precisamente, donde la logoterapia ayuda todavía a abrir la puerta al sentido de vida, a la elevada realización humana del paciente.  Cuando ya no hay espacio para la farmacoterapia o la psicoterapia todavía queda un camino para abrir la puerta al sentido de vida, la Cura Médica de almas, porq ue propicia la modulación de la actitud facilitando superar el riesgo del rechazo o la negación para dar paso a asumir digna y valerosamente la situación de sufrimiento como oportunidad de crecimiento y desarrollo humanos.     En sentido más amplio  Si en su sentido más estricto la cura médica de almas busca acompañar al hombre que enfrenta tensiones inevitables y situaciones en las que el terapeuta ya no tiene nada que ofrecer en cuanto a la curación o alternativas de solución.

Considero que, en la intencionalidad Frankliana de humanización de la medicina y la psicoterapia, la cura médica de almas no es tan restrictiva y se alarga a toda intervención del agente de salud así no sea estrictamente terapéutica.  Toda relación terapeuta-paciente o consultante abre espacio para la cura médica de almas pero dolorosamente no todo terapeuta esta preparado para ella, no todo terapeuta tiene voluntad de ejercitarla. De nuevo es preciso recordar que la medicina, la psicología, las ciencias del hombre, antes que profesiones son vocaciones y vocaciones de humanidad.

CURA MÉDICA DE ALMAS Y RELIGIÓN

Ya en este punto vale ahora preguntarnos : Si Frankl aboga por la cooperación médico-sacerdote será que la cura médica de almas vale solo para el hombre que tiene presente y activo el sentido de lo religioso en su vida ? Esta urgencia vale cuando el hombre religioso es el médico o solo cuando lo es el paciente ? La respuesta es que la cura médica de almas es un deber, urgencia o imperativo para el médico, desde su medicina, independiente de sus creencias religiosas e independiente de las creencias religiosas de su paciente.

Es entonces lógico pensar que si el terapeuta es, además, religioso, posee un valor adicional significativo e irrenunciable que puede constituirse en un punto más de contacto con su paciente favoreciendo o fortaleciendo el proceso pero esto no le da derecho a rechazar a quien tiene otra confesión distinta de la suya o no la tiene y, menos aún, a imponer su propia concepción, sus propios criterios morales o religiosos. Y, desde la otra vertiente, es lógico pensar que un paciente, cualquiera sea su posición de fe tiene derecho a ser atendido y, aún más, a que se aproveche su confesionalidad para confrontarlo logoterapéuticamente hacia el encuentro de su sentido de vida, hacia el asumir sus responsabilidades de vida.

OBSERVACIÓN CRÍTICA FINAL

Aún en el ejercicio terapéutico no escapamos del vértigo de la velocidad y la ansiedad, tan característicos de esta sociedad moderna.  En esta sociedad, qué dificil es caminar a paso de hombre; la aceleración ha llegado a tal nivel que el corazón, de una gran mayoría, late ya en clase de urgencia por el estrés. Los terapeutas estamos entrando en una dinámica donde entregamos más cifras que palabras, más diagnósticos que afecto, más información que humanidad. Hoy, para nosotros terapeutas, es más inminente y grave el peligro de mecanizarnos y casi que robotizarnos en nuestras relaciones profesionales. Trágicamente estamos arriesgando el diálogo y el encuentro con el otro sin plena conciencia de que a medida que nos relacionamos de manera más impersonal y abstracta más nos alejamos del corazón del hombre y una amarga indiferencia se adueña de nosotros. La falta de gestos humanos aumenta la desesperanza, atenta contra la ya lastimada humanidad del que padece.

A veces el ánimo de lucro, la injuriosa ostentación de poder cientifico, los afanes en el ejercicio profesional cuando simplemente se venden servicios, opacan dolorosamente la humanidad del hombre terapeuta, le hunden en una amarga soledad, muestran al experto que sabe hacer pero se le olvidó ser y abortan el que está llamado a ser un fértil encuentro entre dos personas. Un terapeuta no puede mantenerse humano cuando simplemente “despacha casos” y no le queda tiempo para un “encuentro” consigo mismo y con el otro. Cada vez que perdemos la oportunidad de diálogo y encuentro alteramos el compromiso que surge entre terapeuta y consultante o paciente.

Amigo terapeuta, amigo que te preparas para ser terapeuta, solo te pido que pienses esto : Cuando siembras esperanzas en el hombre, de alguna manera, las siembras en la humanidad; cuando logras que alguien sonría serenamente en el dolor, de alguna manera, logras que sonría la humanidad; cuando alivias y consuelas contra todo pronóstico, de alguna manera, sanas la humanidad.  Finalmente, y en buena lógica con todo lo expuesto, pienso, que nuestras facultades de medicina, psicología y otras ciencias de la salud tendrían que tender hoy, con prioridad de urgencia, a ganar hombres antes que científicos frios en humanidad y robotizados por métodos que a veces están muy lejos del hombre y su humanidad, de su unicidad y especificidad. Detrás de cada experto tenemos derecho a encontrar al hombre.

 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Frankl, Viktor E., Teoría y terapia de las neurosis, Barcelona, Herder, 1992, p. 253.
2. Gorres, A., en “Jarbuch für Psichologie und Psichotherapie”, 6 (1958), 200, en V.E. Frankl, La idea psicológica del hombre, Madrid, Rialp, 1965, p. 77.
Nota 12, y Ante el vacío existencial. Hacia una humanización de la psicoterapia, Barcelona, Herder, 1990, p. 102.
3. Frankl, Viktor E, Psicoanálisis y Existencialismo, 6ª. reimpresión, México, Fondo de Cultura Económica, 1997, p. 306.
4. Frankl, Viktor E., Ante el vacío existencial. Hacia una humanización de la psicoterapia, Barcelona, Herder, 1990, p. 106; Logoterapia y Análisis existencial, 2ª. ed., Barcelona, Herder, 1984, p. 256
5. Frankl, Viktor E., Ante el vacío existencial. Hacia una humanización de la psicoterapia, Barcelona, Herder, 1990, p. 9
6. Frankl, Viktor E., Teoría y terapia de las neurosis, Barcelona, Herder, 1992, p. 251.  7. Frankl, Viktor E, Psicoanálisis y Existencialismo, 6ª. reimpresión, México, Fondo de Cultura Económica, 1997, p. 323  8. Ibidem, p. 324.  9. Frankl, Viktor E., La idea psicológica del hombre, Madrid, Rialp, 1965, p. 68.