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El adiós

Permíteme mirarte

Señor del cielo eterno

en ésta hora triste

que embarga mi dolor...

 

Permíteme contarte

la razón de mis desvelos

que él me ha causado

provocando ésta oración...

 

Se fue Señor, aquel  día

en que la lluvia caía

arrastrando la de mis ojos...

 

Se fue y en mis despojos

de alma que tenía

arrancó mis ilusiones

arrancó de mí su amor...

 

Y que triste hoy me siento

en  mi sino de agonía

porque era la vida mía

que bruscamente se llevó...

 

Volver a amar...

Tengo miedo de hacerlo

tengo miedo del intento

de volver a amar...

No hay pena mas honda

que el amor no correspondido

y estar siempre en el exilio

del que nunca pudo amar...

Hoy lo ví pasar

tan altivo y seguro

incapaz con gran orgullo

de ver mis lágrimas brotar...

 

Me oculté tras unos árboles

para asi poder mirarlo

sin enfrentarme a sus ojos

y a su forma de mirar...

 

El pasó con gran firmeza

del que siembra la amargura

y yo quedé con mi pena

ocultada entre las sombras...

Abrazada a aquel árbol

mordiéndome la angustia

hundida en desengaño

y con ganas de llorar...

 Que cruel es el destino

a veces no lo entiendo

a veces no comprendo

porqué tanto dolor...

 

Que te amé yo no lo niego

creo que también me amaste

pero ves, tú estás despierto

y abierto a un nuevo amor...

 

En cambio yo,

tejo mi angustia

donde albergo mi agonía

para así cerrar mi pena

con un manto de dolor.