Mi alma... me ha dejado
Como legado estos salones...
Dentro de un castillo medieval
Como cuentos de hadas...
En el
Hay unas grandes ventanas
Que conectan a mis patios existenciales
Los salones señoriales
Decorados con la vida
De un loco recorrido de siglos
O lo que dura una sinfonía
De un verso en espera...
Ahí dentro
Habita un poeta
Que prisionera tiene a su propia efigie...
Y a una niña lejana
Atrapada en una niñez eterna...
Sin ellas el poeta
No puede cantarle al amor...
Que lo busca por cielo y tierra...
Haciendo a la efigie soñar
Como golondrina de primavera...
La efigie que ama y ama
Entrega su ser en los amores
Y así
Calma la sed de pasiones
Del poeta solitario...
Mientras la niña con su llanto
Riega las plantas del olvido.
Los salones son exilios
Decorados de tristeza
Decorados de quimeras
Pasado y presente del poeta...
Está el salón gris de las desolaciones
Donde anida la efigie...
Está el salón de los recuerdos
Donde duerme la niña...
Está el salón de los espectros...
Los amigos de bohemias
De versos y sinfonías
Está el salón del etéreo
Que conecta a la efigie
Con las estrellas...
Ahí se tallan los versos
Entrelazando al amor y al olvido...
Ahí hay poemas que se han querido
Como amantes eternos...
Mi alma girasoles
Gira a través del tiempo
Buscando el sol de la esperanza perdida...
Yo soy la efigie que habla
Por boca del poeta
Que me siento en las tinieblas
Que me aferro a mi locura...
Yo soy la temible efigie de su amargura
Y de su sed de cariño
Mientras la niña se mece en la cuna
Atrapada en su inocencia
De un sueño de amor que no llega
A calmar esa locura...
Y esos sueños de niños
Abandonados a su suerte
De poetas peregrinos
Que sueñan con lo divino
En un mundo tan diferente...
Y por todos incomprendidos
Y tan cercanos con la muerte..
Cruzan los espacios siderales
Cosmonautas del etéreo
Entre la razón y el alma
Entre el amor y el deseo
Vagan tristes por la tierra
En su propio destierro...
Patricia Téllez