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Los que vienen de la nada



Nada. Solo destrucción.¿Por qué? Yo no lo se, y no creo que pueda

entender nunca por que sucedió lo que sucedió. Ahora mismo el

único sentimiento que soy capaz de sentir es angustia., una angustia

indescriptible y que nunca pensé que fuese posible. ¿Pero había

acabado aquello? No podía estar seguro, no había manera de saber

si estaba seguro en aquel lugar después de lo sucedido, eso era lo

que me angustiaba mas, mucho mas que ir descubriendo poco a poco

los hechos desgarradores.


Todo en aquel lugar era un gran sin sentido, ¿como era posible

que algo tan perfecto hubiese sucumbido con tanta facilidad ante

ellos? Eso ahora mismo no me importaba, lo único que yo deseaba

era salir de allí, marcharme lejos, donde aquellas criaturas

innombrables no pudieran encontrarme, yo quería seguir viviendo

y mi corazón me decía que si seguía allí no podría hacerlo durante

mucho mas tiempo. Era muy posible que aquellos seres volviesen,

nunca debí invocarlos, nunca debí enseñarles el camino al mundo

material. Me arrepiento profundamente, pero ya no hay nada que hacer,

yo los he liberado y ahora intentaré sobrevivir.


Ya nada es seguro, en ningún sitio estás a salvo de ellos, te huelen:

huelen tu terror, tu angustia y siguen su rastro hasta dar contigo.

Nadie esta a salvo, pero yo se que me buscan a mi, ellos saben que

aún no han acabado conmigo y no van a parar hasta conseguirlo,

pero yo no quiero morir...no...no quiero...¡No quiero! Debo salir

de este santuario enseguida, saben que no han completado su misión

y volverán. Debo correr, ¡pero no puedo!


Mis pies permanecían sellados al suelo obligándome a seguir observando

aquel horror de fuego azul, de piedras incandescentes, donde antes

había un bonito templo desde hacía mas tiempo del que cualquier ser

humano pudiese recordar. Aquel era su templo, a mi invocación habían

acudido, pero no pude controlarlos. Son mucho mas brutales de lo que

jamás hubiese imaginado. Llevaban demasiado tiempo esperando su

momento: esperando el momento de volver a la Tierra, los dioses no

siempre son sabios, no todo es puro y ahora lo se muchísimo mejor

que nunca. La destrucción, es lo único que ellos conocen, y ahora

la destrucción alcanza aún una definición mas elevada, inexplicable

en palabras, una definición que solo entiende la visión directa de

ésta. Todo a mi alrededor es destrucción, todo es fuego y calor

infernal, un olor indescriptible lo inunda todo y un ruido ensordecedor

machaca mis oídos hasta prácticamente llegar a romperme los tímpanos..

Mi cerebro no piensa, mis pies no reaccionan, ¿acaso estaré perdido?



Me encontraba en medio del vacío absoluto, asolado por mis terrores,

deseando despertar de aquella especie de mal sueño en el que me

encontraba sumergido. Pero el calor me recuerda que no estoy durmiendo,

el calor me recuerda el sufrimiento, el horrible mundo que yo había

despertado de su sueño eterno. Poco a poco conseguía que mi cuerpo

fuese reaccionando, poco a poco comencé a moverme, poco a poco comencé

a caminar y luego a correr, esquivando aquel infierno de luz azul y

de hedor insoportable.


Corría en dirección a la salida, pensaba que tal vez estaba a tiempo,

que tal vez ellos no me encontrarían fuera de lo que hasta hace unos

minutos fue su santuario. Atrás dejaba a mis compañeros de aventuras

muertos y despedazados, aplastados o calcinados, atrás dejaba los

amigos con los cuales empecé esta horrible aventura. Ellos no habían

tenido piedad de mis amigos, no pude ni percibir como o en que

instante murieron. Sólo recuerdo mi invocación y luego el horror

infinito...


Fui avanzando entre millares de columnas de cobalto azul, columnas

que antes me habían impresionado profundamente dejándome absorto

en un mundo de fantasía y que ahora se había presentado ante mi de

una manera muy diferente. Aquellas columnas ya no me decían nada,

ahora solo me horrorizaban tanto como ellos. ¿Como explicar lo que

eran ellos? No puedo alcanzar a describirlos, no consigo encontrar

ni una sola palabra adecuada para hacerlo. Es como describir la

impureza y la maldad no con palabras sino con algo aún mas terrorífico

si cabe, algo que esta ahí y que me persigue.


Una duda atormentaba mi mente: ¿por qué ellos no me habían aniquilado

como hicieron sin piedad con mis compañeros? Me daba miedo pensar que

no fue una casualidad, me daba miedo pensar que tal vez ellos me

utilizaban con algún fin que yo desconocía: ¿y si me dirigía

directamente a la muerte? Pero no podía ser, ellos hubiesen podido

coger mi vida si hubiesen querido, no lo hicieron. Tal vez eso me

condenaba mas que a mis amigos muertos, pero yo no lo sabía y debía

intentar huir. Cada vez veía la puerta mas y mas cerca, alcanzaba a

ver una luz amarillenta.


Cada momento que pasaba, cada instante, sentía que en mi corazón

se acrecentaba la esperanza de poder salir de aquel horrible mundo

de destrucción vivo. No volvería a cometer un error parecido jamás

e intentaría por todos los medios sepultarlos para siempre.

El camino estaba plagado de dificultades, pero mi instinto de

supervivencia era muy fuerte, atrás quedaron grietas sin fondo,

lagos de cenizas azules, techos cayéndose a mis espaldas. Ahora

el templo me parecía mucho mas grande y aborrecible. Deseaba sali

r de allí con todas mis fuerzas y cada vez estaba mas seguro de que

lo conseguiría. La luz amarillenta ya esta muy cerca, yo no sentía

otra cosa que no fuese un ansia terrible por llegar hasta ella y

los brutales latidos de mi corazón asustado, temeroso de lo que

podía sucederme en breve.


Me faltaban pocos metros, había recorrido ya todo el tenebroso templo,

en otros tiempos esplendoroso como atestiguaban sus hermosos grabados

de cobalto azul intenso de sus columnas, sus figuras con extrañas

formas que yo desconocía hasta aquel momento, los monolitos que

atestiguaban la antigüedad de aquel templo...Ahora me falta poco

para estar fuera, sentía que ya nada me podría detener que era

prácticamente libre, pero en ese momento, algo cambio todo, mis

esperanzas se derrumbaron y con ellas me derrumbé yo. Un chillido

terrible, pavoroso, ensordecedor me aviso de su presencia. Ellos

me habían seguido hasta la salida, los había guiado hasta la puerta

real de salida al mundo exterior. Me habían utilizado y ahora ya no

les servía para nada, habían cumplido su objetivo. Ellos se acercaban,

mi vida entera pasó instantáneamente por mi cabeza, ellos ya estaban

aquí...



HyperPequeson 25.09.2001