El problema es que el mito de hada como tal se ha perdido, en gran
parte, en el mundo de la literatura infantil. Se ha tratado a las
hadas como seres benévolos que tienen como único fin otorgar virtudes
a hermosas princesas de cuento. De este modo, los niños no conciben
que el término “hada” pueda acarrear actitudes egoístas, caprichosas
y malvadas.
Es cierto que hay hadas extraordinariamente bellas que con sus dotes
cautivaban a los hombres que las contemplaban, pero en general esto
sólo es un montaje, pues es bien sabido que a las hadas les encanta
cambiar su apariencia con el fin de burlarse de los seres humanos.
De hecho, la mayoría de las hadas son seres que tienen muchísimos
años. Algunas incluso conservan sus arrugas, manteniendo sus aspectos
de ancianas de no muy agraciadas y que, sin embargo, son las más
bondadosas de todas.
Si revisamos en los orígenes de los cuentos nos encontramos
con que difieren de los que conocemos actualmente. Esto se debe en
parte a que antiguamente la gran mayoría de la gente no sabía leer,
por lo que escuchar cuentos formaba parte de la diversión de
la época. Sin embargo, otra causa es la de que los relatos tenían
como fin transportar a los niños a un espacio de ilusión y
fantasía, un mundo en el que el bueno vence al malo y el humilde
está por encima del orgulloso. Son cuentos que pretenden enseñar
algo, es decir, tienen una moraleja. Así, cuando un padre contaba
a sus hijos el cuento de “Caperucita Roja”, concienzudamente trataba
de advertirles que no debían hablar con extraños. Esto acarrea
que los cuentos tienen finales felices que los niños llegan a creer,
quizás en un afán de transportarse a una realidad distinta de la que
les rodea en la que los buenos siempre ganan y consiguen lo que
quieren. En estos relatos comenzaron a confundirse los términos,
de modo que el hada quedó como una mujer dotada de una magnífica
benevolencia salvo contadas excepciones, y las brujas eran las
mujeres malas que siempre pretendían sin éxito arruinar la vida
de los protagonistas de la historia.
El hecho de que el hada siempre fuese buena ha llevado
a denominar a este grupo de relatos para niños con el nombre
genérico de “cuentos de hadas”. Si a un niño le decimos que le
vamos a contar un cuento de hadas enseguida asociará el cuento
con un final feliz, en el que puede haber hadas o no haberlas.
A continuación veremos la función de las hadas en algunos cuentos
que todos conocemos y sus adaptaciones al cine en el caso de que la
tengan.
-
“La Bella Durmiente”
Las versiones de los cuentos para niños se han cambiado, de modo
que a “La Bella durmiente” de Perrault nunca se le dio el final
que realmente tiene, sino que todo acaba con el beso del príncipe
Felipe a Aurora y una bonita boda. De este cuento se han hecho
diversas adaptaciones que han borrado aspectos fundamentales
del original, así, mientras que Walt Disney creó tres hadas
remilgadas y una temible Maléfica, que puede ser considerada una de
las únicas hadas malas de la literatura infantil, en el original
aparecen doce hadas, trece si contamos a Maléfica. Se trataba de
mujeres mayores, nada agraciadas físicamente, pero tal vez esa
visión estropearía la “estética” de la factoría Disney.
En la adaptación que Walt Disney hizo de este cuento, Maléfica no
es tratada como un hada, sino como una bruja o una hechicera y si
miramos lo dicho en la introducción, es posible que ni siquiera
fuese mala porque, como ya he dicho antes, la función de las hadas
en un principio era ir a las casas en las que un bebé iba a nacer
para concederles dones. Esto es lo que hacen las tres hadas: Flora,
Fauna y Primavera. Según la leyenda, si las hadas no se encontraban
bien recibidas en la casa, maldecían a la criatura ya su familia.
Maléfica no fue invitada al bautismo de la niña, con lo cual, y como
es de esperar de un hada, se enfadó y maldijo a Aurora. Mirándolo
así, simplemente era un hada enojada, y no una bruja. Además, en
el relato de Perrault no vuelve a aparecer, es decir, el príncipe
no lucha con ella.
Del mismo modo, las hadas no se ocuparon de la educación de la
princesa en la versión original, ni vivieron con ella en el
bosque. Según el cuento primitivo, el hada más joven durmió a
todos excepto a los reyes. Estos murieron y vinieron a gobernar
otros reyes, cuyo hijo descubrió por medio de los aldeanos que
una joven princesa se hallaba dormida en el castillo esperando ser
despertada por el beso de un príncipe y fue entonces cuando él se
decidió a ir a buscarla.
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“Jamie Freel y la joven dama”
En esta leyenda irlandesa se cuenta como en la noche de Hallowen
las hadas solían cantar y bailar. Esa noche, Jamie Freel decide
ir a visitarlas aún sabiendo el enorme peligro que eso supone.
Las hadas le acogen con gran alboroto y le dicen que van a ir
a Dublín a raptar a una joven. Jamie Freel va con ellas y cuando
las hadas se despistan escapa con la joven en brazos, pero las
hadas la dejan sorda y muda. Jamie lleva a la joven a su casa y
el año siguiente, la misma noche, vuelve a buscar a las hadas y
se entera de que con tres sorbos de uno de sus vasos la mujer
volvería a hablar y oír. Así pues, cuando las hadas advierten
su presencia, le reciben con gran algarabía y le dan un poco de
su bebida, con la cual Jamie vuelve a casa escapando de las
hadas y devuelve a la dama a su estado natural y la lleva a casa
de sus padres, que la creían muerta puesto que las hadas habían
dejado en el lugar de la muchacha un palo que adoptó su forma inerte.
Como vemos, en este cuento sí que se alude a la “maldad” de las
hadas, que querían raptar a una mujer, algo que resulta extraño,
puesto que en general sólo empleaban esta táctica con recién
nacidos. Por otro lado, resulta contradictorio que las hadas,
tan reacias a mostrarse al ser humano, acogiesen a Jamie Freel
y no le maldijeran. Por supuesto, y como es de esperar en un
relato infantil, todo acaba bien.
Al menos se muestra que las hadas no son precisamente buenas,
sino que más bien son traviesas y quieren salirse con la suya a
toda costa.