| Julia Prilutzky Farny |
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Breve Biografía
Julia Prilutzky Farny nació en Ucrania y se radicó en Argentina a muy temprana edad, adoptándola como su propia patria, como ha sabido demostrarlo a lo largo de su extensa obra poética. Es una de las más caracterizadas representantes de la generación poética argentina del '40. Fundó la revista cultural "Vértice" y en 1941 recibió el Premio Municipal de Poesía por su libro "Intervalo". En su obra predomina —casi en exclusividad—, el tema del amor, plasmado por los más profundos sentimientos y en imágenes de sutil belleza y originalidad, desde su poemario inicial hasta el último de sus libros. Su bibliografía en verso data de los siguientes títulos: "Viajes sin partida" (1939), "Intervalo" (1940), "Sonetos" (1942), "Comarcas" (1949), "Patria" (1949), "Canción para las madres de mi tierra" (1950), "El escudo" (1954), "Este sabor de lágrimas" (1954), "Obra poética" (1959), "Hombre oscuro" (1963), "Quinquela Martín" (1974) y "Antología del amor" (1975), que llegó a vender, sólo en Argentina, más de 100.000 ejemplares. |
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Algunos de sus mejores poemas:
Canto Como decir de pronto Cuando Dame Tu Brazo Amor Dile, Amor… El Arte de la Amistad El Mar El Silencio Está Bien Seré Dulce Este Amor Que Se Me Va Largo No Ocultes Tu Verdad No, Ya lo se Todo Fue Claro Otoño Ya comienza el otoño y tengo frío… Quiero Llevar Tu Sello Quiero Un Amor… Replegado en si mismo Un Día Te Querré Una Hora Vendrá Ya Sabia Yo CANTO ¡Eva Perón! Tu nombre es como un rito que se oficia por todos los senderos: estás en la canción de los aceros, estás en el silencio y en el grito. Eva Perón: por siempre queda inscrito entre aquellos que dieron, justicieros, a la patria gloriosos derroteros. Y es su voz como un cántico infinito. Porque un día te alzaste como el lema de una Argentina nueva, y el emblema feliz de una inmortal revolución, cubre hoy tu imagen todos los caminos mientras rezan los labios argentinos tu nombre inaugural: ¡Eva Perón! COMO DECIR DE PRONTO Cómo decir de pronto: tómame entre las manos, no me dejes caer. Te necesito: acepta este milagro. Tenemos que aprender a no asombrarnos de habernos encontrado, de que la vida pueda estar de pronto en el silencio o la mirada. Tenemos que aprender a ser felices, a no extrañarnos de tener algo nuestro. Tenemos que aprender a no temernos y a no asustarnos y a estar seguros. Y a no causarnos daño. CUANDO Cuando el amor me llame y no me encuentre, cuando la voz reclame el eco antiguo, cuando aquel corazón desordenado se vuelva contra ti en un alarido, cuando sean inútiles los hombros y las manos pesadas de caricias se desplomen ardientes en la tierra sin saber de tu noche ni tu día, cuando el agua con sal de los terrores fluya de ti, quemante y enemiga, cuando los pasos queden sin rescate y tu sangre esté sola y ya perdida, cuando el ángel sombrío cierre el muro y ya no puedas ver sino la herida de tus palmas lamiendo desgarradas esa frontera fría. Yo sé. Como sé hoy, tu soledad de entonces, tu sola soledad definitiva. DAME TU ABRAZO AMOR Dame tu brazo, amor, y caminemos, Dame tu mano y sírveme de guía. Ya no quiero saber si es noche o día: Mis ojos están ciegos. Avancemos. Dame tu estar, amor, en los extremos, Tu presencia y tu infiel sabiduría: Por los caminos de la sangre mía Ya no sé si es que vamos o volvemos. Y no me digas nada. No es preciso. Deja que vuelva al pórtico indeciso Desde donde no escucho ni presencio: Todo fue dicho ya, tan a menudo, Que ahora tengo miedo, amor, y dudo De aquello que está al borde del silencio. DILE, AMOR… Dile que no me tema, amor, y dile que yo estoy a su lado como el aire como un cristal de niebla o como el viento que se aquieta en la tarde. Dile que no me huya, amor, y dile que no me vuelva a herir, que no me aparte, que soy el brillo húmedo en sus ojos y el latido en su sangre. Dile que no me aleje, amor, y dile que yo soy el umbral de su morada, el agua de su sed y aquel único pan para su hambre. Dile que no se oculte, amor, y dile que ya no tenga rostro ni señales de haber vivido antes de quererme. De haber vivido, antes. Dile que no recuerde y dile que no respire, amor, sin respirarme. EL ARTE DE LA AMISTAD La amistad es el arte de olvidarse por completo de uno mismo, de todos los deseos y las necesidades egoístas, para llegar a conocer la personalidad y el carácter de otro. Es aprender a aceptar a una persona, no por lo que es exteriormente, sino por lo que revela desde adentro. Es fortalecerse con las cualidades halladas en un amigo y las experiencias mutuamente compartidas. Es aprender y llegar a preocuparse por una persona hasta el punto de sufrir cuando ella sufre y de sentir su alegría cuando llega. La amistad es estar dispuesto a dar sin pensar en recibir nada a cambio, a prestar tu apoyo cuando el otro está débil, a darle tu sonrisa cuando él ha perdido la suya. La amistad es la fusión de dos almas individuales para formar un espíritu completo, con un lazo común de amor y abnegación. El arte de la amistad, en su forma más básica, es amor solícito. EL MAR El mar que estaba en mí, antes de ahora; el mar que estuvo siempre, sin fatigas, el mar que arroja a playas enemigas, aquel mar que enceguece o que devora. Siguió creciendo en mí, hora tras hora, con su horizonte grávido de espigas, sus olas acechantes o mendigas. También, con sus mareas a deshora. Pero ya no. Ya no. Y estoy vacía, vacía de esa sangre que latía como una herida por la sal cubierta o un eco al disolverse en las arenas. ¿Y el mar? Borbota y sube por las venas para rugir en mí. Yo estoy desierta. EL SILENCIO Anticipo el final la soledad de siempre para siempre. Me encierro entre papeles con olor a tabaco con palabras con el amor del mundo la amistad, la ternura y a veces con el odio del mundo. No me importa: porque también el odio es la pasión y está en el hombre. Me deslizo entre estantes crujientes de volúmenes, estallando de cobres y cristales, desbordados de brújulas, relojes, cerámicas, tapices, medallones. Retratos con los ojos detenidos. Anticipo la calma. Serenidad de siempre para siempre con presencias sin sombra y moradas sin techo. No me gusta este tiempo de empellones, de golpes, de inclemencia ni esta ruda coraza que soporto ni este clima acechante con su aire emponzoñado, su rumor de jaurías. Despacio, voy cerrando las ventanas, oscureciendo luces, apagando los fuegos. Cierro mi vida. Ahora. Anticipo el silencio. ESTA BIEN SERÉ DULCE… Está bien. Seré dulce y obediente O lo pareceré. Te da lo mismo: Necesita, de pronto, tu egoísmo Que yo me quede así, sumisamente, Sin sufrir, sin dolor, sin aliciente, Sin pasiones al borde del abismo, Sin mucha fe ni un gran escepticismo, Sin recordar la esclusa ni el torrente. Necesitas las llamas sin el fuego, Que el fuego del amor no sea un juego Y que esté el rayo aquí, sin la tormenta. Quieres que espere así, sin esperarte, Que te adore también sin adorarte Y estar clavado en mi, sin que te sienta. Está bien. Seré dulce y obediente O lo pareceré. Te da lo mismo: Necesita, de pronto, tu egoísmo Que yo me quede así, sumisamente, Sin sufrir, sin dolor, sin aliciente, Sin pasiones al borde del abismo, Sin mucha fe ni un gran escepticismo, Sin recordar la esclusa ni el torrente. Necesitas las llamas sin el fuego, Que el fuego del amor no sea un juego Y que esté el rayo aquí, sin la tormenta. Quieres que espere así, sin esperarte, Que te adore también sin adorarte Y estar clavado en mi, sin que te sienta. ESTE AMOR QUE SE ME VA… Este amor que se me va, que se me pierde, Esta oscura certeza de vacío: Mi corazón, mi corazón ya es mío Sin nada que le implore ni recuerde. De pronto vuelve a ser un fruto verde Sin madurez, ni aroma en el rocío.: Ay del que quiere apresurar su estío, Ay de aquél que lo besa o que lo muerde. Yo sé que algo persiste, todavía. Pero no existen ya ni la alegría Ni la embriaguez radiante ni la lumbre Ardiendo en la mirada y en los labios. Ni exaltación, ni búsqueda ni agravios: Apenas una cálida costumbre. LARGO Este miedo de estar consigo mismo, Esta necesidad de otra presencia. Este afiebrado huir de toda ausencia, Este opaco vivir, sin heroísmo. Sentirse triste así, pero asimismo Culpablemente triste en la apetencia: Impaciencia que busca otra impaciencia, Egoísmo que encuentra otro egoísmo. Esta tremenda soledad lograda Frente a otra soledad inesperada, Este silencio en el silencio largo: Esta tremenda soledad furtiva Frente a su soledad definitiva: Este amor sin amor, disfraz amargo. Necesidad de amor Necesidad de amar: desesperada inquietud sin descanso ni sosiego que modera su ímpetu andariego solamente fugaz encrucijada. Necesidad de amor inacabada. Arder sin consumirse en todo fuego, dar sin darse jamás, con desapego, buscar, ceder, huir... Y luego, nada. Necesidad de amor que como un ciervo a su embrujo infernal, encadenado, mantiene el ser en la bárbara tortura. Y le deja al final el gusto acerbo de algún fruto prohibido mal gustado y una sed insaciable de ternura. NO OCULTES TU VERDAD… No ocultes tu verdad porque haga daño. Ni evites el dolor que está en tu vida. Entrega lo que tengas -canto, herida- Pero entrega: no pases como extraño. Y no mientas jamás, que todo engaño Deja su marca, tenue o definida, Y hay luego en todo estar, algo de huída Y en toda intimidad, algo de huraño. Es como un devenir cierto y oscuro: Se ignora la razón de lo inmaturo Pero alguna presencia queda ausente. Tal vez ni se adivina lo pasado Y sin embargo hay algo desgarrado, Perdido ya...irremisiblemente. NO, YA LO SE No, ya lo se - quizá lo supe siempre-: este dolor no es nuevo y sé cómo este amor que es nuestro amor tampoco fue el primero. Yo conozco el terror de aquel espacio definitivo, pleno, que separa la sangre del rescoldo, la imagen del espejo. Yo se cómo se engarfia. Despiadado, el dolor cuando es cierto, cómo se ciñe densamente el aire alrededor del cuello, cómo duelen los ojos y las manos y ya no existen párpados ni dedos, cómo lastiman todas las palabras, las miradas, los gestos y cómo van cubriendo las ciudades banderines de fuego. Ah, las grandes palabras, las palabras, para ocultar el miedo, para llenar los días y las noches de sonidos sin eco pero también para vestir de niebla un vacío de sueños. No hemos mentido. Sé que no has mentido. Ahora que estoy lejos y estás lejos - tal vez a pocos pasos, es lo mismo - puedo mirarte y puedo vernos por vez primera, simplemente como somos. Cómo éramos. No hemos mentido entonces: ahora, no engañemos. TODO FUE CLARO y - de alguna manera - verdadero. Sí, nos hemos querido. Si la noche no oculta, el alba menos y en el amanecer se dice aquello que el mediodía cubre de silencio. Era un amor distinto? Lo dijimos, pero no era el amor. Y lo sabemos. Te pienso sin rencor, y con ternura; con un mínimo esfuerzo puedo evocar nuestra pequeña historia, las manos en las sienes, tu cabeza en mi pecho. Ah, de alguna manera me has querido. Tal vez me admires hoy, un poco menos. OTOÑO No tengo ganas de querer. No tengo ni la pasión impar ni la esperanza ni el odio ni el dolor ni la acechanza. No acelero el andar, ni lo detengo. No tengo ganas de escribir. Me atengo a un transcurrir sin prisa y sin tardanza: no quiero ser escudo ni ser lanza, no rechazo al amor ni lo retengo. Sigo viviendo así, como quien sube una pendiente cuyo fin ignoro pero que acaba siempre en el vacío. El sol que se me escapa entre una nube ya me escatima sus monedas de oro. YA COMIENZA EL OTOÑO Y TENGO FRÍO Quiero estar en tu sueño Quiero estar en tu sueño. Ser tu sueño. Penetrar más allá de lo que advierte La mirada sutil. Como beleño Recorrer, galopar tu sangre inerte. Quiero quebrar con definido empeño Toda defensa en ti: muralla, fuerte: Y adentrarme, crisálida de ensueño Más allá de tu vida y de tu muerte. Más allá de tu piel, y más adentro De toda sombra, y más allá del centro Desconocido, virgen, tembloroso... Y estar dentro de ti -seguro puerto- Como un paradojal milagro cierto, Presentido a la vez que pavoroso. QUIERO LLEVAR TU SELLO Quiero llevar tu sello, estar marcada como una cosa más entre tus cosas. Que las gentes murmuren: allá pasa, allá va la feliz, la señalada, la que lleva en el rostro esa antigua señal de risa y lágrima, la cabellera derramada y viva, toda ella una antorcha y toda llama, musgo de eternidad sobre sus hombros resplandeciendo así, como una lámpara. A mis pies, un rumor de muchedumbre se irá abriendo en canal, como una calle. No me importa que digan: esa mujer que escapa como ráfaga, que no ve fuera de su sangre, nada, que ya no escucha fuera de sus voces, que no despierta sino entre sus brazos, que camina sonriendo; esa mujer que va sesgando el aire, la boca contra el viento, le pertenece toda como un libro, como el reloj, la pipa o el llavero. Como cualquier objeto imprescindible que es uno mismo, a fuerza de ser nuestro. Quiero que todos sepan que te quiero: deja tu mano, amor, sobre mi mano. Sobre mi corazón, amor, deja tu sello. QUIERO UN AMOR… Quiero un amor de todos los instantes, Aunque no sea un amor para la vida; Quiero un amor con la ansiedad del antes Para después del ansia desmedida. Quiero la fe de todos los amantes En este solo amor, ver contenida: Tumulto de horizontes trashumantes Y luego, claridad de agua dormida. Quiero un amor transfigurado en fuente De todo florecer: fruto y simiente; A tal único amor, mi amor sentencio: Aquél de la impaciencia y el latido Y la fiebre y el grito y el gemido Y el difícil momento del silencio. REPLEGADO EN SI MISMO Replegado en sí mismo, sin volcarse, Acorazado siempre y siempre inerme, Está mi corazón que no se aduerme Entre el miedo a tomar y el de entregarse. Miedo de dar y miedo de no darse, Miedo de no tener y de tenerme, Miedo de hallar y miedo de perderme, Miedo de arder y miedo de quemarse. Tembloroso puñado de terrores: Huyendo de fantasmas agresores Su soledad transita la alta niebla Y entre mis manos crece su gemido, Su exasperado celo y su latido: Miedo a su luz y horror de su tiniebla. Tu duermes ya lo se Tú duermes, ya lo sé. Yo te estoy velando. No importa que estés lejos, que no escuche Tu cadencia en la sombra, No importa que no pueda Pasar mi mano sobre tu cabeza, Tus sienes y tus hombros. Yo estoy velando, siempre. No importa que no pueda acurrucarme Para que tú me envuelvas sin saberlo, Para que tú me abraces sin sentirlo, para que me retengas Mientras yo tiemblo y digo simplemente Palabras que no escuchas. Yo puedo estar tan lejos Pero sigo velando cuando duermes. UN DIA TE QUERRE Un día te querré... Un día: ¿cuándo? No lo sé, ni me importa, todavía. Tan segura de amarte estoy, un día, que ni anhelo ni busco, voy andando. Mi mano que la espera va ahuecando hoy reposa indolente, blanda y fría. Un día te querrá... Hoy sólo ansía encerrarse en la tuya, descansando. Mi amor sabe aguardar. No es impaciente: su deseo es arroyo, y no torrente que hacia ti, con certeza, sigue andando. Y una tarde cualquiera y diferente me ha de dar a tu amor, serenamente. Un día te amaré: ¿qué importa cuándo? UNA HORA VENDRÁ Un día habrá - yo sé - cuando una hora sea el único tiempo. Una hora pequeña, pequeñita, más pequeña que todas, una hora indefensa, indefendible, corriendo a su final como hechizada, desgarrando sus alas en las rocas, despeñándose ciega, desbordada, suicida, inerme. Sola. Ahora está la tarde y la mañana, ahora está la noche. Yo me digo que el tiempo es infinito, que el tiempo es largo y bueno y dulce, que siempre están las rosas. Que habrá una rotación de primaveras, de inviernos, de veranos y de otoños, de soles y de lunas. Yo me digo que el tiempo es mío. Y sobra. Una hora vendrá y nos hallaremos frente a frente, en silencio. Con la Otra. YA SABIA YO Sí. Ya sabía yo que aquellas noches de luna sin fulgor de luna opaca son temibles. Se llega a cualquier ser humano fácilmente se conoce su entrañable secreto su gemido guardado su nunca pronunciada palabra. Se acaricia la piel bajo la piel y la sangre escondida dentro de la sangre. Entonces, aquel hombre - o aquella mujer - están desnudos despojados, indefensos. Y pueden ser heridos. O adorados. Sólo se necesita una noche de luna pero de luna turbia: una de esas noches cuando las brujas tiemblan por temor a los hombres. |