Después de 21 años, Diana muere y busca la manera de regresar a su alma gemela, Abel.
Rated: PG... por ahora
Estatus: Va por el capítulo 5, el cuarto está en proceso... y el título va a ser otro
Abel estaba en su tercer año de universidad y trabajaba en una tienda de ropa. Su madre, Diana había tenido que dejar su trabajo ya que estaba muy enferma del corazón. Abel, como buen hijo, había tenido que posponer muchos sueños para ayudar a su abuela a cuidar a su madre, lo había hecho con mucho amor y no le reprochaba nada a la vida. El apenas tenía tiempo para divertirse como sus amigos, pues salía de la universidad para ir a trabajar por seis horas y cuando llegababa a su casa, despedía a su abuela para hacer las cosas que faltaban por hacerse, se aseguraba de que su madre se hubiera tomado todos sus medicamentos y luego de que ésta se durmiera, se ponía a estudiar.
Su hermana Juliette se había casado, y él era loco con sus dos sobrinitos, le encantaba cuando lo visitaban, pues se llenaba de alegría y se alejaba por un rato de sus problemas y de todo lo que le causaba estrés.
El día de su 21 cumpleaños había llegado, caía sábado y por suerte ese día no trabajaba. Muy temprano le hizo el desayuno a su madre, el cual tenía que ser preparado de una manera cautelosa ya que su madre, por el estado de salud en el que se encontraba, sólo podía comer ciertos tipos de comida. A él le dolía mucho verla así, se le quebrantaba el alma, pues sabía que pronto se iría. "Mi amor, feliz día" le dijo Diana agarrándole la mano, él le regaló una sonrisa y le dijo "gracias mami". Ella, aunque adolorida, también le sonrió y le dijo "qué vas a hacer hoy, para dónde vas a celebrar" a lo que él le respondió "pues me voy a quedar contigo". "No, Abel, quiero que salgas a divertirte, hoy cumples 21" le dijo su madre en forma de orden y luego añadió "no te preocupes por mí, que tu abuela viene hoy para acá". El le dio un beso en la frente y le dijo "mamá, no discutas conmigo, que siempre gano, no me voy, celebro mis 21 contigo y abuela y puedo llamar a Julie para que venga con Alberto y traiga a los nenes". Diana le acarició el pelo a su hijo y le dijo "yo sólo quiero que te diviertas como nunca, hijo mío" a lo que él le contestó "madre mía, pues me divertiré como nunca con ustedes", le sonrió y se fue de la habitación antes de que ella le contestara.
Llamó a su hermana y la invitó para que pasaran el día con ellos. Al ratito de haber colgado con ella, llegó su abuela y unas horas después llegó su hermana con su esposo y sus hijos. Hablaron de muchas cosas, Abel pudo estar con sus sobrinos, lo cual lo divertía mucho, pues le encantaban los niños. Tuvo una llamada de sus abuelos por parte de padre, a quienes extrañaba, por que vivían lejos y no los veía desde las navidades pasadas.
A la noche, después que todos se fueran y que su madre se durmiera, decidió irse a dar una vuelta. Llegó hasta una playa que estaba muy solitaria, pues ya eran casi las 12 de la noche; sólo se veían algunas parejas. Se sentó en la arena a mirar las olas romperse en la orilla. Por al frente de él pasó una pareja de novios muy enamorados, y sintió la urgencia de tener a alguien para amar y alguien que lo amara a él por igual. Había tenido unas cuantas novias, pero nunca se había enamorado y él sentía que eso era un vacío en su vida, pero por el momento no pasaría, por que estaba muy ocupado y apenas tenía tiempo para él. Le dio frío así que decidió irse, y de camino a su carro vio a una muchacha sentada en la arena que estaba llorando desconsoladamente. Iba a seguir caminando, pero la vio tan triste que paró para pregunatarle qué le pasaba. Ella lo miró dejando de llorar por unos minutos y le dijo "como puedes ver, quiero estar sola ahora". El se molestó un poco ante la actitud de la muchacha, pero se dio cuenta que en ese momento en realidad lo más probable ella no se encontraba con ganas de hablar y menos con alguien que no conocía, así que le dijo "perdona por molestarte, buenas noches" siguió caminando hasta su carro, mientras la muchacha lo miraba, se montó y se fue.
La muchacha se llamaba Alania y había estado llorando practicamente todo el tiempo desde que esa noche había visto a su novio besándose con su mejor amiga en un party. Había estado con él por cuatro años y ella había sido su mejor amiga por los últimos siete años, y eso era lo más que le dolía. Tan pronto los vio se fue del lugar donde era el party y había llegado hasta esa playa, la cual era su lugar favorito para pensar cuando estaba triste. No había parado de llorar y ahora para colmo se sentía mal por la manera en que había tratado a aquel muchacho que aparentemente sólo trataba de darle consuelo. Pero realmente quería estar sola, no quería hablar con nadie, quería desaparecerse del mundo y sentía que el alma se le iba a escapar en cada lágrima que derramaba. El había sido el único hombre que había amado, le había regalado su intimidad, su confianza, su amistad, su amor; se había dado por completa. Jamás esperaba eso de él y mucho menos de ella, a quien consideraba su hermana. Se montó en su carro y comenzó a guiar aún pensando en lo que le había ocurrido. Iba tan despistada que no se fijó que se había comido una luz roja y fue impactada por otro carro perdiendo el conocimiento.
Diana estaba dormida y en medio de su sueño dejó de respirar. Se despertó en un campo lleno de orquídeas, su flor favorita, se sentía libre, como si hubiera salido de una prisión, ya no sentía dolor, no sentía preocupaciones, y podía respirar sin dificultad. Se puso de pie y se dio cuenta que estaba en un lugar donde habitaban las almas, vivían en total armonía y paz. No había tristeza, todo era perfecto y hermoso; un total paraíso. Se le acercó un alma y le dijo "bienvenida de nuevo a casa" se dio cuenta de que le conocía y se alegró tanto de verle que le abrazó con alegría y emoción. Luego de un rato platicando llegaron hasta el lugar donde ella vería a sus almas queridas que aún seguían en la tierra. El alma a quien ella había abrazado antes, era su alma defensora o lo que muchos conocemos como ángel guardián. Mientras en silencio ella observaba su entierro y la gente que más amaba, entre todos se enfocó en su alma gemela; que le lloraba como lo que era en esa vida, su hijo. Miró a su alma defensora y le preguntó "cuándo me volveré a reunir con mi alma gemela" a lo que su ángel le contestó "se supone que le esperes aquí para que ambos puedan regresar juntos". "Me gustaría regresar a su lado lo antes posible, no hay una manera de hacerlo por ahora?" le preguntó ella mientras observaba a su alma gemela. "Tendrías que esperar un tiempo, y así él te podría concebir, pero aquí desean que le esperes" le dijo su alma defensora, a lo que ella le respondió "si hay manera de regresar antes, me avisas". Su ángel le abrabrazó y le dejó a solas diciéndole "claro que sí".
El alma de Alania por fin se había encontrado con su alma gemela; estaban muy felices disfrutando unos últimos momentos juntos antes de que ella tuviera que regresar a su cuerpo. Estaba en coma y éste estado permitía al alma salir del cuerpo unos instantes si aún no le tocaba regresar al paraíso. Ya le tocaba regresar, pero no quería, por lo que pedía que le dieran la oportunidad de quedarse junto a su alma gemela, la cual aún no podía regresar. Lo que le decían a su alma, era que tenía que regresar, pues el cuerpo que le esperaba tenía que seguir viviendo. El alma defensora de Diana se enteró de la situación y le habló al alma de Alania explicándole de Diana y llegaron al acuerdo de que si ella aceptaba cambiarían lugares para así Alania poder quedarse con su alma gemela y Diana poder regresar a la de ella. Como no había mucho tiempo, el ángel de Diana fue a donde ella y le explicó la situación advirtiéndole que al regresar iba a regresar a un cuerpo con algún tipo de impedimento, y que sería como volver a nacer. También le advirtió que se le haría más difícil encontrar su alma gemela y si no se llegaban a reconocer, no se podrían volver a encontrar jamás. Esto no le importó, ella sabía que le iba a reconocer, igual que su alma le reconocería a ella; y decidió aún así regresar para poder volver a reunirse con su alma gemela.
Se despertó en un cuarto pintado de blanco con gente a su alrededor que no reconocía y le llamaban Alania; no sabía si era a ella que le hablaban, no sabía que hacía allí, ni por qué estaba allí y lo peor de todo no sabía quien era. Se le acercó una señora que le dijo acariciándole la cabeza "Alania, hijita, por fin despertaste" la señora empezó a llorar y continuó "estábamos tan preocupados". Al ver a su hija media perdida y confundida, le dijo "tu papá está buscando al médico, vas a estar bien". La señora se secó las lágrimas y en ese momento entró un médico que la empezó a chequear y luego le pidió a los padres de Alania que salieran un momento. "A ver Alania, cómo te sientes?" ella lo miró medio raro, pues no estaba segura si era a ella a quien le hablaba y un poco insegura le preguntó "dónde estoy?" a lo que el doctor le contestó "estás en un hospital, llevabas un mes en coma". Ella se sorprendió y le preguntó "pero por qué estuve en coma?" y él le explicó "estuviste en un accidente de tránsito" y añadió escribiendo unas cosas en una libreta que traía "te voy a hacer unas preguntas, está bien?" "ok" le contestó ella y el doctor comenzó. "Dime tu nombre completo" estaba listo para anotar en su libreta que se encontraba bien, pero ella le contestó algo confundida "A.. Al..i..." se frustró al ver que ni su nombre recordaba y le dijo mientras le bajaban lágrimas por los ojos "no me recuerdo, no recuerdo nada, es como si hubiera nacido ahora mismo, como si nunca hubiera vivido, no sé ni quien soy" al terminar de hablar, cambió su mirada a la puerta y empezó a llorar. El doctor le dijo cual era su nombre completo y le dijo que tratara de quedarse tranquila en lo que hablaba con sus padres.
El doctor salió de la habitación y se dirigió a donde los padres de Alania para explicarles lo que le sucedía, estaba sufriendo de amnesia y la tendrían que ayudar para que poco a poco fuera recordando y si no llegaba a recordar para que no se sintiera como una extraña. Alania había caído en un profundo sueño, en el cuál se le apareció su alma defensora para calmarla ya que se encontraba, confundida en el fondo de un abismo. "Alania, no te desesperes, recuerda que volviste a la vida para encontrar a tu alma gemela, por esta razón no recordarás nada pero poco a poco te irás acoplando a tu nueva vida. Es importante que no olvides que tu razón para volver es el reencontrate con tu amor eterno" Luego de decirle estas palabras le tocó el hombro para transmitirle paz.
Habían pasado cinco meses y Alania a pesar de que aún no recordaba nada y había perdido sus esperanzas de poder recordar su niñez, se sentía más acoplada y mucho más segura de sí misma. Ya había conocido a todos los miembros de su familia y tenía un trabajo estable. Esa tarde, al igual que las anteriores, después de salir de su trabajo había llegado hasta una playa de la cual ella sentía que una parte de su ser pertenecía a ese lugar. Estaba envuelta en sus pensamientos mientras miraba el atardecer, como todos los días hacía y sintió unos ojos que la miraban y al bajar su vista vio un cachorro blanco con la lengua por fuera que había puesto una bola a sus pies como invitándola a jugar. Alania se empezó a reir tomó la pelotita en sus manos y cuando estaba apunto de tirarla para que el perrito la buscara escuchó al dueño llamándolo. "Snoopyyyy, Snoopyyy!!" Abel vio a su cachorrito sentado frente a una muchacha que le parecía hermosa y empezó a caminar en dirección a ella sin poder evitar el reirse y decirse a sí mismo "gracias Dios mío, ni planificado me sale tan bien". Llegó hasta donde ella sonriendo y le dijo "gracias por encontrar a mi perrito" mientras se sentó a su lado sin tan siquiera pedirle permiso. Ella frunció la frente y le respondió "yo no lo encontré, el me buscó a mí para que le tirara la bola". Abel dio una pequeña carcajada y le dijo "ah sí, es bien travieso", ella le sonrió y le dijo "y el nombre?" a lo que él respondió "Abel". Alania empezó a acariciar al perrito por debajo de las orejas y le dijo "Abel?, que clase de nombre es ese para un perro?" El se empezó a reir y le dijo "yo soy Abel, el puppy se llama Snoopy" ella miró a Abel a los ojos y con una sonrisa le dijo "a pues yo preguntaba el de Snoopy no el tuyo". El se empezó a reir y con un poco de sarcasmo le dijo "sorry" y luego añadió con familiaridad en sus ojos "yo te he visto antes, de dónde yo te conozco?" La sonrisa de Alania murió mientras bajaba su cabeza y le dijo con una voz insegura "no sé, yo no te conozco a ti". Abel le sonrió y le dijo "oh sí, ya me recuerdo, yo te vi anoche en mi sueños y me acuerdo que me dijiste que estabas libre esta noche para salir conmigo". Ella alzó su mirada seductora a los de él y le dijo "cómo era que te llamabas?"a lo que el respondió con su nombre. "Ahhhh, pues Abel, yo me tengo que ir, cuida mucho a tu perrito" le dijo Alania levantándose y caminando en dirección a su carro. El se empezó a reir un poco desilusionado y le dijo "chica pero me vas a dejar solito con Snoopy y sin una respuesta" ella se viró en dirección a él nuevamente y le dijo "sorry, en verdad me tengo que ir". "Pero no me puedes dar aunque sea un número" le dijo Abel cogiendo su perrito, a lo que ella contestó mirando al cielo como pensando "claro el siete, ese es mi favorito". El se empezó a reir y con la patita de su perro le empezó a decir adios mientras le dijo "pero te voy a volver a ver?" Montándose en su carro, Alania le preguntó "vienes mucho aquí?" y él rápidamente le respondió "sí". "A pues desgraciadamente nos volveremos a ver". Abel se pasmó un poco y entre risas le dijo "Eha rayo, tan mal te caí?! Adios!!" Alania sacó la cabeza por la ventana de su carro y con una sonrisa mirando a Abel dijo "adios Snoopy!!" y se fue.
Abel se quedó sentado en la arena con Snoopy para ver lo que quedaba del atardecer mientras pensaba en los ojos de Alania, sintió que fue como amor a primera vista, sentía que la conocía pero por alguna razón que no entendía no podía recordar de donde. Sentía que nunca antes una mirada lo había impactado tanto, y ya sentía ganas de volverla a ver, su sonrisa había llegado hasta su alma y ahora no se alejaba de sus pensamientos. Era como si unos minutos hubieran sido lo suficiente para él darse cuanta que ella era su alma gemela. Por lo menos le había dejado la esperanza de que se volverían a ver aunque ella le había dado a entender que él no le interesaba, pero no por eso se iba a dar por vencido, estaba dispuesto a encontrar al amor de su vida.