Sobre una pareja que se aman atraves de todas sus vidas.
Rated: He decidido que este cuento es "PG-13"
Estatus: Aunque no lo crean, está TERMINADO, sí leíste bien, lo TERMINE!!!! :)
Nicole era paciente del Instituto Mental de Madrid, llevaba nueve meses en la institución, según los doctores por ataques de pánico ante la sociedad, cambios de personalidad y de ánimo repentinos, y varios intentos de suicidio. Estaba parada frente a la ventana pensando en los amigos que había hecho dentro de la institución, cada uno era especial en su propio modo y nunca había tenido mejores amigos que los que había hecho allí. "AJA!!!" le gritó Carlos agarrándola por la espalda. Ella dio un brinco y pegó un grito del susto, odiaba cada vez que él le hacía eso. "Hombre, JODER! qué te pasa? no me asustes así, te he dicho lo mucho que me molesta" le dijo Nicole todavía un poco alterada por el susto que le acababan de dar. "Por eso me gusta hacerlo" le respondió Carlos entre carcajadas. El era un chico de ojos azulverdosos, era un romántico suicida, había intentado acabar con su vida más de 20 veces pero nunca lograba su propósito. Tenía una personalidad explosiva; lo que lo llevaba a atacar a las personas cuando se molestaba y cada vez que lo hacía lo encerraban en "el cuarto solitario", como los pacientes de la institución le llamaban. Lo tenían que poner ahí para que se calmara y aveces lo tenían que llevar entre 10 médicos, ahí metían a todos los que atacaran a cualquier médico o cualquier otro paciente y Carlos era el paciente que más había estado en ese cuarto. Se sentía orgulloso de su record, 35 veces en ese cuarto en sólo un año.
Besó a Nicole en el cachete y le dijo "te quiero". Ella se limpió el cachete y le dijo "y yo te odio". El le sonrió y le dijo "sabes que también me quieres" y se fue a molestar a Eduardo, un muchacho que estaba convencido de que lo querían matar y de que la gente que el veía en el televisor estaban unidos en un complot para también matarlo. Carlos quería convencerlo de que la comida que servirían ese día tenía veneno y que por todos los medios debía rechazarla. Nicole los observaba desde lejos y cuando ya Eduardo estaba a punto de gritar y de armar un escándalo, ella fue hasta donde ellos para explicarle a Eduardo que Carlos sólo intentaba molestarlo y que era mentira. "Entonces es mentira" dijo Eduardo como un nene chiquito cuando le hacen una historia de terror, no entendía por qué Carlos quería molestarlo así. Después de arreglar la situación se llevó a Carlos a una esquina para que no siguiera con su jueguito. "No seas tan malo, que ganas con hacerle eso?" le preguntó Nicole a su mejor amigo. "es que me da tanta gracia cada vez que se pone histérico" le dijo Carlos entre carcajadas. Nicole también riéndose ante las ocurrencias de Carlos le dijo "Ay estás loco" y él le respondió con cierto orgullo "lo sé, por eso estoy aquí". Se le había olvidado el terror de Nicole ante cualquier altura de mas de tres pies y la calgó en sus brazos. Ella se lo recordó gritando histérica entre lágrimas que la soltara. "hay perdóname te juro que se me olvidó, te lo juro" le imploró mientras le aguantaba las manos para que ella no lo golpeara, luego la abrazó consolándola y le dijo "por favor perdóname, te juro que se me olvidó, no haría nada para agobiarte más de lo que estás, te amo". Ella se dio por vencida en sus brazos al no poder darle y también lo abrazó diciéndole con voz llorosa que también lo amaba. Se besaron apasionadamente y rápido se sintieron mejor.
Eran almas gemelas, ahora no se separaban, siempre estaban cogidos de la mano y habían jurado ayudarse el uno al otro para salir de allí pronto y comenzar una nueva vida juntos. Habían pasado tres meses, Carlos no había vuelto al "cuarto solitario" y se habían prometido no volver a atentar contra sus vidas. Carlos se sentía cada día mas enamorado y se llenaba de ilusión soñando en el día en que juntos saldrían de allí para vivir felices. Era de noche y Carlos se acababa de inspirar en un poema hermoso para su amor, no podía esperar a dárselo para ver sus ojos, así que salió de su habitación en silencio y con cuidado que no lo vieran para llevárselo de sorpresa a su novia que tanto amaba. Entró al cuarto de Nicole pero no la vio, miró hacia el baño y vio la puerta cerrada así que la dejó para que hiciera sus necesidades tranquila. Se sentó en su cama, pero notó que estaba encima de un papel, se levantó y vio que decia su nombre, lo desdobló y comenzó a leer.
Carlos:
Quiero decirte cuanto te amo, por favor perdóname por haber roto nuestra promesa es que ya no aguanto estar un minuto más aquí. Quiero que sepas que siempre te amaré y si vuelvo a nacer de nuevo buscaré la forma de llegar a ti. Te juro que no importa cuantas veces muera te seguiré amando, es una promesa que jamás romperé.
Nicole
Ya él sabía lo que había ocurrido y llorando camino hasta el baño, abrió la puerta y la vio tirada en el piso con unas profundas cortaduras en las muñecas. No podía creerlo, y no podía vivir más sin ella, se sentó en el piso a su lado y cogió el pedazo de espejo que ella usó para matarse y también se cortó las muñecas para morir junto al amor de su vida. Se acostó abrazándola y le dijo mientras esperaba su muerte "también te amaré, y te juro que si vuelvo a vivir te encontraré aunque vivas en otra esquina del mundo".
"Abel, para que rayos tú querías venir aquí" le dijo Alex mirando a su alrededor, no le atraía para nada la idea de estar en un citio con relieve de santería. "Chico, es sólo para hacer algo diferente, además no te gustaría saber quien pudiste haber sido en otra vida?" le dijo Abel tratando de convencerlo de que sería divertido. "Hay por favor, no me digas que tú crees en eso" le dijo Alex casi burlándose. Abel en realidad lo hacía por curiosidad, por cambiar la rutina, le iba a contestar que lo hacía sólo por que le interesaba el tema pero fue interrumpido por una señora alta, gorda, con facciones de gitana que vestía una bata blanca "pasen por aquí por favor". Alex se negaba a ir también y Abel tuvo que halarlo por la camisa. Pasaron a un cuarto alumbrado por velas blancas. La senora les pidió que se sentaran en una mesa que tenía un mosaico en forma de estrella. Sin pensarlo Abel se sentó y Alex aunque un poco irritado por la idea se sentó al lado de él. "Bien que los trae por aquí, que les gustaría saber?" Alex le abrió los ojos bien grande y le dijo señalando a Abel "yo no, él" Ella le respondió "pues bien entonces nesecito que valla al cuarto de afuera a esperar a su amigo Abel". Abel se sorprendió pues en ningún momento le había dicho su nombre, pero rápido reaccionó pensando que eso lo podía saber cualquier persona. Alex miró a su amigo y le frunció la frente y se fue a esperar al otro cuarto.
Cuando Alex los dejó solos la señora cambió su vista a Abel y le dijo "pues bien que te trae por aquí, que quieres saber?" Abel estaba un poco nervioso y le explicó que había leído un libro sobre vidas pasadas y se interesó por el tema y como había escuchado que ella leía sobre vidas pasadas pues había llegado hasta allí. Ella sacó un paquete de cartas con dibujos extraños, y Abel un poco extrañado le preguntó "eso no se usa para leer el futuro?" ella lo miró y le dijo "también sirven para leer el pasado". Abel se conformó con su respuesta y se acomodó en la silla. Luego de mandarlo a que partiera el paquete varias veces comenzó a decirle "Según lo que veo aquí, has tenido muchas vidas pasadas en las que siempre te reúnes con una persona que através de tus vidas ha significado mucho para ti, siempre a pesar de la distancia o de las cosas negativas logran encontrarse en un punto del camino y se entregan felicidad, pero en casi todas las vidas, ambos tienen una muerte trágica." Abel tenía la piel de gallina por lo que la señora le decía. "En muchas de las vidas que han tenido, o uno muere y el otro por no esperar a reunirse en otra vida, muere poco después o aveces ambos mueren juntos, por un desastre de la naturaleza, un accidente y hasta en la vida pasada ambos acabaron con sus vidas, pero veo que através de los años se siguen jurando amor eterno y encontrarse nuevamente. Veo que en esta vida ustedes ya se encontraron en el camino, pero hay algo que a ti te impide y no te deja entender que tú sientes algo muy adentro de ti por ella y aunque no te des cuenta que naciste para amarla, al igual que en tus vidas anteriores. Veo que ella ya se dio cuenta que siente algo grande por ti pero lo niega, y al igual que tú, sufre en el fondo de su alma al no estar juntos, ella siente que estaría mal de su parte enamorarse de ti, por eso se niega ella misma lo que siente cada vez que te ve. Cuando la vuelvas a encontrar y te des cuenta de quien es ella no debes huir por miedo a lo que te he dicho de que mueren trágicamente, por que si lo haces, tu muerte te traerá tristeza y a ella también, lo que les impedirá ser felices en sus próximas vidas ya que no podrán volver a encontrarse." Abel un poco curioso, le pidió un nombre. Ella se concentró más en su trabajo y le dijo "veo que en la vida pasada ella era Nicole, y el tuyo me parece que fue Carlos" pero fue interrumpida por Abel "no, no, quiero saber su nombre en esta vida". Ella no sacó su concentración de las cartas y un poco frustrda le dijo "no lo puedo ver bien es algo asi como Di" Abel abrió sus ojos bien grande en repugnancia pues no le atraía la idea y casi gritando le dijo "DIDIER!!!!????" ella lo miró y le dijo "no, en esta vida es una mujer, no te preocupes". Abel respiró en alivio al saber que la persona que había amado todas sus vidas no haya resultado ser un hombre en esta vida, trató de pensar en una muchacha que él hubiera conocido que su nombre empezara en Di, pero se frustró al ver que podía ser cualquiera. Terminó su seción con la señora, le pagó y le agradeció el tiempo. Salió del cuarto casi volando y se le había olvidado que Alex estaba allí. "Abel, qué pasó, qué te dijo" Abel dio un brinco por que se asustó al escuchar la voz de su amigo que lo interrumpió de sus pensamientos y le dijo "yo pensaba que tú no creías en eso" le dijo Abel para tratar de safarse del tema. "No, no creo en eso pero me da curiosidad saber que te dijo". Abel lo miró seriamente y le dijo "realmente no quiero hablar de eso". Alex se conformó con su respuesta y respetó la decisión de su amigo así que se fueron.
"Diana, por favor acompáñame, pleaseeeee" le dijo Natalia a su mejor amiga casi suplicándole. Diana terminó aceptando igual que siempre que su amiga le suplicaba y para tratar de convencerla de que no sería buena idea le dijo "y que vas a hacer con Juliet, no la puedes llevar allí" Natalia le respondió "claro que sí, ella no entiende eso y además mientras me leen las cartas tú te quedas afuera esperándome con ella, es que no quiero ir sola". Diana se tuvo que conformar con su respuesta y se fueron. Llegaron y la persona que las atendió fue una mujer rubia con pelo encrespado y bajita, hizo a Natalia pasar a otro cuarto mientras Diana esperaba con la hija de su amiga a que le leyeran las cartas. "Esa señora es una bruja?" le preguntó Juliet a quien llamaba titi. Diana se empezó a reir y le dijo "claro que no mi amor, esa senora es buena y va a ayudar a tu mamá". Juliet se quedó tranquila después de la respuesta que le dio su tia y al rato salió su mamá sonriendo. Diana la miró y se empezó a reir y le dijo "qué pasó?" y Natalia le contestó aún sonriendo "después te cuento". Cogió a su hija Juliet en sus brazos y cuando se iban a ir fueron interrumpidas por la señora diciéndole a Diana "cómo te llamas niña". Diana la miró y un poco insegura le dijo "Diana". La señora la miró con ojos de pena y le dijo "Diana me gustaría leerte las cartas por que veo en tu ojos algo que te agobia". Diana y Natalia se miraron y Natalia le hizo señas de que entrara, que sería divertido y Diana un poco insegura entró por la puerta hecha de cortina. Se sentó frente a una mesa blanca y la señora le dijo "me gustaría leerte el pasado para encontrar que es lo que te agobia". Diana le sonrió y aceptó. La señora rápidamente sacó unas cartas y le pidió que las partiera en mitad, Diana pensó que eso era para leer el futuro pero decidió no protestar pensando que la señora sabía más de eso de lo que ella pudiera saber. La señora comenzó diciéndole "Veo en las cartas que tú has tenido muchas vidas en las que siempre te reúnes con una persona que significa mucho para ti, a pesar de las situaciones en su contra o de la distancia siempre han logrado encontrarse en un momento de sus vidas y se entregan felicidad y un amor que muy poca gente logra sentir, pero en casi todas sus vidas ambos tienen una muerte trágica." Diana sintió un frio en todo su cuerpo que la hizo hasta temblar. "En casi todas las vidas, mueren todavía siendo jóvenes, aveces mueres tú primero, aveces es él, y después que uno muere, sus almas por no esperar mas para estar juntos, buscan una manera de matar sus cuerpos para encontrarse nuevamente en la siguiente vida y hay veces que hasta han muerto juntos. En todas las vidas ustedes se han jurado amor eterno y se juran volver a encontrarse. En esta vida ya lo conociste pero tú no quieres aceptar que sientes algo grande cuando lo ves o escuchas su nombre por miedo a lo que eso puede traer, y a él también hay algo que le impide darse cuenta que también siente algo por ti en lo profundo de su alma, y al igual que en todas sus vidas anteriores, ustedes nacieron para amarse; a pesar de que en esta vida ha sido una de las veces que más difícil que se les ha hecho estar juntos y encontrarse. Si él no hace nada por miedo o por que no se da cuenta, debes de hacer algo tú por que si no, en sus proximas vidas jamás podrán volver a ser felices, ya que no se podrán volver a encontrar. Tú sabes de quien yo te hablo y cuando lo vuelvas a ver debes de decirle lo que sientes para que su alma se de cuenta de quien eres tú." Diana no quería aceptar la realidad de que sabía quein era esa persona y le pidió el nombre a la señora, quien le respondió "tú sabes que su nombre es aaa..., a, Abel" Diana se frustró y se inundó en un mar de tristeza, como esa señora sabía lo que ella sentía "no puede ser él, él es el ex esposo de mi mejor amiga, el papá de la nena que considero mi sobrina" dijo soltando una lágrima de sus ojos pues sabía que aunque no podía estar con él, lo queria; aunque no entendía por qué y lo callaba por respeto a su amiga Natalia. La señora la miró a los ojos y con mucha seriedad le dijo "se que no es fácil, pero escúchame bien, ella ya no lo ama a él, y aunque al principio alomejor se sienta un poco traicionada ella va a terminar entendiendo. Si no llegan a estar juntos, te lo repito, en sus proximas vidas, ambos serán infelices, por que ya no se podrán volver a encontrar". Diana se sentía atrapada en la caída de un abismo, como podría decirle al que fue esposo de su mejor amiga que sentia algo por él y lo peor de todo es que él iba a pensar que ella estaba loca pues habían hablado muy pocas veces y apenas se conocían. Diana se tranquilizó un poco y salió del cuarto aún agobiada, Natalia al ver la cara que su amiga traía le dijo "Qué pasó, qué te dijo?". Diana la miró con dolor en sus ojos y le dijo "no quiero hablar de eso ahora". Cuando llegaron a la casa, Natalia llevó a su hija al cuarto pues había caído en un profundo sueño. Llegó hasta donde su amiga que se servía un vaso de agua y le dijo "te voy a contar lo que me dijo la señora". Diana bajó su cabeza, pensando que no le quería contar a ella lo que le dijo la señora y se sentó al lado de Natalia para escucharla. Natalia se sonrió y le dijo "me dijo que iba a conocer a un joven que me iba a traer más felicidad de la que cualquier otro me ha dado, me casaré con él y que voy a tener cuatro hijos más. Claro yo no me voy a creer eso así por que sí, pero entonces me habló de lo que estaba pasando con Abel, me dijo exactamente como terminamos y hasta me habló de Juliet, de mis padres y hasta de ti. Le tuve que creer. Te imaginas, el hombre que más voy a amar aún no lo conozco." Diana le sonrió a su amiga y le dijo "sí, eso pone a uno a pensar" aún estaba agobiada y no podía escondérselo a su amiga quien le diijo "Que fue lo que te dijo a ti que te tiene así". Diana no quería contarle a su amiga lo que la señora le dijo, pero pensando en que como quiera se lo iba a sacar pues no la dejaría tranquila hasta que le contara le narró lo que la señora le había dicho. "Wow y no sabes quién es?" le dijo Natalia un poco asombrada por la historia que su amiga le habia hecho. Diana odiaba mentirle a su amiga pero no encontró la forma de decirle la verdad y le dijo "no, no sé quién es".
Había pasado una semana, ese sábado era el cumpleaños de Juliet, y Diana sabía que allí estaría Abel y por eso no quería ir, pero no podía fallarle a su sobrinita. Estaba a punto de salir y sonó el teléfono "hello?" lo contestó. Al otro lado era Natalia "Diana, qué pasa qué no has salido? ya todo el mundo está aquí, Juliet está preguntando por ti, ya mismo vamos a cantarle". Diana le respondió algo inquitea "ya estaba saliendo por favor no canten hasta que yo llegue, es que se me hizo un poco tarde". "Un poco tarde? acaba y sal para acá, esta no te la voy a perdonar chica". Contestó Natalia un poco molesta. "Perdón ahora voy para allá" le aseguró Diana. "Ok más te vale" le dijo su amiga como regañándola y colgaron los teléfonos. Natalia miró a Abel, quien estaba parado al lado de ella escuchándola hablar, parecía como si estuviera en un trance y su mirada estaba en blanco. "Abel estás bien" Abel aún pensando en el nombre que acababa de escuchar le dijo que sí y Natalia se fue con su hija. Había caído en cuenta, ya sabía de quien la gitana le hablaba, era la mejor amiga de Natalia, Diana. Como no se había dado cuenta antes, simpre le había atraído y se sentía curioso ante su mirada pero no había prestado atención a lo que sentía cada vez que la veía. Se agobio un poco recordando todo lo que la gitana le había dicho, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por su hijita "papi, papi, ven conmigo lléname esta bomba". Abel le sonrió a su hija, se agachó frente a ella, la abrazó y tomó la bomba en sus manos para soplársela. "Más grande" le dijo Juliet. "Más grande? se va a explotar" le dijo Abel con ojos sorprendidos. "Sí, sí la quiero más grande así" le pidió su hija enseñándole con las manos el tamaño que quería la bomba. Abel se sonrió, la llenó más y se la dio. Juliet le cogió la mano y le dijo "ven papi, ven vamos allá con mami" y se llevó a su papá haciendo que se sentara en un mueble a pesar de que prefería estar parado. A los 15 minutos llegó Diana y saludando a todo el mundo trató de pasar por alto a Abel pero él la saludó atrapándola en su mirada. 10 segundos habían pasado en que los dos no dejaban de mirarse a los ojos y en esos segundos sus mentes se llenaron de pensamientos, sentían exactamente lo que a cada uno le habían dicho que sentirían al verse. Los dos sintieron como si se hubieran conocido y se hubieran amado através de los años y de los siglos. Pero fueron interrumpidos por Natalia, que los miraba un poco molesta "ok, ahora vamos a cantarle a Juliet" dijo moviendo la cara de Abel para que él la mirara a los ojos. "Ah sí, ahora mismo" le respondió Abel un poco confundido por lo que acababa de suceder. Natalia lo haló por la mano para que la acompañara a buscar el bizcocho y mientras hacían su trayecto a la cocina, Abel volvió a mirar a Diana y le dio una sonrisa que la llevó al cielo. Diana se sentía mal por lo que estaba sintiendo, pero no podía evitarlo, cada vez que lo veía era como si hubiera visto a un ángel caído del cielo. Después de haberle cantado a Juliet, Abel buscó con su mirada a Diana, estaba sentada en un mueble en la esquina de la sala, y lo estaba mirando pero cuando ella se dio cuenta que él también la miraba detenidamente, cambió su vista al piso. Abel podía leer en sus ojos lo que ella estaba sintiendo y era lo mismo que él pensaba, caminó en drección a ella mientras su mente le decía que parecía una bella diosa. Se sentó a su lado y le dijo "Hola, estás solita, vine a hacerte compañía". Ella se sonrió y le dijo "estoy bien, pero gracias, me agrada tu compañía". Abel le sonrió y se quedaron hablando por un largo rato. Hablaron de muchas cosas y se seducían con las miradas, ya los invitados habían empezado a irse y Diana terminó la interesante conversación que llevaba con Abel, mirando su reloj y diciéndole "creo que es un poco tarde, me tengo que ir llendo". Abel le sonrió y le dijo "ok, dejo que te vallas pero por lo menos déjame acompañarte hasta el carro". Diana se empezó a reir y le dijo "dale". Cuando llegaron al carro, se intercambiaron números de teléfono para no perder comunicación, otra vez se habían quedado atrapados en sus miradas y estaban a punto de besarse, cuando oyeron a Natalia aclararse la garganta para decir "Diana tengo que hablar contigo". Abel y Diana se viraron a ver a Natalia a a la misma vez y Abel le iba a decir algo pero ella lo interrumpió "contigo también Abel, quiero hablar con los dos". Los tres caminaron a la casa, Abel estaba un poco molesto por que sabía lo que ella iba a deir y sentía que no tenía ningún derecho por que ya ellos no estaban juntos. Diana estaba nerviosa y se sentía mal por lo que estaba sintiendo. Entraron y se sentaron, Natalia mirando a los dos como una madre regañando a sus hijos. "No puedo creer que por poco se iban a besar, Diana yo pensaba que tú eras mi mejor amiga" "todavía lo soy" la interrumpió. "No, ninguna amiga haría lo que tú hiciste hoy". Abel levantó la mano que usaba para recostar su cara y le dijo "No te hicimos nada, tú y yo ya no estamos juntos, nada de lo que hicimos esta mal." Aquí un poco alterada, Natalia le contesta "que no está mal, nuestra hija le dice a ella titi, que va a pensar cuando titi y papi se estén besando, se va a confundir... y ninguna amiga se enreda con el ex de su mejor amiga" dijo esta vez mirando a Diana, quien no podía mirar a Natalia a la cara. Abel también un poco molesto y alzando su voz un poco le dijo "como quiera, no pasó nada". Natalaia le respondió "Abel pero iba a pasar, y no puede pasar, no pu-" "Y por qué no?" la interrumpió Abel. Diana seguía callada, se sentía triste por que sabía que nunca podría estar con él. "Ya te dije por que no, la nena se va a confundir si los ve" le explicó Natalia. "Pues ella no tiene que ver nada, y si llegara a pasar algo y ella llegara a ver, yo le explicaría lo que está pasando, además eventualmente voy a estar con alguien, no me voy a quedar solo para toda la vida" le dijo Abel levantándose del sofá para irse y antes de que saliera por la puerta Natalia le dijo "Sí perfecto, con otra, pero no con mi mejor amiga". Luego miró a Diana diciéndole "gracias, ahora vete de mi casa". Diana se levantó y salió por la puerta aún dolida por la situación en la que se encontraba.
Dos semanas después, Diana, a pesar de sus intentos por hablar con su amiga, se le había hecho imposible. Al igual que todas las noches anteriores, Abel la llamó y la invitó a salir, era la cuarta vez que salían en las últimas dos semanas. Esa noche Abel la llevó a un lindo restaurante y luego a dar un paseo por la playa. Fue la más romántica cita que tuvieron. Iban agarrados de la mano, caminando por la orilla dejando que las olas acariciaran sus pies. "Sé que ha pasado poco tiempo, pero siento que ya te amo" le dijo Abel mirándola profundamente a los ojos para luego besarla. A Diana se le aceleró el corazón, se sentía como una niña de 15 años después de recibir el tan añorado primer beso. "Yo también te amo, Abel" y se abrazaron tiernamente sintiendo cada respiro y cada latido de sus corazones. Se alejaron de la orilla y se sentaron en la arena a ver el mar. Se abrazaron y se acariciaron y con las miradas les bastaba para decir lo que sentían sus corazones. Se besaron con tanta pasión, que el mundo se podía caer a sus pies y no se darían cuenta. Diana hizo en la arena con sus dedos un corazón y adentro escribió Abel, te amo. El le paso la mano y lo borró haciendo un círculo en el que escribió Diana, te amo. Diana lo miró un poco extrañada y le sonrió como preguntándole por qué un círculo, y Abel le respondió con un beso y luego le dijo "cuando ames a alguien, escribe su nombre en un círculo y no en un corazón, por que los corazones se rompen y los círculos continuan por una eternidad". Abel siempre la llevaba al cielo con frases lindas como esas y Diana llevaba a Abel al cielo con cada caricia y cada beso que le daba. Esa noche Diana regresó a su casa junto con Abel donde se amaron con ternura y pasión, estaban perdidamente enamorados y nada ni nadie los podría separar.
Abel se levantó temprano, tenía que ir al estudio con los muchachos, pues estaban grabando el disco nuevo y ya estaban un poco atrasados. No quería despertar a Diana, parecía un ángel. Le acarició la cara tiernamente y buscó un papel en blanco para dejarle una nota. Diana se despertó y aún con los ojos cerrados busco a Abel a su lado con el brazo, pero no estaba allí. Abrió los ojos y vió un papel, lo tomó en sus manos y con una sonrisa lo comenzó a leer.
Mi amor, perdona que me haya tenido que ir, pero como sabes, estamos atrasados con el disco. Gracias por esa noche tan maravillosa y por dejarme saber cuanto me amas... te amo
Abel
Se llevó el papel al pecho, y lo guardó en una gabeta junto con otro detallito que Abel ya le había regalado. Se paró de la cama y estaba lista para darse un baño pero sonó el teléfono. "Hello" lo contestó. "Diana soy yo" le dijo la otra persona. "Naty!!, que bueno que me llamaste llevo días tratando de ha-" pero su amiga no la dejó terminar, "lo sé, necesitamos hablar, es que he estado pensando y alomejor fui un poco injusta contigo, por que yo sé lo que tu estás sintiendo, yo lo sentí, sé como te vuelve loca con sus palabras, por que a mi también me volvía loca". "Chica, pero-" Diana le iba a decir algo pero otra vez su amiga la interrumpió "déjame terminar, yo hablé con Abel, y el me dijo que habían salido varias veces y que estaba enamorado de ti. Tú eres mi mejor amiga, yo no quirero que esto nos aleje, así que quiero que sepas que no tengo problemas con que salgas con él, pero no quiero que mi nena se confunda con esto". Diana se sentía alegre, por que su mejor amiga la comprendía y le dijo "tú sabes que por nada del mundo quiero que ella se confunda". "Sí lo sé, y quiero que sepas que te voy a apoyar en las buenas y en las malas" le dijo Natalia. Diana le contestó "yo también Naty, y por nada del mundo quiero perder tu amistad, tu eres mi mejor amiga desde que me puedo recordar" "tú también" le dijo Natalia. Diana cambió un poco el tema y le dijo a su mejor amiga "oye pero cómo se lo decimos a Juliet?" "Ah no sé, eso yo te lo dejo a ti" le dijo y añadió en forma de broma "yo ya te di permiso de estar con Abel". Las dos se empezaron a reir y engancharon el teléfono, Diana aún pensando en cómo le explicaría a Juliet la situación.
Abel y Diana estaban conviviendo, era la primera vez que Juliet se iba a quedar en casa del papá con Diana viviendo allí. Le habían rentado la película Toy Story y como estaban tan cansados Diana y Abel se estaban quedando dormidos y cuando Juliet vio a su tía con los ojos cerrados al lado de su papá empezó a jamaquearla diciendo "titi, tienes que irte, no te puedes dormir aquí con papi". Diana y Abel abrieron los ojos a la misma vez y Diana aún no sabía que decirle así que Abel tomó la palabra "mi amor, es que Diana está bien cansada" a lo que la nena le respondió "pues yo le presto mi cama, y yo duermo contigo". Abel le acarició la cara a su hija y le dijo "mi amor, lo que pasa es que Diana es mi novia y está viviendo aquí, por que la quiero mucho y ella me quiere mucho a mi". "Más que a mami?" le preguntó su hija con inocencia y Abel le respondió "mi vida lo que pasa es que yo quiero a tu mamá por que ella te trajo a la vida y yo te amo más que a nada en el mundo." Juliet cambió su vista a Diana, quien la miraba con ternura y le dijo "tu quieres a papi mucho" y ella le respondió "claro, lo quiero tanto como te quiero a ti" la abrazó y le dió un beso en la frente. Juliet estaba bastante cansada y se le notaba por que no paraba de bostezar, su padre le empezó a hacer cosquillas para luego darle un beso esquimal y le dijo "AY! mi angelita tiene sueño, vente vamos a llevarte a la cama" y la cogió en sus brazos llevándola como si fuera un avión. Juliet no paraba de reirse y cuando su papá la acostó en la cama le dijo "otra vez, papi, otra vez, la última, la última". Abel complació a su hija dándole otro paseo por la casa y cuando la devolvió a la cama su hija le dijo "papi, ahora sí, de verdad la última, la última". Abel le sonrió, le frunció la frente "ok la última, dame tu dedito, prométemelo" le dijo a su hija dándole el dedo meñique, Juliet se lo agarró y le dijo "te lo prometo papi". Abel le dio un último paseo a su hija por la casa y al terminar la acosto en la cama diciédole "ok mi amor ahora te duermes que ya es tarde". Pero ella no lo quería dejar ir y le dijo "papi pero hazme un cuento" "uno, nada más" le dijo Abel en forma de advertencia. Juliet le sonrió a su papá y le dijo "pero hazme el de caperucita roja hablando loco que me da risa". Abel se empezó a reir, se recostó al lado de su hija y le hizo el cuento y cuando la nena estaba a punto de quedarse dormida le besó la frente y se paró para irse pero Juliet le dijo "no papi hazme otro". Abel estaba un poco cansado y sabía que Juliet lo hacía por no dejarlo ir y le dijo como regañándola "no, ya se acabó, duérmete ya que es tarde". Cuando iba a salir por la puerta Juliet empezó a llorar así que Abel la llevó en sus brazos a la sala y se sentó en un sillón a mecerla para ver si así la dormía. Diana le había preparado un biberón de leche con chocolate y se lo llevó, pero Juliet le dijo "no, no quiero". Diana puso el biberón en una mesita que estaba a su lado y le iba a acariciar la cara pero la nena le empujó la mano para que no la tocara y escondió su cabeza en el pecho de su papá. Diana bajó su cabeza sintiéndose rechazada y Abel le forzó una sonrisa y miró en dirección al cuarto como para decirle que lo dejara solo con la nena. Diana se fue al cuarto y Abel le besó la cabeza a su hija, luego le despegó la carita de su pecho y mirándola a los ojos le dijo "bebé, yo se que te molesta que yo viva con Diana en vez de con tu mamá, pero tu mamá y yo ya no nos queremos y un día de estos otro señor va a vivir con ella, pero eso no significa que ya no te queremos". A Juliet se le aguaron los ojos y Abel la abrazó y le dijo "pero mi amor no llores", y la empezó a meser pensando en una manera para que su hija volviera a aceptar a Diana.
Después que su hija se durmiera, Abel la acostó en su camita, la arropó, le dió un beso en la frente y acostó el peluche favorito de su hija a su lado. Luego caminó hasta su cuarto y se acostó al lado de su novia, abrazándola y le dijo "mañana me iré temprano para que pases el día con Juli". Diana le respondió "a ver que pasa" y tomó la mano que Abel usaba para abrazarla y se la besó. Al otro día después de desayunar, Abel, quien ya estaba vestido y listo para irse, le dijo a su hija "Juli hoy yo tengo que hacer unas cosas importantes y no puedes ir así que te vas a quedar con Diana". Juliet no se quería quedar sola con Diana así que para tratar de evitar que su papá se fuera, empezó a llorar mientras le agarraba la mano y le decía "no papi yo me quiero ir contigo". Abel se agachó a la estatura de su hija y mirándola a los ojos le dijo "bebé, no puedes, no insistas, que no puede ser. Es sólo un rato, además Diana te va a llevar a paser". Abel la besó en el cachete y comenzó a caminar a la puerta para irse, pero su hija para tratar de impedirlo lo agarró por los pantalones y llorando le dijo "papi no te vallas, yo no me quiero quedar con Diana". Como Abel veía que no lo dejaba ir y no le quería pillar un dedo con la puerta mientras la cerraba, le dijo a su novia "Diana agárrala, por favor". Diana calgó a Juliet, quien peleaba para poder irse con su papá y le dijo "mi amor tranquilízate" y mientras Abel ya se estaba montando en el carro para irse Juliet le gritaba "no, suéltame yo me quiero ir con papi". Diana la puso en el piso y le dijo "no mi amor, no puedes si ya el se fue". Juliet entonces le dijo entre pucheros "pues llévame con mami" a lo que Diana le contestó "mi amor tampoco se puede". Juliet armó una rabieta y llorando a gritos se tiró al piso a pedir que la llevaran con su mamá. Diana tenía dolor de cabeza así que agarró su cartera y le dijo "vente te voy a llevar con tu mamá". La nena se tranquilizó un poco y se fueron. Diana la llevó al zoológico, pero Juliet al ver que no la había llevado a su casa le dijo "aquí no es mi casa" y Diana le contestó "no mi ángel, estamos en el zoológico, para ver los animales". A Juliet le encantaban los animales así que se bajó del carro tranquila y algo emocionada y se fue con Diana a dar un paseo por el zoológico. La estaba pasando super bien y ya se le había olvidado la rabieta que le había dado con Diana. Estaban viendo unos monos y muy cerca de ellas habían payasos haciendo animales con bombas y pintando a los niños como payasos. Cuando Juliet los vió, agarró la mano de Diana y le dijo "yo quiero ir a donde los payasos". Diana buscó con su vista a los payasos, miró a Juliet, le sonrió y le dijo "claro que sí, quieres que te pinten la cara como una payasita?" y Juliet emocionada le dijo que sí. Ya estaba contenta, tenía la cara pintada de payasita, una bomba que Diana le había regalado y se estaba comiendo el mantecado de Mickey que Diana le había comprado. Se sentaron en un banquito mientras Juliet acababa de saborear su mantecado. Diana había llamado a Abel para que se encontrara con ellas allí y mientras lo esperaba Juliet le preguntó "tú quieres mucho a mi papá?" Diana le sonrió y le dijo "claro, mucho y a ti también" la nena le sonrió y le dijo "y ahora tú no vas a ser mi tía verdad?" Diana le acaricio el pelo y le dijo "lo que pasa es que yo te quiero demasiado para ser tu tía nada más". Juliet le iba a hacer otra pregunta, pero vio a su papá llegar y salió corriendo a donde él gritando "papi". Abel la calgó y le dio un beso, la volvió a poner en el piso y le preguntó "cómo la pasaste con Diana?" Su hija le contestó "bien, vi los animales y me pintaron de payasita". Abel se sonrió ante la inocencia de su hija y le dijo "Sí ya veo, te ves linda". Juliet agarró la mano de su papá y lo haló diciéndole "vamos con Diana". Llegó a donde Diana y la saludó con un beso y se fueron a dar un paseo por el zoológico, por que la nena aún no se quería ir. Juliet iba en el medio agarrando la mano de su papá y la de Diana, y unió sus manos para que siguieran caminando de la mano, luego, sonriendo por su travesura se fue al lado de su papá y le agarró la mano que tenía libre.
Habían pasado cuatro meses y a la semana siguiente Abel se tenía que ir a México de promoción y a dar un concierto. Diana lo había llamado para decirle que iba a llegar un poco tarde por que tenía trabajo atrasado. Abel le iba a hacer una cena romántica pero Diana le dijo que ya había comido, así que Abel decidió darle una sorpresa mucho más linda y más romántica, ese sería el momento perfecto para lo que él le quería regalar. Diana estacionó su carro frente a la casa y se bajó contenta de que iba a ver a Abel después de un día duro de trabajo. Abrió la puerta y la casa estaba alumbrada con velas. Maravillada y emocionada por los gestos de Abel, entró y cerró la puerta y vio en el piso pétalos rosados que hacían un trayecto hasta el cuarto. Puso su cartera en un mueble y siguió los rastros de pétalos y cuando entró al cuarto, en la cama habían muchos pétalos rojos, pero Abel no estaba. Diana se sonrió y en ese momento unos brazos la agarraron tiernamente por la cintura, Diana recostó su cabeza hacia atrás y Abel, quien estaba desnudo, le susurró al oído un dulce y tierno "te amo". Diana se viró y lo miró a los ojos y le dijo "yo también te amo", para luego besarlo apasionadamente mientras Abel la desnudaba.
Hicieron el amor y se quedaron abrazados hablando un rato; Diana le estaba agradeciendo el gesto tan lindo después del día malo de trabajo que había tenido y Abel la interrumpió "mi amor, te tengo un regalo" extendió su brazo izquierdo y cogió una rosa blanca que estaba en la mesita de noche y se la entregó. Cuando Diana la iba a oler, se fijó que dentro de la rosa había algo, cuando lo sacó, era un anillo. Abel se lo cogió de las manos, la miró a los ojos y le dijo "si pudiera poner una estrella en el cielo por cada momento que tú me haces feliz y por cada palabra que dices que hace a mi corazón latir, habría que bajar estrellas a la tierra por que ya no cabrían en el cielo. Te amo tanto, y quiero pasar el resto de mi vida junto a ti, así que para qué voy a esperar más". Diana tenía los ojos aguados por la emoción que sentía, y Abel continuó "por favor, hazme el hombre más feliz, dándome la oportunidad de hacerte la mujer más feliz del mundo, cásate conmigo". y le puso el anillo en el dedo anular de la mano izquierda. Ella lo recostó, se le trepó encima, lo besó "espero que esto sea suficiente como respuesta" le dijo y le hizo el amor.
Había pasado una semana y ya habían hablado de una fecha para la boda y estaban pensando viajar a Europa para su luna de miel. Abel, por su trabajo, tuvo que ir a México y aunque no quería alejarse de Diana, tampoco quería decepcionar a sus fans que siempre lo habían apoyado, además amaba su trabajo. Aunque sería un viaje como cualquier otro, para él era diferente, no podía esconder la alegría que sentía al estar comprometido con la mujer que más amaba. El día que llegó, llamó a Diana, tal como se lo había prometido, todo en el viaje iba bien y esa noche sería el concierto. Se sentía emocionado, el lugar estaba repleto, no cabía un alma más, para él era el mejor concierto que habían dado y el público le colmaba la felicidad que ya sentía. Estaban haciendo el baile de "Cuatro Paredes", Abel veía miles de caras de felicidad, de luces de cámaras, todo iba bien, pero de momento la vista se le puso borrosa, se sintió mareado, perdió la fuerza en las piernas y calló al piso inconciente. Pararon el concierto y dos personas de seguridad se llevaron a Abel al camerino para que lo antendiera un médico. El presentador del concierto salió y le pidió disculpas al público, quienes gritaban preocupados por saber lo que le había ocurrido a Abel. Los demás muchachos salieron nuevamente a escena asegurándole a la multitud que Abel estaría bien. En el lugar habían ambulancias y médicos para atender a todo el que sufriera desmayos, pero esta vez les tocó atender a uno de los que daba el show. Abel ya estaba recuperado y se sentía mejor, le explicó al médico lo que sintió antes de desmayarse y éste llegó a la conclusión de que tenía desgaste físico y debía descansar. "Pero si ya estoy bien, no me va a volver a pasar" insistió Abel. Pero el médico le explicó que lo más importante era que descansara aunque fuera una semana y que no debía volver a salir a continuar el concierto, pues se podía volver a desmayar. Estaba enojado consigo mismo, no quería fallarle a sus seguidores, pero lamentablemente no podría hacer nada al respecto.
Esa noche llamó a Diana. "Hello" lo contestó ella. "Mi amor cómo estás? te extraño" le dijo Abel. Ella se emocionó al escucharlo "Abel, mi vida, también te extraño, cómo te fue hoy?" Abel se molestó al recordar lo que le había ocurrido y con pena en su voz le dijo "no quiero que te preocupes, pero tengo desgaste físico, hoy me desmayé en el concierto". "QUE?!?!?! Pero estás bien?" le dijo Diana alzando la voz por la preocupación que sintió por su amado. "Sí mi vida, no te preocupes por favor, sólo tengo que descansar, parece que con tantas prácicas y falta de sueño, pues me afectó un poco, pero ya estoy bien" le dijo Abel para que su futura esposa no se alterara. Aún así, Diana seguía angustiada y le hizo prometerle que al volver vería un médico. Abel se lo prometió, luego le dijo el vuelo en el que volvería al otro día.
Un mes después Diana llegó del médico emocionada, le tenía una hermosa sorpresa a Abel. Sabía que él llegaría un poco cansado, así que estaba pensando hacerle un masaje corporal de los que a él tanto le gustaban. Abel llegó y a pesar de que se sentía muerto del cansancio, estaba alegre por que iba a llegar a los brazos de la mujer que amaba. Tan pronto entró por la puerta le llegó un aroma de especias y sabía que Diana le tenía prepara una cena de las que a él tanto le gustaban, mientras hacía su trayecto a la cocina, donde se encontraba Diana, vio cremas de masajes y se sonrió pensando en lo bonito que era, el hecho de que ella sabía lo que él necesitaba y siempre complacía sus deseos sin que él se lo tuviera que pedir. Caminó a donde ella y la abrazó por la espalda besándole el cuello. Después de cenar y de que Diana le diera el masaje que tanto lo ralajaba, ella comenzó con su noticia "Abel quiero decirte algo muy importante", se lo dijo tan seria que asustó a Abel, lo hizo pensar que era algo malo. "Qué pasó?" le dijo Abel un poco inseguro por la forma en que su prometida comenzaba el tema. Ella se empezó a reir y le dijo "papi no te asustes". Abel le frunció la frente, le sonrió acercándole la cara y le dijo "dime mamita, que pasó?" Ella le acarició la cara, tomó su mano y se la puso en el abdomen, alzó su vista a los ojos de él y le dijo con emoción "papi, vas a tener otro bebé, estoy embarazada". Abel le sonrió con ternura, la abrazó fuertemente, la besó en la mejilla, se agachó para besarle la barriga y le dijo "Soy el hombre más feliz, vivo con la mujer que amo y nos vamos a casar, tengo una hija bella y ahora tengo la dicha de esperar otra personita, Diana, gracias por hacerme el hombre más feliz, te amo". Ella lo abrazó y le dijo "yo también te amo, te amo, te amo, te amo, te amo y te amo!!!"
Diana se encontraba en su cuarto junto a su madre, sus ojos no podían ocultar la alegría que sentía al verse vestida en su traje de novia y tampoco podía parar de sonreir, por fin había llegado el día que tanto anhelaba, pasaría el resto de su vida junto al hombre que tanto amaba. Con una sonrisa de oreja a oreja le preguntó a su madre "cómo me veo?" Su madre le sonrió tiernamente y le contestó "pareces una princesa". Diana estaba sonrojada por la emoción que sentía y le contestó "no mami es que me siento como una princesa". Su madre miró su reloj y le dijo "bueno mi princesa, vámonos por que vas tarde y tu príncipe debe estar desesperado". "Sí, vámonos" dijo Diana caminando hacia la puerta y dejando que sus ojos reflejaran su emoción. Abel estaba un poco preocupado esperando en el altar, su novia llevaba una horade retraso. Abel miraba su madre cada cicno minutos y esta le respondía con una mirada confortante como diciéndole va a llegar no te tortures más. De momento fue interrumpido por su hija jamaqueándolo "papi, que pasa que Diana no llega ya no se van a casar?" Esto puso a Abel más nervioso de lo que ya se sentía, no pudo evitar reirse y le dijo a su hija acariciándole el pelo "no mi amor, ella tiene que llegar, ya mismo viene". Alex se acercó por el lado para llevarse a su sobrina y le dijo a Abel "Abel cálmate por que no te sientas, cada vez estás mas nervioso". Abel se tranquilizó un poco y le dijo "si me siento, me pongo peor". Alex se empezó a reir y le dijo "no, pero en serio cálmate, todas las novias se atrasan". Abel le alzó un poco la voz y le dijo "chico que sabes tú, nunca te has casado". Alex le iba a responder pero fue interrumpido por la mamá de Diana quien había ido a donde ellos a buscar a Juliette para comenzar el desfile. Saludó a Abel con un abrazo y le dijo al oído "me la tratas bien y la cuidas por allá". Abel se sonrió y le contestó "claro doña Gloria", se paró y caminó nuevamente al altar seguido por Alex, quien sería su padrino. Mientras Diana hacía su trayecto hasta el altar, Abel se enderezó aún más, arreglándose el gabán, mostrando su orgullo. Abel pensaba lo hermosa que se veía, le parecía un angel enviado por Dios para hacerlo feliz. Cuando por fin ella llegó la tomó tiernamente de la mano y se pararon frente al altar. Compartieron anillos aceptando amarse el uno al otro hasta la muerte, y por fin se dieron el beso que sellaría su matrimonio. De camino al lugar donde harían la celebración intercambiaban hermosas palabras y dulces besos. "No quiero que desde este momento tengas alguna duda de que viviré para hacerte feliz" le dijo Abel a su esposa al oído mientras la besaba y la acariciaba. Diana tomó la mano de Abel y se la llevó al pecho diciéndole "puedes sentir como late mi corazón, en este momento no existen las dudas" luego le besó tiernamente la nariz. Abel le respondió acariciándole el rostro, para luego besarla con pasión.
Al otro dia los recien casados partieron rumbo a Europa, haciendo escala en Nueva York y en España. Su primera parada fue en París, Francia. Despues de llevar las maletas al cuarto del hotel donde se hospedarían, se fueron a ver algunas maravillas de la hermosa ciudad en la que se encontraban. Primero fueron a "Le Jardin du Luxembourg" uno de los jardines más bellos del mundo, iban agarrados de la mano por hermosos caminos rodeados de árboles y plantas, y de un lago que recorría gran parte del jardín. "Abel esto está hermoso, no crees?" le preguntó Diana con algo de emoción. Abel, quien no quitaba su mirada de la cara de alegría de su esposa, se detuvo un momento para mirar a su alrededor, la volvió a mirar y frunciéndole un poco la frente le dijo "Bueno, si tú lo dices." Diana se sorprendió un poco por la indiferencia de Abel ante aquel paraíso y le dijo "Qué?! no encuentras este lugar hermoso, así tan romántico". Abel la haló para acercarla a él, luego le pasó la mano por la cara para acomodarle un mechón de pelo detrás de la oreja y le dijo "Mi amor, esto es romántico por que estás tú, y hermoso?, bueno lo es, pero no tanto como tu sonrisa, o como brilla tu pelo por el resplandor del sol". Diana se sonrojó un poco y Abel le soltó la mano que aún le agarraba para abrazarla mientras la besaba. Abel sintió un fuerte dolor de cabeza, rompió el beso llevándose las manos a los ojos y se sentó en el piso por que se sintió un poco mareado. Diana se preocupó y se arrodilló al lado de Abel y le dijo "mi amor, que te pasó, estás bien?" Abel no la quería agobiar y le dijo "sí, sí, es que de momento me dió dolor de cabeza, pero no te preocupes que con una tylenol se me quita". Diana tenía los ojos aguados y le levantó el rostro con sus manos para que éste la mirara y le dijo "seguro que estás bien?" Abel vio a su esposa a punto de llorar, le sonrió y le preguntó "Diana pero por qué te pones así?" Ella le acarició la cara y le respondió todavía un poco preocupada "Abel es que tu reacción me asustó". Abel agarró la mano con la que ella lo acariciaba y con ternura le dijo "no te quería asustar, es sólo un dolor de cabeza". Diana no se sintió muy satisfecha con la contestación de Abel y le empezó a masajear la cabeza para tratar de calmarle un poco el dolor.
Al ratito se fueron a sentar en unos banquitos de donde se veía un hermoso castillo, Abel esperaba sentado mientras Diana le buscaba unas pastillas para que se las tomara y se sintiera mejor. Se las tomó y fingió sentirse mejor por no dañarle a su esposa el primer día de su luna de miel. Luego se fueron a la Torre Eiffel donde abrazados vieron el atardecer y de ahí partieron a cenar a un restaurante muy lindo de donde se veían las luces de la ciudad. Tan pronto regresaron al hotel Abel corrió al baño, cerró la puerta y empezó a vomitar. Diana le tocaba la puerta cada vez más fuerte mientras le decía "Abel, qué pasa ábreme". Abel no le pudo responder por que estaba vomitando y al Diana escuchar lo que pasaba empezó a llorar suplicándole a Abel que le abriera la puerta. Terminó de vomitar, se pasó la parte de arriba de la mano por la boca y se sentó en el borde de la bañera a llorar frustrado por que sabía que no estaba bien, ya que hacía tiempo se había estado sintiendo así. Sus pensamientos fueron interrumpidos por Diana, que entre lágrimas le suplicó "Abel, qué te pasa, por favor ábreme". Abel miró la puerta y después que ella le volviera a pedir que le abriera le dijo "estoy bien, voy ahora". Se levantó, bajó la cadena del inodoro y se hechó agua en la cara. Diana seguía gritándole del otro lado de la puerta para que él le abriera. Abel volvió a mirar la puerta y alzando un poco su voz le dijo "te dije que voy ahora". Mientras se lavaba la boca, ella le volvió a tocar la puerta diciéndole "seguro que estás bien?" Abel levantó su vista al espejo, donde se reflejaba la puerta, respiro hondo y se dijo en voz baja "Dios mío que mucho jode" y alzó la voz para que ella lo escuchara "te dije que voy ahora". Diana se sentó en la cama a llorar por que sabía que algo estaba mal y Abel salió del baño un poco molesto y al verla le dijo "por qué te tienes que poner tan histérica, te dije que estoy bien, no seas estúpida". A Diana no le dio tiempo a responderle por que él salió del cuarto tirando la puerta. A los diez minutos Abel regresó al cuarto arrepentido por la manera en que le había gritado a su esposa y al entrar por la puerta la llamó, pero ella le respondió dándole la espalda. Abel se acostó a su lado y le puso una mano en el brazo y ella se la quitó. El se rascó la cabeza pensando como pedirle disculpas y le dijo "chica perdóname por gritarte y hablarte así, es que me sacaste por que no parabas de preguntarme-" pero Diana lo interrumpió aún molesta "pues perdóname por preocuparme y déjame dormir que tengo sueño". Abel le empezó a acariciar el pelo con ternura y le dijo "mi vida gracias por preocuparte, pero estoy bien, eso fue que la comida me calló mal". Ella se viró para mirar a Abel a la cara y con ojos angustiados le dijo "Abel, eso a ti te pasa muy seguido, estás perdiendo peso, y lo que te pasó en México, tienes que ir a un doctor, alomejor estoy exagerando, pero quiero que vallas a un médico". Abel cambió su vista al techo y le dijo "para qué, si estoy bien, alomejor me va a empezar un virus o algo" ella lo interrumpió con voz entrecortada "por favor, Abel, si no lo vas a hacer por ti, hazlo por mi, para no preocuparme más". Abel se dio por vencido ante la insitencia de ella y la miró a los ojos diciéndole "esta bien, cuando regrese voy a un doctor, pero vamos a cambiar el tema, es nuestra luna de miel, y estamos en la ciudad más romántica del mundo, por favor, no quiero de hablar de eso, nada más bésame, hazme el amor, pero no te preocupes más por eso". Diana se sonrió y lo besó apasionadamente mientras se desnudaban para luego hacer el amor. Al otro día tomaron un paseo por la ciudad, fueron a distintos monumentos y algunas tiendas, ya era la tarde y decidieron ir a la "Iglesia de Notre Dame", y tomaron un taxi para llegar allí. De camino pasaron por el "Arco del Triunfo" y el taxista les explicó que había una leyenda que decía que ese día, las parejas de recién casados que pasaran debajo del arco, su amor sería bendecido y duraría hasta la muerte. Abel y Diana se miraron, se sonrieron y se dieron un beso. Llegaron y decidieron tomarse algunas fotos en las que hicieron muchas muecas, comportándose como chiquillos y riéndose de todo. Se dieron un fuerte abrazo y al cerrar sus ojos, Abel vio en su mente una muchacha sonriente con los ojos de Diana, después la vio corriendo por el lugar agarrándole la mano y después dándole un beso. Abel abrió sus ojos, pensando en lo raro que había sido, todo lo vio como una película y le parecía haberlo vivido; pero decidió no pensar en eso. Besó a su mujer y decidió contarle la vez que fue con Alex a donde la gitana, "Diana, yo nunca te he dicho esto, antes de que estuviéramos juntos fui a una psíquica de esas que leen las cartas, pero en vez de pedirle que me dijera algo del futuro, le pedí que me hablara de vidas pasadas, y me dijo que yo había amado a una persona durante todas mis vidas y que siempre nos volvíamos a encontrar, estoy seguro que esto que siento por ti lo he sentido antes, en otros lugares y otras épocas". Diana se sorprendió al recordar que ella había hecho lo mismo y le dijo "chico, no seas embustero". Abel se sonrió y le dijo "es verdad! por qué no me crees?" Ella le frunció la frente y le dijo "júrame que es verdad". Abel no entendía por que ella no le creía y le dijo aún sonriendo "te lo juro, pero por qué no me crees?" Ella le frunció la frente, por que estaba un poco incrédula y le dijo "pues es que antes de que estuviéramos juntos, Natalia quería que le leyeran las cartas y yo la acompañé y la señora que la atendió, también me las quiso leer pero para ver mi pasado y me dijo lo mismo". Abel la abrazó y le dijo "que coincidencia, pero ves ni la muerte nos separa". Diana lo abrazó diciéndole "no papi, nuestro amor es eterno" y lo besó.
Al otro día partieron rumbo a Italia, donde decidieron pasear por diferentes ruinas en Roma. Estaban en uno de los coliseos y Diana se paró en lo que antes eran las gradas y empezó a tirarle besos y decirle adios con la mano. Abel cerró sus ojos un momento y al abrirlos vio el coliseo como si no le hubieran pasado los años por encima, lo vio lleno de gente y entre la multitud sobresalía una hermosa mujer con los ojos de Diana que estaba sentada al lado de los reyes y moviendo los labios sin decir palabras le decía vos amo y movía su mano para decirle adios. En ese momento Abel miró a su lado y vio un tigre que se acercaba para atacarlo, se frunció los ojos con los dedos y los volvió a abrir pero la bestia estaba más cerca, esto le pareció tan real que empezó a correr para escapar pero tropezó y el tigre lo alcanzó; pegó un grito y volvió a ver a la muchacha con los ojos de Diana parada y llorando desconsoladamente. En ese momento Abel sintió una tristeza que se apoderó de sus sentimientos y empezó a llorar desconsoladamente. Diana se acercó corriendo a donde su esposo, quien miraba aterrado al vacío, le puso la mano en la frente y le preguntó histérica "Abel qué te pasó". En ese momento las imágenes que veía desaparecieron y miró a su esposa sin saber que responderle, la abrazó y le dijo entre lágrimas "no sé, no sé como explicarlo". Aún estaba un poco aturdido por la tristeza que lo había abrumado y le dijo a Diana "por favor, vámonos de aquí". Decidieron, entonces irse al Vaticano, querían ir a una misa, llegaron a un linda Iglesia donde una monjita los invitó a una, ellos se sentraron bastante al frente agarrados de la mano esperando que empezara. Cuando la misa comenzó se sorprendieron y se emocionaron mucho al ver que el Papa Juan Pablo II, era quien la daría. A Diana se le salían las lágrimas y Abel no podía parar de sonreir por la emoción que ambos sentían. El le secó una lágrima y le dio un tierno beso en la mejilla, ella le contestó con una caricia. La misa era en latín, por lo que no entendían nada. Casi al finalizar la misa, el Papa los miró y dijo unas palabras, también en latín, Abel y Diana simplemente se sonrieron, la monjita que los había invitado a la misa, estaba sentada al lado de ellos y les explicó que el Papa había bendecido su amor. Ellos se miraron con emoción y después de darle las gracias a la monjita, Abel besó a su esposa. Al otro día fueron a Venecia y al llegar la noche después de cenar se fueron a dar un paseo en una góndola, alumbrados por la luz de la luna.
A la mañana siguiente fueron de regreso a Madrid, España pues de allí tomarían el avión que los regresaría a los Estados Unidos. Estaban paseando y llegaron hasta una plaza que quedaba frente al Instituto Mental de Madrid. Diana quería café y fue a un pequeño establecimiento en medio de la plaza, mientras ella pedía su café, Abel se quedó paralizado mirando el hospital, sentía que había estado allí antes, y se sintió como atrapado. Su esposa lo interrumpió preguntándole si quería algo de tomar, el reaccionó rápido y le dijo "eh, no, no esta bien". Pagó la cuenta y se sentaron en unas mesitas donde Abel le explicó la sensación que le traía ese lugar, al rato se fueron a caminar por las calles, disfrutando del último día que les quedaba por Europa.
Al otro día regresaron a Miami a las 8:00 de la noche, Diana decidió desempacar mientras Abel se daba un baño. Al rato el salió del baño y la ayudó a desempacar, no se decían palabra alguna, sólo intercambiaban miradas y sonrisas. Sonó el teléfono y Abel lo contestó "Hello". Al otro lado "Abel, cómo les fue, es Alex". Abel se sentó en la cama y le contestó "ah bien, quieres hablar con Diana, para que te cuente?" Alex le contestó "no, yo los dejo descansar, te llamé para decirte que mañana hay práctica". Abel se sintió cansado al escuchar la palabra práctica y le dijo a su amigo "ok, pues nos vemos mañana". Colgó el teléfono, miró a su esposa y le dijo "era Alex, para decirme que mañana tenemos práctica". Diana se disgustó un poco, dejó lo que estaba haciendo y le dijo "ahh y para cuando vas a dejar lo de ir al médico". Abel no le respondió, simplemente cerró su maleta y la tiró al piso, se iba a ir del cuarto pero Diana lo detuvo diciéndole "Abel tú me prometiste que tan pronto llegaras ibas a ir a un méd-" pero Abel la interrumpió "pero mañana no puede ser, por que ya te dije que tengo práctica". Diana se molestó y le dijo alzando la voz "pues ni modo, si tu crees que tu práctica es más importante que tu salud, pues jódete, allá tú". Abel respiró hondo y también le alzó la voz "puñeta, te dije que tengo una práctica, tan pronto yo pueda, voy a ir" luego se fue del cuarto tirando la puerta. Diana se frustró y aún preocupada por la salud de su esposo, buscó en la libreta de teléfonos y llamó a Edgardo para explicarle lo que le pasaba a Abel y que ella creía que el debía ir a un médico rápido. "Esta bien, yo cancelo la práctica, pero dile a Abel que no deje de ir al médico" dijo Edgardo mostrando su preocupación. "Gracias, yo se lo digo, y le digo que lo llame mañana" dijo Diana colgando el teléfono. Salió del cuarto y se sentó al lado de su esposo, quien estaba tocando su guitarra "ya no tienes práctica mañana, así que puedes ir al médico sin problemas" le dijo algo alegre. Abel dejo de tocar, puso la guitarra a su lado, miró a Diana a los ojos y le preguntó "cómo que ya no tengo práctica?" Ella le acarició el labio y le dijo "pues hablé con Edgardo, para que cancelara la práctica y pudieras ir al médico". Abel le agarró la mano y se la sacó de la cara y algo molesto le dijo "pero por qué tú hicste eso, qué te pasa a ti?" "Pues para que puedas ir al médico, y-" ella le iba a continuar explicando pero el la volvió a interrumpir "yo sé que lo hiciste para que yo pueda ir al médico, pero por qué carajos te tienes que meter en eso?" "Abel no me hables así, es por tu bien" le dijo ella alzando un poco la voz. El también le alzó la voz y le dijo "pero es que, que cojones, tú llamas a pedir que cancelen una práctica de algo que ni tan siquiera te consierne a ti, por que a ti te da la gana de que yo valla al médico, no vuelvas a hacer eso Diana". Cogió su guitarra y se encerró en el cuarto de su hija molesto, donde pasó la noche.
A la mañana siguiente Abel se levantó y vio a Diana desayunando, se sentó a su lado y le preguntó "cómo dormiste?" Ella no le respondió, simplemente siguió comiendo su rebortillo y lo miró. Abel le metió la mano al plato, le cogió el último pedazo de tostada que le quedaba y se lo comió aún mirándola. Después de tragárselo le dijo "ya mismo me voy al médico", ella simplemente lo siguió mirando sin expresión alguna en la cara. Abel cogió el vaso de jugo de china que tenía Diana y se lo tomó. "Pero chico, eso era el último poquito de jugo que quedaba y hoy tengo antojo de eso". Abel entonces le dijo "o sea que tengo que tomarme tu jugo para que me dirijas la palabra" se paró con el vaso, fue a la nevera, le sirvió jugo de uva y se lo puso en la mesa. "Chico eso me da naúseas, yo quería de china" le dijo Diana en forma de queja. El se bebió un sorbo del jugo, fue a la nevera, le trajo una china mandarina y le dijo "esto es lo más que puedo hacer por ti, por que no hay más nada". Diana le quitó la china de las manos y le dijo "por lo menos es algo" luego lo haló y se besaron. Ella rompió el beso diciéndole "bueno, voy tarde, me tengo que ir a trabajar". Se paró y Abel la agarró por la mano y le dijo "pero dame otro besito más". Diana le dió un profundo beso y fue a buscar su cartera, y Abel se paró frente a la puerta bloqueándole la salida. "Tienes que pagar peaje", ella se empezó a reir y le dio un beso mientras Abel le desabotonó un botón de la camisa. Ella lo miró esperando que el se saliera del medio, pero el le dijo "lo siento la tarifa subió". Diana lo besó nuevamente y cuando se alejó su camisa estaba desabotonada. Se miró la camisa y le dijo "chico no te aproveches que voy tarde". Abel dio una carcajada pícara y con el dedo la acarició del cuello hasta la barriga diciéndole "15 minutos nada más". Diana cerró los ojos, se mordió el labio y le dijo en forma de súplica "hay chico por que me haces esto, voy tarde". Abel la miró con ojos lujoriosos mientras ella se abotonaba la camisa y le dijo "ok te dejo ir pero me tienes que dar un abrazo". Diana le sonrió y lo abrazó, mientras el le pasó la mano por la espalda hasta llegar a las nalgas, donde le agarró una, y le dijo "tienes que avanzar por que mi mano se está portando mal". Ella se le acercó al oído y le dijo "enséñame hasta donde llega tu mano" luego lo mordió suavemente, para luego quitarle los boxers. Se empezaron a besar mientras el le quitó la chaqueta llevándose enredada la cartera y las tiró al piso, luego le abrió la camisa arráncandosela haciendo que volaran tres botones. Abel prosiguió desabotonándole la falda y dejándola caer al piso. Mientras se besaban el le quitó el sostén y luego le empezó a besar el cuello mientras ella lo llevaba hasta el sofá donde lo sentó y se quedó parada frente a el. Abel llevó su boca al abdomen de su esposa, le quito el pantie, ella se le sentó encima e hicieron el amor.
Diana llamó a su trabajo a decir que se sentía mal y que iría al mediodía y se quedo con su esposo haciendo cositas ricas. A las 11:30 ella se fue al trabajo deseándole suerte a su esposo en el médico. Al rato Abel salió de la casa y en vez de ir a un médico se dirigió a una Iglesia, entró a la capilla, prendió una vela y se arrodilló a orar. "Señor, primero que nada gracias por mi felicidad, por mi hija y por la personita que viene de camino, que te pido bendigas y le des salud, y mi gran esposa que la amo con todo mi corazón. Ahora quiero pedirte por mi salud, por que se que hay algo en mi que no está bien, dame fortaleza para afrontarlo y te pido de todo corazón que no me apartes de mi gran amor, Amén". Se secó una lágrima, se paró y se fue a caminar, tratando de buscar la valentía para entrar a un hospital y afrontar la realidad. Llegó hasta la puerta de un hospital y antes de entrar vio a una madre llevando a su hijo en silla de ruedas, que estaba calvo por la quimoterapia que le daban para combatir el cáncer. Se imaginó a Diana llevándolo a él como aquella madre llevaba a su hijo, se acobardó y se fue a buscar su carro para irse a su casa. Abel estaba viendo televisión, cuando llegó su esposa y fue a donde el para preguntarle como le había ido. La miró y le dijo "son sólo migrañas, estoy bien, la doctora me recetó unas pastillas". " Y cómo se llaman?" le preguntó ella, el no quitó su mirada del televisor y le dijo por salir del paso "hay no sé Diana, tú sabes que esas pastillas tienen nombres extraños, la receta está por ahí, mañana las compro." Diana se recostó a su lado y le dijo "mañana es el sonograma, no te acuerdas?" Abel la miró, le sonrió, le acarició la quijada y le dijo "claro que sí, cómo me voy a olvidar de un día tan importante".
A la mañana siguiente llegaron al lugar indicado y esperaron a que llamaran a Diana para pasar a hacerse el estudio. A las dos horas Abel se estaba impacientando pero en ese momento la llamaron y los pasaron por una puerta. Mientras Diana se ponía una bata en un cuartito, Abel la esperaba en un cuarto con diferentes máquinas. Diana entró por la puerta acompañada de una enfermera que le dio instrucciones de que se acostara en la camilla. Abel le agarró la mano y le iba a decir algo, pero entró el ginecólogo. Le empezó a hacer la prueba y Abel se emocionó al escuchar los latidos del corazoncito de su bebé. "Está, saludable, todo está muy bien, les gustaría saber el sexo de la criatura" les preguntó el doctor. Ellos se miraron sonriendo y sin pensarlo dos veces, Abel dijo "sí". Recibieron la noticia de que sería un varón y por la emoción, Abel se paró de la silla en donde se encontraba sentado, dió dos carcajadas de felicidad y besó a su esposa en la frente.
Cuando salieron del médico, iban en el carro emocionados y Diana le preguntó "qué nombre le vamos a poner?" Abel se asombró por la pregunta de su esposa y le dijo con orgullo "cómo que, qué nombre?, igual que su hermoso y bello padre". Diana lo miró, le acarició el pelo y le dijo "ok, está bien, se llamará Abel, pero va a salir con la belleza de su madre". El le contestó con una carcajada sarcástica y le dijo "vamos a comprar algunas cosas para arreglarle el cuarto". Diana se emocionó y le dijo "ay sí, vamos". Llegaron hasta la "Cuna de Oro" una tienda por departamento de cosas para bebés. Como ese día había un 50% de descuento por liquidación, aprovecharon y compraron una cunita, un asientito para el carro, frisitas, la bañerita, ropita, un gabetero, toallitas y hasta unos angelitos de "Precious Moments" para pegarlos en las paredes, pues decidieron pintar el cuarto de azul con nubes blancas, para simular el cielo. Luego fueron a "Home Depot" donde compraron la pintura para el cuarto y algunas brochas y rolos para pintar.
Cuando llegaron, decidieron llevar algunos de los instrumentos musicales que Abel guardaba en un cuarto que sobraba en la casa al garaje y otras cosas las guardaron en armarios. Al ratito llegó la entrega de las cosas que compraron en la tienda y que no se pudieron llevar en el carro, pues no cabían. Ya era tarde y al otro día Abel se tenía que ir a Puerto Rico para cumplir con su trabajo, así que se acostó a dormir mientras Diana se daba un baño. Cuando ella salió del baño, lo vio dormido y parecía un ángel, se le recostó al lado y le empezó a acariciar la cara y el pelo, luego le besó la mejilla y se acostó a su lado a dormir.
Al otro día Abel se despidió de su esposa y partió hacia Puerto Rico. Estaban practicando los bailes y se sentía medio cansado, así que se sentó y al verlo sin ánimos, Alex se le sentó al lado y le preguntó "qué te pasa?". Sin mirarlo, Abel le contestó "estoy cansado", su amigo se sorprendió por que el siempre era el último que se cansaba y le dijo "tan rápido si apenas empezamos". Abel se puso de pie y le dijo a su amigo "olvídate, voy a seguir ya". Los chicos continuaron practicando los bailes y después de un rato Abel se sintió algo mareado mientras bailaba, asi que dejó de bailar y se sentó nuevamente en el piso a ver si se le pasaba. Rápido todos los que estaban presente le preguntaron qué le había ocurrido y al verlo medio desorbitado, Edgardo decidió llamar al vecino que era médico. "Ya viene el vecino" le dijo Edgardo a lo que Abel protestó "pero es que estoy bien, sólo es un mareo". Alex se preocupó por el y le dijo "sí, pero tienes que chequearte por que no es la primera vez que te pasa". Abel se molestó y en eso llegó el médico, quien le preguntó lo que le había ocurrido. Decidió decirle todo lo que le había estado ocurriendo, le contó sobre sus fuertes y momentáneos dolores de cabeza, los mareos y la doble vista, las náuseas y vómitos, y de cómo había notado que todo le iba empeorando. El doctor le explicó que se debía hacer un CT Scan lo antes posible, y antes de irse se lo dijo a Edgardo. "Cuando te vas a hacer el exámen?" le preguntó Edgardo, "cuando regrese a Miami" le contestó Abel. "Bueno pues mañana te vas para allá" le dijo Edgardo en forma de orden. "Pero por qué, eso puede esperar" le dijo Abel un poco molesto. "Tu salud afecta a todos, ahora estamos preocupados por ti, ese exámen te lo tienes que hacer lo antes posible" le explicó Edgardo. Abel se le aguaron los ojos y le dijo "yo estoy bien, no necesito ir a ningún médico" "ojalá que sí, eso espero" le dijo Edgardo poniéndole la mano en el hombro. Abel se levantó y se encerró en un cuarto molesto por lo que ocurría. Edgardo sabía lo testarudo que era Abel y sabiendo que alomejor no iría a hacerse el exámen en Miami, llamó a Diana y le dijo que era importante que el se hiciera un CT Scan y que al otro día el estaría de regreso allá. Diana prosigió a llamar a un especialista y le hizo una cita para tres días después.
Al otro día, después de limpiar el cuarto que sería para el nene, estaba observando como se verían los angelitos en la pared; y Abel llegó a la casa. "Mi amor, llegué" gritó el desde la puerta para avisarle a su esposa, entró a su cuarto y puso la maleta en la cama. En ese momento ella llegó al cuarto y al verlo se emocionó, puso los angelitos en la cama y lo abrazó fuertemente. Antes de decir alguna palabra de bienvenida, Diana le dijo "pasado mañana tienes la cita para hacerte el CT Scan, por ahí está la dirección del lugar". Al oírla, Abel se separó de ella y le dijo sarcásticamente "Buenos días mi amor te fue bien en el viaje?" La sonrisa que tenía Diana en la cara, fue muriendo y le dijo confundida "qué te pasa?" Abel se alteró y le dijo gritando "qué me pasa? qué carajo me puede pasar puñeta, primero llego y mi es-" pero fue interrumpido por Diana, quien no paraba de reirse. El bajó el tono de su voz y le dijo "de que tú te ries?" y entre carcajadas, ella le respondió "es que tú te alteras de cualquier cosa, además te ves cómico peleando, tú te has visto?" Aún un poco serio le dijo "estoy peleando contigo, no con un espejo". Diana se empezó a reir más fuerte y a Abel no le dio más remedio que acompañarla. Después de terminar de reirse, el le dijo "en serio mi amor, estoy cansado de que me sigan hablando de doctores, te agradezco que me hayas hecho la cita, y se que estás preocupada por mi, pero el favor más grande que me puedes hacer es no mencionármelo más". Diana tomó la cara de su esposo en sus manos, lo miró fijamente a los ojos y le dijo "está bien, se acabó el tema, pero una última cosita", el alzó su vista al techo y le dijo con paciencia "dime Diana, dime". "Ok, pues es el lunes a las 3:00 de la tarde, ya se acabó el tema, eres libre hasta el lunes por la mañana" le dijo Diana. Abel la miró a los ojos le enseñó los dientes en una sonrisa plástica, le puso una mano en la cabeza y le dijo "tú eres tan linda". Diana le sonrió y le dijo "yo lo sé papi, yo no me casé con un bruto" luego vio los angelitos que aún estaban en la cama y emocionada le dijo "hay papito, cámbiate de ropa y vamos a pintar el cuarto del nene, que quiero poner los angelitos" Abel complació a su esposa y le dijo que sí. Mientras Diana terminaba de pintar una pared, Abel pintaba una de las esquinas del techo, se sintió mareado, dejó la brocha en la escalera de mano y empezó a bajar poco a poco. Justo antes de bajarse de la escalera, cayó al piso inconciente, Diana se volteó, vió a su marido en el piso, soltó lo que tenía en las manos y fue a asistirlo. Lo empezó a jamaquear pero no despertaba así que corrió al teléfono y llamó al 911. A los diez minutos llegó la ambulancia y se fueron al hospital, de camino Diana no podía parar de llorar al ver que su esposo no reaccionaba.
Habían pasado tres horas y Diana no recibía noticias de su esposo, estaba desesperada, angustiada, y ya tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Estaba sentada tomándose un café, cuando un doctor se le acercó y le dijo "usted es Diana Talamantez?" Se sintió aliviada por que por fin tendría noticias "sí y Abel?" le preguntó con esperanzas de que la dejaran pasar a verlo. "Ya puede pasar a verlo, sígame" le dijo el doctor haciéndole señas con la mano para que lo siguiera. Ella le preguntó algo impaciente "pero el está bien verdad, qué es lo que tiene?" "sí, ya el está bien, el hablará con usted" le explicó el doctor. Diana se conformó con la respuesta de él y lo siguió hasta la habitación donde se encontraba su esposo. El doctor le mostró la habitación y la dejó sola con su él. Ella fue a donde el y se abrazaron, ambos llorando, al romper el abrazo ella le preguntó con voz entrecortada "mi amor, qué es lo que tienes?" Abel no paraba de llorar, le acarició la cara, luego le agarró fuerte la mano y bajó su vista a las sábanas que lo arropaban. Volvió a mirar a su esposa a los ojos, le sonrió y le dijo "Diana, te amo tanto" ella aún llorando le dijo "yo también, pero Abel por favor dime que estás bien". El le acercó la cara, le besó la frente y le dijo con voz entrecortada "Diana, tengo un tumor" iba a seguir explicándole, pero ella no lo dejó terminar y le preguntó entre lágrimas "y cuando te operan para sacártelo". El le secó una lágrima y le dijo "mi amor déjame terminar" ella movió su cabeza en afirmación y Abel continuó "no se puede operar". En ese momento ella no quería aceptar la realidad y movió su cabeza en negación, mientras el continuó "está muy avanzado y ya no se puede hacer nada, y el doctor me dijo que es un poco difícil saber cuanto tiempo más voy a vivir". "No" se quejó ella llorando, y recostó su cabeza en la cama al lado de su esposo, quien al verla le acarició el pelo y le dijo "por favor, Di no llores, me vas a hacer llorar más" pero Diana lo interrumpió alzando la cabeza de la cama y le dijo sin mirarlo a la cara "como no voy a llorar, Abel, co-". Pero el la volvió a interrumpir, le acarició la cara para que ella lo mirara a los ojos y nuevamente llorando le dijo "no escúchame, tenemos que ser fuertes, tú tienes que ser fuerte, por favor mi amor, por nuestro hijo, por mi, para que me des fortaleza, te necesito ver sonriendo no ves que cuando te veo llorar siento que se me rompe el corazón". Al ver a su esposa sufriendo, Abel la abrazó fuertemente y también empezó a llorar, luego tiernamente la separó de su abrazo agarrándola por los brazos y mirándola a los ojos le dijo "yo necesito, que me prometas que cuando yo me valla tu vas a rehacer tu vida, y vas a encontrar felicidad con otra persona". Diana no le contestó y el la apretó mas y le dijo "por favor, amor prométemelo, para poder irme en paz". Ella quería complacer a su marido en todo y aunque le pedía algo imposible, ella movió su cabeza en afirmación y le dijo entre lágrimas "te lo prometo". El la volvió a abrazar y le dijo al oído "nuestro amor es eterno y está escrito en las estrellas que regresaré a ti" a lo que ella le respondió con voz entrecortada "pues te esperaré aunque pasen mil años".
Diana fue a la casa a buscarle algunas cosas, ya que en el hospital estaría unos cuantos días. Iba de lado a lado y tropezó con un zafaconcito virando muchos papeles por el piso, los fue recogiendo poco a poco y entre estos encontró el papel azul donde le había apuntado la dirección donde sería su examen. Lo tomó en sus manos y dijo entre lágrimas "Dios mío, por favor no te lo lleves, por favor no lo separes de mi, por favor" perdió las fuerzas en las rodillas, calló sentada al lado de la cama, donde recostó su cabeza para llorar durante casi una hora. Estaba a punto de irse de vuelta al hospital, pero sonó el teléfono "hello" dijo. Era Alex, preguntando por su amigo, Diana empezó a llorar y entre lágrimas le contó lo sucedido. Alex trató de consolarla, pero el también necesitaba consuelo preocupado por su amigo. Después de contarle lo ocurrido salió para el hospital a estar a su lado. En el hospital les dieron una pequeña orientación del cuidado y los medicamentos que Abel se tendría que tomar. A los cuatro días regresaron a la casa y entraron al cuarto sin decirse palabras. Diana se sento al borde de la cama y Abel se le sentó al lado, la abrazó, le dio un beso en la mejilla y le dijo al oido "te amo". Ella lo miró a los ojos le sonrió y lo besó, pero fueron interrumpidos por el teléfono. Abel lo contestó y era su madre para recordarle que lo esperaba junto a su esposa para celebrar el día de Accion de Gracias. Abel le dijo que no se lo perdería, que los extrañaba mucho y que los esperaran.
Cinco días después, por fin llegaron y fueron recibidos con besos y fuertes abrazos; como era tan tarde se acostaron abrazados en la cama de Abel. Luego de darle una caricia, Diana le preguntó a su esposo "le vas a decir a tus papás lo que te está pasando verdad?" Abel le tomó la mano, se la llevó al corazón apretándola fuerte y le dijo con los ojos aguados "claro que sí mi amor, aún no se como, pero se los diré y necesito que estés conmigo cuando lo haga para que me des fortaleza". Ella le respondió con un beso y escondió su cabeza en el pecho de él para llorar. El le besó la frente, recostó su cabeza en la de ella y le dijo entre lágrimas "te amo tanto, yo no sé que me haría sin ti, no podría afrontar esto sin ti, gracias por estar conmigo cuando más te necesito". Diana respiró hondo alzando su vista a los ojos de su marido y le dijo "amor, no podría dejarte, tú eres mi ángel y yo soy tu ángel" "y nuestro amor es eterno y está escrito en las estrellas que yo regresaré a ti" diciendo estas últimas palabras, Abel besó la frente de su esposa y le dio un apretón. Al otro día llegaron una de las hermanas y el hermano de Abel a celebrar junto a ellos esta tradición. La comida estaba servida en la mesa y antes de comenzar se agarraron de las manos mientras el padre de Abel inició la oración diciendo "Señor, primero que nada te doy gracias por la bendición que me has dado al tener una familia maravillosa, te doy las gracias por la fortaleza que nos das de estar unidos a pesar de la distancia, te pido nos bendigas y nos llenes de salud para la vida larga que nos espera, gracias por estos momentos que tan especiales son para nosotros y por lo que somos y por tus grandes bendiciones que día a día nos das... Amén" Diana no pudo seguir ocultando su dolor y entre lágrimas se disculpó y se fue al baño seguida por su amado. Abel entró al baño y vio a Diana llorando desconsoladamente, la abrazó y le dijo "amor, por favor no llores recuerda que nuestro amor es eterno y está escrito en las estrellas que regresaré a ti". Ella levanta su mirada a la de su esposo, le toma la cara en sus manos pegando su nariz a la de él y con una sorisa le dijo "te amo, y esa frase se quedará siempre en mi al igual que tú". Abel le seca las lágrimas, le da un beso en la boca y le dijo con una sonrisa "por favor no llores, vamos a comer que el pavo se enfría". Ella se rie suave y el añade "ves, así es que me gusta verte". Salieron del baño agarrados de la mano, prosiguieron a sentarse, donde todos por prudencia decidieron no preguntarles al respecto. Durante la cena ella estaba un poco retraída y él se veía un poco nervioso, casi no participaban de las conversaciones. La madre de Abel empezó a recoger algunos platos mientras les preguntó a su hijo menor y a Diana que les pasaba, Abel apretó fuertemente la mano derecha de Diana y ella le colocó su otra mano encima de la de él. Mientras su madre llevaba allgunos platos a la cocina Abel se llenó de valor y comenzó a responder la pregunta de su madre "tengo un tumor inoperable". Todos en la mesa se quedaron sin saber que decir, en la cocina se oyó el sonido de platos quebrantándose en el piso, en ese mismo instante la madre de Abel salió de la cocina preguntando como? mientras los demás miembros de la familia se quedaron mirándolo sin poder decir una sola palabra. Abel bajó su vista a la mesa y su madre se arrodilló frente a él llorando y acariciándole la cara; él la abrazó y todos en la mesa entre lágrimas prosiguieron a abrazarles para mostrarle apoyo.
Había pasado un mes y Abel se había salido del grupo, fue como invitado a un concierto que sus compañeros darían en Puerto Rico, casi al finalizar el concierto aparecieron unas pantallas gigantes mostrando imágenes de Abel desde sus inicios en el grupo hasta sus últimas presentaciones, el video terminó mostrando la imagen de Abel en el público disfrutando del concierto, todo el mundo se paró a aplaudirlo entre gritos y llantos, los miembros del grupo pidieron a Abel que subiera al escenario junto a ellos. Abel llegó a la tarima con ojos critalinos y luego de un fuerte abrazo a cada uno de sus amigos, ellos empezaron a cantar
El ayer vuelve a mi lleno de tantos recuerdos
que se van dejando atras un pasado muy feliz.
Fueron muchos los buenos momentos que esos dias yo viví
y aunque los años vallan pasando, siempre estarán junto a mi.
Cuantos amigos que no olvidaré,
que de emociones que no se han borrado
En mi memoria siempre quedarán
aquellos años que no volverán.
Ya que soy joven aún, vivo así de intensamente
se muy bien, igual que hoy mañana recordaré
El presente de hoy será pasado y quisiera retener
en mi mente tan gratos recuerdos como son los del ayer
Cuantos amigos que no olvidaré
que de emociones que no se han borrado
En mi memoria siempre quedarán
aquellos años que no volverán
Abel, al igual que sus compañeros, no se pudo aguantar las lágrimas, luego de un abrazo a sus amigos bajó del escenario tirando besos y diciendo adios con la mano.
Los padres de Abel habían ido a pasar las navidades junto a él, al igual que su hija. Fue una navidad de recuerdos bonitos, grandes emociones y unión familiar. Abel aún no encontraba la mejor manera de decirle a su hija de cinco años lo que le sucedía. Días despúes Diana y Abel decidieron seguir con los arreglos del cuarto del bebé, entrando al cuarto Abel se mareó un poco y su esposa, al verlo, lo tomó por el brazo para ayudarlo a caminar. "No soy ningún inútil, deja de tratarme como si fuera uno" le dijo Abel molesto, ya que ella al querer cuidarlo no dejaba de tratarlo como un niño. No le dejó tiempo a su esposa para que le contestara y buscó las llaves para irse. De su celular llamó a su ex esposa Natalia, para decirle que iría a buscar Juliet por que ya era tiempo de explicarle la situación. La buscó y la llevó a un parquesito que a ella le gustaba, ya que tenía columpios y casi siempre habían niños de su edad con los que ella se entretenía, Abel la llevó de la mano a un banquito y la sentó a su lado pensando como explicarle. "Juli mi vida, tengo que decirte algo importante y quiero que me escuches". "Hay papi avanza que me quiero ir a jugar" le dijo la nena como regañándolo. Abel se sonrió, le acarició el pelo y le dijo "mi amor, lo que pasa es que me tengo que ir por mucho tiempo" Juliet lo interrumpió y le dijo con inocencia "ay papi yo me quiero ir contigo". Abel sentía que se le quebrantaba el corazón al sólo pensar que tendría que dejar a su hijita, le acaricio la cara y con ojos aguados le dijo "mi amor, lo que pasa es que a donde yo voy tú no puedes ir todavía". Juliet se dio cuenta que su papá hablaba en serio y le dijo con inocencia "y por qué no papi". Abel le sonrió con tristeza y le dijo "lo que pasa es que yo me voy a vivir al cielo con los angelitos" Juliet rápido captó lo que su papá le trataba de explicar y con los ojos aguados y la nariz rojita le dijo "papi yo no quiero que te vallas". Abel la abrazó y le dijo "yo lo sé bebé, yo tampoco me quiero ir, pero no puedo quedarme" la nena empezó a llorar y él siguió "no llores mi amor, mira papi te va a estar cuidando con los angelitos y te voy a estar viendo desde allá arriba". Juliet se había llevado las manos a los ojitos, luego miró a su papá con los ojos llenos de lágrimas y le preguntó "y como voy a hacer para verte papi?" Abel le secó las lágrimas y con una sonrisa le dijo "mira amor, lo único que tienes que hacer es cerrar tus ojos y pensar en mi y me vas a ver, dondequiera que estés yo estaré contigo". Abel se secó un lágrima que le bajaba por la mejilla y le dijo "mi amor, yo quiero que tú me prometas algo" la nena se pasó las manos por la cara para secar las lágrimas que le recorrían el rostro y le dijo a su papá "qué cosa?" Abel le sacó el dedo meñique y su hijita hizo lo mismo agarrando él dedo de su papá "yo quiero que tú te portes bien con tu mamá y también te recuerdas lo que te dije del hermanito que vas a tener?" "Sí papi" le dijo Juliet y Abel prosiguió "pues yo quiero que seas buena con él, que lo quieras mucho, lo cuides y que le enseñes todas las cosas lindas que yo te enseñé". Ella movió su cabeza en afirmación y Abel le dijo "ok" en forma de pregunta y ella le respondió "ok". Abel le sonrió y le dijo "ok pues ven dame un abrazo" la nena lo abrazó fuertemente mientras el le decía al oído "te amo, te amo, siempre vas a ser mi bebé linda". Ya eran las seis de la tarde y el parque estaba un poco solitario, Abel cogió a su hija de la mano para llevarla a pasear a otros lugares, pero se sintió mareado y para no perder el balance se sentó rápidamente en un banquito que tenía al frente. Juliet se preocupó al ver la reacción de su padre y tocándole el cachete le dijo "papi qué te pasa, estás bien" Abel le agarró la mano diciéndole "sí mi amor, siéntate aquí un momento". Juliet se sentó al lado de su padre mirándolo con preocupación en ese momento a Abel le empezó un fuerte dolor de cabeza, era el peor que le había dado hasta el momento, y se empezó a quejar del dolor, segundos después perdió el conocimiento. Al ver a su papá que no reaccionaba, Juliet empezó a gritar pidiendo ayuda y al no ver a nadie, se frustró y empezó a llorar jamaqueando a su papá diciendo "papi, por favor despiértate". En eso llegaron unos guardias y al ver lo que pasó trataron de tranquilizar a la nena, mientras trataban de despertar a Abel. Iban a llamar una ambulancia pero ya Abel poco a poco había empezado a recobrar el conocimiento, al ver que su papá estaba bien Juliet lo abrazó y entre lágrimas le dijo "papi, me asusté". Abel la abrazó y empezó a llorar por la frustración que sintió; por qué le tenía que pasar eso estando con su hijita. Los oficiales, le preguntaron si se sentía mejor y le preguntaron que le había pasado, él les explicó lo que le sucedía y los oficiales decidieron llevarlo hasta la casa para que no ocurriera ningún accidente. Al llegar a la casa, Abel se baja del carro del oficial con su hijita y él oficial que conducía su carro le entrega las llaves. Abel les agradece y entra a su casa, diciéndole a Juliet que se fuera a jugar a su cuarto. Abel llega hasta su recámara, donde Diana estaba viendo televisión, y ésta al verlo, apagó el televisor, caminó hacia donde él, lo abrazó y le dijo "mi amor, perdona como te he estado tratando pero me tienes que entender". Abel le responde poniéndole la mano derecha frente a la cara y haciendo gestos de que no quería hablar de eso, luego le dijo "por favor lleva a Juli a casa de Natalia, yo no puedo conducir". Diana cogió las llaves, llamó a Juliet y la llevó a su casa. Natalia, al ver que no fue Abel quien la llevó, se dio cuenta que algo pasaba y le dijo a su hija "mi amor, vete a tu cuarto un momento" miró a su amiga y le preguntó "qué pasó?, Abel está bien?". Diana movió su cabeza en afirmación y dijo "tú sabes como es él, no quiere hablar sobre eso" tenía los ojos aguados. Su amiga de años, al verla la abrazó para consolarla y darle su apoyo.
Diana se encontraba en una cita con el ginécologo y Abel se había quedado solo, estaba recordando las cosas que había vivido con Diana, la amaba tanto y no quería dejarla. Entre lágrimas buscó un papel para escribirle lo que sentía, se sentó y su mano empezó a escribir las palabras que le dictaba el alma. Cuando terminó llamó a su mejor amigo para pedirle que fuera hasta allá, pues tenía que pedirle un favor. Tan pronto Alex llegó, Abel le entregó la carta que había escrito y le dijo "por favor, quiero que le des esto a Diana, después que yo me muera". Alex sólo asintió con la cabeza y luego le dijo "y cómo te sientes", Abel se sorprendió ante la pregunta de su amigo y le dijo "cómo crees? preocupado, triste, tengo miedo". Alex no sabía que decirle y Abel decidió cambiar el tema "pero eso no importa, también te llamé para que me ayudes con un video que le quiero grabar a mi hijo". Alex asintió con su cabeza y le dijo "claro". Abel buscó la cámara, la preparó y se la dio a su amigo para que lo grabara mientras él le hablaba a su hijo de su vida, de Diana, y Juliet; entre muchas otras cosas. Unas horas después habían terminado de grabar y Alex decidió irse, pues sabía que Diana estaba por llegar y quería dejarlos solos para que disfrutaran al máximo todo el tiempo que les quedaba juntos. Antes de abrir la puerta, le prometió nuevamente a Abel entregarle la carta a Diana. Abrazó a su mejor amigo y al abrir la puerta para salir encontró a la mamá de Diana con preocupación en sus ojos. La saludó y se fue para dejar que hablara con Abel. Tan pronto la señora lo vio se le salieron las lágrimas y le dio un fuerte abrazó, él se asustó un poco por la forma en que ella estaba actuando y le preguntó preocupado "qué pasó?" "vengo a buscarte y a buscarle unas cosas a Diana, por que está en el hospital" le dijo ella calmadamente. Abel se alteró un poco ante la noticia y alzandó la voz le preguntó "pero que le pasó" "que los dolores que estaba teniendo, eran contracciones, había dilatado tres pulgadas y para evitar que el bebé se muriera la llevaron al hospital de emergencia" le dijo ella aún calmada para tratar de tranquilizarlo. El fue hacia el cuarto, abrió las gabetas de ella, tomó en sus manos un bollo de ropa y molesto la fue poniendo en el bulto. La mamá de Diana entró al cuarto y se quedó observando a Abel mientras él rudamente metía la ropa en el bulto, cerraba las gabetas de un cantazo, buscaba en el baño las cosas personales de Diana y a la vez murmuraba molesto. Salió del baño con un montón de cosas en las manos y se le calló un vaso de cristal que al tocar el piso se rompió en varios pedazos, tiró en el bulto las cosas que tenía en la mano, empujándolas por que no cabían en la maletita mientras murmuraba entre dientes "carajo esto se encojió, que mierda". Empujándolo por los lados, empezó a cerrar la cremallera del bulto, mientras se rompía por el otro lado; al ver que la maletita se había roto se molestó más, tiró el bulto al piso y gritó a todo pulmón "puñeta todo me sale mal" se sentó en la cama a mirar el piso lleno de cristales. La mamá de Diana le interrumpió los pensamientos diciéndole "Abel tranquilízate, con esa actitud no vas a lograr nada" él alzó la mano y la mirada para contestarle de mala gana, pero se detuvo al ver que era la madre de su esposa y respiró hondo con los ojos aguados. Al mirar al piso se dio cuenta que se había cortado el dedo gordo del pie "vengo ahora, voy a buscar la escoba" le dijo su suegra. Luego de recojer los vidrios y de haber puesto las cosas en una maleta más grande se fueron para el hospital. Cuando llegaron, la mamá de Diana decidió dejarlos solos un rato y se fue a almorzar, Abel entró a la habitación de su esposa y luego de poner la maleta en una silla, fue a donde su ella y la besó. "Mi amor, cómo te sientes?" le preguntó agarrándole una mano. Ella lo acarició y le dijo "ya estoy bien, por que me cogieron unos cuantos puntos y me pusieron unas inyecciones para evitar que el bebé nazca por ahora". Abel besó la frente de su esposa y luego le dijo mirándola a los ojos "por qué no me avisaste" "por que yo sabía que te ibas a descontrolar, ibas a coger el carro para llegar hasta acá y tú no puedes hacer eso". Luego de sonreirle, le dijo "no me descontrolé, lo hice todo tranquilo". Diana decidió cambiar la conversación y le pidió el cepillo de diente y la pasta, Abel se paró para buscar en el bulto y empezó a sacar cosas que Diana ni necesitaba. "No te descontrolaste mira todas las cosas que te traíste" le dijo ella para molestarlo. "Cállate" le dijo Abel alzando su mirada a los ojos de ella y siguió buscando en la maleta. "Abel lo único que te faltó fue traerme la bañera" le dijo para tratar de tranquilizarlo y él se empezó a reir. Se dio cuenta que se lo olvidó la pasta y molesto tiró el cepillo de diente en la cama diciendo "carajo se me quedó la pasta" miró a su esposa y continuó "vengo ahora voy a la farmacia". Diana se empezó a reir por la manera en que su esposo actuaba; unos minutos después Abel entró al cuarto con el periódico en las manos, se sentó al lado de su esposa, le sonrió y empezó a leerlo. Diana lo miró extrañada y le dijo en forma de pregunta "Abel, se te olvidó algo?" El levantó la mirada del perdiódico y le dijo "que?" Diana le sonrió y le dijo "y la pasta". Abel se empezó a reir al darse cuenta que se le había olvidado la pasta.
Habían pasado tres meses, Diana se había tenido que quedar en el hospital todo ese tiempo por su condición. La mamá de Abel se había mudado a Miami para cuidarlo ya que en los últimos meses que habían pasado su salud se había deteriorado notablemente. Todos los días su madre lo llevaba al hospital para que estuviera con Diana, y mientras el aún podía, hablaban de todo y él antes de irse, siempre le decía "te amo, recuerda que nuestro amor es eterno y está escrito en las estrellas que regresaré a ti". Ahora era distinto, las visitas habían disminuído a dos por semana por que Abel tenía que ir en silla de ruedas, casi no podía mover las manos, había perdido la habilidad de hablar, mucho peso y se veía muy pálido. Diana sentía que se le quebrantaba el corazón al ver a su esposo tan enfermo, sabía que pronto se iría y sólo deseaba que todavía estuviera vivo para ver a su hijo. Aunque Abel casi no se podía comunicar, cada vez que veía a su esposa, se llenaba de alegría y se le notaba en los ojos que le brillaban y la miraba con ternura. Se sentía listo para morir, sabía que su esposa, su hija y su hijo estarían bien y que tenían mucha gente que les quería y estaría con ellos por mucho tiempo. Diana ya tenía ocho meses de embarazo, con las medicinas y el cuidado que había recibido en el hospital, habían logrado mantener al bebé en su vientre todo ese tiempo. Diana estaba en la habitación del hospital con su mamá, que todos los días iba a visitarla y le empezaron unos dolores, ya iba a dar a luz, y estaba contenta por que su esposo iba a poder ver al bebé y pronto estaría de vuelta en la casa para estar con él. La llevaron a la sala de partos y le pidió a su madre que llamara a su casa para avisarle a Abel que su hijo ya iba a nacer. Abel estaba en la cama y su madre estaba a su lado, como siempre cuidándolo; en eso sonó el teléfono y ella lo contestó. Era la mamá de Diana para avisarles que el bebé iba a nacer, después de colgar el teléfono, se acercó a la cama, miró a su hijo a los ojos y acariciándole la frente le dijo "mi amor, tu hijo va a nacer". A él se le iluminaron los ojos y le nació una sonrisa en los labios, se sentía super feliz, y el corazón se le aceleraba por cada segundo; sabía que su esposa pronto volvería y que su deseo de poder ver a su hijo aunque fuera una vez se le haría realidad. Su madre rápidamente fue a avisarle al papá de Abel para prepararse y salir al hospital para ver a su nieto y para que Abel viera a su hijo. Mientras sus padres iban preparándose para poder ir al hospital Abel se quedó dormido; Diana estaba en la sala de parto pujando, como el doctor le decía y sintió un dolor, pero no fue dolor de parto, fue un dolor más profundo que le pinchaba el corazón y se le clavaba en el alma, tenía el presentimiento de que algo malo había pasado y deseó con todo su ser que no fuera lo que ella imaginaba. Los padres de Abel estaban listos, y ahora iban a prepararlo para entonces salir. Su mamá entró al cuarto y lo vio dormido, así que se acercó para despertarlo, pero se dio cuenta que ya no estaba vivo, se sentó en una silla que estaba al lado de la cama, le tomó la mano, se la llevó al pecho, recostó su cabeza en la cama y después de un suspiro empezó a llorar. Su papá entró a la recámara y al darse cuenta de lo que pasaba se acercó a su esposa llorando y la abrazó fuertemente. Habían pasado unas cuantas horas, Diana estaba junto a su madre en su habitación amamantando a su hijo esperando con ansias a su esposo, estaba loca por verlo y que éste viera lo bello que era su recién nacido. Los padres de Abel entraron por la puerta con tristeza en sus miradas, Diana, al verlos les sonrió, pero su sonrisa murió al ver a su suegra bajar su mirada al piso, sabía lo que había ocurrido. Se le salieron las lágrimas mientras perdía las fuerzas que tenía y sentía que se le escapaba el aire, casi ahogada le dijo a su madre que cogiera al bebé. Luego de que su madre cogiera al bebé, se puso las manos en la cara y empezó a llorar cada vez más fuerte, hasta que su llanto se convirtió en gritos de desesperación por su esposo. Su madre decidió sacar al bebé de la habitación mientras los padres de Abel trataban de consolar a Diana mientras ella desesperaba gritaba su nombre y le reprochaba a la vida que él no hubiera visto a su hijo. Como no se tranquilizaba, un doctor tuvo que ponerle un calmante para que dejara los gritos de agonía, y siguió llorando hasta dormirse.
Ese día era el entierro, Diana aún no reaccionaba y cada vez estaba más deprimida, se pasaba todo el día llorando, casi ni hablaba, no comía y apenas cuidaba a su hijo. Su mamá se tenía que quedar con ella, y por más que le dijera la verdad, de que tenía que seguir adelante por su hijo, ella seguía empeorando. Fueron a la funeraria para la misa, Diana no paraba de llorar y apenas hablaba. Al rato, despues que habían llevado el cuerpo al cementerio, Alex se acercó a donde Diana para cumplir la promesa que le había hecho a Abel, él sabía como ella se había estado comportando y para tratar de consolarla le dijo "yo se que en estos momentos tú sientes que te estás ahogando, pero si te tranquilizas, te pones a flotar y tarde o temprano te darás cuenta de que la orilla está cerca". Sacó de su bolsillo el sobre que Abel le había entregado y se lo dio diciéndole "soy tu amigo, si me necesitas llámame, y sonrie que así es que a Abel siempre le gustaba verte, él me pidió que te diera esta carta". Luego la abrazó para darle su consuelo y entre lágrimas y apretando fuertemente el sobre que él le había dado, Diana le dijo "gracias" y luego lo guardó en su cartera. Cuando llegó a su casa decidió guardar la carta dentro del álbum de fotos de ella y de Abel, luego lo guardó en el armario, pues no se sentía preparada para verlo todavía.
Habían pasado cinco meses y el bebé cada vez se parecía más a Abel, a su hermanita le encantaba visitarlo o que Diana lo llevara, esa tarde le pidió a su amiga Natalia que se quedara con Abelito mientras ella iba al cementerio a visitar la tumba de su esposo, algo que hacía muy seguido, pero hoy era un día muy especial, pues Abelito cumplía cinco meses de nacido y cinco meses desde la partida de él. Cuando llegó frente a la tumba le puso una rosa y sacó de su cartera una carta que había escrito la noche anterior, desdobló el papel y comenzó a leer.
"Abel quisiera irme donde estás aunque sea por un momento, desaparecer por un instante de este mundo para sentir tu aliento aunque sea tres segundos. Nos podríamos sentar en el lugar más hermoso de donde te encuentras y hablar de lo que sea, no importa. Me quiero ir por que no reconozco este lugar sin ti, el sol ya no calienta y todo se ha vuelto frío, el viento no sopla por lo que los árboles se ven solitarios y los pájaros han perdido su canto. Aveces siento que estoy sola en un universo donde no existen las estrellas, lo único que me alienta es que me queda una inmensa porción de ti. Me gustaría mucho que estuvieras aquí, para que vieras aunque sea por un instante lo hermoso que es, cada dia se parece más a ti y eso unido a que es mi hijo, es lo que me hace amarlo cada día más. Juli esta hermosa y le encanta hablar de ti, se le ilumina el rostro cada vez que lo hace. La gente no para de decirme que todo va a estar bien, pero en estos momentos tu ausencia se siente cada día más, en las noches cuando digo tu nombre no hay repuesta y cuando extiendo el brazo para abrazarte lo que encuentro es un espacio vacío y frío que antes hacías cálido con el latido de tu corazón.
Aún en esta situación se que buscarás la manera de venir a mi, como lo haces en mis sueños, donde me consuelas y me permites un instante más a tu lado. Se que en algún momento de nuestra vida juntos, te prometí que iba a conseguir ser feliz una vez más con otra persona, pero no hay nadie que pueda tomar tu lugar, eres irremplasable. No quiero que mal entiendas mis palabras, soy feliz como estoy, tengo a nuestro hijo y a tu hija Juliette cuando viene a ver a su hermano, que de una forma u otra llenan el vacío que hay dentro de mi corazón. Quiero que sepas que siempre estarás vivo en mis recuerdos y que tu hijo Abel, va a ser de tu total orgullo. Vuelvo pronto, te amo."
Luego de decir estas palabras, se secó las lágrimas que recorrían su rostro, se dio un beso en la mano y la colocó encima de la tumba del que en vida fue y aún así será su amor eterno.
Habían pasado 15 años, cada año en esa fecha, el cumpleaños de Abel, su hijo, Diana le daba algo de su esposo. El cada día se parecía más a su padre, físicamente y en actitudes, en cada gesto que hacía, la forma de hablar, de caminar, y hasta la manera en que se enojaba. Esta vez decidió darle el video que Abel había hecho con Alex, lo había tenido que mandar a editar de forma que se viera en las máquinas que usaban ahora en ese tiempo. Juliet, que ya tenía 20 años, fue también para verlo. Diana lo puso y como ya lo había visto antes, decidió dejar a su hijo viéndolo con su hermana. Quería ver fotos de él así que fue al cuarto y decidió ponerse a ver el álbum de fotos de ella y de su eterno amor, desde su muerte nunca lo había podido ver completo sin llorar, y decidió que esta vez vería cada página. Cada foto la llenaba de recuerdos hermosos y no paraba de sonreir, cuando estaba en las últimas páginas, encontró un sobre con su nombre, que por los años que había estado ahí tenía un color amarillento. Al principio se extrañó, pues no recordaba lo que era, pero rápido calló en cuenta de que era el sobre que Alex le había dado hacía 15 años atrás. Lo tomó en sus manos, lo abrió con cuidado, lo desdobló y comenzó a leer.
Mi amor eterno,
Quiero que sepas que te amo con toda mi alma y que este amor durará en mí por siempre. Se que cuando tengas la oportunidad de leer esta carta no vas a sentir mi cuerpo presente, pero sí una parte importante de cada ser, mi alma. Por eso quise escribirte estas palabras, para recordarte que siempre estaré a tu lado deseando verte feliz. Tienes una vida por delante y el fruto de nuestro amor que te dará la felicidad que mi ausencia tratará de robarte. A tú lado me di cuenta de que yo nací para amarte, para abrazarte, protegerte, enseñarte, aprender de tí y para recibir tu amor. Antes de que estuvieramos juntos, cada paso que di en mi vida, fue un paso hacia tí, estábamos destinados a estar juntos. Pero aveces el destino es cruel y difícil de entender; nos muestra el camino a estar juntos y me arrebata de tu lado como si lo hubiéramos burlado. Al menos me voy con la felicidad de que viví bellos momentos con la mujer que más he amado y la mujer que más me amó. Se que permaneceré vivo en tu alma y en tu mente, de la misma manera en que tu permanecerás viva en el libro de mi vida. En mi cuerpo siempre estarán las marcas de tu amor, y en mi nuevo cuerpo vivirás como te has merecido; mi espíritu te seguirá amando y te amará más de lo que en vida pude haberte amado. Quiero que seas feliz, y donde quiera que esté esperándote, me aseguraré de que lo seas. Siempre estaré a tu lado, recuerda que nuestro amor es eterno y está escrito en las estrellas que regresaré a ti; y si no puedo regresar a ti mientras vivas, le pediré a Dios que entre miles de ángeles me escoga a mí para ser tu ángel guardián.
Te amo, con todo lo que soy y lo que seré
Abel
Cuando terminó de leerlo se llevó el papel al pecho y se recostó un rato a llorar, deseando tenerlo a su lado una vez más, aún vivía enamorada de él y era feliz con el recuerdo de su esposo. Mientras ella lloraba y recordaba todos los momentos que había vivido con él, su hijo veía el video junto a su hermana. Se quedó mirando la pantalla en blanco mientras tenía unos flashbacks, no entendía lo que pasaba, estaba como en un viaje viendo imágenes que pasaban por su mente, de su mamá muy joven vestida de blanco y caminando por el pasillo de una iglesia para llegar a él, de su hermana en sus brazos aún siendo una niña, de una multitud que lo aplaudía; incluso se vio haciendo el video que estaba viendo, cada vez se confundía más, mientras su hermana lo llamaba para que reaccionara, pero él aún seguía como imnotizado. Por fin reaccionó y miró a su hermana, quien un poco preocupada le preguntaba que le pasaba. El le dijo que nada, que había visto unas cosas en su mente, pero no entendió nada. Juliet lo miró medio raro y siguió mirando a su padre en la pantalla del televisor. Abel sintió por dentro una urgencia de estar con su madre en ese momento, no sabía si contarle lo que le había ocurrido mientras veía el video que su padre le había hecho. Se paró y caminó en dirección al cuarto "para dónde vas, no vas a ver esto?" le dijo Juliet a su hermanito. Abel le sonrió y le dijo "sí vengo ahora" y entró al cuarto de su madre donde la vio llorando junto al álbum de fotos de su papá y ella. Se sentó a su lado y decidió no decirle nada, la abrazó y en la mente sólo se le ocurrió decirle "mami no llores más, recuerda que su amor es eterno y está escrito en las estrellas que él regresará a ti". En ese mismo momento Diana dejó de llorar, esa era la frase que su esposo siempre le decía, nunca le había dicho a nadie esa frase, simepre la mantuvo como recuerdo de Abel para ella sola. Alzó su mirada a los ojos de su hijo y lo miró extrañada, Abel sólo le sonrió y después se fue nuevamente a la sala con su hermana a ver el video que su padre le había hecho años atrás.
Hay alguien especial para cada uno de nosotros. A menudo, nos están destinados dos, tres y hasta cuatro seres. Pertenecen a distintas generaciones y viajan a través de los mares, del tiempo y de las inmensidades celestiales para encontrarse denuevo con nosotros.
Proceden del otro lado, del cielo. Su aspecto es diferente, pero nuestro corazón los reconoce, porque los ha amado en los desiertos de Egipto iluminados por la luna y en las antiguas llanuras de Mongolia. Con ellos hemos cabalgado en remotos ejércitos de guerreros y convivido en las cuevas cubiertas de arena de la Antiguedad.
Estamos unidos a ellos por los vínculos de la eternidad y nunca nos abandonarán. Es posible que nuestra mente diga "Yo no te conozco." Pero el corazón sí le conoce. El o ella nos cogen de la mano por primera vez y el recuerdo de ese contacto trasciende el tiempo y sacude cada uno de los átomos de nuestro ser. Nos miran a los ojos y vemos a un alma gemela através de los siglos. El corazón nos da un vuelco. Se nos pone la piel de gallina. En ese momento todo lo demás pierde importancia.
Puede que no nos reconozcan a pesar de que finalmente nos hayamos encontrado otra vez, aunque nosotros sí sepamos quienes son. Sentimos el vínculo que nos une. También intuimos las posibilidades, el futuro. En cambio, él o ella no lo ve. Sus temores, su intelecto y sus problemas forman un velo que cubre los ojos de su corazón, y no nos permite que se lo retiremos. Sufrimos y nos lamentamos mientras el individuo en cuestión sigue su camino. Tal es la fragilidad del destino. La pasión que surge del mutuo reconocimiento supera la intensidad de cualquier erupción volcánica y se libera una tremenda energía.
Podemos reconocer a nuestra alma gemela de un modo inmediato. Nos invade de repente un sentimiento de familiaridad, sentimos que ya conocemos profundamente a esta persona, a un nivel que rebasa los límites de la conciencia, con una profundidad que normalmente está reservada para los miembros más íntimos de la familia. O incluso más profundamente. De una forma intuitiva, sabemos que decir y cual será su reacción. Sentimos una seguridad y una confianza enormes, que no se adquieren en días, semanas o meses.
Pero el reconocimiento se da casi siempre de un modo lento y sutil. La conciencia se ilumina a medida que el velo se va descorriendo. No todo el mundo está preparado para percatarse al instante. Hay que esperar el momento adecuado, y la persona que se da cuenta primero tiene que ser paciente.
Gracias a una mirada, un sueño, un recuerdo o un sentimiento podemos llegar a reconocer a un alma gemela. Sus manos nos rozan o sus labios nos besan, y nuestra alma recobra vida súbitamente. El contacto que nos despierta tal vez sea el de un hijo, hermano, pariente, o amigo íntimo. O puede tratarse de nuestro ser amado que, a través de los siglos, llega a nosotros y nos besa denuevo para recordarnos que permaneceremos siempre juntos, hasta la eternidad.
Brian Weiss (Only love is real)
Espero que sepas que no te deseo ningún mal, yo te deseo lo mejor, y que Dios te bendiga, te de mucha salud y te de una vida larga y llena de alegrias y experiencias agradables.