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Pero además
existe la contaminación con transgenes de la cadena alimentaria.
En USA el maíz Starlink, no autorizado para consumo humano, fue
encontrado en cientos de miles de tortillas listas para ser consumidas
y sus rasgos transgénicos fueron detectados hasta en Japón.
Ni los consumidores, ni los propios elaboradores, pueden saber con certeza
si los alimentos contienen transgenes o no. Cualquier similitud con un
sistema alimentario democrático es pura coincidencia. Es más
bien, un sistema alimentario industrial fascista, donde se niega hasta
el mínimo derecho a la información del consumidor. Entre
una agricultura totalitaria y un sistema alimentario fascista transcurre
la expansión transgénica, negándonos el derecho a
una alimentación suficiente y sana, con el añadido de la
manipulación del propio genoma humano.
Ya
el año pasado personas, con motivo de la Cumbre de Barcelona, denunciamos
ante los Jefes de Gobierno y Estado europeos, al gobierno del Sr. Aznar
como el “Caballo de Troya Transgénicos en Europa”.
A pesar de ser el único país miembro de la UE con cultivos
comerciales de maíz transgénico y de que nuestros puertos
(Barcelona, Tarragona y Vigo) son las principales vías de entrada
la entrada de maíz y soja transgénicos en Europa, no existe
el mínimo control exigible para separar las semillas transgénicas,
con lo cual su incorporación a la cadena alimentaria es un hecho.
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