Editorial
AVANCES DESMESURADOS DEL CAPITALISMO FINANCIERO
Desde este pequeño
espacio ubicado en la web, pretendemos expresar nuestro pensamiento aún a pesar
de los riesgos que significa decir lo que pensamos, mas aún cuando los
intereses que denunciamos son de tal poderío, que no trepidan en destruir
naciones, excluir a millones de seres de su dignidad en el trabajo y sumirlos
en la miseria tan solo por sus ambiciones de lucro y rentabilidad, al par que
su desmedido poder por ahora incontrolable.
Me refiero a las recetas económicas y financieras
que tanto el Fondo Monetario Internacional, como el sistema financiero mundial,
enquistados en los gobiernos latinoamericanos a través de los personeros que
recalan en los Ministerios de Economía, aplican sin ningún signo de medida ni
piedad por los efectos recesivos y destructivos hacia las economías que dicen
tener que “sanear”.
Los cambios operados en la economía mundial, han
reinstalado –ahora aggiornada- la vieja teoría de la División Internacional del
Trabajo.
Las grandes potencias mundiales han desarrollado en
territorio propio, las Industrias de todo tipo que pueden abastecer al sector
del planeta en condiciones de consumir y poseer una clase consumista que
contribuya al desarrollo del Mercado, lo necesariamente apto como para
consolidar esas Industrias, su rentabilidad y el Nuevo Modelo surgido luego de
la caída del Muro de Berlín.
Aunque parezca una contradicción que el sistema
financiero internacional se haya evadido del sistema productivo internacional,
puesto que los capitales “golondrina” no quieren invertir en producción, ya que
la creación de nuevos puestos de trabajo incrementarían precisamente el mercado
de consumo, lo cierto es que la transnacionalización de tales capitales solo
procura el rédito maximizado de sus inversiones, sin importarle un bledo el
cómo dejan las economías sobre las que medran e imponen sus condiciones
usurarias.
En Argentina, mientras las tasas internacionales de interés rondan el 4%, se pagan hasta el 13% en el circuito normal y en el circuito “anormal” que sería el de las cuevas prestatarias o financieras clandestinas, se llega a pagar hasta el 40 % anual. Esta locura no es localista y si incentivada incluso por los mismos capitales financieros que operan en ese circuito clandestino. Y se ha inventado el perverso “riesgo país” que no es otra cosa que una autojustificación de la voracidad usuraria del sistema financiero.
La realidad que se nos presenta en estos momentos, es la de convulsiones políticas, endeudamiento demencial, acoso del Fondo Monetario Internacional cuyo único y obsesivo fin es el de garantizar a toda costa la percepción del servicio de la deuda externa, con la más absoluta indiferencia de lo ilegal, espureo y fraudulento de esa deuda, manejada precisamente por los mismo personajes a quienes los políticos –desorientados y entregados al poder financiero-- delegan el poder de decisión económica.
Las últimas medidas propuestas por el flamante
ministro de economía, fundamentalista personaje
de FIEL, fundación que agrupa a lo más graneado de la “reacción”
neoliberal, globalizante y mercadista, constituyen la prueba cabal del
desprecio absoluto que poseen tales dirigentes, que no son electos por el
pueblo, ni lo representan y que constituyen a su vez la clara muestra del
incumplimiento por parte del sector político, no solo de los objetivos
políticos nacionales, sino la voluntad de un pueblo que no puede participar de
las decisiones, ni es escuchado, ni que le importe a quienes se denominan a sí
mismos, la clase política.
Esta situación desesperante que acosa al pueblo
argentino, y también a muchos países latinoamericanos, a causa de las
distorsiones de la realidad política, los alcances de la Constitución Nacional,
la falaz prédica a la que se lo somete en beneficio de una clase improductiva y
fundamentalmente corrupta, nos lleva a expresar nuestra gran preocupación por
los resultados –ya visibles- de sus despropósitos.
Lamentablemente, las reacciones dinámicas que serán
obra de la irresponsabilidad con la que se manejan los asuntos de política
nacional, recaerán, además, sobre aquellos sectores de la ciudadanía que han
sido respetuosos de las leyes, el sistema, la Constitución Nacional y el
ejercicio de la Democracia política a través del voto y la delegación del poder
soberano, en el sistema representativo.
Sólo que el abuso de ese poder, la distorsión
respecto del mandato de la ciudadanía, --no solo incumplido sino despreciado--,
y la ausencia manifiesta de objetivos políticos nacionales, está llevando a una
encrucijada que parece no ser advertida por “la clase política” o tal vez se
trate de una subestimación irresponsable del carácter pacífico o no del pueblo
tanto de nuestro país, como del resto de Latinoamérica.
La gravedad de la situación parece no ser advertida.
El desmantelamiento de los organismos de información que permiten, de acuerdo
con la Constitución Nacional, obtener los elementos de juicio para establecer
los Objetivos Políticos Nacionales, las aspiraciones de la ciudadanía y el
consenso necesario para obrar en consecuencia, ha producido un divorcio entre
la realidad Nacional y lo que la clase política cree que es esa realidad.
Por esa causa es que los políticos que arriban al
poder lo hacen imbuidos de la creencia de que son “ellos” y sus “propias convicciones”
las que darán solución a los graves problemas, no solo coyunturales sino a
mediano y largo plazo. Olvidando que no son ellos quienes deben determinar
tales objetivos, sino los que convienen a las aspiraciones de la ciudadanía.
Esto ha sido olvidado, despreciado, suplantado por
los intereses espurios de la partidocracia, que luego de haber sufrido los
embates de las interrupciones golpistas, parecen no haber aprendido nada, ni
haberse ocupado de conocer la verdadera realidad de sus países que desean
proyectarse, realizarse y consolidarse como tales, fuera de los planes
destructivos del neoliberalismo.
Ya desde el argumento de que el Estatismo
(neologismo destinado a menoscabar al Estado) debe ser destruido en beneficio
del privatismo, el Nuevo Modelo procura la destrucción de toda legislación
social, de toda legislación reguladora y de todo control del movimiento de
capitales... claro está que en aquellos países emergentes a los que ha
esclavizado a través de la deuda externa, la corrupción de su clase dirigente y
el empobrecimiento de su ciudadanía.
No es este un fenómeno contemporáneo, pues sus
raíces provienen de la posguerra y han sido sistemáticamente aplicada por
quienes en la ultraderecha económica, soñaron y todavía sueñan con los tiempos
medievales.
Con sólo examinar atentamente la situación social,
económica y política de nuestras naciones latinoamericanas, podemos solo
cambiar las denominaciones, pero la realidad podría pasar como ocurriendo en
aquellos tiempos de vasallaje.
No puedo extenderme más en este editorial, pero lo
resumiré diciendo que la ciudadanía debe prestar atención pormenorizada a lo
que está ocurriendo, pues no solo se encuentra comprometido el propio porvenir
sino el porvenir de nuestras repúblicas.