Editorial de la semana 19

Editorial 

 

AVANCES DESMESURADOS DEL CAPITALISMO FINANCIERO

 

 

Desde este pequeño espacio ubicado en la web, pretendemos expresar nuestro pensamiento aún a pesar de los riesgos que significa decir lo que pensamos, mas aún cuando los intereses que denunciamos son de tal poderío, que no trepidan en destruir naciones, excluir a millones de seres de su dignidad en el trabajo y sumirlos en la miseria tan solo por sus ambiciones de lucro y rentabilidad, al par que su desmedido poder por ahora incontrolable.

Me refiero a las recetas económicas y financieras que tanto el Fondo Monetario Internacional, como el sistema financiero mundial, enquistados en los gobiernos latinoamericanos a través de los personeros que recalan en los Ministerios de Economía, aplican sin ningún signo de medida ni piedad por los efectos recesivos y destructivos hacia las economías que dicen tener que “sanear”.

Los cambios operados en la economía mundial, han reinstalado –ahora aggiornada- la vieja teoría de la División Internacional del Trabajo.

Las grandes potencias mundiales han desarrollado en territorio propio, las Industrias de todo tipo que pueden abastecer al sector del planeta en condiciones de consumir y poseer una clase consumista que contribuya al desarrollo del Mercado, lo necesariamente apto como para consolidar esas Industrias, su rentabilidad y el Nuevo Modelo surgido luego de la caída del Muro de Berlín.

Aunque parezca una contradicción que el sistema financiero internacional se haya evadido del sistema productivo internacional, puesto que los capitales “golondrina” no quieren invertir en producción, ya que la creación de nuevos puestos de trabajo incrementarían precisamente el mercado de consumo, lo cierto es que la transnacionalización de tales capitales solo procura el rédito maximizado de sus inversiones, sin importarle un bledo el cómo dejan las economías sobre las que medran e imponen sus condiciones usurarias.

 

En Argentina, mientras las tasas internacionales de interés rondan el 4%, se pagan hasta el 13% en el circuito normal y en el circuito “anormal” que sería el de las cuevas prestatarias o financieras clandestinas, se llega a pagar hasta el 40 % anual. Esta locura no es localista y si incentivada incluso por los mismos capitales financieros que operan en ese circuito clandestino. Y se ha inventado el perverso “riesgo país” que no es otra cosa que una autojustificación de la voracidad usuraria del sistema financiero.     

La realidad que se nos presenta en estos momentos, es la de convulsiones políticas, endeudamiento demencial, acoso del Fondo Monetario Internacional cuyo único y obsesivo fin es el de garantizar a toda costa la percepción del servicio de la deuda externa, con la más absoluta indiferencia de lo ilegal, espureo y fraudulento de esa deuda, manejada precisamente por los mismo personajes  a quienes los políticos –desorientados y entregados al poder financiero-- delegan el poder de decisión económica.

Las últimas medidas propuestas por el flamante ministro de economía, fundamentalista personaje

de FIEL, fundación que agrupa a lo más graneado de la “reacción” neoliberal, globalizante y mercadista, constituyen la prueba cabal del desprecio absoluto que poseen tales dirigentes, que no son electos por el pueblo, ni lo representan y que constituyen a su vez la clara muestra del incumplimiento por parte del sector político, no solo de los objetivos políticos nacionales, sino la voluntad de un pueblo que no puede participar de las decisiones, ni es escuchado, ni que le importe a quienes se denominan a sí mismos, la clase política.

Esta situación desesperante que acosa al pueblo argentino, y también a muchos países latinoamericanos, a causa de las distorsiones de la realidad política, los alcances de la Constitución Nacional, la falaz prédica a la que se lo somete en beneficio de una clase improductiva y fundamentalmente corrupta, nos lleva a expresar nuestra gran preocupación por los resultados –ya visibles- de sus despropósitos.

Lamentablemente, las reacciones dinámicas que serán obra de la irresponsabilidad con la que se manejan los asuntos de política nacional, recaerán, además, sobre aquellos sectores de la ciudadanía que han sido respetuosos de las leyes, el sistema, la Constitución Nacional y el ejercicio de la Democracia política a través del voto y la delegación del poder soberano, en el sistema representativo.

Sólo que el abuso de ese poder, la distorsión respecto del mandato de la ciudadanía, --no solo incumplido sino despreciado--, y la ausencia manifiesta de objetivos políticos nacionales, está llevando a una encrucijada que parece no ser advertida por “la clase política” o tal vez se trate de una subestimación irresponsable del carácter pacífico o no del pueblo tanto de nuestro país, como del resto de Latinoamérica.

La gravedad de la situación parece no ser advertida. El desmantelamiento de los organismos de información que permiten, de acuerdo con la Constitución Nacional, obtener los elementos de juicio para establecer los Objetivos Políticos Nacionales, las aspiraciones de la ciudadanía y el consenso necesario para obrar en consecuencia, ha producido un divorcio entre la realidad Nacional y lo que la clase política cree que es esa realidad.

Por esa causa es que los políticos que arriban al poder lo hacen imbuidos de la creencia de que son “ellos” y sus “propias convicciones” las que darán solución a los graves problemas, no solo coyunturales sino a mediano y largo plazo. Olvidando que no son ellos quienes deben determinar tales objetivos, sino los que convienen a las aspiraciones de la ciudadanía.

Esto ha sido olvidado, despreciado, suplantado por los intereses espurios de la partidocracia, que luego de haber sufrido los embates de las interrupciones golpistas, parecen no haber aprendido nada, ni haberse ocupado de conocer la verdadera realidad de sus países que desean proyectarse, realizarse y consolidarse como tales, fuera de los planes destructivos del neoliberalismo.

Ya desde el argumento de que el Estatismo (neologismo destinado a menoscabar al Estado) debe ser destruido en beneficio del privatismo, el Nuevo Modelo procura la destrucción de toda legislación social, de toda legislación reguladora y de todo control del movimiento de capitales... claro está que en aquellos países emergentes a los que ha esclavizado a través de la deuda externa, la corrupción de su clase dirigente y el empobrecimiento de su ciudadanía.

No es este un fenómeno contemporáneo, pues sus raíces provienen de la posguerra y han sido sistemáticamente aplicada por quienes en la ultraderecha económica, soñaron y todavía sueñan con los tiempos medievales.

Con sólo examinar atentamente la situación social, económica y política de nuestras naciones latinoamericanas, podemos solo cambiar las denominaciones, pero la realidad podría pasar como ocurriendo en aquellos tiempos de vasallaje.

No puedo extenderme más en este editorial, pero lo resumiré diciendo que la ciudadanía debe prestar atención pormenorizada a lo que está ocurriendo, pues no solo se encuentra comprometido el propio porvenir sino el porvenir de nuestras repúblicas.