Para evitar la fuga de capital y la circulación de monedas devaluadas a partir de 1870 se agujerearon todas las monedas de plata y cobre en uso. Sin embargo, nuevamente de forma ilegal se importaron monedas agujereadas y mutiladas, al igual que ocurrió con la moneda macuquina. Para eliminar esta práctica que generaba pérdidas al erario, el 27 de noviembre de 1884 el gobernador Luis Dabán emitió un decreto prohibiendo la introducción de monedas mutiladas, y ordenando que todas aquellas monedas de plata en circulación fueran reselladas (contramarcadas) con una marca de flor de lis, símbolo de los Borbones, Reyes de España. La operación de resello se realizó en las Aduanas a través de la Isla.
La variedad de punzones y la rápida aparición de falsificaciones causó confusión, disponiéndose finalmente en le 1894 el canje de la moneda resellada, oficial o no, por moneda de cuño mejicano.