6 de noviembre del 2002
Javier Ponce
La Insignia
El Ecuador es, en este momento, uno de los países más abiertos a las importaciones incluso en relación a otros países de América Latina, que a su vez, es una de las regiones más abiertas al libre comercio, en comparación con los países asiáticos en desarrollo, por ejemplo.
El arancel promedio ponderado a las importaciones vigente en el Ecuador se ubica en 7,8%, inferior al arancel nominal promedio que es del 12,5%, debido a que alrededor del 50% de las importaciones que ingresan al Ecuador, lo hacen libres de aranceles, esto es, sin ningún tipo de restricción ni imposición.
Respecto a las importaciones de productos agrícolas, rige el sistema de franjas de precios, régimen especial que forma parte de los compromisos del Ecuador con la Comunidad Andina, y que consiste en un impuesto variable a las importaciones de un grupo de productos agrícolas que normalmente se benefician de subsidios en sus países de origen, razón por la que el impuesto variable trata de evitar el ingreso de productos subsidiados a precios inferiores a los vigentes en el mercado internacional, impidiéndoles de esta manera, competir en forma desleal con los productores locales.
El sistema de franjas de precios es la única medida de protección para los agricultores locales que funciona actualmente, después de que fueron despojados de las pocas y débiles políticas de apoyo que existían, luego de la aplicación de las reformas de mercado en el campo, introducidas en el marco de los acuerdos con el FMI y el Banco Mundial, mientras los agricultores de los países industrializados continúan beneficiándose de los subsidios concedidos por sus gobiernos.
Mientras tanto, las declaraciones públicas de compromiso con el libre comercio y con la no intervención del Estado en la economía, que realizan los líderes de los países industrializados, contrastan con sus prácticas neo proteccionistas y de mayor intervención del Estado para promover sus actividades económicas.
Así, el gobierno estadounidense aprobó en junio del año 2002, aumentar los subsidios para sus agricultores en 190.000 millones de dólares durante la próxima década, un aumento del 75%. Canadá criticó la decisión norteamericana, pero anunció también el aumento de subsidios a sus agricultores, por 3.300 millones de dólares. El monto que los países industrializados en conjunto ya venían destinando desde 1992, para ayuda a sus agricultores ascendía a un mil millones de dólares diarios, lo que arroja un total de 360.000 millones anuales.
La vigencia de la dolarización en el Ecuador coloca a los productores locales en una situación de absoluta fragilidad frente a los productores de los demás socios comerciales, debido a que los demás países pueden usar la flexibilidad de su tipo de cambio para mejorar su competitividad, frente a posibles choques externos, como lo hicieron México en la crisis de 1994/95 y Brasil en la crisis de 1998.
El Ecuador dolarizado se encuentra en una situación más difícil que Argentina frente a la convertibilidad, sin mecanismos para enfrentar la pérdida de competitividad de sus productores derivada de la devaluación de los demás socios comerciales. El proteccionismo o los subsidios, no son medidas que se puedan manejar de forma tan ágil como una devaluación y podrían generar reacciones de parte de los socios comerciales, debido a los compromisos adoptados en el marco de la Comunidad Andina y de la OMC.
Por otra parte, hay que tomar en cuenta que, a través de la condicionalidad del FMI, el gobierno estadounidense continúa presionando por la eliminación de las restricciones impuestas por el Ecuador a la importación de ropa usada, por considerarla nociva a la salud pública. Estados Unidos continúa en consecuencia utilizando instancias diferentes a las especializadas en negociaciones comerciales a nivel internacional, como el ALCA o la OMC, para conseguir sus objetivos comerciales, confirmándonos la hipótesis de que Estados Unidos continuará persiguiendo sus objetivos comerciales con o sin ALCA.
El Ecuador es un país productor y exportador de productos primarios. La agricultura, caza, pesca y silvicultura son los sectores que más aportan al PIB (17% en términos reales para el año 2000), superior al petróleo (15%), industria manufacturera (15,9%) e incluso comercio (14,7%). El agro ocupa también a la mayor parte de la población económicamente activa, al 26%, de acuerdo con el Censo agropecuario del 2001, pero al 67% de la población rural.
Dentro del PIB agropecuario, las cadenas de mayor participación son: producción animal (30%), seguida de pesca y caza (16%); y, banano, café y cacao (14%), dando un total del 60%.
Sin embargo, hay que destacar que existen productos no tradicionales cuya producción y exportaciones han crecido en la última década: maíz amarillo, flores, cebolla, jugos de frutas, mermeladas y frutas frescas, azúcar, coliflor, brócoli, palmito, grasas y aceites vegetales, entre los más importantes.
El sector agropecuario aporta también con la mayor parte de divisas. Así, en el año 2001, el 45,5% de los ingresos de divisas por exportaciones, correspondieron a las exportaciones agropecuarias, tanto primarias (37% del total) como agroindustriales (8,5%), superando a los ingresos petroleros (41,3% del total).
Respecto a las exportaciones agroindustriales, el Ecuador se caracteriza por la enorme concentración tanto en el tipo de producto que exportamos como en el destino de las exportaciones. Respecto al destino geográfico de las exportaciones agroindustriales, la mayoría se dirigen hacia los Estados Unidos (71% del total); en segundo lugar hacia la Comunidad Andina (13%), destacándose Colombia (9%) y Venezuela (2%); hacia el MERCOSUR (8%), especialmente Argentina (6%); y, al resto del hemisferio el restante porcentaje (8%).
En general, el Ecuador exporta a los países industrializados productos primarios o con un elevado componente de productos primarios, como bananos, camarón, flores, café, cacao, harina de pescado y elaborados de productos del mar, entre los más importantes, mientras que los pocos productos industrializados que exporta se dirigen a los países de la Comunidad Andina: A Colombia, sardinas, partes de vehículos, medicamentos para uso humano; a Perú, petróleo y derivados, dentríficos, cocinas, atún, plásticos, refrigeradoras, productos químicos, chocolates, aceites vegetales, medicamentos y artículos de limpieza; y a Venezuela: vehículos, atunes, aceites crudos de petróleo y medicamentos, entre los más importantes.
El mercado subregional andino constituye en consecuencia el principal destino de las exportaciones de productos industrializados que, como ya lo anotamos, aportan con alrededor del 10% de los ingresos por exportaciones. La diferencia son ingresos por exportaciones de petróleo, de productos agrícolas y de productos agroindustriales.
Del análisis realizado en los párrafos anteriores, se desprende que, Estados Unidos ha venido alcanzando sus objetivos comerciales mediante numerosos mecanismos, siendo el más eficiente, el de los condicionamientos impuestos a los países en desarrollo, sobre todo, a los altamente endeudados como el Ecuador, a través de los organismos multilaterales de crédito, como el FMI y el Banco Mundial.
Estos organismos han presionado por la introducción de las reformas estructurales de mercado, dentro de las que está incluida la liberalización comercial, que en consecuencia ha sido de carácter unilateral, puesto que se dio al margen de negociaciones comerciales multilaterales.
El FMI y el Banco Mundial promovieron la apertura comercial y la facilitación de las importaciones hacia los países en desarrollo en general, y en particular hacia nuestro país, sin preocuparse por la falta de correspondencia en la apertura de sus mercados, por parte de los países industrializados, los cuales continuaron aumentando las barreras sobre todo de carácter no arancelario, así como los subsidios a la agricultura y las políticas de apoyo a sus productores en general, configurándose un sistema de comercio desequilibrado, y desfavorable para los países en desarrollo, como lo han denunciado incluso los jefes de Estado en las últimas cumbres mundiales.
Los organismos multilaterales han contribuido en consecuencia, a abrir mercados para las exportaciones de los países industrializados, que han logrado en consecuencia ampliarlos, mientras al mismo tiempo, el FMI ha ejercido una presión insoportable en los últimos veinte años, para que los países endeudados como el Ecuador apliquen políticas de ajuste para generar los excedentes necesarios para asegurar el pago del servicio de la deuda externa, transformada en la prioridad nacional.
Se han generado códigos de conducta a nivel internacional, según los cuales, los países que se portan bien, esto es los que privilegian el pago del servicio de la deuda externa, son recompensados con buenas calificaciones asignadas por las calificadoras de riesgo, aunque para cubrir el servicio de la deuda, aumenten el desempleo, deterioren la educación y la salud de su población y destruyan el medio ambiente.
Mediante el funcionamiento de los mercados secundarios, hay ciudadanos ecuatorianos, empresas y sobre todo, instituciones financieras, que han adquirido papeles de la deuda externa en los mercados secundarios y se han transformado en acreedores de la deuda externa, sumándose a la presión del FMI por asignar prioridad al pago de la deuda externa por sobre las necesidades del desarrollo económico y las necesidades de la población, en consecuencia, crecientemente colocada en situación de pobreza y de miseria. Y esta complicidad de ciudadanos e instituciones radicadas en el Ecuador explica la incapacidad que han demostrado los gobiernos locales para encontrar una solución alternativa al problema de la deuda externa.
En las negociaciones frente al ALCA, es necesario demostrarles a los acreedores que el tratamiento que se ha venido dando a la deuda en los últimos veinte años, mediante la imposición de políticas que buscan al mismo tiempo ampliar mercados para los países industrializados y generar los excedentes para cubrir el servicio de la deuda externa, es insostenible desde el punto de vista económico, social y ambiental.
Hay que recordarles a los acreedores locales e internacionales de la deuda externa, que arruinar al deudor no es una estrategia viable para ningún acreedor. Un deudor arruinado es empujado a la insolvencia y no puede tampoco constituir un buen mercado para que los países acreedores continúen aumentando sus exportaciones.
En consecuencia, así como los Estados Unidos continuarán persiguiendo sus objetivos nacionales, con ALCA o sin él, es necesario diseñar una estrategia nacional frente a los cambios que se han venido registrando en el mundo, cuyo eje tiene que ser la necesidad de generar empleo, asegurar que las familias puedan satisfacer sus necesidades básicas: alimentación, vestuario, educación y capacitación, cuidando la sostenibilidad y la sustentabilidad, esto es, pensando en las futuras generaciones. Dicha estrategia debe partir de las aspiraciones y necesidades de la mayoría de la población, para lo cual es necesario promover un amplio debate, que al mismo tiempo fortalezca la participación ciudadana y la democracia.
En todo caso, una estrategia que no excluya a la mayoría de la población, sino que tome en cuenta sus necesidades, significaría un giro radical en la conducción de la política económica, tanto a nivel nacional, como a nivel internacional.
(*) Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales.
Ficha técnica:
Edición, diagramación y producción original de la serie:
Javier Ponce, Susana López Olivares y David Villamar
Coordinación:
Alberto Acosta
Tomado de La Insignia