17 de marzo

31 de octubre del 2002

ALCA, deuda externa y militarización: tres ejes de un mismo proyecto

Martha Cecilia Ruiz
Servicio Informativo "alai-amlatina"

Con un auditorio repleto, donde se izaron banderas del Tahuantinsuyo y no dejaron de oírse gritos en contra de la propuesta para crear un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), ayer se iniciaron en Quito las conferencias del Encuentro Continental de Reflexión e Intercambio: "Otra América es posible", que se enmarca dentro de las Jornadas de Resistencia Continental contra el ALCA. Estas Jornadas se desarrollan en varios países de la región y durante todo el mes de octubre, y se llevan a cabo de manera paralela a otros eventos donde se discute el tema del ALCA, como el encuentro de parlamentarios, el foro empresarial y la reunión de ministros de comercio.

El Encuentro Continental de Reflexión -que se desarrolla entre el 28 y el 30 de octubre, en Ecuador- tiene entre sus objetivos ampliar el entendimiento de los verdaderos propósitos del ALCA. Por ello, la primera conferencia, donde participaron expertos de siete países del continente, abordó la relación que existe entre el ALCA, la deuda externa y la creciente militarización de América Latina y el Caribe.

En un evento anterior, organizado por Jubileo-Sur Américas, en mayo pasado, en Quito, ya se analizó esta relación entre ALCA, deuda y militarización. Entonces, se explicó que los tres temas son "ejes estratégicos complementarios de un solo proyecto de expansión y de consolidación del imperio norteamericano" (Declaración de Jubileo-Sur Américas). Esto porque, en primer lugar, el ALCA intenta "crear un bloque regional dominado por Estados Unidos, capaz de enfrentar la competencia de la Unión Europea y del bloque asiático en la disputa por la hegemonía económica, geopolítica y cultural del mundo". Además, porque la deuda externa cumple también un papel de "apropiación de los excedentes de los países latinoamericanos por la vía financiera". Y porque la militarización es, a su vez, una "garantía armada de la hegemonía hemisférica y global de Estados Unidos".

La hermana Elsie Monge, de la Federación Ecuatoriana de Derechos Humanos, y moderadora de la conferencia, recordó que Estados Unidos ha instalados cuatro bases militares en el continente, en Manta (Ecuador), Curazao, El Salvador y Aruba.

Además, existe la propuesta de crear dos bases más: una en Alcántara, en Brasil, y una más en Tierra de Fuego, en Argentina.

A estas bases se suma el Plan Colombia, que es una iniciativa militar de Estados Unidos, emprendida con el argumento de luchar contra el narcotráfico. El colombiano Héctor León, uno de los expositores y miembro del Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos (ILSA), señaló claramente que el Plan Colombia (hoy transformado en un proyecto más amplio que es la Iniciativa Regional Andina) es, en realidad, un "proyecto militar contrainsurgente", es decir, un proyecto en contra de todos aquellos que se oponen al sistema y que hoy son considerados por Estados Unidos como "terroristas".

Además del caso colombiano, lo/as expositore/as presentaron otras experiencias en donde se evidencia la creciente militarización de América Latina. Así por ejemplo, Gilberto López y Rivas, de la Red Mexicana de Acción contra el Libre Comercio (RMALC), y quien fuera integrante de la Comisión de Concordia y Pacificación (COCOPA), creada para buscar soluciones al conflicto en Chiapas, explicó que hoy el gobierno mexicano de Vicente Fox sigue la misma estrategia que impuso el régimen priista en contra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Se trata de una "guerra de desgaste"-dijo López y Rivas-, es decir, de una sucesión de pequeñas operaciones en contra de la población civil y de la forma de vida de las poblaciones indígenas. Para llevar a cabo esta "guerra", el gobierno mexicano utiliza una variante del modelo guatemalteco, en donde se utiliza a grupos paramilitares de origen indígena ("el cuño debe ser del mismo palo"), que desarrollan acciones que el gobierno no puede emprender directamente. "Se ha denunciado la presencia de estos grupos paramilitares -señaló López y Rivas-, pero no se ha hecho nada al respecto".

Además, el experto mexicano aclaró que, desde 1994, cuando entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), firmado entre México, Canadá y Estados Unidos, los soldados mexicanos representan el grupo más grande de los latinoamericanos que se forman en las escuelas militares de Estados Unidos, para aprender las tácticas contrainsurgentes.

Aunque el panorama se muestra sombrío, los expositores insistieron que "sin resistencias no hay alternativas", y llamaron a tender puentes y juntar los esfuerzos de las diferentes organizaciones sociales del continente en contra del ALCA y en contra de los proyectos de militarización de la región. "¿Hasta cuándo van a seguir decidiendo por nosotros?", se preguntó Evo Morales, líder campesino y ex candidato a la presidencia de Bolivia, quien propuso plantear alternativas conjuntas para, como han hecho los pueblos indígenas al interior de algunos de los países de la región, recuperar el poder político y gobernarnos a nosotros mismos.

"La deuda no se paga, la deuda está pagada" Adolfo Pérez Esquivel(Argentina), Premio Nóbel de la Paz; Alberto Acosta, economista ecuatoriano; Marcos Arruda, de Políticas Alternativas para el Cono Sur (PACS), de Brasil, y Beverly Keene, de Diálogo 2000, Argentina, fueron algunos de los expositores que intentaron explicar la relación que existe entre el ALCA y la deuda externa, y de ésta con los procesos de militarización del continente.

Entre 1997 y el año 2000, América Latina y el Caribe transfirieron por servicios al pago de la deuda externa un total de 583.000 millones de dólares, además de 192.000 millones de dólares por conceptos de intereses. Sin embargo, Marcos Arruda explicó que la deuda sigue creciendo, que se paga con nuestras reservas internacionales y que esto implica menos dinero para la inversión social en cada uno de los países latinoamericanos.

Por su lado, Alberto Acosta señaló que la deuda es un instrumento de dominación e implica la posibilidad de introducir políticas de ajuste estructural en América Latina y el Caribe. "No debemos nada, la deuda está pagada, y esto se puede comprobar matemática y financieramente", insistió Acosta, señalando que esta propuesta de no pago o cancelación de la deuda externa debe plasmarse en acciones concretas y conjuntas de parte de los países de la región.

Acosta también explicó que diversas organizaciones del continente, agrupadas en Jubileo Sur-Américas, plantearon, en una reunión de hace unos pocos meses, la necesidad de buscar una estructura de derecho para afianzar la propuesta de no pago de la deuda externa. Así, se busca constituir un Tribunal Internacional que introduzca este estado de derecho que hoy no existe, y por lo cual los deudores son tratados como reos y los acreedores actúan como jueces y parte. Otra propuesta es promover lo antes posible un proceso de auditorías de las deudas que existen.

"Cualquier deudor tiene derecho a no cumplir con su contrato si es que las exigencias y condiciones de pago le conducen a una situación inhumana", explicó el economista ecuatoriano, y agregó que la deuda no puede seguir siendo un obstáculo para el desarrollo humano de la región. Por tanto, la alternativa es introducir este estado de derecho, enfrentar el tema de la deuda en el campo político, con parámetros claros y con argumentos y, si es que todavía queda algo por pagar, entonces pagar sin poner en riesgo los proyectos sociales.

Para lo/as expositore/as de esta primera conferencia y reflexión sobre lo que significa el ALCA, el reto que hoy tiene América Latina y el Caribe es reunir esfuerzos y tener un proyecto propio de desarrollo, un proyecto que promueva sociedades más equitativas y solidarias. De lo contrario, el riesgo es que el ALCA sea una realidad aún sin existir, a través de lo que significa las presiones de la deuda externa y las iniciativas de intervención militar en la región por parte de Estados Unidos. Para Adolfo Pérez Esquivel, es necesario vencer las divisiones y la poca unidad latinoamericana que hoy existe y presentar alternativas conjuntas, porque "no nos resignamos a ser esclavos".

Tomado de Rebelión


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