Nicaragua, 28 de enero del 2003
Óscar-René Vargas (*)
El Nuevo Diario
El Área de Libre Comercio de América (ALCA) es un tratado de integración económica entre Estados Unidos y 34 países de América Latina, con la excepción de Cuba, que será una extensión del tratado vigente desde 1994 entre Estados Unidos, Canadá y México (NAFTA o TLCAN).
El TLCAN, en realidad, asegura privilegios y derechos nuevos y radicales a las corporaciones multinacionales. Estas mismas medidas de protección a los inversores estaban en el corazón del Acuerdo Multilateral de Inversiones (MAI) impulsado por la Unión Europea (UE) y que tuvieron que archivar por la presión popular en 1998. En el TLCAN está vigente desde 1994 la misma legislación económica que los países del G7 impulsan en la OMC para imponerle a todo el orbe: la liberalización completa de todos servicios básicos.
El sistema internacional posterior a la guerra fría tiene un orden económico tripolar tutelado militarmente por EEUU. El mundo del siglo veintiuno se está organizando en tres bloques económicos, que liderados por los países del G7, especialmente Alemania, Japón y EEUU, integrarán respectivas "zonas dependientes".
El ALCA fortalecerá la competitividad de las empresas de servicios, industrias y bancos de los EEUU en la economía internacional, principalmente a través de acceso a materia prima y mano de obra barata, mas los negocios seguros que hará con la privatización (o competencia trasnacional por la provisión) de servicios básicos de todo el continente.
25. El ALCA y la estrategia estadounidense. El Área de Libre de Comercio de las Américas (ALCA) se presenta, ante la opinión pública latinoamericana, como una oportunidad para ingresar al mercado económico más grande del mundo (EE.UU.); sin embargo, detrás se esconde una serie de estrategias por las cuales EE.UU. tratará de garantizar su poderío en el nuevo siglo. En mi libro titulado: "¿Qué es el ALCA? Globalización, Estados Unidos y América Latina". se explica cómo los EE.UU. han establecido tres estrategias principales para mantener su hegemonía mundial.
La primera estrategia sería el control del petróleo a través de las guerras que se han desarrollado en el continente asiático (Afganistán) e Irak (Medio Oriente); las cuales, a su vez, impulsan las industrias bélicas norteamericanas como medio para salir de la actual crisis económica de los EE.UU.
El objetivo de controlar las fuentes de producción de petróleo es aumentar la "diversidad" geográfica de las importaciones de los Estados Unidos, a fin de reducir las consecuencias económicas de los futuros sobresaltos de la región del Medio Oriente, crónicamente inestable. Por consiguiente, la diversificación de las fuerzas de abastecimiento tiene una importancia capital.
Para promoverla, los EE.UU. impulsan, en estrecha colaboración con las empresas estadounidenses del sector energético, el control de otras zonas con el objetivo de aumentar las importaciones norteamericanas a partir de la cuenca del mar Caspio (Azerbaiyán, Uzbequistán y de Kazajstán), del África subsahariana (Angola, Golfo de Guinea y Nigeria) y de América Latina (Colombia, México y Venezuela).
Desde la perspectiva del complejo militar industrial de los EE.UU., los atentados del 11 de septiembre no pudieron ser más oportunos: Fueron un cheque en blanco para los incrementos millonarios de los gastos bélicos estadounidenses, que han llegado a desbordar en un 15 por ciento a los de la guerra fría.
Es decir, la primera estrategia consiste en: la modernización y el desarrollo de las competencias militares de los EE.UU. y la adquisición de reservas petroleras adicionales a partir de fuentes extranjeras. Estos dos objetivos, pese a tener orígenes distintos, se han fusionado con la guerra "antiterrorista" para conformar la estrategia coherente que dirige en la actualidad la política exterior de los estadounidenses.
La segunda estrategia es el control de todas las fuentes naturales con los todos los elementos de la biodiversidad, incluidas las reservas de agua potable, flora, fauna, etcétera. En un mundo crecientemente amenazado por la contaminación ambiental controlar la biodiversidad latinoamericana es una fuente de poder indudable. Los botánicos estiman que hay más de 125 mil plantas y una diversidad faunística integrada por varios millones de animales.
El bosque latinoamericano ayuda a regular la temperatura del planeta consumiendo Bióxido de Carbono y produciendo Oxígeno. En América Latina se encuentran más del 50 % de los bosques tropicales del mundo y más del 40% del total de agua dulce con que cuenta el planeta. En la actualidad, estudios científicos demuestran que unas 3,000 plantas resultan esenciales "para la obtención de medicamentos, pesticidas, colorantes, fibras, aceites, maderas, alimentos".
Hacia el futuro la región puede desempeñar un papel clave a la luz de las nuevas potencialidades que se abren con la biotecnología y la ingeniería genética, pues la región "es un centro evolutivo, que sigue formando diversidad biológica". Muchos científicos advierten que, luego del auge de la industria farmacéutica tradicional, ocurrido entre los años l930-1970, se habría iniciado un estancamiento en la década de los años 80.
Las grandes potencias farmacéuticas buscan salir de la crisis mediante nuevos esfuerzos en los campos de la genética y la biología molecular, en ese campo, la información genética en estado natural (la biodiversidad), sigue siendo un recurso decisivo, pues el hombre no crea genes, tan sólo los manipula.
La biodiversidad, cuyo stock está concentrado en un 50% del total mundial en América Latina, se convierte en un recurso estratégico, al que hay que sumar el agua dulce, que presenta signos de agotamiento, cuyas reservas mundiales están en más 40 % en la región latinoamericana. Tenemos entonces en América Latina recursos que pueden sacarnos del actual ciclo de estancamiento y/o regresión económica.
Desde el punto de vista económico, nuestra región, en contraste con la pobreza extrema y generalizada de sus habitantes, guarda en su vientre el 99% de las reservas petroleras y de gas del continente, importantes minas de oro, plata, cobre, plomo, zinc y recursos minerales no metálicos como mármol, feldespato, arenas, gravas, fosfatos, yesos y en los minerales energéticos: uranio y carbón. Amén de que allí se ubican más del 50% de las reservas de bosques naturales.
La tercera estrategia sería expandir, a través del ALCA, el control hegemónico sobre el continente americano que le proporcionaría: ampliación de los mercados para las empresas transnacionales norteamericanas, disminuir la competencia de las otras potencias económicas (Unión Europea y Japón) en la región, acceso a las materias primas para la industria de la biotecnología, permitir el libre acceso a los capitales estadounidense en la región latinoamericana y ser tratados como "capitales nacionales", etcétera.
Al mismo tiempo, el proyecto del ALCA se inscribe dentro de la tendencia prevaleciente en las relaciones económicas internacionales contemporáneas, hacia la formación de polos económicos regionales. En el mismo se identifican intereses norteamericanos por consolidar su esfera de influencia en el área, garantizar la seguridad en su entorno más cercano y una mejor correlación de fuerzas respecto a otros bloques económicos internacionales (Unión Europea y Japón).
El ALCA, aún en fase de negociación, constituye un gran desafío para los países latinoamericanos y caribeños, y como todo proceso de negociación, es factible enfocarlo no sólo como una amenaza para nuestras economías, sino también como una oportunidad, debido a que puede constituir un poderoso acicate para la unidad de la región en función de las impostergables transformaciones de que está urgida. Pero el cercano horizonte del año de 2005 impone su inmediatez y estimula los debates sobre las posibilidades de aumentar el poder de negociación de nuestra región frente a los EE.UU.
Lo peligroso sobre la discusión sobre el ALCA no es el punto de vista de los intelectuales, de los economistas y de los políticos latinoamericanos; lo peligroso del ALCA es la falta de información que poseen amplios sectores sociales de los pueblos de nuestro hemisferio, muchos de ellos con elevados índices de analfabetismo, y cientos de millones sin ninguna preparación para conocer, salvo las experiencias personales, teóricamente lo que significa el ALCA.
(*) Autor del libro: ¿Qué es el ALCA? Globalización, Estados Unidos y América Latina (2002).
Tomado de La Insignia