17 de marzo

7 de noviembre del 2002

ALCA: construcción del futuro ¿De quién?

Alfredo Castillo Bujase
Rebelión

El ALCA destruirá las viejas y rivales estructuras productivas de las economías latinoamericanas.

Es la opinión de los grupos sociales relacionados con la propiedad de la industria, agricultura y formas concentradas de comercio que no alcanzaron a organizarse en el nivel capaz de administrar los Estados subdesarrollados del continente. Fueron transitoriamente poder. Glorificaron símbolos nacionales y se agotaron. No forjaron un pensamiento político nacional que nutriera al Estado-nación. Sus partidos, marcados por indelebles huellas de colonialismo, reflejaron lo sucedido en amplias capas de la población y la cultura colonizada en el andamiaje estatal.

No se conocieron a sí mismos. Sin percibirlo fueron derrotados, relegados y substituidos por una red de apariencia económica que subyugó todas sus potencialidades. No sintieron el desplazamiento de la hegemonía del Estado.

No vieron el torrente especulativo que los echó. Y sin conciencia de que habían sido subordinados optaron por una especie de anarquismo-estatal, semejante al que pretendió la celebre consigna "organizar el desorden" que cultivó en ellos el odio al Estado, ocasionalmente prestado para el proteccionismo que merma sus protestas. Perdieron el Estado que pasó a manos especulativas. Quedaron huérfanos pero engreídos por un capital-papel al que divinizan por ser intermediario con el mundo desarrollado que les impone un tipo de competitividad hasta morir.

Las economías nacionales fueron resquebrajadas por la banca que del pasado solo conserva nombres. Nació con nexos mercantiles, agrícolas e industriales. Evolucionó para especular con dineros de orígenes y destinos inconfesables. Se asoció con grandes medios de comunicación y se subordinó para siempre a la comunidad financiera a cambio de beneficios fiduciarios obtenidos en manejos monetarios, financieros y crediticios.

De la técnica del toma y daca desigual, un caso de demostración es la reincorporación de Ecuador al Tratado de Preferencias Arancelarias Ampliadas para numerosos productos "entre los cuales se destacan atún, textiles, cueros y calzado". Espejismo de "preferencias" a cambio de la devolución del IVA reclamado por las petroleras concesionarias del OCP y por la opinión de funcionarios de gobierno identificados con ellas. La solución, que siempre fue una sola, cumplir con la voluntad de las petroleras, adoptó la forma de arbitraje internacional. Perdido desde ya para el Estado ecuatoriano y felicidad de funcionarios, dirigentes de alquiler, del nuevo orden en el mundo subdesarrollado.

El espacio de la envejecida trama productiva será ocupado por otra distinta, no-nacional.

Las marchas fúnebres de las fuerzas productivas subdesarrolladas se percatan de los límites del ALCA. Observan los peligros que ofrece un tipo de industrialización trasladada desde las potencias, cuya tecnología de polución, desechos químicos e insalubridad será la que primero se traslade.

Advierten un periodo de jornadas de trabajo indefensas, destrucción de industrias locales, aumento de productividad del trabajo sin políticas sociales para el desempleo, la facilidad con que las nuevas empresas pueden querellar a estos Estados y ganar todos los juicios, el sistema monopólico al que sirve el régimen de propiedad intelectual y de patentes. Prevén la quiebra de pequeñas y medianas empresas, ambiente fértil para el control y centralización de empresas trasladadas. Transnacionalización que ve en la protección al medio ambiente un atentado contra la libertad del capital.

El ALCA no será sometido a plebiscito alguno, aunque lo pidan todos estos pueblos. La ausencia de derechos democráticos de la sociedad hará que se imponga de igual manera que se impuso el dólar, la base de Manta o el patrullaje del Pacífico ecuatoriano por embarcaciones extranjeras.

En el continente americano, el libre comercio existe para Estados Unidos que en el resto del mundo, tiene que discutirlo con la UE y las economías asiáticas. El libre comercio no existe para los Estados de América Latina que no pueden exportar ni importar sin permiso.

Objetivo del ALCA es reemplazar los aparatos administrativos de esta región por los suyos propios. Estados Unidos no quiere destruir estas naciones sino administrarlas. Terminar con viciadas relaciones productivas en América Latina y en su lugar ubicar las "desarrolladas" que puedan imbricarse con su economía. El sentido práctico de esta estrategia cuenta con la adquisición de decisiones de algunos sectores "nacionales" integrado por paquetes de abogados, técnicos, políticos y funcionarios polifuncionales cuyos precios oscilan entre lo barato y lo baratísimo. Son una metáfora de los delincuentes con que llenaron las carabelas y que "contribuyeron" a llegar a América para iniciar el nuevo orden mundial de la anterior conquista.

Las quejas que el ALCA despierta suma razones aisladas sin política y amontonadas sin sistema. Parecen protestas catárticas, lamentos opuestos al mañana.

El ALCA ha producido su contraparte democrática. La protesta que se divulga y embriaga al protestante. El poder mundial la contempla desde afuera entendiendo que anima el ambiente.

El ALCA es solo un instrumento de objetivos generales. El mejor vestido, a la moda de la modernización.

Junto al "comercio libre" y la poda de la especie humana están otros propósitos del que fuera primer mundo y hoy pareciera ser el único: el control energético, el manejo del narcotráfico y el uso de sus dineros, la bioeconomía y las armas biológicas, el control e impulso de la militarización.

Demasiados temas para élites del subdesarrollo.

Insignificantes propósitos para una humanidad que debe negar esas prácticas.

El ALCA sería gran consigna si se integrasen Estados Unidos y Brasil que hoy la presiden desde posiciones contrarias. Brasil ha afirmado que no basta suprimir los obstáculos arancelarios y ha destacado la necesidad de suprimir los no arancelarios. Y Cuba, cuya experiencia del embargo la deja sin optimismo sobre la libertad de comercio.

Si partiéramos de condiciones colectivamente admitidas para que exista el libre comercio y la competitividad debería aprobarse, por ejemplo, moneda o política monetaria común; política financiera y crediticia común; política tecnológica hacia la reducción de brechas; política militar de paz, desarme como fuente de recursos; conversión de la deuda externa en instrumento económico pagable; fondos especiales de apoyo para los mas atrasados. Entonces, el ALCA sería positivo para todos.

Tomado de Rebelión


Regresar
Home