20 de noviembre del 2002
CONFERENCIA IBEROAMERICANA
Carlos Lage
Intervención del vicepresidente del Consejo de Estado cubano Carlos Lage, uno de los autores de la reforma económica en cuba, en la XII Cumbre Iberoamericana.
Su Majestad, Jefes de Estado y de Gobierno, Resulta inevitable una muy breve referencia a hechos recientes de la política del Gobierno de Estados Unidos contra Cuba.
En las últimas semanas han sido expulsados de las Misiones de Cuba en Nueva York y Washington, cuatro diplomáticos cubanos; el país que más espía en el mundo, acusando de espía a uno de los más espiados del mundo. Provocaría risa, si es que no fuéramos conscientes del peligro que se intenta fabricar; el gobierno norteamericano ha reiterado su descarada acusación, me disculpan la palabra, pero no tengo otra, de que Cuba produce armas biológicas, viejo método goebeliano de repetir una mentira hasta convertirla en verdad. Es algo asombrosamente pérfido e infame; el Gobierno de los Estados Unidos hace sólo unos días, acaba de acoger con toda impunidad, en virtud de la Ley de Ajuste Cubano, a los secuestradores de un avión cubano, incrementando el número de los terroristas protegidos en ese país. Esa es una ley asesina porque estimula la emigración ilegal y convierte en héroe a todo cubano que llegue a Estados Unidos, aunque para hacerlo robe, asesine y ponga en peligro la vida de personas inocentes.
El delito de piratería aérea, que es reconocido en las convenciones internacionales como acto de terrorismo, es estimulado por el Gobierno de los Estados Unidos en su guerra contra Cuba.
Los actos terroristas organizados y alentados por los Estados Unidos a lo largo de más de 40 años han costado 3478 vidas y 2099 lesionados. Muchos de los autores se pasean por las calles de la Florida, entre ellos, el responsable de la explosión en pleno vuelo de un avión con 73 personas a bordo.
Apoyamos sin vacilación la lucha contra el terrorismo y denunciamos la política del Gobierno de los Estados Unidos que protege y alienta el terrorismo contra Cuba.
Ahora bien, no solo Cuba es víctima de la doble moral de los poderosos.
La gobernabilidad, la democracia y el estado de derecho que tanto nos preocupan, se hacen imposibles de garantizar si se imponen políticas egoístas, arbitrarias y profundamente contradictorias.
A los países de América Latina:
Se les exige abrir los mercados mientras se incrementan los subsidios y los aranceles de las economías más desarrolladas cada vez que estas consideran que lo necesitan.
Se exige austeridad presupuestaria, cero déficit, disminuir el gasto social, y cuando el país se desestabiliza por la injusticia y las desigualdades se fugan los capitales.
Se exige un mayor esfuerzo para lograr un equilibrio en la balanza externa, cuando antes se obligó a privatizar y a vender a las transnacionales los recursos del país, lo que hace inevitable ahora, grandes flujos de salida de capital.
Se exige luchar contra la corrupción, pero los más grandes escándalos se dan en las transnacionales, y especialmente en Estados Unidos. Cualquier corrupto latinoamericano podría recibir allá un curso de postgrado.
Es necesario estimular la economía pero la total globalización de los grandes capitales, obliga a mantener en los países menos desarrollados, altas tasas de interés para proteger la moneda nacional.
Se convoca a un Area de Libre Comercio, pero no se habla una palabra de libre tránsito de personas, ni de compensar a las economías menos desarrolladas, ni de acceso justo al mercado de los más poderosos.
Se levantan muros y se organizan patrullas para que no ingresen a Estados Unidos y Europa, personas necesitadas de trabajo y recursos, y por otro lado se llevan a los mejores informáticos, ingenieros, médicos, profesores y enferme ras, mediante planes cuidadosamente organizados.
Se habla de equidad y de justicia social, pero a los países de nuestra región se les exige dedicar el 50 por ciento de sus ingresos por exportaciones para pagar a países mucho más ricos una deuda que ya se ha pagado más de una vez.
Se exigen producciones limpias para importar nuestros productos y descontaminación del medio ambiente para visitar nuestras ciudades y playas, y se reduce cada vez más la ayuda al desarrollo.
En particular, Estados Unidos que es el responsable del 25 por ciento de las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera, se niega a firmar el Protocolo de Kyoto.
Se nos impone lo que hay que hacer y cuando las cosas salen mal, somos los culpables.
Los Estados Unidos, Europa y Japón se desarrollaron bajo un riguroso y selectivo proteccionismo, y hoy se le exige al mundo que se desarrolle bajo el más puro liberalismo.
La agricultura y el turismo en nuestra región no podrán ser sostenibles en medio del actual orden económico internacional que impone el subdesarrollo a nuestros países. En América Latina lo único sostenible hoy, es la pobreza y la desigualdad, no el desarrollo.
Por más esfuerzos que los gobiernos hagan, no habrá desarrollo y mucho menos reducción de la brecha que separa a los países ricos de los pobres, si no nos despojamos del neoliberalismo y exigimos un mundo más solidario.
La solución es cambiar el orden económico internacional, y ello es posible, solo si nos unimos. El camino es la Integración Latinoamericana, no el ALCA.
Muchas gracias
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