3 de julio del 2002
Alberto Acosta
Diario Hoy, Ecuador
"Si el Brasil se decidiese hoy por la adhesión al Área de Libre Comercio de las América (ALCA) cometería un verdadero suicidio". La afirmación no surge de la izquierda. Proviene de un representante de las cámaras empresariales brasileñas: Nicolau Jeha, vice-presidente de la Federación de Industrias del Estado de Sao Paul, se pronunció así el 14 de junio. En su opinión, mejor sería dar paso a un pacto con toda América Latina. Sobran razones para no intentar un acuerdo de libre comercio con los EEUU, que sigue lucrando de la división y debilidad de sus vecinos... un motivo de reflexión para toda América, en particular para los países menores a los cuales, con ALCA o sin ALCA, se les impone la agenda de la transnacionalización capitalista, que no necesariamente se origina en una sola ubicación geográfica, aunque para la región aflora con particular fuerza desde Washington.
Por el lado comercial, con el ALCA se completaría una apertura cada vez más desigual. Mientras el discurso neoliberal habla de libre comercio, los EEUU refuerzan su proteccionismo: la salvaguardia para las importaciones del acero o el incremento de los subsidios a la agricultura, hablan por sí solos. La "libertad" es la muletilla del más fuerte, tanto como la "igualdad de derechos", inexistente por cierto. Y aún en el caso de que se avanzase en una senda de igualdad, ésta, al ser intentada a partir de desigualdades enormes, solo beneficiará al más fuerte.
El ALCA ofrece a las empresas extranjeras crecientes beneficios a costa de regulaciones sociales y ambientales, afectando aún la integridad de los gobiernos locales y municipales. Con la introducción de un esquema de arbitraje comercial, en donde solo las empresas privadas podrán reclamar si creen que sus derechos son conculcados por alguna decisión gubernamental, se hará flecos la soberanía judicial de cada país. Esta también es una amenaza real. Basta mirar la experiencia del Tratado de Libre Comercio entre Canadá, EEUU y México; tratado que inspira el ALCA. Los reclamos planteados son múltiples, aún en contra del Estado norteamericano. Para muestra un caso: la empresa estadounidense Ethyl Corp reclamó al gobierno canadiense por "expropiación indirecta", al prohibírsele importar un aditivo para la gasolina: el MMT; producto calificado por la Agencia Ambiental de los EEUU como riesgoso para la salud y el ambiente; los canadienses, cuando vieron que iban a perder el arbitraje, acordaron pagar 13 millones de dólares a dicha corporación y se comprometieron a publicar un comunicado señalando que el MMT no es peligroso para la salud y el ambiente... al menos en Canadá.
Estos casos constituyen claras advertencias de lo que se aproxima. Nicolau Jeha reclama, con razón, que "no podemos ceder más en nuestra soberanía. Es preciso decir basta. Tenemos que defender a nuestros agricultores, trabajadores, industriales y clase media". Y para lograrlo, el único camino es una alianza internacional que frene al ALCA, para procesar entre pares una integración solidaria y la equitativa.
Tomado de La Insignia